“Colombia tiene un problema: está aumentando la desescolarización”
Para este exconsultor de la Unicef y la Unesco, el país tiene un grave inconveniente que debe enfrentar pronto: la deserción en la educación básica y media. Para remediarlo sugiere empezar por resolver otro que lo trasnocha: la baja calidad de las escuelas.
Paula Casas
El nombre de Emilio Tenti es popular entre quienes estudian los problemas relacionados con la primaria y la secundaria. Exconsultor de la Unesco, la Unicef y la Organización de Estados Iberoamericanos (OEI), Tenti tiene una larga lista de libros en los que ha intentado analizar las dificultades y nuevos paradigmas de la educación. La escuela y la cuestión social (2011) y Nuevos temas en la agenda de política educativa (2007) son algunos de ellos. (Lea también: De cada 100 colombianos, 56 no completan la educación secundaria)
Hace poco Tenti estuvo en Colombia para hablar de varios asuntos que lo inquietan. Aunque ha visitado el país en varias oportunidades y ha sido profesor e investigador con diversas universidades, hoy tiene nuevas preocupaciones. Una de ellas es la desescolarización en la educación media-básica. A sus ojos, es un gran desafío por enfrentar: como lo reveló el más reciente estudio de la organización Niñez Ya, 56 de cada 100 colombianos no completan la secundaria.
El Espectador conversó con este argentino sobre las razones que se esconden detrás de esta dificultad y sobre otro punto que lo trasnocha: los graduados que obtienen su diploma sin haber desarrollado competencias básicas.
¿Cómo romper el paradigma de que las buenas escuelas son las escuelas de antes?
Es un prejuicio muy arraigado. Se cree que la escuela es una cosa que antes era de una forma pura y que se fue degenerando. A esto se le conoce como crisis de la escuela. Este planteamiento sugiere una política reaccionaria, es decir, volver a la escuela de antes, un acontecimiento que sociológicamente es imposible. A mí me parece que este prejuicio es un elemento negativo, porque es inocuo, nos distrae y nos impide que concentremos nuestras energías en analizar las particularidades de los problemas de hoy, que requieren soluciones inéditas. No tenemos soluciones hechas porque los problemas de hoy son distintos a los de antes. Basta un mínimo razonamiento para deshacer este prejuicio esencialista de que la escuela y los docentes de antes eran mejores. (Acá también: El 86% de los miembros de minorías colombianas no tiene una educación adecuada)
¿Cuáles cree que son dificultades que afronta hoy la educación?
Me interesa más hablar de los problemas estructurales que de los coyunturales. Me sorprende que cuando los países de mediano y alto desarrollo alcanzan su madurez, es decir, hay más alumnos escolarizados, la sociedad sospecha de los métodos que usa la institución. Reflejo de esta situación son las constantes reformas educativas que se plantean, mostrando que, al parecer, hay una insatisfacción cuando la escuela más crece.
¿A qué se debe que haya más escolaridad a pesar de que la calidad pareciera ir en picada?
Es importante resaltar que el acceso al conocimiento sigue siendo desigual. Para esta pregunta tengo una hipótesis y es que algunas personas solo buscan un cartón o un título. Las personas pelean para que en las zonas donde viven, la mayoría rurales, haya una escuela o universidad, y ahí solucionamos el tema de escolarización, pero tengo dudas de que sea proporcional a la demanda de calidad. Actualmente, muchos siguen asociando la escolarización con la nota o el diploma y no con el nivel de aprendizaje adquirido.
¿Cuál es la clave para garantizar que los jóvenes accedan a la educación media-básica?
Tenemos un problema en Colombia porque está aumentando la desescolarización en ese nivel. Me tengo que preocupar principalmente por ello y el abandono, que todavía se está dando. Sin embargo, me preocupan más los miles y miles que continúan estudiando y que incluso obtienen su diploma sin haber desarrollado las competencias básicas. Esto me parece un poco más grave. En Argentina, este hecho es catalogado con una figura tradicional conocida como el “burro con título”, que es aquel que tiene un diploma pero que le faltan competencias. No obstante, está el tipo que sabe mucho de ciertas cuestiones, como por ejemplo de la meteorología, y se vuelve autodidacta.
¿Por qué es importante fortalecer la educación media-básica?
Es importante porque en este nivel se adquieren los conocimientos claves para lo que resta de vida escolar. Sin embargo, es necesario mejorar la calidad, y más cuando en países de Centroamérica y Suramérica exigen la obligatoriedad en el estudio desde niños. Por ejemplo, en México los niños comienzan a estudiar desde los tres años, y si no hay calidad qué vamos a garantizar para los grados que debe cursar. Aún me sorprende que después de 11 años de estudio, que dura como mínimo los grados en el colegio, existan jóvenes que no pueden hacer lectura compresiva o que no sepan qué es un porcentaje. Ahí es donde llegamos a la conclusión de que algo estamos haciendo mal y no necesitamos más burros con título.
