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Hace unos días el país supo a ciencia cierta que el municipio más pobre del país era Uribia en La Guajira, no por el ingreso monetario de sus habitantes, sino porque más del 92 % de los hogares tienen importantes privaciones en salud, trabajo, educación, condiciones de vivienda y servicios para niños y jóvenes.
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Pero no es el único ente territorial con esos indicadores, en condiciones similares (por encima de 90 %) se ubican también Cumaribo (Vichada) y Alto Baudó (Chocó), demostrando que las mayores dificultades se concentran en las regiones de la Orinoquia, Amazonia y Pacífica, mientras en las regiones central y oriental hay municipios donde la incidencia de la pobreza en la población es menor al 5 % (ver gráfico).
Los datos son producto del análisis de las cifras municipales del Censo Nacional de Población y Vivienda que realizó el DANE en 2018 en relación con las quince variables que se utilizan para calcular el Índice de Pobreza Multidimensional (IPM). En entrevista con El Espectador, el director de la entidad, Juan Daniel Oviedo, destacó que gracias a este ejercicio se determinaron las características de pobreza que definen a cada uno de los hogares, “partiendo de eso los municipios podrán diseñar política pública basada en evidencia”.
¿Es cierto que es la primera vez que se tiene esta medición en el país?
Con la información del censo de 2005 se desagregó la información de pobreza a nivel municipal, pero fue un cálculo que se hizo mucho tiempo después. Además, para ese año el estándar de medición de pobreza todavía no había migrado a pobreza multidimensional, estaba centrado en el Índice de Necesidades Básicas Insatisfechas. Presentar por primera vez los resultados de pobreza a nivel municipal tan cerca de la producción de la información es una primicia, especialmente con la capacidad de desagregación de esos datos en cada uno de los quince factores que componen la pobreza multidimensional.
¿La información sale netamente del censo o se alimenta de otras fuentes?
Esta información no proviene en su totalidad del Censo de Población y Vivienda, tampoco se utilizan los mismos criterios de medición para algunas variables del índice oficial de pobreza multidimensional para nivel nacional y regional. Esencialmente hay dos variables que se miden con una aproximación cercana a la realidad oficial: el pilar de trabajo, que se llama desempleo de larga duración, y las barreras de acceso y servicios de cuidado a primera infancia.
Sobre el primero, como el censo sólo hizo un par de preguntas en materia de mercado laboral ("en la semana de referencia, es decir la anterior, usted trabajo al menos una hora con remuneración"), la posibilidad de tener el desempleo de larga duración a partir de la base era muy difícil, por eso se sustituyó la cifra con la tasa de dependencia económica, que es el número de personas por miembro ocupado del hogar. Respecto al segundo, en la encuesta de calidad de vida mide salud, nutrición y cuidado, dado que en el censo no se preguntó por nutrición, sólo se están midiendo salud y cuidado. Aquí también se presentó la única integración con otra base de datos: la de aseguramiento, para determinar qué personas están cubiertas por el sistema de salud y los niveles de privación.
¿Este nuevo cálculo implica ajustar el IPM nacional?
No, porque la pobreza multidimensional a nivel nacional se calcula según los lineamientos del Conpes 150 de 2012, que establece los criterios, las características y las variables. Esta nueva medida se aproxima a la pobreza multidimensional a nivel municipal, pero no compite con las cifras oficiales del Índice de Pobreza Multidimensional que se calcula a partir de la Encuesta de Calidad de Vida, precisamente porque los criterios de medición no son exactamente idénticos.
Es decir que no son comparables…
Hemos advertido que los datos no se pueden sumar y promediar para llegar a la medición del departamento o la nación. Esta no es una desagregación del índice nacional o departamental. El objetivo de este cálculo es poder dar una línea base de cuáles son los problemas que enfrentan los alcaldes del país para solucionar la pobreza multidimensional, es poder mirar de la mejor forma con unas gafas que nos permitan acercarnos al nivel municipal y aun más para que los mandatarios locales tengan un diagnóstico y puedan construir sus políticas de localización en materia de reducción de la pobreza. Por eso hicimos el esfuerzo de llevar esta desagregación a nivel municipal por zona urbana y zona rural.
¿Esta información llega a los municipios?
La otra semana va a quedar pública la base del censo anonimizada, no a nivel de sector sino a nivel de manzana. Todas las personas van a poder replicar los ejercicios que nosotros hacemos para que podamos tener una distribución espacial muy fina de la pobreza multidimensional y de cada una de las privaciones que la caracterizan. Además, el pasado lunes estuvimos en Cartagena, así como lo hemos hecho en Villavicencio, Bucaramanga y Cali, presentándoles a los alcaldes y gobernadores fotos más finas que muestran cómo están concentradas las privaciones por cada una de las características que conforman el IPM.
¿Para qué le sirve al país tener esa medición más allá de los motivos que usted señala?
Cada color asignado es el resultado de 15 características que perfilan a los hogares. Evidentemente estas no sólo van a tener una utilidad para la política pública sino también para los ejercicios de emprendimiento o diseño de potencial para modelos de negocio de ciertos productos o servicios. Para un emprendedor la decisión de localización al interior de la ciudad del bien o servicio que esté ofreciendo puede también decidirse en función del poder adquisitivo que tengan los hogares de la zona de influencia en donde se va a desarrollar. Por ejemplo, la identificación de los hogares unipersonales le sirve a los negocios de lavandería para identificar las mejores locaciones.
¿Como economista y académico qué conclusiones le deja el ejercicio?
Esta medición evidencia la dicotomía de los modelos de desarrollo centro-periferia. El país debe tener claro que en la periferia es donde hay menos población, pero al mismo tiempo hay una pobreza terrible por la vulnerabilidad de las personas, no por el volumen de afectados. Lo que más resalta este mapa es que, si bien Colombia ha podido reducir significativamente la incidencia de la pobreza monetaria y la pobreza multidimensional durante la última década y ha mejorado la calidad de vida de sus habitantes, ahora se viene una tarea más difícil porque esas vulnerabilidades están manifestadas en las regiones más complejas, en las que el Estado no había hecho presencia hasta hace poco con el fin del conflicto, y en donde verdaderamente están las tensiones económicas y sociales más importantes.
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Un modelo de desarrollo sostenible debe garantizar que el país tenga más equidad y esta se consigue con el cierre de las brechas a nivel territorial. Poder identificar esas brechas genera un grado de corresponsabilidad entre el Gobierno Nacional y las autoridades locales para sacar adelante los problemas. Es la nueva forma en que las estadísticas están generando confianza en el país, empoderando a los afectados en las realidades que están enfrentando.