Escucha este artículo
Audio generado con IA de Google
0:00
/
0:00
Hay voces en Cali que dicen que no hay nombre en el tablero electoral para que gobierne la ciudad durante el período 2020-2023. El que lidera las encuestas, Jorge Iván Ospina, de la Alianza Verde y que logró un acuerdo programático con el Partido Liberal, está cuestionado, situación que para muchos se acentúa con la citación que le hizo la Fiscalía a diligencia de acusación, el próximo 15 de noviembre, por celebración indebida de contratos y contrato sin cumplimiento de los requisitos legales cuando fungió como alcalde entre 2008 y 2011. En rechazo a lo que considera ha sido una campaña de desprestigio que han construido paralela a estas investigaciones, el también exsenador y expresidente de su partido anunció que entra en huelga de hambre “porque la vida tiene sentido en la medida en que a los seres humanos se les respete su dignidad, su reputación, su derecho al buen nombre, su derecho al debido proceso y que la actividad política se realice sin violencia, sin mentiras, sin agresiones”, dijo el pasado viernes en la Plaza de la Caleñidad Jairo Varela.
(Lea: Elecciones, violencia y mafias en el norte del Valle)
A la baraja de nombres le sigue el de Roberto Ortiz, conocido empresario del chance, quien buscó la cercanía del uribismo para catapultar su segunda aspiración para reemplazar a Maurice Armitage. Las quejas que reposan sobre él son por su conveniencia política, así como su falta de preparación en la administración pública. Y en la pelea por la tercería hay dos nombres que le apuestan al voto de opinión, a la Cali que votó sí en el plebiscito por la paz, que en primera vuelta eligió a Sergio Fajardo como presidente y en segunda a Gustavo Petro, y que también sorprendió en la Consulta Anticorrupción. Uno es Alejandro Éder, de Compromiso Ciudadano, quien es un “cacao” más que llegaría a manejar las riendas de la capital vallecaucana y cuyo discurso no conecta con la gente, especialmente con los sectores populares, que ven en él un acento impostado, un “oíste” y un “ve” exagerado, productos de estrategias de marketing político. El otro es Michel Maya, un exverde avalado por la Alianza Social Independiente (ASI), que a juicio de unos solo aparece en elecciones, sin un trabajo de base en los barrios.
Bajo ese panorama, los caleños se jugarán el próximo 27 de julio la elección de su nuevo alcalde. Entre pullas y divisiones; entre los que apoyan Álvaro Uribe, Gustavo Petro y Sergio Fajardo; entre el respaldo de la maquinaria del grupo Nueva Generación, de la hoy gobernadora Dilian Francisca Toro, y el que llaman “rey midas” porque ha puesto su músculo político para elegir a los últimos tres alcaldes: José Luis Pérez, senador de Cambio Radical, quien por primera vez está en contra del aspirante que tiene el amén de la baronesa del Valle del Cauca. Y también entre organizaciones sociales, sindicales y estudiantiles, que se la están jugando por hacer campaña al voto en blanco, como alternativa a un tarjetón que, según ellos, no los representa porque no resolverá los problemas estructurales de la ciudad.
(Lea también: Candidatos cuestionados: el segundo informe de Paz y Reconciliación)
La última encuesta de Invamer, de lejos, muestra un cara a cara entre Ospina, con un 36 %, y Ortiz, con un 31 %, resultados esperados debido a que el exalcalde goza de reconocimiento por su trabajo en el pasado, y el Chontico, como es conocido Ortiz, lleva prácticamente cinco años en campaña, desde cuando fue segundo detrás de Armitage. A la par, el nombre de Éder es el único que ha mostrado un crecimiento alto en esa reciente medición, pasando de 8,9 % a 15,3 %, consolidándose a quince días de la cita con las urnas como la tercera opción más fuerte para hacerles contrapeso a los aspirantes que suman entre sí el apoyo de los partidos políticos y de los miembros del Concejo de Cali. Sin embargo, ninguno puede aflojar ni relajarse, pues el 46,8 % de los encuestados manifiestan estar entre el espectro de indecisos, voto en blanco o simplemente no saldrán a votar. Nada está dicho y estas dos semanas serán las definitivas para conquistar a esa población apática que puede mover los resultados del 27.
