Lo bueno, lo malo y lo complicado de las pensiones privadas
El mundo ha respaldado el modelo de contribución definida, que en nuestro país gestionan las AFP. Sin embargo, la alta concentración en sus participaciones ha reducido la competencia, limitando el acceso de los afiliados a mejores prestaciones.
Paula Delgado Gómez / @PaulaDelG
El Régimen de Ahorro Individual con Solidaridad (RAIS), más conocido como pensiones privadas, por tratarse del esquema de las administradoras de fondos de pensiones privadas (AFP), es uno de los dos modelos de nuestro Sistema General de Pensiones.
Lea también: Abecé del sistema pensional: pensiones para “dummies”
En el mundo, esta modalidad, en la que una persona realiza depósitos regulares en una cuenta individual que luego se convierten en su mesada pensional, se conoce como contribución definida y tiene millones de simpatizantes, porque no necesita de recursos públicos para sostenerse, a diferencia del modelo de beneficio definido, que es subsidiado.
Sin embargo, tampoco es perfecto y es criticado frecuentemente por su escasa solidaridad, en referencia a que no aporta a la urgencia de alcanzar mayor cobertura entre la población más pobre del país (se debe cotizar sobre el salario mínimo, dejando por fuera a quienes están en la informalidad y devengan menos de eso) y también por el hecho de que las pensiones privadas generalmente son más bajas que las públicas, aunque esta diferencia en el cálculo es precisamente la que permite que no se necesiten subsidios. Como dijo el entonces presidente de Colpensiones, Mauricio Olivera, “sería un error grave para la sociedad dejar las pensiones sólo en manos del mercado”.
Pero, más allá de estas críticas y de las posiciones que toman las personas a favor de uno u otro régimen, hay dos temas que necesitan algunas reformas y mayor regulación: las comisiones de administración y la competencia entre los fondos privados.
Respecto a las comisiones, el Banco Mundial concluyó que Colombia tenía una de las tasas más bajas al compararla con países de la región: en Chile están entre 0,7 % y 1,4 %; en Perú son de 1,38 % y 1,61 %, y en El Salvador es una tarifa fija de 1,26 %, por ejemplo. En Colombia actualmente es de 3 % de la cotización. Suena contradictorio, pero hay que tener en cuenta que dentro de ese porcentaje está también el pago del seguro previsional, que es destinado a cubrir los riesgos de invalidez y muerte.
En la práctica, todos los fondos cobran la misma comisión (3 %), aunque en realidad no todos se quedan con la misma ganancia, eso depende de la negociación a la que lleguen con las aseguradoras, que se quedan con la otra parte. Actualmente, el porcentaje más bajo lo tiene Colfondos (0,87 %) y el más alto Old Mutual (1,9 %).
En otros países se ha sugerido que se cobre según el monto de dinero administrado, no según el aporte, y que se nivele con el valor que cobran los fondos de inversión de renta fija. En Colombia se ha propuesto, tímidamente, que se permita ser más flexibles con ese cobro y que no esté enmarcado en un 3 % obligatorio, para promover la competencia de los fondos.
Freddy Castro, economista y experto en pensiones, cuestiona que en Colombia sólo hay cuatro administradoras de fondos de pensiones y dos de ellas tienen 80 % de los afiliados: Porvenir y Protección, que, a su vez, son miembros de grandes conglomerados del sistema financiero, el Grupo Aval y el Grupo Empresarial Antioqueño (GEA), respectivamente. Ambas han venido comprando fondos más pequeños, “aumentando la concentración”.
En palabras de Castro, los colombianos deberían poder tener “una ventana más grande” de opciones. El problema es que otras empresas del mundo que participan en el negocio no tienen interés de invertir en el país por la incertidumbre jurídica o, dicho de otra forma, la inestabilidad en las normas que regulan las pensiones. Su propuesta es que, a través de la reforma pensional, se busque la manera de fomentar la presencia de nuevos actores y la competencia entre ellos.
Lea también: Derribando el mito de que nadie se va a pensionar
Para diferenciar, o escoger, un fondo de pensión también se puede guiar por la rentabilidad, no sólo por la comisión (que, como vimos, termina siendo la misma en todos). El último reporte de la Superintendencia Financiera, con corte a junio, muestra que el fondo moderado (al que pertenecen 80 % de los afiliados) tuvo una rentabilidad promedio de 8,31 % en los últimos 48 meses, liderado por Old Mutual, con 9,2 %, y seguido por Porvenir, con 8,38 %.