¿Cuáles son las complejidades de una buena educación media-básica?
Tiene que ser una escuela para adolescentes que busque su interés. Una en donde los chicos vayan con ganas, con placer, como van los niños al preescolar. Esa misma relación debería mantenerse a lo largo de toda la escolaridad obligatoria. Esa sería una utopía de escuela.
¿Qué cree que caracteriza a un buen docente?
Un buen docente es alguien capaz de generar el interés del alumno por aquello que le queremos enseñar. Si estamos convencidos de que un estudiante debe aprender el concepto de probabilidad, sin importar la carrera que elija, tengo que generar el interés en este concepto. Para esto, mi primera tarea como docente es motivar y generar ese interés, que es lo único que me puede luego justificar que ese muchacho haga ese esfuerzo por aprender. Hay que tener claro que nadie se esfuerza por algo que no le interesa y nadie nace con ningún interés. Un docente debe ser un gran motivador y, para lograrlo, debe conocer los intereses de los jóvenes de hoy. Hay que sacarnos de la mente esa frase maldita en América Latina de que a los jóvenes no les interesa nada. Es algo que se debe cambiar desde las escuelas formadoras de docentes. (Lea acá: El cucuteño Eduardo Pérez fue elegido como el mejor profesor de Iberoamérica)
¿Qué desafíos enfrenta un docente en la actualidad?
El principal es resolver los problemas nuevos, para los cuales no tiene recursos ni conocimientos. Muchas veces se olvida que los conocimientos, los jóvenes y los contextos en los que vivimos cambian constantemente, y en la institución formadora de docentes no tienen en cuenta eso y a veces van más lento. Un ejemplo en Colombia es el tema del posconflicto y cómo tratarlo en el aula.
¿Cómo deberían ser los profesores de las escuelas secundarias?
Creo que en la secundaria hay un gran problema: la enciclopedia. Esta fragmentación del conocimiento en materia es una locura y tenemos que tender a la concentración. No entiendo por qué tenemos que estudiar economía o sociología y no ciencias sociales, o por qué física o química y no ciencias naturales. Había que primarizar un poco la escuela secundaria, porque es sociológicamente como la primaria de unos años atrás.
El nombre de Emilio Tenti es popular entre quienes estudian los problemas relacionados con la primaria y la secundaria. Exconsultor de la Unesco, la Unicef y la Organización de Estados Iberoamericanos (OEI), Tenti tiene una larga lista de libros en los que ha intentado analizar las dificultades y nuevos paradigmas de la educación. La escuela y la cuestión social (2011) y Nuevos temas en la agenda de política educativa (2007) son algunos de ellos. (Lea también: De cada 100 colombianos, 56 no completan la educación secundaria)
Hace poco Tenti estuvo en Colombia para hablar de varios asuntos que lo inquietan. Aunque ha visitado el país en varias oportunidades y ha sido profesor e investigador con diversas universidades, hoy tiene nuevas preocupaciones. Una de ellas es la desescolarización en la educación media-básica. A sus ojos, es un gran desafío por enfrentar: como lo reveló el más reciente estudio de la organización Niñez Ya, 56 de cada 100 colombianos no completan la secundaria.
El Espectador conversó con este argentino sobre las razones que se esconden detrás de esta dificultad y sobre otro punto que lo trasnocha: los graduados que obtienen su diploma sin haber desarrollado competencias básicas.
¿Cómo romper el paradigma de que las buenas escuelas son las escuelas de antes?
Es un prejuicio muy arraigado. Se cree que la escuela es una cosa que antes era de una forma pura y que se fue degenerando. A esto se le conoce como crisis de la escuela. Este planteamiento sugiere una política reaccionaria, es decir, volver a la escuela de antes, un acontecimiento que sociológicamente es imposible. A mí me parece que este prejuicio es un elemento negativo, porque es inocuo, nos distrae y nos impide que concentremos nuestras energías en analizar las particularidades de los problemas de hoy, que requieren soluciones inéditas. No tenemos soluciones hechas porque los problemas de hoy son distintos a los de antes. Basta un mínimo razonamiento para deshacer este prejuicio esencialista de que la escuela y los docentes de antes eran mejores. (Acá también: El 86% de los miembros de minorías colombianas no tiene una educación adecuada)
¿Cuáles cree que son dificultades que afronta hoy la educación?
