China abre más su economía, pero responde en guerra comercial con EE.UU.
El gobierno chino anunció que permitirá mayor participación extranjera en producción de carros, barcos y aeronaves. Al mismo tiempo, impuso duros aranceles a la importación de sorgo proveniente de Estados Unidos.
Redacción Economía.
La Comisión Nacional de Desarrollo y Reforma de China anunció este martes varias grandes medidas para abrir los mercados y la economía de este país, cumpliendo así una de las promesas fundamentales del presidente Xi Jinping.
La Comisión, uno de los principales órganos de planeación del país asiático, afirmó que eliminará las restricciones para que compañías extranjeras participen en la fabricación de barcos, aviones y, sobre todo, automóviles. Hasta hoy, la regla de oro en estos sectores era que cualquier empresa exterior debía asociarse con una china (en una sociedad de 50-50) para poder participar en estos mercados.
Lea también: ¿Qué tan serio es Trump sobre la guerra comercial?: los dirigentes chinos buscan la respuesta
Esto, claramente, permitirá una mayor inserción de firmas extranjeras en estos sectores, pero, a la vez, también significará un crecimiento en los costos de producción en China, pues todas las inversiones deben ser asumidas por una parte y no entre dos.
De fondo, el lado positivo de esta ecuación radica en la posibilidad de las empresas extranjeras en retener mayor control sobre su producción y su tecnología; buena parte de la motivación de los límites de participación en estas industrias era, justamente, para incentivar las transferencias tecnológicas y de conocimiento hacia industrias chinas. Algo que ha funcionado particularmente bien en el caso de los carros eléctricos.
En el caso de la industria naval, la revocación de límites se dará específicamente para el diseño, fabricación y mantenimiento de barcos. En el sector aeronáutico, las medidas tocan la producción de aviones y helicópteros, así como drones, uno de los renglones decisivos en este mercado.
De acuerdo con la firma de consultoría Price Waterhouse Coopers (PwC), el mercado global de drones superará los US$127.000 millones para 2020.
Ahora, el sector en donde quizá más se sentirán las nuevas normas del gobierno chino es el automotriz. China es el mayor mercado automovilístico del mundo; sólo el año pasado fueron vendidos 28,9 millones de automóviles en este país.
Los cambios de política de Beijing tocan, especialmente, a los vehículos eléctricos, una de las ramas que experimenta más crecimiento en el sector automovilístico y en donde, tal vez, se concentran la mayor parte de investigación en esta industria (junto con el desarrollo de carros autónomos, claro está).
Las actividades de este renglón de la industria automovilística superan la sola construcción de vehículos e involucran, principalmente, el desarrollo de baterías eléctricas: esto es, la investigación en nuevas fórmulas químicas que aumenten el rendimiento de estos dispositivos y que ofrezcan caminos para alejarse de la dependencia al cobalto y otros minerales problemáticos (en términos de producción y mercado).
China promueve fuertemente el desarrollo de autos con cero o bajas emisiones con el objetivo de vender siete millones de vehículos con formas alternativas de energía para 2025. En 2015, el país asiático superó a Estados Unidos como el mayor mercado de autos eléctricos. Y se estima que las ventas de vehículos a batería, híbridos y de celdas de combustible podrían aumentar más de un quinto y superar el millón de unidades en 2018, de acuerdo con cálculos de la Asociación de Fabricantes de Automóviles de China.
Las medidas tomadas por la Comisión Nacional de Desarrollo y Reforma entrarán en vigor este año, primero, para la producción de vehículos eléctricos e híbridos. En dos años, (2020) lo harán para los vehículos comerciales y en 2022 para los autos particulares.
A pesar de las restricciones en participación externa en la industria, el mercado automovilístico chino está compuesto por 55 % de marcas extranjeras.
Zanahoria y garrote
Ahora, el levantamiento de reglas en la producción en el sector naval, aeronáutico y automovilístico llegó con la imposición de aranceles para productos agrícolas de Estados Unidos, principalmente el sorgo.
Fiel a lo que ya había anunciado, Beijing aplicará, desde este miércoles, un impuesto provisional al sorgo que llega de EE.UU. Esto significa que las compañías chinas que importen este producto tendrán que pagar a los servicios de aduanas una fianza de hasta el 178,6% del valor de la importación.
Esta es una de las respuestas más fuertes, hasta el momento, del gobierno chino a las medidas comerciales de la administración Trump, que a su vez ha diseñado un esquema de aranceles a productos chinos que podría costar hasta US$150.000 millones.
El toma y dame en este caso ha hecho tambalear a los mercados y tiene con los nervios de punta a productores en estos dos países, así como en muchos otros. Organismos como el Fondo Monetario Internacional y la Unión Europea, por mencionar sólo algunos, se han pronunciado en contra de las medidas comerciales de Trump y han advertido que en una guerra comercial no hay ganadores. Y esto es particularmente cierto para Estados Unidos.
Sólo el año pasado, China absorbió 4,8 millones de toneladas de sorgo estadounidense, por un valor de US$1.000 millones. Este es un producto importante por su peso económico, pero también por su relevancia política, pues representa uno de los principales renglones de la agricultura en estados como Kansas, Texas y Colorado. En los dos primeros estados, Trump le ganó a Hillary Clinton en las elecciones presidenciales de 2016 por un amplio margen tanto en el voto electoral, como en el popular. En Colorado, Clinton venció a Trump, aunque con por una diferencia bastante ajustada.
