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La conversación futbolera entre Diego Maradona y Alfredo Di Stéfano

Hace seis meses falleció el campeón mundial con Argentina en México 86, un hombre cuyo uno de sus ídolos era el exjugador de Millonarios y Real Madrid. En 1988 se encontraron en Nápoles y, en medio de una cena que duró hasta la madrugada, hablaron de Pelé, Platini y el balompié argentino, entre otros temas.

25 de mayo de 2021 - 04:07 p. m.
Di Stéfano (izq.) murió el 7 de julio de 2014. Maradona falleció el 25 de noviembre de 2020.
Di Stéfano (izq.) murió el 7 de julio de 2014. Maradona falleció el 25 de noviembre de 2020.
Foto: AFP
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Una noche de 1988, Diego Armando Maradona y Alfredo Di Stéfano estuvieron juntos en un programa de televisión. Luego, fueron a cenar al restaurante La Sacristía, junto a Guillermo Cóppola, representante del “10”; Bruno Pesaola, exfutbolista de River Plate y del balompié italiano; Carlos Pato Onofrio; Fernando Signorini, ex preparador físico de Maradona; y Bruno Passarelli, entonces corresponsal de la revista El Gráfico, en cuyas páginas se dio a conocer la charla entre dos de los mejores jugadores de todos los tiempos.

(Los pecados de D10S)

La conversación comenzó refiriéndose al tema de las comparaciones, pues Maradona expresó: “En la Argentina, antes de ir a jugar a España, yo había oído hablar mucho de Alfredo, pero no tenía la dimensión exacta de lo que fue en el fútbol mundial. Lo descubrí en España. Ahí me di cuenta qué embajador del fútbol argentino había sido. Para mí, el más grande de toda la historia (…) Fíjese, acá en Italia están dele y dele con eso de que si Maradona es superior a Pelé o viceversa. En España de Pelé no habla nadie. Ahí no tienen dudas, saben que Di Stéfano fue y será inigualable. Y yo estoy de acuerdo con los españoles”.

Di Stéfano contestó: “Pelé fue grande, sensacional, pero nunca jugó en un equipo europeo, no compitió en España o en Italia, que para mí son los dos fútbol más difíciles del mundo. Lo suyo fue menos complicado. El lío es cuando tenés que estar un año entero rigoreado y rodeado de caras extrañas, como dice el tango. Por eso yo sostengo que hay ventaja para Diego. Y después no me vengan con otras comparaciones estúpidas. Llego a Nápoles y un periodista me viene: ‘¿Maradona o Platini?’. Yo le contesté: ‘No me pregunten pavadas, es como elegir entre Jesús y uno de los ladrones’”.

Posteriormente, Maradona le recordó a Di Stéfano los rivales que tuvo en su época gloriosa en la que ganó cinco Copas de Europa consecutivas: “Maestro, no se olvide de los equipazos que había en su época. El Milan de Schiaffino y Grillo, El Honved húngaro, el Manchester de Bobby Charlton, el Inter que dirigía Helenio Herrera, el Juventus de Sívori y Charles, el Benfica de Eusebio, hasta el Stade Reims donde jugaban Kopa e Hidalgo. Debía ser terrible enfrentar a esos cuadrazos y a esos fenómenos. Y usted ganó la Copa de Europa cinco veces consecutivas, desde 1956 a 1960”.

Después retrocedieron aún más en la historia del fútbol y Di Stéfano habló de cuando jugó en River Plate: “Yo sigo sosteniendo que el River Plate de 1947 fue el mejor equipo de club que integré, pese a todo lo que fue el Real. Y no sólo por los grandes jugadores, de una personalidad enorme, que lo formaban. Para mí, fue el antepasado de dos grandes equipos, Hungría de 1953/54 y Brasil de 1958, porque fue el primero en utilizar la doble punta de lanza ofensiva. Como siempre pasa, fue un equipo que se armó un poco de casualidad. El Fanfa Moreno había vuelto de México en 1946, poco después me reincorporé yo tras un campeonato en Huracán. Ya no estaba Pedernera como armador en el medio de la cancha y lo reemplazó Moreno en ese rol. Teníamos una jugada que nos salía diez puntos: Moreno la tocaba corta con Pipo Rossi y, de pronto, sacaba el pase largo, rapidísimo, para el pique mío o la llegada al vacío de Angelito Labruna. Con ese esquema, nos cansamos de hacer goles: fueron 90, a un promedio de tres por fecha. Una verdadera aplanadora”.

