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La atleta colombiana Caterine Ibargüen y el técnico cubano Ubaldo Duany no seguirán trabajando juntos. Acordaron separarse y cado uno afrontará nuevos retos, tras una exitosa década en la que ganaron múltiples títulos internacionales en las pruebas de salto triple y salto largo, entre ellos los de Juegos Olímpicos, Campeonatos Mundiales y Ligas de Diamante.
La razones son varias. La atleta antioqueña, que la próxima semana cumplirá 35 años, quiere radicarse en Colombia, después de mucho tiempo viviendo en el exterior. Además no estuvo de acuerdo con que el entrenador decidiera encargarse de la preparación de otros atletas para Tokio 2020. Y su relación, aunque sigue siendo cordial, se había desgastado en el último tiempo.
Hace un par de semanas, Duany comenzó una pretemporada en Puerto Rico con Caterine y los vallistas Yohan Chaverra y Eliecith Palacios. Y a ellos se unió después Yosirys Urrutia, actual campeona suramericana de salto triple. “Con ellos tuvimos unos acercamientos y llegamos a un acuerdo para que estuviera entrenando este año con nosotros”, le dijo el técnico cubano a Runningcolombia.com.
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Esa decisión no le agradó a Caterine, acostumbrada a que Duany se dedicara exclusivamente a ella, sobre todo cuando se ha fijado como meta subir al podio en los Olímpicos de Tokio para retirarse por la puerta grande.
“Los atletas son como los hijos. Un día les damos nalgadas y después les estamos cocinando. Yo antes que entrenador soy educador y cuando los atletas toman sus decisiones, las respeto”, agregó el estratega.
“La Federación Colombiana de Atletismo y su comité ejecutivo lamentan profundamente la decisión, o ruptura, entre nuestra campeona y el entrenador. Ellos van a continuar defendiendo los colores deportivos de Colombia y en consecuencia tienen nuestro apoyo total. Postular a un nuevo entrenador es potestad de la atleta, así que vamos a esperar a quién propone ella”, le dijo a El Espectador Ramiro Varela, presidente de Fedeatletismo.
Duany seguirá trabajando para la entidad y recibiendo sus salarios en incentivos del Ministerio del Deporte y el Comité Olímpico Colombiano. Se encargará de varios jóvenes atletas de diferentes modalidades con miras a los próximos eventos internacionales.
Caterine, por su parte, se enfocará en su preparación para los Juegos de Tokio y la próxima semana definirá quién será su entrenador.
Una llave ganadora
Tras no haber podido clasificar a los Olímpicos de Pekín, en 2008, Ibargüen analizó la posibilidad de retirarse del atletismo. Fue entonces cuando Duany, que la había conocido años antes por intermedio de la entrenadora cubana Regla Sandido, le propuso que se fuera con él a Puerto Rico, a la Universidad Metropolitana, para que aprovechara una beca, estudiara enfermería y de paso siguiera en el deporte.
La primera charla entre ambos fue parca, pero contundente. Otras universidades también la querían, por lo que las conversaciones fueron más seguidas. “Sabía que podíamos hacer cosas grandes con ella y por eso insistí”. Ubaldo logró convencerla de que si se quedaba con él, las cosas iban a mejorar.
Y así fue. Juntos conquistaron los títulos en los Mundiales de Moscú 2013 y Pekín 2015, además de dos medallas de bronce, una en Daegü 2011 y otra en Doha 2019. El penta lo completó la plata de Londres 2017. También lograron la plata en los Juegos Olímpicos de 2012 en Londres y el oro en Río 2016.
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Como si fuera poco, consiguieron seis títulos en la Liga Diamante, cinco en salto triple y uno en salto largo. La cereza en el pastel fue la designación de Caterine como Atleta del Año 2018 en el mundo.
La temporada pasada no fue tan positiva debido a una delicada lesión que obligó a la saltadora a operarse de una fascitis plantar en el pie izquierdo que le impidió pelear por el título de la Liga de Diamante y participar en los Juegos Panamericanos de Lima.
Un mes después, sin embargo, conquistó, a punta de jerarquía y mentalidad, una medalla que parecía imposible, en el Mundial de Doha. Fue esa, probablemente, la más valiosa de todas las que ganaron, por lo que les costó recuperarse, por lo complicada que estuvo la competencia y, sobre todo, porque aunque entonces no lo sabían, fue la última que celebraron juntos.