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Hay amistades que son a prueba de balas. Que están tejidas con esa bondad atípica que las hace durar toda una vida. Las que empezaron con un apretón de manos encima de una red más alta que ellos en el Club Tequendama de Cali y que ahora, con alrededor de 1,90 metros de humanidad de ambos, sigue vigente. La que ha sido testigo de los dibujos animados, de la inocencia, de las novias de la adolescencia, de los momentos jodidos, de los matrimonios, los hijos, el poco pelo, los trofeos, de todo.
Juan Sebastián Cabal y Robert Farah juegan tenis juntos desde los seis años y dobles desde los once. Ahora, uno con 33 y el otro con 32, están viviendo el mejor momento de sus vidas. Los doblistas se coronaron campeones de dobles masculinos de Wimbledon ante los franceses Édouard Roger-Vasselin y Nicolas Mahut. El logro más importante en la historia del tenis colombiano.
De una pareja que se conoce de hace muchos años y que en medio de los vaivenes del destino, azar, o como quieran llamarle, están juntos dejando en alto el nombre del país en un deporte en el que han sido más las caras largas que las satisfacciones. De un Juan Sebastián, que en mayo de 2005 escuchó en palabras de los médicos que no volvería siquiera a correr luego de romperse el ligamento cruzado anterior de su rodilla izquierda y estuvo parado dos años sin jugar. De un Robert, que por esos días, por dolores en su muñeca, se había decantado por aceptar una beca para estudiar economía en California, pero que no dejó de competir a nivel universitario. Los resultados le susurraban que el camino era por otro lado.
Y en ese ambiente, de dudas, pero muchos sueños, se reencontraron y construyeron su proyecto de dobles masculinos. Hoy cosechan los resultados en el torneo de tenis más añejo y representativo del planeta. Antes de afrontar ese duelo, el más importante de sus vidas, hablaron con El Espectador y redoblaron la respuesta a una misma pregunta: ¿cuál es su secreto? “Que somos mejores amigos”.
“Es como si trabajaras en la oficina con tu amigo del alma. En esto hay muchas personas que tienen roces y se terminan separando, empezando desde cero. Cuando las cosas no salen bien, esa confianza que hemos tenido desde siempre sobresale”, apunta Cabal. “En esto la gente cambia de compañero a cada rato, porque se empiezan a llevar mal y no están sincronizados a nivel energético y se abre una grieta que los hace partir caminos. Sebas y yo somos hermanos, eso hace que sea fácil superar los obstáculos”, añade Farah.
El rigor del circuito profesional y una rutina ininterrumpida de casi dos décadas. De estar fuera de casa al menos 265 días del año. Esa rudeza hizo que Mariana Duque dejara el tenis a sus 29 años y que Santiago Giraldo necesitara un semestre sabático a comienzos de 2018. El mensaje de ambos fue claro: la vida común y corriente está infravalorada.
Pero Robert y Juan Sebastián, juntos, han descubierto la fórmula para ser inmunes a esos pensamientos que le llegan a todo deportista: disfrutar.
“Uno tiene que ser feliz en lo que hace. Los triunfos son efímeros, pasan rápido. Luego del título en Roma ya nos decían que si íbamos a ganar el Roland Garros, esa es la muestra. Estamos acostumbrados como humanos a pedir más y más; esa es la razón por la cual el dinero no compra la felicidad: porque siempre va a haber algo más que comprar. La clave es disfrutar el reto, encontrar ese placer, superar las caídas. Y si perdiste, pero fuiste fiel a lo que eres, quedas tranquilo. Ahí está la felicidad. Nuestro año es un año de once meses compitiendo fuera de casa. Puedes ganar un torneo, pero ese mismo día coges un vuelo y llegas a otro torneo a empezar de cero, como si no hubiera pasado nada. Es no subirse en el tren de las victorias ni en el de las derrotas. Es vivir el reto: ganar y perder no está en tu control, el esfuerzo sí. Varios jugadores se pierden en ese camino. Todos los deportistas somos seres emocionales. He pasado momentos difíciles en mi carrera en los que no veía el norte, solo el sur. La experiencia te enseña que no es que haya un norte o un sur, sino que es lo que hay. Toca ser agradecido y simplificar la vida”, sentencia Robert.
Y es no perder la humanidad, no dejar que los resultados gobiernen la razón. Juan Sebastián Cabal acaba de vivir la experiencia más linda de su vida: ser papá. Jacobo y su mujer viajan con él todo el tiempo. “Si no estuviera con ellos no podría seguir jugando”.
Los dos mejores tenistas en la historia del país, miembros del Equipo Colsánitas, conquistaron su primer título de Grand Slam. Pero si el resultado era negativo, no tenían nada que lamentar. La madurez les ha enseñado el valor de la trama y no del desenlace. “Dime: ¿quién se puede dar el lujo de decir, al menos, que es de los mejores cien ingenieros, escritores, abogados del mundo?”, cierra Juan Sebastián, junto a Robert, la mejor pareja de dobles masculinos del planeta.
Thomas Blanco Lineros- @thomblalin
tblanco@elespectador.com