A Maradona le brillaron los ojos y quiso saber más. Por eso le pidió al legendario hombre de Real Madrid que contara alguna anécdota de esa época. Di Stéfano le dio gusto y relató: “El que nos hacía morir era Pipo Rossi. Entraba en todas y ya lo teníamos junado. Resulta que fuimos a Turín a jugar un amistoso tras el desastre de Superga, en el que murió todo el equipo del Torino, y tanto el Fanfa Moreno como el Tuerto Ramos le habían hecho el bocho: ‘Pipo, llévate cigarrillos de la Argentina que en Italia hay una mishiadura tan grande, después de la guerra, que por cada paquete te dan una bicicleta, un reloj de oro, lo que quieras...’. Y Pipo se llevó varios envases de Columbia y los custodiaba noche y día. Los muchachos le pedíamos de fumar, pero Pipo ni se conmovía, no convidaba por nada del mundo. Me acuerdo que aterrizamos en Turín después de 44 horas de vuelo y en el piso había varios atados vacíos de Lucky Strike. Moreno, matándose de risa, lo llamó a Pipo y le dijo: ‘Mira lo que fuman acá, Lucky Strike, y vos te trajiste como cien atados de esos Columbia malolientes, que parecen petardos’. Al Fanfa le gustaba hacer chistes, pero no soportaba que le faltasen el respeto. Un día jugábamos contra Huracán y no nos salía una. Íbamos cero a cero y Moreno meta a indicarnos cómo había que jugar y dársela a él. Yo me cansé y le grité: ‘Déjeme tranquilo, ¿quiere?’. Me arrepentí enseguida, porque era un pibe y en ese tiempo uno no se atrevía a faltarle el respeto a los grandes. Pero dos minutos después, mientras Moreno me miraba todavía feo, se escucha el vozarrón de Pipo Rossi, quien también era un chico, que grita desde allá atrás: ‘Largue con tantas órdenes, haga el favor’. Cuando terminó el primer tiempo, salimos últimos. Teníamos miedo de que Moreno nos esperase en el túnel y nos pegase tres o cuatro sopapos. Pero no nos dijo nada. Cuando estábamos por volver para el segundo tiempo, nos llamó y nos miró como si fuese la última vez: ‘Está bien, ya me faltaron el respeto, ahora vayan a la cancha y jueguen como nunca lo hicieron en la vida, porque si no ganamos los reviento a trompadas’. Ganamos 3-0 y yo hice dos goles”.

(La sabiduría de Alfredo Di Stéfano)

Maradona comentó que le habría gustado jugar con “aquellos fenómenos” y que, teniendo nueve años, recuerda el Boca Juniors de 1969 que dirigía Di Stéfano. “Qué jerarquía, qué nivel, qué clase... Angelito Rojas, Madurga, Novello, el peruano Meléndez... Yo era un mocoso, no tenía todavía diez años, pero mi viejo me llevaba a la popular. Me había enamorado del Loco Pianetti. Me acuerdo que le clavaba los ojos cuando aparecía por el túnel y lo seguía los 90 minutos. Para mí, Pocho Pianetti fue un jugadorazo, pateaba como un animal, pero además jugaba como los mejores”, rememoró Diego.

“Sí, aquél fue un gran equipo. Tanto, que me embaló y pensé muy seriamente en quedarme definitivamente en la Argentina. Salimos campeones del Nacional y fue una enorme satisfacción. Más trabajo me costó ganar el torneo de 1982 con River Plate. Me encontré con un plantel descompensado, física y futbolísticamente, con jugadores que corrían demasiado y otros que corrían muy poco y no podían entrar en ritmo de juego. Las lesiones y suspensiones, aunque parezca mentira, me ayudaron a encontrar la solución, echando mano a los muchachos de las divisiones inferiores. Salió un River obrero, combativo, mordedor, que no gustaba a la hinchada, pero ganamos el Nacional”, respondió Di Stéfano, quien justamente dirigiendo a River, en 1981, enfrentó en La Bombonera a Maradona, quien era jugador de Boca. Ganó River. No obstante, Maradona recordaba de aquel encuentro que “le hice un golazo a Fillol. Recuerdo que me la dio Perotti sobre la izquierda, amagué el centro una y otra vez y lo vi a Fillol jugado hacia el segundo palo, esperando el envío. Entonces no dudé: le pegué fuerte buscando con exactitud el agujero que quedaba entre el Pato y el primer poste. Cuando reaccionó, la pelota ya estaba adentro. Lo cómico fue que después dijo que se había resbalado”.

Lea también: El contraste entre Diego y Maradona

Sobre el enfrentamiento entre ambos, que se repitió en España con Di Stéfano dirigiendo al Madrid y Maradona jugando con Barcelona, el exjugador de Millonarios manifestó: “En el primer partido a Diego lo marqué en zona, tratando de hacerlo caer en la trampa del offside, pero no hubo caso. En el siguiente lo mandé encima, como estampilla, al pibe Sanchis, que estaba surgiendo. Y este genio de Diego lo volvió loco. Una vez también fue para nosotros, creo que ganamos 2-0, pero la conclusión es una sola: todas las tácticas son válidas, pero lo fundamental son los jugadores. El ejemplo de Diego es lapidario. Y ésa es la suerte argentina. Pese a la crisis, pese a las canchas espantosas, pese a los clubes fundidos, pese a Sanchis, Pardeza... Yo estuve hace poco un mes en Argentina y vi que siguen saliendo chicos con posibilidades, aunque noté ahora una peligrosa tendencia a ensuciar el juego, a entorpecer, a destruir más que construir. Lo que hacen algunos muchachos es increíble: juegan sin contrato, con montones de plata que les deben. Y, sin embargo, hacen campañas bárbaras, como las de Deportivo Español y San Lorenzo. Es impensable que en Europa un jugador salga siquiera a la cancha en esas condiciones”.

Finalmente, Alfredo Di Stéfano dijo que le habría gustado jugar con Mundial con la selección Argentina, con la que Maradona ya era inmortal al ser figura en México 1986. Cuando ya era la madrugada en aquella cena de 1988, Di Stéfano y Maradona se despidieron con un fuerte abrazo. Di Stéfano tenía que volar a Madrid y Maradona debía entrenar en las siguientes horas con el Napoli.

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