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El regreso de la Unión Patriótica
Pasaron 16 años y más de 1.500 asesinatos de militantes de este partido para que la Unión Patriótica (UP) regresara al Senado de la República. Y lo logró con su dirigente histórica, Aída Avella, quien en las elecciones del domingo consiguió más de 57.000 votos y se hizo a un escaño en la Cámara alta del Congreso de la República. Y aunque la UP tenía personería jurídica, recientemente recuperada a partir de un fallo judicial, hizo parte de la Lista de la Decencia que jalona el exalcalde Gustavo Petro. Avella ocupará una de las cuatro curules en Senado de ese movimiento y su elección constituye un evento que simboliza el renacer del histórico partido de izquierda.
Avella tiene 69 años, hizo parte de la Asamblea Nacional Constituyente, fue dos veces concejal de Bogotá (entre 1992 y 1996) y luego tuvo que salir exiliada del país tras sufrir un atentado con una bazuca en plena autopista Norte de la capital del país. Pasó 17 años y medio en el exilio en Suecia. No volvió a Colombia ni de vacaciones, y a pesar de ser una importante dirigente política tuvo que rebuscarse la vida como cualquier migrante colombiano: en oficios varios, como mesera, profesora de español o en labores de aseo y cuidado de niños. Fue tan grande el trauma y la persecución que Avella parecía haber empezado una nueva vida alejada de la política.
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Pero no era así: cuando no estaba trabajando, participaba en foros de derechos humanos, organizaciones de sindicalistas o la articulación de esfuerzos de colombianos en el exterior. Ese fue su vínculo con el país.
Regresó a Colombia en el 2013, cuando el Consejo de Estado le devolvió la personería jurídica a la UP. En 2014 se presentó como candidata presidencial y terminó haciendo fórmula con Clara López. En 2015 aspiró al Concejo de Bogotá y se quemó, con más de 40.000 votos, porque su partido no alcanzó el umbral, pero hoy, esta mujer que ha vivido las duras y las maduras de la militancia de izquierda, llega por primera vez al Senado de la República.
Los más votados
Álvaro Uribe Vélez fue el senador más votado, como se esperaba, pero no alcanzó la abrumadora votación de los cerca de dos millones de votos, también como se esperaba, inclusive, desde otros partidos políticos. El expresidente más popular de la historia obtuvo 875.554 sufragios, una votación que, aunque grande, no fue suficiente para lograr el objetivo mayor que se tenía desde el Centro Democrático: lograr en el nuevo Congreso de 24 a 26 curules.
Por el contrario, con una votación total de 2’513.320, el partido del uribismo se hizo a 19 escaños, es decir, perdió uno respecto de lo conseguido en 2014. La votación del resto de la lista era previsible. Y es que, aunque lograron convertirse en mayoría, los congresistas electos tuvieron baja votación, dejando en evidencia que el triunfo de hace cuatro años se dio porque los 20 senadores actuales llegaron empujados por la votación de Uribe en una lista cerrada.
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En esta ocasión, en la que se iban a medir en las urnas de forma individual, varios dejaron ver su descuido por la actividad política en las regiones –tal vez confiados en que la lista iría cerrada nuevamente– y el expresidente perdió a varios de sus alfiles. Como José Obdulio Gaviria, Nohora Tovar, Jaime Amín, Everth Bustamante o Daniel Cabrales quienes, incluso, fueron superados por candidatos primíparos. No obstante, otros tantos con verdaderas posibilidades de llegar al Senado y que hicieron un trabajo político importante a nivel regional, no llegaron, porque Uribe tampoco obtuvo el apoyo estimado para lograr capacidad de arrastre.
Antanas Mockus fue la gran sorpresa de la tarde. Superó las expectativas y los cálculos que se hacían desde su propio partido, en donde le auguraban entre 120.000 y 150.000 votos. Con 540.783 votos, no sólo destronó al senador Jorge Enrique Robledo, que fue el tercero más votado a Senado esta vez, sino que quedó a sólo 24.000 sufragios de alcanzar la votación total que su partido, la Alianza Verde, logró en las elecciones de 2014, cuando entraron al legislativo Claudia López y Antonio Navarro.
Quedó demostrado que el profesor que lideró la Ola Verde que enfrentó en las elecciones a la Presidencia a Juan Manuel Santos, el candidato de Uribe en 2010, está más que vigente en la política colombiana, a pesar de hacer una de las campañas más austeras y con poca exposición mediática. Su votación, además, fue determinante para el éxito que tuvieron los verdes en esta nueva elección a Senado, al doblar los escaños de 5 a 10. Las fuerzas alternativas, junto a grandes barones liderándolas, prometen dar de qué hablar en el nuevo Congreso 2018-2022.
Primíparos sorprendentes
Entre los casi 300 congresistas electos para el período 2018-2022 hay un importante grupo de candidatos poco conocidos que sacaron sorprendentes votaciones. Jóvenes o experimentados profesionales que nadie esperaba en la baraja de elegidos y que se erigen como los palos de la jornada electoral, una categoría que exige clasificarlos en dos tipos: aquellos que se convirtieron en caciques regionales y tuvieron el apoyo de barones electorales, y los que, sin haber participado en ninguna elección, ni haber hecho vida política, se convirtieron en poderosos líderes de opinión por sus votaciones. Es el caso de la cabeza de lista de los decentes, Gustavo Bolívar, quien sin haber postulado antes su nombre, logró la nada despreciable votación de 116.000 personas. En la lista del exalcalde de Bogotá Gustavo Petro también tuvo un rendimiento sobresaliente la artista y cabeza de lista de la Cámara María José Pizarro, quien recibió el apoyo de más de 76.000 bogotanos.
