El renacimiento de la selección inglesa
“Tranquilidad” es la palabra del momento en Inglaterra. Por primera vez desde hace muchos años hay cierta sensación de optimismo por el equipo nacional.
Alfred Davies
La llamada “generación de oro” le falló al público inglés. La clase de Beckham, Rooney y Gerrard —por mencionar sólo algunos— nunca logró llegar más allá de los cuartos de final de un Mundial. Los ingleses querían explicaciones. Algunos le echaron la culpa a la presión de los medios, otros a una supuesta falta de esfuerzo por parte de los jugadores. La Federación Inglesa de Fútbol (FA) también buscaba respuestas. (Puede leer: El pecado de David Beckham)
El punto más bajo fue hace cuatro años, en Brasil. En el “grupo de la muerte” del último Mundial, Inglaterra salió de la competencia con sólo un punto. La paciencia se le acabó a la FA. En diciembre del mismo año, la federación lanzó el denominado “ADN inglés”, el plan maestro para ganar el Mundial de 2022 en Catar.
En la rueda de prensa, Roy Hodgson —entonces técnico— no estuvo presente. Gareth Southgate, sin embargo, sí lo estuvo. El exdefensor llevaba un año en el puesto de técnico de la sub-21 y era una figura clave en la creación del ADN inglés. La idea es simple: crear un vínculo entre los equipos juveniles y la selección, además de tener una clara filosofía de juego, es decir, formar un estilo inglés. (Lea: Pickles, el perro que encontró la Copa del Mundo)
En 2016, con una derrota vergonzosa contra Islandia en los octavos de final de la Eurocopa en Francia, se le acabó el tiempo a Hodgson. Tras su partida, la FA contrató a Sam Allardyce, un veterano de la Premier League. Pero Allardyce sólo duraría un partido, debido a un escándalo de corrupción. Un golpe de fortuna. En lugar de escoger a otro veterano, los dirigentes decidieron empezar a implementar su ADN.
Ascendieron a Southgate al cargo de director técnico. Su equipo sub-21 acababa de ganar el Torneo Esperanzas de Toulon, también en Francia, donde Southgate ya había empezado a poner su sello. El plan rindió frutos. Una vez en su nuevo puesto, el extécnico del Middlesbrough empezó a cambiar la dinámica dentro de la selección. Su equipo clasificó con facilidad al Mundial de 2018 y dos de los jugadores claves en Toulon, Jordan Pickford y Ruben Loftus Cheek, están en Rusia. (Lea: Inglaterra: ¿racismo camuflado?)
La plantilla elegida por Southgate es la tercera más joven en la historia de la selección inglesa en un Mundial. Sólo tres de los jugadores tienen más de 30 años, y Gary Cahill, defensor del Chelsea, es el único que tiene más de 40 apariciones con la selección. En la rueda de prensa en la que anunció los elegidos, el técnico aseguró: “Quizá sea valiente escoger a jugadores sin tantas apariencias, pero tenemos que creer en estos muchachos”.
Pero aunque sea joven, no se le debe subestimar. Tiene talento en abundancia. Su talismán es el capitán: Harry Kane. En 2017, el delantero del Tottenham Hotspur marcó 56 goles, convirtiéndose en el máximo goleador del año en Europa. El chivo expiatorio de la prensa inglesa, el extremo Raheem Sterling, fue protagonista en el Manchester City campeón de Pep Guardiola la temporada pasada. Sterling, de 23 años, esperará que su rendimiento en Rusia logre silenciar a sus numerosos críticos en los tabloides británicos.
Sterling y Kane son dos de los nombres más conocidos de la selección, pero cuando se estudia con más profundidad a los jugadores convocados por Southgate, hay cantidad de historias lindas. Por ejemplo, al principio de la temporada pasada, el arquero Nick Pope ni siquiera había jugado en la Premier League. Sólo siete años atrás, Pope, de 26 años, estaba jugando en un equipo aficionado mientras trabajaba como lechero. (Le puede interesar: La época dorada de la selección de España comenzó en 2008)
En mundiales pasados, la presencia de un jugador con ese pasado en la selección inglesa era casi inimaginable. Los tabloides, con razón, no se interesan tanto en la vida privada de Nick Pope como se interesaban en la de David Beckham. Este cambio, además de la juventud de este equipo, ha creado un ambiente en el que el público inglés se ve reflejado en los que representan el país en la cancha. A años luz quedaron los momentos como el del partido contra Argelia en 2010, en el que Wayne Rooney regañó a los hinchas por sus críticas.
