La sabiduría de Alfredo Di Stéfano
El entrenador argentino Mario Zanabria, quien fue asistente técnico de la leyenda de Real Madrid, habla sobre la personalidad del hombre al que considera “la biblia del fútbol”, uno de los mejores jugadores de todos los tiempos e ídolo de Millonarios.
Sebastián Arenas - @SebasArenas10
Hubo un partido en el que Real Madrid estaba goleando a uno de sus rivales en la Liga de España y Alfredo Di Stéfano, acostumbrado a anotar, no lo había hecho. Tras un tanto convertido por uno de sus compañeros, regresando a la mitad de la cancha, exclamó: “Claro, hoy se lucen ustedes, pero el domingo que viene, contra un rival difícil de verdad, me van a dar todas las pelotas”. Esa historia la contó el propio Di Stéfano en 1985, año en el que fue entrenador de Boca Juniors, durante una cena en un hotel en el que concentraba el plantel que tenía a cargo.
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Mario Zanabria todavía no olvida el momento en el que escuchó el relato de Di Stéfano, de quien era asistente técnico. “El maestro era excepcional. Sin pizarrón ni nada, explicaba de una forma concisa y el mensaje llegaba de manera clara a los jugadores. Las sobremesas eran espectaculares, era escuchar la historia misma del fútbol”, le contó a El Espectador el argentino que en la actualidad se encuentra conformando un cuerpo técnico para estar preparado en el momento en que reciba nuevas ofertas para dirigir.
Oriundo de Santa Fe, capital de la provincia argentina del mismo nombre, Zanabria conoció a Di Stéfano en enero de 1985, cuando recibió su confianza para ser el hombre que lo pusiera al tanto de la actualidad del fútbol argentino, pues el exjugador de Millonarios había decidido volver a la dirección técnica de Boca, en el que ya había estado como entrenador en 1969, tres años después de haberse retirado con la camiseta del Espanyol de Barcelona.
“Obviamente, con Alfredo hablábamos permanentemente. Para mí, es la biblia del fútbol. El conocimiento que yo adquirí durante el año que trabajé con él me sirvió para toda mi carrera. Todavía no lo puedo creer, fue una experiencia extraordinaria, porque me pagaban por ser la mano derecha de un genio”, agregó Zanabria, quien como jugador fue campeón de dos Copas Libertadores (1977 y 1978) y de un campeonato local con Boca, el club en el que compartió con uno de los mejores futbolistas de la historia.
Y es que en el final de la década del 40 Di Stéfano deleitó a los hinchas de River Plate, con el que conquistó dos ligas de Argentina. Luego llegó a Millonarios, en la denominada época del Dorado, y consiguió tres campeonatos (1949, 1951 y 1952) junto a otras leyendas del club albiazul, como Adolfo Pedernera, Antonio Báez y Néstor Raúl Rossi. Después de exponer su talento en el estadio Santiago Bernabéu fue fichado por Real Madrid, con el que comenzó en 1953 una era memorable para el balompié.
(En las entrañas de los comienzos de Messi)
Fueron cinco las Copas de Europa que levantó Di Stéfano con el cuadro merengue, además de ocho ligas y múltiples títulos. Como estratega siempre pregonó el juego que desplegó dentro de las canchas, tiempo en el que no logró jugar un Mundial ni con Argentina ni con España, selecciones con las que estuvo. Los que lo vieron con una pelota en sus pies lo definen como un “todocampista”, cuentan que podía sacar un balón de la línea de gol propia y correr hasta el arco rival para anotar.
“Para él, había tres cosas innegociables: los entrenamientos, la puntualidad y la forma de jugar. Todos sus planteamientos eran en búsqueda de la portería contraria. Decía que los volantes no debían ser catalogados como defensivos, ofensivos o mixtos, porque todos tenían la obligación de hacer de todo y realizar un fútbol de área a área”, asegura Zanabria, exentrenador en Argentina, México, Ecuador y Honduras, donde fue campeón con el Real España.
