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Antes que encontrar explicaciones, para muchos es más fácil ofrecer tiros y lanzar amenazas en contra de la vida de otras personas. Lo más grave de todo es que, en muchas ocasiones y más en Colombia, las amenazas se convierten en realidad. Así sucedió en 1994 con Andrés Escobar, defensa de la Selección Colombia de fútbol que fue a disputar la Copa del Mundo en Estados Unidos. (Vea nuestro especial sobre el Mundial de Rusia 2018)
El 22 de junio de ese año, en el estadio Rose Bowl, de Los Ángeles, la selección cayó 2-1 frente a la selección anfitriona. Uno de los dos tantos con los que ganaron los estadounidenses fue un autogol de Escobar al minuto 13 del encuentro, cuando intentó interceptar en el área un centro desde la izquierda. La infortunada jugada fue como una sentencia para Colombia. Luego, al minuto 52, llegó el gol de Earnie Stewart, que puso el marcador 2-0, y, aunque Adolfo Valencia marcó para Colombia en el minuto 90, el resultado era insuficiente para que la selección siguiera a la siguiente fase, pues venía de perder 3-1 con Rumania. (Le puede interesar: El estremecedor relato del fiscal del caso de Andrés Escobar)
Días después, Escobar fue asesinado en Medellín. Ese 2 de julio, en medio de una discusión con los hermanos Gallón Henao —quienes le habían hecho burlas toda la noche en una discoteca por su error—, Humberto Muñoz, chofer de ambos, descargó seis balas en la cabeza de Escobar y marcó para siempre uno de los días más horribles de la historia del fútbol nacional y la violencia del narcotráfico.
Pero muchos colombianos parecen no tener presente el pasado. Por eso lanzan amenazas a diestra y siniestra, como si se tratara de un asunto menor y como si la vida de los demás no tuviera ningún valor. Así ocurrió recientemente, el pasado 16 de junio, cuando un usuario a través de Twitter sugirió repetir la tragedia de Andrés Escobar con Carlos la Roca Sánchez, quien en el partido debut de la selección Colombia en Rusia (contra Japón) cometió una mano en el área que generó un penal y se convirtió en gol contra el seleccionado patrio. (Puede leer: Carlos Sánchez, el primer expulsado de Rusia 2018)
Colombia cayó 2-1 frente a los nipones. Coincidenciamente, ese fue el mismo resultado que obtuvo la Selección Colombia el día en el que Escobar firmó su muerte. De inmediato, la Fiscalía General de la Nación abrió una investigación preliminar y el director del CTI ordenó a los expertos informáticos del ente investigador iniciar las pesquisar para dar con los responsables.
Incluso, Carlos el Pibe Valderrama, quien fue compañero de Escobar en 1994, hizo un llamado a las autoridades al referirse al caso de Sánchez. “No vamos a esperar que suceda lo de Andrés Escobar. Si ya salió por Twitter, deben ser perseguidos”, dijo el exfutbolista.
Sin embargo, la cultura de la amenaza, que tiene resultados fatídicos en Colombia, también se cultiva en otros países tanto de la región como de Europa, sobre todo con el incremento en el uso de las redes sociales.
El error que cometió el portero de la Selección Argentina, Willy Caballero, en el partido contra Croacia, y que ha puesto en aprietos la clasificación de los australes en la Copa del Mundo de Rusia, le ha significado al jugador una avalancha de insultos y burlas que, aunque no han llegado a convertirse en una amenaza de muerte directa contra él, sí demuestran el desprecio por su vida por parte de los usuarios en las redes. “No vuelvas a pararte en Argentina, cagón malnacido. Sos una vergüenza para el país”, dice uno de los comentarios. Muy posible, uno de los menos agresivos. (Lea también: Jorge Sampaoli: "Ante Nigeria Argentina va a arrancar un nuevo Mundial")
Las amenazas de muerte también le llegaron al jugador de la selección de Suecia, Jimmy Durmaz, quien cometió la falta ante Alemania que, luego, se convirtió en un espectacular gol de tiro libre de Toni Kross, en este Mundial. Luego del resultado, llegaron insultos racistas en contra de Durmaz y, según dijo el mismo jugador, amenazas en contra de su familia.
Precisamente fueron estos hechos los que motivaron un acto de rechazo de toda la selección de Suecia. “Soy un futbolista que juega en el más alto nivel y las críticas son algo con lo que vivimos. Es parte del trabajo y podemos lidiar con ello, pero que me llamen ‘maldito extranjero’ o ‘terrorista suicida’, que mi familia y mis hijos sean amenazados de muerte es totalmente inaceptable. Soy sueco y llevo nuestra camiseta y nuestra bandera con orgullo”, dijo Durmaz, a lo que le siguió un “fuck racism” en coro por parte de todos sus compañeros de equipo. Los insultos racistas hacia Durmaz tienen base en su ascendencia turca, pero, en realidad, no tienen ninguna justificación. Como no tiene justificación ninguna acción en contra de la vida de los deportistas que, en última, solo están en medio de un juego. (Puede leer: Irán las escuchó: mujeres entran a un estadio luego de 39 años)