Me interesa más hablar de los problemas estructurales que de los coyunturales. Me sorprende que cuando los países de mediano y alto desarrollo alcanzan su madurez, es decir, hay más alumnos escolarizados, la sociedad sospecha de los métodos que usa la institución. Reflejo de esta situación son las constantes reformas educativas que se plantean, mostrando que, al parecer, hay una insatisfacción cuando la escuela más crece.
¿A qué se debe que haya más escolaridad a pesar de que la calidad pareciera ir en picada?
Es importante resaltar que el acceso al conocimiento sigue siendo desigual. Para esta pregunta tengo una hipótesis y es que algunas personas solo buscan un cartón o un título. Las personas pelean para que en las zonas donde viven, la mayoría rurales, haya una escuela o universidad, y ahí solucionamos el tema de escolarización, pero tengo dudas de que sea proporcional a la demanda de calidad. Actualmente, muchos siguen asociando la escolarización con la nota o el diploma y no con el nivel de aprendizaje adquirido.
¿Cuál es la clave para garantizar que los jóvenes accedan a la educación media-básica?
Tenemos un problema en Colombia porque está aumentando la desescolarización en ese nivel. Me tengo que preocupar principalmente por ello y el abandono, que todavía se está dando. Sin embargo, me preocupan más los miles y miles que continúan estudiando y que incluso obtienen su diploma sin haber desarrollado las competencias básicas. Esto me parece un poco más grave. En Argentina, este hecho es catalogado con una figura tradicional conocida como el “burro con título”, que es aquel que tiene un diploma pero que le faltan competencias. No obstante, está el tipo que sabe mucho de ciertas cuestiones, como por ejemplo de la meteorología, y se vuelve autodidacta.
¿Por qué es importante fortalecer la educación media-básica?
Es importante porque en este nivel se adquieren los conocimientos claves para lo que resta de vida escolar. Sin embargo, es necesario mejorar la calidad, y más cuando en países de Centroamérica y Suramérica exigen la obligatoriedad en el estudio desde niños. Por ejemplo, en México los niños comienzan a estudiar desde los tres años, y si no hay calidad qué vamos a garantizar para los grados que debe cursar. Aún me sorprende que después de 11 años de estudio, que dura como mínimo los grados en el colegio, existan jóvenes que no pueden hacer lectura compresiva o que no sepan qué es un porcentaje. Ahí es donde llegamos a la conclusión de que algo estamos haciendo mal y no necesitamos más burros con título.
¿Cuáles son las complejidades de una buena educación media-básica?
Tiene que ser una escuela para adolescentes que busque su interés. Una en donde los chicos vayan con ganas, con placer, como van los niños al preescolar. Esa misma relación debería mantenerse a lo largo de toda la escolaridad obligatoria. Esa sería una utopía de escuela.
¿Qué cree que caracteriza a un buen docente?
Un buen docente es alguien capaz de generar el interés del alumno por aquello que le queremos enseñar. Si estamos convencidos de que un estudiante debe aprender el concepto de probabilidad, sin importar la carrera que elija, tengo que generar el interés en este concepto. Para esto, mi primera tarea como docente es motivar y generar ese interés, que es lo único que me puede luego justificar que ese muchacho haga ese esfuerzo por aprender. Hay que tener claro que nadie se esfuerza por algo que no le interesa y nadie nace con ningún interés. Un docente debe ser un gran motivador y, para lograrlo, debe conocer los intereses de los jóvenes de hoy. Hay que sacarnos de la mente esa frase maldita en América Latina de que a los jóvenes no les interesa nada. Es algo que se debe cambiar desde las escuelas formadoras de docentes. (Lea acá: El cucuteño Eduardo Pérez fue elegido como el mejor profesor de Iberoamérica)
¿Qué desafíos enfrenta un docente en la actualidad?
El principal es resolver los problemas nuevos, para los cuales no tiene recursos ni conocimientos. Muchas veces se olvida que los conocimientos, los jóvenes y los contextos en los que vivimos cambian constantemente, y en la institución formadora de docentes no tienen en cuenta eso y a veces van más lento. Un ejemplo en Colombia es el tema del posconflicto y cómo tratarlo en el aula.
¿Cómo deberían ser los profesores de las escuelas secundarias?
Creo que en la secundaria hay un gran problema: la enciclopedia. Esta fragmentación del conocimiento en materia es una locura y tenemos que tender a la concentración. No entiendo por qué tenemos que estudiar economía o sociología y no ciencias sociales, o por qué física o química y no ciencias naturales. Había que primarizar un poco la escuela secundaria, porque es sociológicamente como la primaria de unos años atrás.