Zanabria, que también compartió con otro de los mejores jugadores de la historia, Diego Armando Maradona, de quien fue compañero de plantel de Boca en una gira de partidos amistosos por Asia, concluyó: “Di Stéfano produce la transformación del fútbol europeo y español. Antes de su llegada, se jugaba de otra forma. El maestro Alfredo cambió este deporte”.
Hubo un partido en el que Real Madrid estaba goleando a uno de sus rivales en la Liga de España y Alfredo Di Stéfano, acostumbrado a anotar, no lo había hecho. Tras un tanto convertido por uno de sus compañeros, regresando a la mitad de la cancha, exclamó: “Claro, hoy se lucen ustedes, pero el domingo que viene, contra un rival difícil de verdad, me van a dar todas las pelotas”. Esa historia la contó el propio Di Stéfano en 1985, año en el que fue entrenador de Boca Juniors, durante una cena en un hotel en el que concentraba el plantel que tenía a cargo.
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Mario Zanabria todavía no olvida el momento en el que escuchó el relato de Di Stéfano, de quien era asistente técnico. “El maestro era excepcional. Sin pizarrón ni nada, explicaba de una forma concisa y el mensaje llegaba de manera clara a los jugadores. Las sobremesas eran espectaculares, era escuchar la historia misma del fútbol”, le contó a El Espectador el argentino que en la actualidad se encuentra conformando un cuerpo técnico para estar preparado en el momento en que reciba nuevas ofertas para dirigir.
Oriundo de Santa Fe, capital de la provincia argentina del mismo nombre, Zanabria conoció a Di Stéfano en enero de 1985, cuando recibió su confianza para ser el hombre que lo pusiera al tanto de la actualidad del fútbol argentino, pues el exjugador de Millonarios había decidido volver a la dirección técnica de Boca, en el que ya había estado como entrenador en 1969, tres años después de haberse retirado con la camiseta del Espanyol de Barcelona.
“Obviamente, con Alfredo hablábamos permanentemente. Para mí, es la biblia del fútbol. El conocimiento que yo adquirí durante el año que trabajé con él me sirvió para toda mi carrera. Todavía no lo puedo creer, fue una experiencia extraordinaria, porque me pagaban por ser la mano derecha de un genio”, agregó Zanabria, quien como jugador fue campeón de dos Copas Libertadores (1977 y 1978) y de un campeonato local con Boca, el club en el que compartió con uno de los mejores futbolistas de la historia.
Y es que en el final de la década del 40 Di Stéfano deleitó a los hinchas de River Plate, con el que conquistó dos ligas de Argentina. Luego llegó a Millonarios, en la denominada época del Dorado, y consiguió tres campeonatos (1949, 1951 y 1952) junto a otras leyendas del club albiazul, como Adolfo Pedernera, Antonio Báez y Néstor Raúl Rossi. Después de exponer su talento en el estadio Santiago Bernabéu fue fichado por Real Madrid, con el que comenzó en 1953 una era memorable para el balompié.
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Fueron cinco las Copas de Europa que levantó Di Stéfano con el cuadro merengue, además de ocho ligas y múltiples títulos. Como estratega siempre pregonó el juego que desplegó dentro de las canchas, tiempo en el que no logró jugar un Mundial ni con Argentina ni con España, selecciones con las que estuvo. Los que lo vieron con una pelota en sus pies lo definen como un “todocampista”, cuentan que podía sacar un balón de la línea de gol propia y correr hasta el arco rival para anotar.
“Para él, había tres cosas innegociables: los entrenamientos, la puntualidad y la forma de jugar. Todos sus planteamientos eran en búsqueda de la portería contraria. Decía que los volantes no debían ser catalogados como defensivos, ofensivos o mixtos, porque todos tenían la obligación de hacer de todo y realizar un fútbol de área a área”, asegura Zanabria, exentrenador en Argentina, México, Ecuador y Honduras, donde fue campeón con el Real España.
Zanabria, que también compartió con otro de los mejores jugadores de la historia, Diego Armando Maradona, de quien fue compañero de plantel de Boca en una gira de partidos amistosos por Asia, concluyó: “Di Stéfano produce la transformación del fútbol europeo y español. Antes de su llegada, se jugaba de otra forma. El maestro Alfredo cambió este deporte”.