Varios sectores han demandado cambios regulatorios que aumenten el retorno de los fondos de pensiones sin incrementar significativamente el riesgo. Aun así, para todos es claro que las tasas de interés no son las mismas de la década del 90 (alcanzaron el 20 %). Para compensar esta diferencia, algunos han sugerido “buscar la forma de ahorrar más”, de manera que el pago de las pensiones no se vea afectado.
De acuerdo con el Departamento Nacional de Planeación, la tasa de rentabilidad en el país ha sido históricamente alta. Para 2017, el portafolio pensional cerró en $212 billones, que representa 23 % del PIB. Además, si se compara con otros países de la región, entre 1995 y 2014, Colombia tuvo el segundo rendimiento más alto (8,3 %), después de Chile (8,6 %) y por encima de Perú (7,9 %) y México (6,5 %), según cifras de la Federación Internacional de Administradoras de Fondos de Pensiones (FIAP).
Además, para mayor seguridad, la ley determinó que se debe cumplir con una rentabilidad mínima que es medida por la Superfinanciera en períodos relativamente largos: cuatro años para el fondo moderado, tres para el conservador y cinco para el de mayor riesgo. De esta forma se reflejan con certeza los rendimientos alcanzados y se hace seguimiento a los mercados, pues una de las variables que hacen parte del cálculo es el retorno promedio de la industria.
Es común escuchar que las personas desconfían de esa obligación y asumen que si algo sale mal perderán lo que tienen ahorrado, pero hay mecanismos de protección que obligan a las administradoras a responder con su patrimonio o a recurrir a su reserva de estabilización para garantizarle una ganancia a sus afiliados.
Aparte de las pocas opciones que hay en el mercado de fondos privados de pensiones en Colombia y los escasos estímulos para incentivar la competencia entre éstos (lo que va en detrimento de los usuarios), las AFP también enfrentan retos en temas como la búsqueda de socios en un negocio que pareciera no ser tan atractivo. Dicho de otra forma: las aseguradoras no parecen estar demasiado interesadas en el mercado pensional colombiano, al menos no en su totalidad, sino en la porción que más las favorece.
Lea también: Entérese cómo funciona la rentabilidad de las pensiones en Colombia
En la siguiente entrega de este especial hablaremos de este punto, que técnicamente se conoce como rentas vitalicias, y cómo lo que sucede con éstas termina afectando las opciones y posibilidades para pensionarse en el país.
El Régimen de Ahorro Individual con Solidaridad (RAIS), más conocido como pensiones privadas, por tratarse del esquema de las administradoras de fondos de pensiones privadas (AFP), es uno de los dos modelos de nuestro Sistema General de Pensiones.
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En el mundo, esta modalidad, en la que una persona realiza depósitos regulares en una cuenta individual que luego se convierten en su mesada pensional, se conoce como contribución definida y tiene millones de simpatizantes, porque no necesita de recursos públicos para sostenerse, a diferencia del modelo de beneficio definido, que es subsidiado.
Sin embargo, tampoco es perfecto y es criticado frecuentemente por su escasa solidaridad, en referencia a que no aporta a la urgencia de alcanzar mayor cobertura entre la población más pobre del país (se debe cotizar sobre el salario mínimo, dejando por fuera a quienes están en la informalidad y devengan menos de eso) y también por el hecho de que las pensiones privadas generalmente son más bajas que las públicas, aunque esta diferencia en el cálculo es precisamente la que permite que no se necesiten subsidios. Como dijo el entonces presidente de Colpensiones, Mauricio Olivera, “sería un error grave para la sociedad dejar las pensiones sólo en manos del mercado”.
Pero, más allá de estas críticas y de las posiciones que toman las personas a favor de uno u otro régimen, hay dos temas que necesitan algunas reformas y mayor regulación: las comisiones de administración y la competencia entre los fondos privados.
Respecto a las comisiones, el Banco Mundial concluyó que Colombia tenía una de las tasas más bajas al compararla con países de la región: en Chile están entre 0,7 % y 1,4 %; en Perú son de 1,38 % y 1,61 %, y en El Salvador es una tarifa fija de 1,26 %, por ejemplo. En Colombia actualmente es de 3 % de la cotización. Suena contradictorio, pero hay que tener en cuenta que dentro de ese porcentaje está también el pago del seguro previsional, que es destinado a cubrir los riesgos de invalidez y muerte.
