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El mundo está en crisis y la pelota no es la excepción. Su naturaleza es rodar y hoy no puede. Los jugadores no compiten, tampoco entrenan con normalidad, los estadios están vacíos y, ante la imposibilidad de lograr la puesta en escena del producto final con la realización de los partidos, las fuentes de ingreso de los clubes están en jaque, al igual que el ánimo de quienes llevan sus riendas. Escuchamos de los dirigentes en todo el mundo diversas propuestas para retomar la actividad en medio de la crisis sanitaria y económica, y aún no hay consensos. Colombia no es ajeno a esta situación.
Han sido días de reflexión, trabajo intenso y lectura. Fruto de la pandemia, hemos vuelto a escuchar que “el fútbol es lo más importante entre las cosas menos importantes”. Razón tenía Jorge Valdano, con quien hablé hace poco y que ahora, más que nunca, disfruta escribiendo. Pero, a su vez, se trata de un juego maravilloso capaz de despertar las más diversas emociones e indiscutiblemente es una industria económica relevante de la que dependen directa e indirectamente un sinnúmero de familias de todo el planeta.
Como muchos de mis compatriotas, siento un profundo respeto y pasión por lo que significa este deporte. Quienes hemos tenido la fortuna de asistir a un mundial y cantar el himno nacional al lado de miles de conciudadanos sabemos que es una de las experiencias más hermosas: ver a niños y adultos como un río humano de colores amarillo, azul y rojo hace que muchos lloremos de alegría, sí, de alegría porque eso es el fútbol.
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Cuando dialogo con amigos sobre esta experiencia, coincidimos rápidamente en que este deporte alrededor de nuestra selección es la única actividad en la que los 48 millones de colombianos somos una sola nación, una misma piel, sin distinción de raza, religión, sexo, edad, estatus social y partido político. Durante noventa minutos, más el tiempo de adición, latimos al unísono como un solo corazón al compás de un balón. Ahora bien, hoy, el único y más importante partido es el que disputamos contra este desconocido e invisible rival que nos tiene acorralados en nuestro propio arco.
Dijo un buen amigo en lenguaje futbolístico: “Nos está dando a todos, sin excepción, un baile de humildad, pero todavía no nos gana el partido”. Para remontar, pues está en juego la vida humana, será necesario que trabajemos en la estrategia. Paciencia, serenidad y cabeza fría serán claves para encontrar la salida, de la mano con la puesta en práctica de valores deportivos como disciplina, coraje, esfuerzo, confianza, solidaridad, lealtad y trabajo en equipo. Bien dijo Alfredo di Stéfano: “Ningún jugador es tan bueno como todos juntos”.
¡Qué ironía! Por estos días los jugadores no juegan y entonces son ustedes, señores presidentes y directivos del fútbol profesional colombiano, los llamados a ponerse la camiseta para jugar con la cabeza arriba y brillar con sus gambetas de inteligencia, con su juego en conjunto de iniciativas y sus goles novedosos y solidarios para que, cuando el encuentro termine, sean reconocidos como el equipo ideal del torneo.
Muchas cosas no serán como antes. Es buen momento para pensar en profundidad con tono empático y constructivo en la nueva organización de equipos y torneos, en eventos sin espectadores, en nuevas tecnologías aplicadas al fútbol, en la realidad virtual, en hacer partícipes a otras industrias con excedentes de caja, para que hagan parte de las estructuras societarias de los clubes. En resumen, construir la nueva economía y estructura para el deporte, donde el centro siga siendo el ser humano. El único camino es el diálogo y la consolidación de una agenda sobre lo fundamental, que sugiero gire en torno al presente y futuro de tres ejes: 1. fuentes de ingreso, mecanismos de financiación y evaluación de costos de pérdida de ingresos. 2. Mecanismos jurídicos, económicos y financieros. 3. Estructura del torneo y logística ante una eventual apertura, sin dejar de considerar la terminación anticipada.
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A partir de estas temáticas es importante fijar el rumbo y comunicar de manera clara e institucional a la opinión pública los avances y acuerdos que se vayan alcanzando sobre el comienzo de la nueva era del fútbol profesional colombiano. No desconozco la dificultad del oponente y la incertidumbre que trae consigo. Ha sido difícil entender el confinamiento y será todavía más esforzada su salida. Sin embargo, hay que enfrentarlo; es un momento histórico. En sus manos, señores directivos, está pasar a la historia como hombres visionarios, magnánimos e íntegros que jugaron en equipo, arriesgaron con audacia y ganaron el partido. La esperanza de superar la pandemia es suficiente para desear un salto de calidad en la gestión de nuestro fútbol. Ambas recuperaciones deben ir de la mano, pues el fútbol es para muchos la medicina del alma.
*Diego Torres es abogado especialista en derecho financiero y CEO de Best Of You Colombia (@diegotorresja)