Carolina Sanín: “Busco comprender o acoger mi mortalidad”
Es de noche. Sobre la ventana se escuchan gotas de lluvia que se hermanan con el galope de un potro sobre el cual leo. A un lado, a otro, como las gotas, como las patas, formando tejidos, vienen y van preguntas sobre la vida, sobre la muerte, sobre el escribir y el lugar que tiene la literatura en el mundo...
Maria Paula Lizarazo
¿Qué implica ser escritora en Colombia?
En todos los ámbitos el patriarcado no solo teme que las mujeres se desempeñen tan bien como el mejor de los hombres, sino que teme sobre todo que las mujeres, que han estado menos restringidas por expectativas y convenciones, les muestren a los hombres y se muestren a sí mismas nuevas maneras, libres y distintas, de hacer las cosas. El temor a la mujer artista no es solo que sobrepase en su arte al hombre, ni es solo que se libere a través del poder que su arte puede darle. El temor mayor es a que la mujer muestre nuevos caminos deseables para el arte, modos radicalmente distintos de hacer —para hombres y mujeres— y libere así a la sociedad.
¿Qué transformaciones ha notado en su voz poética desde “Todo en otra parte” hasta “Somos luces abismales”?
Hay transformaciones en el modo de hacer (no quiero usar el término ni acogerme al concepto de “método”; tal vez sea más adecuado usar “estrategia”). Ahora procedo de distinta forma al escribir, simplemente por la experiencia acumulada y porque lo hago desde otra edad. Pero también se han abierto en mi pensamiento nuevas avenidas; han surgido nuevas preguntas. Escribo también con más poder y con mayor confianza. Con el mayor poder y la mayor confianza que he adquirido, precisamente, al escribir. Por otra parte, creo que el camino de un autor, el camino de toda su vida, es el que lo lleva al lector. Entonces tal vez me sienta más adelante en ese camino, en esa búsqueda de la claridad. Pero no por eso es necesariamente una obra mejor que la otra, aunque uno tienda a verse más presente y a preferir lo más reciente que ha hecho.
¿Qué busca, qué persigue con la escritura?
Podría decir, de acuerdo con la respuesta anterior, que busco al lector: al desconocido que se transforma en amigo. Podría decir, de modo grandilocuente, que busco comprender o acoger mi mortalidad, que es mi mayor problema, como tal vez el de cualquier ser humano. Podría decir que quiero simplemente vincularme con las cosas: vivir con intensidad y con intención. Pero también es cierto que no busco nada. La escritura es mi manera de estar aquí. Es una manera de salir a andar para que las cosas y los otros y el mundo te salgan al paso, y entonces te encuentren sin buscarlos deliberadamente.
¿Por qué escribir, narrar, contar, nombrar, crea o cambia realidades?
El escritor se comunica con el lector de una manera que no es determinable del todo; de una manera secreta. Una parte de ti o una versión de ti se encuentra con una parte o una versión o un aspecto del lector en una región que no es exactamente esta del mundo material, aunque participe de él. Para que la lectura suceda y en la lectura suceda algo, es decir, para que la lectura tenga lugar y el lector vea en su imaginación (que nunca el autor conocerá) aquello que el autor nebulosamente se figura en la suya, tiene que existir ese lugar donde el encuentro sucede. La imaginación del autor y la del lector conforman espacios reales, mundos reales. De modo, pues, que la literatura no solo crea o cambia realidades, sino que presupone la existencia de otros mundos que ensanchan la realidad, o que componen y desean una realidad mayor.
Varios pensamientos sobre la literatura apuntan a que esta es un espacio de resistencia al orden establecido en tanto que la transgresión del lenguaje posibilita nuevos sentidos y miradas sobre el mundo, sobre la vida. Frente a esto, ¿qué lugar cree usted que tiene la literatura en el mundo? ¿Cómo este lugar se ha transformado?
No estoy segura de que sea tan así. Una gran parte de la literatura (de hecho, en algunos lugares, la que tiene más prestigio) no busca ni ofrece nuevos sentidos para el mundo o para la vida, como dices, ni tampoco se hace preguntas sobre el lenguaje, sino que, por el contrario, cristaliza lugares comunes, entroniza ideas recibidas y afianza los prejuicios.
