Congreso 2018: ¿Renovación política o más de lo mismo?

Dentro de dos meses y cuatro días, los colombianos acudirán a las urnas para elegir al próximo Congreso. La imagen negativa del Legislativo, que asciende al 66 %, exige nuevas caras, en medio de escándalos de corrupción que les han restado credibilidad a las instituciones.

-Redacción Política
07 de enero de 2018 - 01:50 a. m.
Congreso 2018: ¿Renovación política o más de lo mismo?

El 11 de marzo de este año, la cita de los colombianos es con las urnas. Ese día, más de 36 millones de personas habilitadas para votar, según el censo electoral, elegirán al próximo Congreso de la República, el mismo que dice representar a los colombianos, pero que carga sobre sí la penosa sombra de una imagen negativa cercana al 70 %. No obstante, la cifra que refleja que esta rama del poder público pierde cada vez más credibilidad es, al mismo tiempo, un reto enorme para los votantes que planean participar en los comicios. La razón es evidente y tiene que ver con el balance que deja el Legislativo elegido en 2014. En primer lugar, los escándalos por corrupción desatados el año pasado y que dejaron como resultado dos congresistas presos: Musa Besaile y Bernardo Ñoño Elías. Dos barones electorales del partido del presidente Juan Manuel Santos, la U, procesados por la Corte Suprema de Justicia y cuyos efectos políticos, sin duda, se sentirán en los próximos comicios.

El segundo aspecto se relaciona con el apetito burocrático que se evidenció a la hora implementar el Acuerdo de Paz. La rebeldía legislativa a cambio de cargos en el Estado fue tan marcada que no sólo dejó un resultado bastante cojo de lo pactado en Cuba, sino que le sumó a la imagen negativa con la que ya viene cargando el Capitolio. Lo que conduce al tercer elemento de cara a los comicios: la coherencia política. Al final, los antiguos aliados del gobierno Santos terminaron traicionándolo y muchos, en voz baja, querían apoyar el transfuguismo con el único objetivo de hacerse al triunfo en las elecciones.

La inscripción de candidatos al Congreso dejó un total de 2.736 aspirantes (943 al Senado y 1.793 a la Cámara), pero lo lamentable es que casi ningún partido cumplió con su promesa de poner lupa a la entrega de avales. Por ejemplo, la U no castigó lo ocurrido con sus senadores encarcelados sino que, por el contrario, los premió e incluyó en la lista a Senado a John Moisés Besaile Fayad, hermano de Musa Besaile, y a Julio Elías Vidal, hermano del Ñoño Elías que buscará cupo en la Cámara. Este hecho, probablemente le pasará cuenta de cobro a la U y difícilmente repetirá los 21 escaños que alcanzó en 2014.

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Lo mismo podría ocurrirle al Centro Democrático, pero no por los mismos hechos que golpean al partido de gobierno, sino porque esta vez el líder natural del partido, Álvaro Uribe, se decidió por el voto preferente. En las elecciones de 2014, el uribismo, con el exmandatario a la cabeza, apostó por la lista cerrada y alcanzó 2’230.208 votos, que lo hicieron dueño de 20 curules. Y aunque después del plebiscito del 2 de octubre de 2016 la fuerza política del hoy senador se acrecentó, no significa que sus congresistas hayan obtenido, por sí mismos, el mismo apoyo. En esta ocasión, y pese a la molestia de varios, cada uno tendrá que salir a cazar a su propio electorado, algo que muchos no hicieron durante estos cuatro años bajo la certeza de que Uribe cerraría nuevamente la lista. Por eso, el expresidente si bien decidió incluir en la lista a sus actuales senadores para que repitan curul, como María del Rosario Guerra, Paloma Valencia o José Obdulio Gaviria, les abrió paso a aspirantes jóvenes en busca de la renovación política, como su actual jefe de prensa, la cordobesa Ruby Chagüi, o el periodista araucano, exreportero de RCN Televisión y Caracol Radio, Miguel Matus. El liderazgo regional más los votos que arrastre Uribe Vélez serán la clave para que el Centro Democrático alcance —o supere— el mismo número de curules que tiene actualmente.

Cambio Radical, que ni siquiera alcanzó al millón de votos en las pasadas elecciones y con apenas nueve curules en el Senado, ha prometido convertirse en la principal fuerza política en el Congreso. Sin embargo, está por verse si los colombianos le cobrarán el haber entregado avales cuestionados a mandatarios regionales electos que resultaron presos, como los exgobernadores de La Guajira, Francisco Kiko Gómez y Oneida Pinto. Si esa colectividad logra obtener más sillas en el legislativo será, principalmente, gracias al poder regional de los caciques políticos, afines al exvicepresidente Germán Vargas Lleras. Los partidos Liberal y Conservador esperan mantener, al menos, el número de curules que tienen hoy: 18 y 17, respectivamente. Sus aspiraciones no podrán ser mayores, teniendo en cuenta las grandes divisiones con las que llegan a los comicios.

El Polo Democrático es un partido sólido y cohesionado con cinco congresistas, sin embargo, es minoría y los votos prometen mantenerse fieles a su cabeza de lista: el senador Jorge Robledo, el más votado del país. La Alianza Verde apuesta por una estrategia distinta, ya que su senadora más fuerte, Claudia López, decidió no regresar. El exalcalde Antanas Mockus es la cabeza de lista, pero su ausencia en el panorama político luego de las elecciones presidenciales de 2010 no le garantiza, ni de cerca, un apoyo similar como en aquel entonces, cuando obtuvo algo más de tres millones de votos. El partido de los cristianos y la denominada “lista por la decencia” se medirán por primera vez en las urnas con altas probabilidades de triunfo por el caudal electoral que maneja el primer caso, y por la calidad —aunque no reconocimiento— de sus candidatos, en el segundo caso.

Capítulo aparte merece el naciente partido político de la exguerrilla de las Farc. La Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común (FARC) tiene garantizadas diez curules en el Congreso (cinco en Senado y cinco en Cámara), lo que hará de estas elecciones un caso sui generis después de más de medio siglo de guerra. Sin embargo, los aspirantes por esta colectividad, entre los que se cuentan Luciano Marín (Iván Márquez), Jorge Torres Victoria (Pablo Catatumbo) o Julián Gallo (Carlos Antonio Losada), tendrán que hacer campaña política como cualquier otro partido y medirse e las urnas.

Con todo, el tablero político vencedor sí promete ser distinto al que hace cuatro años triunfó. La decisión, una vez más, está en manos de los colombianos que, al final, sabrán si eligieron a los gobernantes que se merecen.

Por -Redacción Política

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