Por los lados de la Alianza Verde resultó sorprendente el rendimiento electoral de Angélica Lozano, quien pasó de la Cámara de Representantes al Senado con más de 105.000 votos. También salió elegido senador por este partido el hijo de la exsenadora Piedad Córdoba, Juan Luis Castro Córdoba, quien obtuvo 22.000 votos, pero fue favorecido por las astronómicas votaciones de sus compañeros de lista. En la lista del Polo Democrático Alternativo también hubo un palo: el empresario del calzado santandereano Pedro Leonidas Gómez, quien alcanzó casi 85.000 votos y va a ocupar una de las cinco curules que le correspondieron al Polo.
Finalmente, también hay una lista de nuevos caciques electorales, como Amanda Rocío González, del Casanare, quien fue la tercera votación del Centro Democrático, o Dídier Lobo Chinchilla, un repartidor de gaseosas del Cesar que fue alcalde de La Jagua de Ibirico y consiguió 86.000 votos para convertirse en senador por Cambio Radical. Y hay candidatos como Mauricio Gómez Amín (Liberal), que tuvo 103.000 votos; Juan Felipe Lemos (la U), con 82.000 sufragios, y José Ritter López (la U), que obtuvo más de 87.000 votos.
Desheredados
Tras décadas de monopolio político de la casa Suárez Mira, finalmente uno de los clanes más poderosos de Antioquia perdió una curul en el Senado, la cual parecía destinada a ser heredada por quien ostentara el apellido o la bendición de uno de sus descendientes. Increíblemente, esta vez la actual senadora Olga Lucía Suárez Mira no salió elegida, a pesar de sus nada despreciables 49.681 votos. Y el suyo no es el único caso de este estilo en el Partido Conservador: tampoco llegó al Senado quien encabezaba la lista blandiendo unos prestigiosos apellidos electorales: Miguel Gómez Martínez, el sobrino del exministro Álvaro Gómez Hurtado, quien no pasó de los 44.000 votos.
Por los lados de Cambio Radical se aplica la frase de mucho cacique y poco indio. Fue el partido con mayor crecimiento en el Congreso de la República, al pasar de nueve escaños en el Senado a 16, pero no por eso está exento de su pabellón de quemados, en el que ocupa un lugar la desheredada sobrina del parapolítico Álvaro Gordo García. Juliana María Escalante es hija de la actual senadora Teresita García —hermana del exsenador condenado a 40 años— y obtuvo más de 51.000 votos, que no le alcanzaron para retener la curul que ha tenido por décadas esa poderosa familia sucreña.
La lista de los desheredados no para allí. También dilapidó un gigante emporio electoral la senadora cordobesa Arleth Casado, esposa del parapolítico Juan Manuel López Cabrales, quien fue cuatro veces congresista y había recibido el poder de una familia con senadores y ministros del Partido Liberal. Casado no pudo mantener la herencia que le endosó su esposo y perdió la curul con más de 57.000 votos. Por el Partido Liberal también fue desheredada la senadora Sofía Gaviria, quien no logró más que 14.000 votos, a pesar de ser de la casa de exgobernadores de Antioquia. Tampoco pudo retener la curul del parapolítico Miguel Ángel Rangel su esposa, Sandra Villadiego, quien perdió un escaño de la U en el Senado con más de 39.000 votos.
Los ungidos
Varios de los partidos políticos tradicionales en estas elecciones, bajo argumentos de militancia y pluralismo casi inentendibles, tampoco hicieron esfuerzos por limpiar las listas, abriendo así la puerta para que llegaran al Congreso familiares de personas condenadas o involucradas en casos de corrupción y paramilitarismo. El exgobernador de Santander, Richard Alfonso Aguilar, consiguió 76.942 votos y se hizo con una de la curules de Cambio Radical.
El nuevo senador es hijo de Hugo Aguilar, conocido por ser el policía que mató al narcotraficante Pablo Escobar en 1993, pero quien también fue condenado a nueve años de cárcel por la Corte Suprema de Justicia al encontrar vínculos entre él y el bloque Central Bolívar de los paramilitares. Richard Aguilar no niega que la estructura política de su padre lo ayudó a ser gobernador de ese departamento.
En el Caribe también hay dos casos emblemáticos. John Moisés Besaile Fayad, hermano de Musa Besaile, hoy investigado por su presunta participación en el conocido cartel de la toga y a quien también se le abrirá una investigación formal por parapolítica. Musa Besaile fue uno de los grandes electores del Partido de la U en Córdoba en las elecciones de 2014, con 145.402 votos, y su detención no fue obstáculo para que su hermano heredada su curul, aunque con una votación mucho menor, de 77.448.
El otro caso es el de Milene Jarava, esposa del polémico Yahir Acuña, quien llegó al Congreso en 2010 por la curul de las negritudes, pero siempre cubierto por la sombra de Enilce López Romero, la Gata, así como del paramilitar Salvador Arana y de Juan Carlos Martínez Sinisterra, vinculado a la parapolítica. Jarava perdió la Gobernación de Sucre en 2015, aunque alcanzó 183.640 votos y el pasado domingo, con 65.219, logró una curul en la Cámara de Representantes por Sucre. La lista es larga y se podría mencionar también a Andrés García Zuccardi, miembro del poderoso clan García, vinculado con la parapolítica, quien repite curul en Senado por la U; Nadia Blel, hija del parapolítico Vicente Blel; Laura Fortich, sobrina de Álvaro Ashton, senador liberal preso e investigado por la Corte Suprema por presuntos vínculos con el paramilitarismo, y Daira Galvis y Karen Cure, cercanas a la Gata.