En “Somos luces abismales” hay un cruce de géneros y fronteras, hay metaliteratura.
Quizá sea algo transgresor contra las convenciones, pero no es nada transgresor en realidad. Por el contrario, es algo conservador y respetuoso con la manera como existe y vive el pensamiento. Uno no piensa ni formula preguntas ni vive de acuerdo con los géneros literarios. Las distintas maneras de decir, las distintas formas del discurso, están naturalmente mezcladas en la cotidianidad de la cultura y en el aprendizaje del ser humano.
¿Qué piensa sobre la afirmación de Borges de que toda literatura es autobiográfica?
Creo que es una afirmación verdadera y profunda. No solo se trata de ser autorreferencial en lo que uno escribe, o de que las experiencias individuales o el contexto personal incidan en lo que escribes: todo eso es innegable. Se trata también de que todo escritor está escribiendo su vida, construyendo, a través de sus textos, una persona.
¿Cómo influye su carrera en sus procesos como escritora de literatura?
Como cualquiera, escribo desde mi curiosidad y desde mi experiencia: es decir, desde lo que quiero conocer y desde lo que conozco. He sido profesora de literatura, y en la vida me he dedicado a leer. Mi literatura, por lo tanto, es la de una lectora.
¿Qué es lo que más le espanta o le duele de este mundo? ¿Qué es lo que más le preocupa?
Lo que más me desconcierta es el maltrato a los animales no humanos por parte de los humanos. La industria frigorífica: esa enorme fábrica del dolor y la muerte. Me impresiona la ceguera al respecto. Me entristece que el pobre hombre, tan sufriente y tan débil, tenga que someter a los demás animales para sentir que controla su entorno, que evidentemente le es tan adverso. El hombre se siente enemigo de la naturaleza y rechazado por ella, y entonces la tortura. Estoy segura de que una nueva manera de ser humanos, de ser hombres y mujeres, pasa por una revisión total del proceder y el sentir con respecto a las demás especies.
Si tuviera que leer un solo libro por el resto de su vida, ¿cuál sería?
Las mil y una noches.
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¿Qué implica ser escritora en Colombia?
En todos los ámbitos el patriarcado no solo teme que las mujeres se desempeñen tan bien como el mejor de los hombres, sino que teme sobre todo que las mujeres, que han estado menos restringidas por expectativas y convenciones, les muestren a los hombres y se muestren a sí mismas nuevas maneras, libres y distintas, de hacer las cosas. El temor a la mujer artista no es solo que sobrepase en su arte al hombre, ni es solo que se libere a través del poder que su arte puede darle. El temor mayor es a que la mujer muestre nuevos caminos deseables para el arte, modos radicalmente distintos de hacer —para hombres y mujeres— y libere así a la sociedad.
¿Qué transformaciones ha notado en su voz poética desde “Todo en otra parte” hasta “Somos luces abismales”?
Hay transformaciones en el modo de hacer (no quiero usar el término ni acogerme al concepto de “método”; tal vez sea más adecuado usar “estrategia”). Ahora procedo de distinta forma al escribir, simplemente por la experiencia acumulada y porque lo hago desde otra edad. Pero también se han abierto en mi pensamiento nuevas avenidas; han surgido nuevas preguntas. Escribo también con más poder y con mayor confianza. Con el mayor poder y la mayor confianza que he adquirido, precisamente, al escribir. Por otra parte, creo que el camino de un autor, el camino de toda su vida, es el que lo lleva al lector. Entonces tal vez me sienta más adelante en ese camino, en esa búsqueda de la claridad. Pero no por eso es necesariamente una obra mejor que la otra, aunque uno tienda a verse más presente y a preferir lo más reciente que ha hecho.
¿Qué busca, qué persigue con la escritura?