Si los ingleses siguen siendo tan tranquilos y prudentes en el caso de una derrota contra Túnez está por verse, pero lo que es cierto es que este Mundial es sólo el principio para esta selección joven y talentosa. (Vea aquí nuestro especial sobre el Mundial de Rusia 2018)
La llamada “generación de oro” le falló al público inglés. La clase de Beckham, Rooney y Gerrard —por mencionar sólo algunos— nunca logró llegar más allá de los cuartos de final de un Mundial. Los ingleses querían explicaciones. Algunos le echaron la culpa a la presión de los medios, otros a una supuesta falta de esfuerzo por parte de los jugadores. La Federación Inglesa de Fútbol (FA) también buscaba respuestas. (Puede leer: El pecado de David Beckham)
El punto más bajo fue hace cuatro años, en Brasil. En el “grupo de la muerte” del último Mundial, Inglaterra salió de la competencia con sólo un punto. La paciencia se le acabó a la FA. En diciembre del mismo año, la federación lanzó el denominado “ADN inglés”, el plan maestro para ganar el Mundial de 2022 en Catar.
En la rueda de prensa, Roy Hodgson —entonces técnico— no estuvo presente. Gareth Southgate, sin embargo, sí lo estuvo. El exdefensor llevaba un año en el puesto de técnico de la sub-21 y era una figura clave en la creación del ADN inglés. La idea es simple: crear un vínculo entre los equipos juveniles y la selección, además de tener una clara filosofía de juego, es decir, formar un estilo inglés. (Lea: Pickles, el perro que encontró la Copa del Mundo)
En 2016, con una derrota vergonzosa contra Islandia en los octavos de final de la Eurocopa en Francia, se le acabó el tiempo a Hodgson. Tras su partida, la FA contrató a Sam Allardyce, un veterano de la Premier League. Pero Allardyce sólo duraría un partido, debido a un escándalo de corrupción. Un golpe de fortuna. En lugar de escoger a otro veterano, los dirigentes decidieron empezar a implementar su ADN.
Ascendieron a Southgate al cargo de director técnico. Su equipo sub-21 acababa de ganar el Torneo Esperanzas de Toulon, también en Francia, donde Southgate ya había empezado a poner su sello. El plan rindió frutos. Una vez en su nuevo puesto, el extécnico del Middlesbrough empezó a cambiar la dinámica dentro de la selección. Su equipo clasificó con facilidad al Mundial de 2018 y dos de los jugadores claves en Toulon, Jordan Pickford y Ruben Loftus Cheek, están en Rusia. (Lea: Inglaterra: ¿racismo camuflado?)
La plantilla elegida por Southgate es la tercera más joven en la historia de la selección inglesa en un Mundial. Sólo tres de los jugadores tienen más de 30 años, y Gary Cahill, defensor del Chelsea, es el único que tiene más de 40 apariciones con la selección. En la rueda de prensa en la que anunció los elegidos, el técnico aseguró: “Quizá sea valiente escoger a jugadores sin tantas apariencias, pero tenemos que creer en estos muchachos”.
Pero aunque sea joven, no se le debe subestimar. Tiene talento en abundancia. Su talismán es el capitán: Harry Kane. En 2017, el delantero del Tottenham Hotspur marcó 56 goles, convirtiéndose en el máximo goleador del año en Europa. El chivo expiatorio de la prensa inglesa, el extremo Raheem Sterling, fue protagonista en el Manchester City campeón de Pep Guardiola la temporada pasada. Sterling, de 23 años, esperará que su rendimiento en Rusia logre silenciar a sus numerosos críticos en los tabloides británicos.
Sterling y Kane son dos de los nombres más conocidos de la selección, pero cuando se estudia con más profundidad a los jugadores convocados por Southgate, hay cantidad de historias lindas. Por ejemplo, al principio de la temporada pasada, el arquero Nick Pope ni siquiera había jugado en la Premier League. Sólo siete años atrás, Pope, de 26 años, estaba jugando en un equipo aficionado mientras trabajaba como lechero. (Le puede interesar: La época dorada de la selección de España comenzó en 2008)
En mundiales pasados, la presencia de un jugador con ese pasado en la selección inglesa era casi inimaginable. Los tabloides, con razón, no se interesan tanto en la vida privada de Nick Pope como se interesaban en la de David Beckham. Este cambio, además de la juventud de este equipo, ha creado un ambiente en el que el público inglés se ve reflejado en los que representan el país en la cancha. A años luz quedaron los momentos como el del partido contra Argelia en 2010, en el que Wayne Rooney regañó a los hinchas por sus críticas.
Si los ingleses siguen siendo tan tranquilos y prudentes en el caso de una derrota contra Túnez está por verse, pero lo que es cierto es que este Mundial es sólo el principio para esta selección joven y talentosa. (Vea aquí nuestro especial sobre el Mundial de Rusia 2018)