Maduro, el desenlace en Venezuela es inminente: James Stavridis
El entusiasmo internacional frente a Maduro se está desvaneciendo, y algunas naciones que lo han apoyado, especialmente China e India, no parecen entusiasmadas últimamente.
James Stavridis - Bloomberg News.
En español, la expresión "la hora de la verdad" es muy diciente y directa.
A medida que Venezuela profundiza en su caos y hambre extrema, especialmente en el campo más allá de la capital, Caracas, esta hora de la verdad se acerca. El desafío para Estados Unidos y el resto del hemisferio es ayudar a poner fin al régimen corrupto e incompetente del presidente Nicolás Maduro sin más derramamiento de sangre o colapso económico.
Las cosas han sido difíciles para el líder de la oposición democrática, Juan Guaidó, desde que se declaró presidente hace un año. Aunque recibió el respaldo de más de 50 naciones, su acción se vio afectada en abril cuando fracasó una negociación respaldada por EE.UU. para derrocar a Maduro.
Sin embargo, más recientemente, y contrario al pensamiento convencional, está teniendo un resurgimiento. Guaidó rechazó un intento despiadado del gobierno por expulsarlo de su rol legítimo como líder de la Asamblea Nacional, el último órgano de gobierno que no está bajo el control del régimen (Maduro, con asistencia de Cuba y Rusia, aún reina sobre los servicios de seguridad, las fuerzas armadas y las redes de inteligencia).
Esta semana, Guaidó realizó una gira internacional para presentar su caso, desafiando la prohibición de viajar impuesta por el gobierno de Maduro y exponiéndose a un gran riesgo personal. La primera parada fue en la vecina Colombia para reunirse con el secretario de Estado de EE.UU., Mike Pompeo, y los ministros de Relaciones Exteriores de la región. Luego voló a Europa, se reunió con el primer ministro británico, Boris Johnson, compareció ante el Parlamento Europeo en Bruselas y posteriormente se dirigió al Foro Económico Mundial en Davos, Suiza. Su objetivo era argumentar que se necesita ejercer una mayor presión internacional sobre Maduro.
(Le puede interesar: Golpe certero a una agonizante economía venezolana).
Hasta ahora, países de la UE han tomado algunas medidas, como sancionar a personas cercanas a Maduro, pero se han alejado de los tipos de medidas económicas más amplias adoptadas por EE.UU. En particular, Guaidó pidió a los europeos que dejen de comprar "oro de sangre". Dado que las fuertes sanciones a la industria petrolera representaron miles de millones sobre los ingresos del gobierno el año pasado, las exportaciones de oro se han convertido en el salvavidas de Maduro. Queda claro que el régimen está cada vez más preocupado. Mientras Guaidó presentaba su caso en el extranjero, agentes del servicio de inteligencia venezolano allanaron sus oficinas.
Entretanto, Maduro ha indicado que está dispuesto a emprender negociaciones directas con EE.UU. Esto es algo que Pompeo debería evitar. La confrontación debe ser sacada del contexto "Venezuela contra EE.UU." y visto de manera integral, como un desacuerdo entre Venezuela y el resto de la región sobre las normas democráticas legítimas.
El entusiasmo internacional frente a Maduro se está desvaneciendo, y algunas naciones que lo han apoyado, especialmente China e India, no parecen entusiasmadas últimamente. Los países de la Organización de Estados Americanos, con algunas excepciones, se oponen a Maduro y piden negociaciones para una elección libre y justa en una fecha determinada. Una ronda de tales conversaciones, celebrada en Noruega bajo los auspicios europeos, falló, pero es necesario dar nuevamente vida a esta idea. (Para leer: El Espectador le explica: ¿Se encamina Venezuela a una dolarización de la economía?).
Cualquier resolución debe implicar llevar a ambas partes a la mesa de negociaciones y acordar un calendario de elecciones bajo la supervisión de observadores internacionales legítimos. La OEA es crucial para lograr esto. Podría designar una figura para manejar la crisis, de la misma manera en que el secretario general de las Naciones Unidas a menudo designa un representante especial para los puntos neurálgicos de todo el mundo.
La crisis humanitaria también debe ser abordada de inmediato. Si bien se espera que EE.UU. maneje la carga más pesada, el proceso debe ser administrado por la ONU o la OEA. Toda la ayuda debe entregarse bajo los auspicios de equipos internacionales e ir directamente al pueblo venezolano, no a organismos gubernamentales corruptos. La ONU tiene una gran experiencia en entornos como este, especialmente en Haití, y está a la altura del trabajo si cuenta con el apoyo de naciones regionales como Colombia, Brasil y Chile. Infortunadamente, el régimen de Maduro se ha negado repetidamente a permitir una misión humanitaria.
Todas las negociaciones se deben llevar a cabo en un país neutral, probablemente lo mejor sería en Europa, y patrocinado por la Unión Europea (las conversaciones que fracasaron en Noruega se produjeron sin suficiente presión del mundo exterior). Aquí es donde EE.UU. puede ser más eficaz: organizar sanciones internacionales adicionales para que Maduro llegue a la mesa de negociaciones. Como incentivo adicional, los vecinos latinoamericanos podrían ofrecer financiamiento y pericia para que la estancada industria petrolera venezolana vuelva a funcionar.
Este no es momento para que la 82 División Aerotransportada se lance en paracaídas al rescate. Una vez dirigí al Comando Sur de EE.UU., encargado de todas las actividades militares al sur de la frontera con México, y conozco el viejo sentimiento "Yanqui vete a casa" que sigue siendo central en el espíritu político de América Latina y el Caribe. Sin embargo, sí es "la hora de la verdad" para un enfoque regional unificado, un impulso de ayuda humanitaria y una escala cuidadosamente graduada de castigos e incentivos económicos.