Podría decir, de acuerdo con la respuesta anterior, que busco al lector: al desconocido que se transforma en amigo. Podría decir, de modo grandilocuente, que busco comprender o acoger mi mortalidad, que es mi mayor problema, como tal vez el de cualquier ser humano. Podría decir que quiero simplemente vincularme con las cosas: vivir con intensidad y con intención. Pero también es cierto que no busco nada. La escritura es mi manera de estar aquí. Es una manera de salir a andar para que las cosas y los otros y el mundo te salgan al paso, y entonces te encuentren sin buscarlos deliberadamente.
¿Por qué escribir, narrar, contar, nombrar, crea o cambia realidades?
El escritor se comunica con el lector de una manera que no es determinable del todo; de una manera secreta. Una parte de ti o una versión de ti se encuentra con una parte o una versión o un aspecto del lector en una región que no es exactamente esta del mundo material, aunque participe de él. Para que la lectura suceda y en la lectura suceda algo, es decir, para que la lectura tenga lugar y el lector vea en su imaginación (que nunca el autor conocerá) aquello que el autor nebulosamente se figura en la suya, tiene que existir ese lugar donde el encuentro sucede. La imaginación del autor y la del lector conforman espacios reales, mundos reales. De modo, pues, que la literatura no solo crea o cambia realidades, sino que presupone la existencia de otros mundos que ensanchan la realidad, o que componen y desean una realidad mayor.
Varios pensamientos sobre la literatura apuntan a que esta es un espacio de resistencia al orden establecido en tanto que la transgresión del lenguaje posibilita nuevos sentidos y miradas sobre el mundo, sobre la vida. Frente a esto, ¿qué lugar cree usted que tiene la literatura en el mundo? ¿Cómo este lugar se ha transformado?
No estoy segura de que sea tan así. Una gran parte de la literatura (de hecho, en algunos lugares, la que tiene más prestigio) no busca ni ofrece nuevos sentidos para el mundo o para la vida, como dices, ni tampoco se hace preguntas sobre el lenguaje, sino que, por el contrario, cristaliza lugares comunes, entroniza ideas recibidas y afianza los prejuicios.
En “Somos luces abismales” hay un cruce de géneros y fronteras, hay metaliteratura.
Quizá sea algo transgresor contra las convenciones, pero no es nada transgresor en realidad. Por el contrario, es algo conservador y respetuoso con la manera como existe y vive el pensamiento. Uno no piensa ni formula preguntas ni vive de acuerdo con los géneros literarios. Las distintas maneras de decir, las distintas formas del discurso, están naturalmente mezcladas en la cotidianidad de la cultura y en el aprendizaje del ser humano.
¿Qué piensa sobre la afirmación de Borges de que toda literatura es autobiográfica?
Creo que es una afirmación verdadera y profunda. No solo se trata de ser autorreferencial en lo que uno escribe, o de que las experiencias individuales o el contexto personal incidan en lo que escribes: todo eso es innegable. Se trata también de que todo escritor está escribiendo su vida, construyendo, a través de sus textos, una persona.
¿Cómo influye su carrera en sus procesos como escritora de literatura?
Como cualquiera, escribo desde mi curiosidad y desde mi experiencia: es decir, desde lo que quiero conocer y desde lo que conozco. He sido profesora de literatura, y en la vida me he dedicado a leer. Mi literatura, por lo tanto, es la de una lectora.
¿Qué es lo que más le espanta o le duele de este mundo? ¿Qué es lo que más le preocupa?
Lo que más me desconcierta es el maltrato a los animales no humanos por parte de los humanos. La industria frigorífica: esa enorme fábrica del dolor y la muerte. Me impresiona la ceguera al respecto. Me entristece que el pobre hombre, tan sufriente y tan débil, tenga que someter a los demás animales para sentir que controla su entorno, que evidentemente le es tan adverso. El hombre se siente enemigo de la naturaleza y rechazado por ella, y entonces la tortura. Estoy segura de que una nueva manera de ser humanos, de ser hombres y mujeres, pasa por una revisión total del proceder y el sentir con respecto a las demás especies.
Si tuviera que leer un solo libro por el resto de su vida, ¿cuál sería?
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