Los aranceles contra el sorgo estadounidense son temporales, según indicó el Ministerio de Comercio chino. Beijing estaría analizando la imposición de medidas similares para productos como granos de soya, carne de cerdo y de res, así como maíz. Para tener un contexto, al menos dos tercios de los granos de soya exportados por EE.UU. van para el mercado chino.
La Comisión Nacional de Desarrollo y Reforma de China anunció este martes varias grandes medidas para abrir los mercados y la economía de este país, cumpliendo así una de las promesas fundamentales del presidente Xi Jinping.
La Comisión, uno de los principales órganos de planeación del país asiático, afirmó que eliminará las restricciones para que compañías extranjeras participen en la fabricación de barcos, aviones y, sobre todo, automóviles. Hasta hoy, la regla de oro en estos sectores era que cualquier empresa exterior debía asociarse con una china (en una sociedad de 50-50) para poder participar en estos mercados.
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Esto, claramente, permitirá una mayor inserción de firmas extranjeras en estos sectores, pero, a la vez, también significará un crecimiento en los costos de producción en China, pues todas las inversiones deben ser asumidas por una parte y no entre dos.
De fondo, el lado positivo de esta ecuación radica en la posibilidad de las empresas extranjeras en retener mayor control sobre su producción y su tecnología; buena parte de la motivación de los límites de participación en estas industrias era, justamente, para incentivar las transferencias tecnológicas y de conocimiento hacia industrias chinas. Algo que ha funcionado particularmente bien en el caso de los carros eléctricos.
En el caso de la industria naval, la revocación de límites se dará específicamente para el diseño, fabricación y mantenimiento de barcos. En el sector aeronáutico, las medidas tocan la producción de aviones y helicópteros, así como drones, uno de los renglones decisivos en este mercado.
De acuerdo con la firma de consultoría Price Waterhouse Coopers (PwC), el mercado global de drones superará los US$127.000 millones para 2020.
Ahora, el sector en donde quizá más se sentirán las nuevas normas del gobierno chino es el automotriz. China es el mayor mercado automovilístico del mundo; sólo el año pasado fueron vendidos 28,9 millones de automóviles en este país.
Los cambios de política de Beijing tocan, especialmente, a los vehículos eléctricos, una de las ramas que experimenta más crecimiento en el sector automovilístico y en donde, tal vez, se concentran la mayor parte de investigación en esta industria (junto con el desarrollo de carros autónomos, claro está).
Las actividades de este renglón de la industria automovilística superan la sola construcción de vehículos e involucran, principalmente, el desarrollo de baterías eléctricas: esto es, la investigación en nuevas fórmulas químicas que aumenten el rendimiento de estos dispositivos y que ofrezcan caminos para alejarse de la dependencia al cobalto y otros minerales problemáticos (en términos de producción y mercado).
China promueve fuertemente el desarrollo de autos con cero o bajas emisiones con el objetivo de vender siete millones de vehículos con formas alternativas de energía para 2025. En 2015, el país asiático superó a Estados Unidos como el mayor mercado de autos eléctricos. Y se estima que las ventas de vehículos a batería, híbridos y de celdas de combustible podrían aumentar más de un quinto y superar el millón de unidades en 2018, de acuerdo con cálculos de la Asociación de Fabricantes de Automóviles de China.
Las medidas tomadas por la Comisión Nacional de Desarrollo y Reforma entrarán en vigor este año, primero, para la producción de vehículos eléctricos e híbridos. En dos años, (2020) lo harán para los vehículos comerciales y en 2022 para los autos particulares.
A pesar de las restricciones en participación externa en la industria, el mercado automovilístico chino está compuesto por 55 % de marcas extranjeras.
Zanahoria y garrote
Ahora, el levantamiento de reglas en la producción en el sector naval, aeronáutico y automovilístico llegó con la imposición de aranceles para productos agrícolas de Estados Unidos, principalmente el sorgo.
Fiel a lo que ya había anunciado, Beijing aplicará, desde este miércoles, un impuesto provisional al sorgo que llega de EE.UU. Esto significa que las compañías chinas que importen este producto tendrán que pagar a los servicios de aduanas una fianza de hasta el 178,6% del valor de la importación.
Esta es una de las respuestas más fuertes, hasta el momento, del gobierno chino a las medidas comerciales de la administración Trump, que a su vez ha diseñado un esquema de aranceles a productos chinos que podría costar hasta US$150.000 millones.
El toma y dame en este caso ha hecho tambalear a los mercados y tiene con los nervios de punta a productores en estos dos países, así como en muchos otros. Organismos como el Fondo Monetario Internacional y la Unión Europea, por mencionar sólo algunos, se han pronunciado en contra de las medidas comerciales de Trump y han advertido que en una guerra comercial no hay ganadores. Y esto es particularmente cierto para Estados Unidos.
Sólo el año pasado, China absorbió 4,8 millones de toneladas de sorgo estadounidense, por un valor de US$1.000 millones. Este es un producto importante por su peso económico, pero también por su relevancia política, pues representa uno de los principales renglones de la agricultura en estados como Kansas, Texas y Colorado. En los dos primeros estados, Trump le ganó a Hillary Clinton en las elecciones presidenciales de 2016 por un amplio margen tanto en el voto electoral, como en el popular. En Colorado, Clinton venció a Trump, aunque con por una diferencia bastante ajustada.
Los aranceles contra el sorgo estadounidense son temporales, según indicó el Ministerio de Comercio chino. Beijing estaría analizando la imposición de medidas similares para productos como granos de soya, carne de cerdo y de res, así como maíz. Para tener un contexto, al menos dos tercios de los granos de soya exportados por EE.UU. van para el mercado chino.