En español, la expresión "la hora de la verdad" es muy diciente y directa.
A medida que Venezuela profundiza en su caos y hambre extrema, especialmente en el campo más allá de la capital, Caracas, esta hora de la verdad se acerca. El desafío para Estados Unidos y el resto del hemisferio es ayudar a poner fin al régimen corrupto e incompetente del presidente Nicolás Maduro sin más derramamiento de sangre o colapso económico.
Las cosas han sido difíciles para el líder de la oposición democrática, Juan Guaidó, desde que se declaró presidente hace un año. Aunque recibió el respaldo de más de 50 naciones, su acción se vio afectada en abril cuando fracasó una negociación respaldada por EE.UU. para derrocar a Maduro.
Sin embargo, más recientemente, y contrario al pensamiento convencional, está teniendo un resurgimiento. Guaidó rechazó un intento despiadado del gobierno por expulsarlo de su rol legítimo como líder de la Asamblea Nacional, el último órgano de gobierno que no está bajo el control del régimen (Maduro, con asistencia de Cuba y Rusia, aún reina sobre los servicios de seguridad, las fuerzas armadas y las redes de inteligencia).
Esta semana, Guaidó realizó una gira internacional para presentar su caso, desafiando la prohibición de viajar impuesta por el gobierno de Maduro y exponiéndose a un gran riesgo personal. La primera parada fue en la vecina Colombia para reunirse con el secretario de Estado de EE.UU., Mike Pompeo, y los ministros de Relaciones Exteriores de la región. Luego voló a Europa, se reunió con el primer ministro británico, Boris Johnson, compareció ante el Parlamento Europeo en Bruselas y posteriormente se dirigió al Foro Económico Mundial en Davos, Suiza. Su objetivo era argumentar que se necesita ejercer una mayor presión internacional sobre Maduro.
(Le puede interesar: Golpe certero a una agonizante economía venezolana).
Hasta ahora, países de la UE han tomado algunas medidas, como sancionar a personas cercanas a Maduro, pero se han alejado de los tipos de medidas económicas más amplias adoptadas por EE.UU. En particular, Guaidó pidió a los europeos que dejen de comprar "oro de sangre". Dado que las fuertes sanciones a la industria petrolera representaron miles de millones sobre los ingresos del gobierno el año pasado, las exportaciones de oro se han convertido en el salvavidas de Maduro. Queda claro que el régimen está cada vez más preocupado. Mientras Guaidó presentaba su caso en el extranjero, agentes del servicio de inteligencia venezolano allanaron sus oficinas.
Entretanto, Maduro ha indicado que está dispuesto a emprender negociaciones directas con EE.UU. Esto es algo que Pompeo debería evitar. La confrontación debe ser sacada del contexto "Venezuela contra EE.UU." y visto de manera integral, como un desacuerdo entre Venezuela y el resto de la región sobre las normas democráticas legítimas.
El entusiasmo internacional frente a Maduro se está desvaneciendo, y algunas naciones que lo han apoyado, especialmente China e India, no parecen entusiasmadas últimamente. Los países de la Organización de Estados Americanos, con algunas excepciones, se oponen a Maduro y piden negociaciones para una elección libre y justa en una fecha determinada. Una ronda de tales conversaciones, celebrada en Noruega bajo los auspicios europeos, falló, pero es necesario dar nuevamente vida a esta idea. (Para leer: El Espectador le explica: ¿Se encamina Venezuela a una dolarización de la economía?).
Cualquier resolución debe implicar llevar a ambas partes a la mesa de negociaciones y acordar un calendario de elecciones bajo la supervisión de observadores internacionales legítimos. La OEA es crucial para lograr esto. Podría designar una figura para manejar la crisis, de la misma manera en que el secretario general de las Naciones Unidas a menudo designa un representante especial para los puntos neurálgicos de todo el mundo.
La crisis humanitaria también debe ser abordada de inmediato. Si bien se espera que EE.UU. maneje la carga más pesada, el proceso debe ser administrado por la ONU o la OEA. Toda la ayuda debe entregarse bajo los auspicios de equipos internacionales e ir directamente al pueblo venezolano, no a organismos gubernamentales corruptos. La ONU tiene una gran experiencia en entornos como este, especialmente en Haití, y está a la altura del trabajo si cuenta con el apoyo de naciones regionales como Colombia, Brasil y Chile. Infortunadamente, el régimen de Maduro se ha negado repetidamente a permitir una misión humanitaria.
Todas las negociaciones se deben llevar a cabo en un país neutral, probablemente lo mejor sería en Europa, y patrocinado por la Unión Europea (las conversaciones que fracasaron en Noruega se produjeron sin suficiente presión del mundo exterior). Aquí es donde EE.UU. puede ser más eficaz: organizar sanciones internacionales adicionales para que Maduro llegue a la mesa de negociaciones. Como incentivo adicional, los vecinos latinoamericanos podrían ofrecer financiamiento y pericia para que la estancada industria petrolera venezolana vuelva a funcionar.
Este no es momento para que la 82 División Aerotransportada se lance en paracaídas al rescate. Una vez dirigí al Comando Sur de EE.UU., encargado de todas las actividades militares al sur de la frontera con México, y conozco el viejo sentimiento "Yanqui vete a casa" que sigue siendo central en el espíritu político de América Latina y el Caribe. Sin embargo, sí es "la hora de la verdad" para un enfoque regional unificado, un impulso de ayuda humanitaria y una escala cuidadosamente graduada de castigos e incentivos económicos.