En la práctica, todos los fondos cobran la misma comisión (3 %), aunque en realidad no todos se quedan con la misma ganancia, eso depende de la negociación a la que lleguen con las aseguradoras, que se quedan con la otra parte. Actualmente, el porcentaje más bajo lo tiene Colfondos (0,87 %) y el más alto Old Mutual (1,9 %).
En otros países se ha sugerido que se cobre según el monto de dinero administrado, no según el aporte, y que se nivele con el valor que cobran los fondos de inversión de renta fija. En Colombia se ha propuesto, tímidamente, que se permita ser más flexibles con ese cobro y que no esté enmarcado en un 3 % obligatorio, para promover la competencia de los fondos.
Freddy Castro, economista y experto en pensiones, cuestiona que en Colombia sólo hay cuatro administradoras de fondos de pensiones y dos de ellas tienen 80 % de los afiliados: Porvenir y Protección, que, a su vez, son miembros de grandes conglomerados del sistema financiero, el Grupo Aval y el Grupo Empresarial Antioqueño (GEA), respectivamente. Ambas han venido comprando fondos más pequeños, “aumentando la concentración”.
En palabras de Castro, los colombianos deberían poder tener “una ventana más grande” de opciones. El problema es que otras empresas del mundo que participan en el negocio no tienen interés de invertir en el país por la incertidumbre jurídica o, dicho de otra forma, la inestabilidad en las normas que regulan las pensiones. Su propuesta es que, a través de la reforma pensional, se busque la manera de fomentar la presencia de nuevos actores y la competencia entre ellos.
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Para diferenciar, o escoger, un fondo de pensión también se puede guiar por la rentabilidad, no sólo por la comisión (que, como vimos, termina siendo la misma en todos). El último reporte de la Superintendencia Financiera, con corte a junio, muestra que el fondo moderado (al que pertenecen 80 % de los afiliados) tuvo una rentabilidad promedio de 8,31 % en los últimos 48 meses, liderado por Old Mutual, con 9,2 %, y seguido por Porvenir, con 8,38 %.
Varios sectores han demandado cambios regulatorios que aumenten el retorno de los fondos de pensiones sin incrementar significativamente el riesgo. Aun así, para todos es claro que las tasas de interés no son las mismas de la década del 90 (alcanzaron el 20 %). Para compensar esta diferencia, algunos han sugerido “buscar la forma de ahorrar más”, de manera que el pago de las pensiones no se vea afectado.
De acuerdo con el Departamento Nacional de Planeación, la tasa de rentabilidad en el país ha sido históricamente alta. Para 2017, el portafolio pensional cerró en $212 billones, que representa 23 % del PIB. Además, si se compara con otros países de la región, entre 1995 y 2014, Colombia tuvo el segundo rendimiento más alto (8,3 %), después de Chile (8,6 %) y por encima de Perú (7,9 %) y México (6,5 %), según cifras de la Federación Internacional de Administradoras de Fondos de Pensiones (FIAP).
Además, para mayor seguridad, la ley determinó que se debe cumplir con una rentabilidad mínima que es medida por la Superfinanciera en períodos relativamente largos: cuatro años para el fondo moderado, tres para el conservador y cinco para el de mayor riesgo. De esta forma se reflejan con certeza los rendimientos alcanzados y se hace seguimiento a los mercados, pues una de las variables que hacen parte del cálculo es el retorno promedio de la industria.
Es común escuchar que las personas desconfían de esa obligación y asumen que si algo sale mal perderán lo que tienen ahorrado, pero hay mecanismos de protección que obligan a las administradoras a responder con su patrimonio o a recurrir a su reserva de estabilización para garantizarle una ganancia a sus afiliados.
Aparte de las pocas opciones que hay en el mercado de fondos privados de pensiones en Colombia y los escasos estímulos para incentivar la competencia entre éstos (lo que va en detrimento de los usuarios), las AFP también enfrentan retos en temas como la búsqueda de socios en un negocio que pareciera no ser tan atractivo. Dicho de otra forma: las aseguradoras no parecen estar demasiado interesadas en el mercado pensional colombiano, al menos no en su totalidad, sino en la porción que más las favorece.
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