Ospina y una campaña nublada por su pasado
Los 69 casos activos en Procuraduría que se le achacaron a Jorge Iván Ospina se convirtieron en el arma perfecta para que sus contradictores políticos los usaran en su contra y como estrategia para indignar a ese electorado indeciso que se manifiesta harto de la corrupción. El número alarmante fue rectificado por el Ministerio Público a El País, de Cali, medio local que hizo solicitud a través de derecho petición de las investigaciones en curso contra el exalcalde, aduciendo que la cifra era de los procesos inactivos. “Como hemos manifestado anteriormente, en el oficio se cometió un error involuntario de transcripción”, explicó la Procuraduría, que dijo que, en efecto, existían solo cuatro casos, de los cuales tres prescribieron y queda uno pendiente por detrimento patrimonial, tras un acuerdo que habría beneficiado a los dueños del centro comercial Jardín Plaza, según consignó el diario regional. Tras conocerse esta situación, el candidato de la ASI, Michel Maya, recordó que lo ocurrido no es porque lo hayan declarado inocente, sino “porque la institucionalidad no opera”.(Conozca: Acusación a Ospina irrumpe en campaña en Cali)
El eco mediático a escala nacional que tuvo la campaña de Ospina, la semana pasada, no fue por el supuesto número de casos en curso de la Procuraduría, sino por un proceso adelantado por la Fiscalía por suscribir de manera irregular un contrato con una empresa que llevaba solo dos días de creada. Por esto, un juez le hizo el llamado de acusación y deberá comparecer en noviembre. Respecto a esto, el candidato se defiende asegurando: “Yo no firmé ni orienté dicho contrato. Me vinculan como un tercero”. Hay quienes dicen que votar por él es inducir a Cali a unas nuevas elecciones el próximo año, cuando lo encuentren culpable y lo condenen; tesis, por ejemplo, de su exaliado político Juan Carlos Martínez, excongresista condenado por parapolítica, quien en entrevista con una emisora local aseguró que su apoyo en 2007 a Ospina fue en contraprestación de representación en su administración. Aunque este es un posible panorama, el otro es que lo absuelvan, “como ha salido de la misma forma la gobernadora”, dijo una fuente, refiriéndose al cierre de varias investigaciones que de adelantaban contra Toro.
De la U, Ospina recibió el respaldo de Nueva Generación, el movimiento de Dilian Francisca Toro; por ende, lo acompaña la bancada que la mandataria logró consolidar en el Congreso a través de Jorge Eliécer Tamayo, Norma Hurtado, Roosvelth Rodríguez, José Ritter López y Elbert Díaz, así como de los cinco concejales de la colectividad. Es más, Alejandro Sánchez, colaborador de la Misión de Observación Electoral (MOE) en el Valle, distinguió que el 60 % de la corporación municipal está con el candidato verde, mientras que el 40 % se inclina por Ortiz. Entre otros nombres de peso, está el de Clementina Vélez, concejal del Partido Liberal desde 1972; los senadores Gustavo Petro, de Colombia Humana; Wilson Arias, del Polo, Carlos Abraham Jiménez, de Cambio Radical, y del representante John Arley Murillo con su nuevo partido, Colombia Renaciente.
(Le puede interesar: Las estructuras del poder en Santander)
La misma estrategia de reunir fuerzas políticas la usó Ospina para elegirse alcalde en 2007, cuando lo acompañó la ASI, el Polo, el hoy embajador de Costa Rica Angelino Garzón, quien le abrió su carrera pública al nombrarlo director del Hospital Universitario del Valle (HUV), el destituido gobernador Juan Carlos Abadía y Juan Carlos Martínez.
Lo que une a “Chontico” con Ospina
Angelino Garzón es el factor en común entre Roberto Ortiz y Jorge Iván Ospina. El primero apoyó la candidatura de Garzón a la Gobernación del Valle en 2003, poniendo a su disposición a las “chonticas” —vendedoras de chance en las zonas más populares de Cali— para hacer mediciones sobre intención de voto para ese año. Desde entonces, el exvicepresidente y ahora embajador subió el perfil del hoy candidato del uribismo frente a la opinión pública. Y para estas elecciones se habla de personas de confianza de Garzón en la campaña del Chontico. En cuanto a Ospina, la relación comenzó desde que se convirtió en director de la HUV, pero se fragmentó hace cuatro años.
La seguridad del Chontico para estas elecciones se sustenta en dos situaciones. La primera, su resultado electoral de 2015, aun sin experiencia en administración pública, cuando incluso le ganó a su amigo Angelino Garzón. La segunda, la adhesión de José Luis Pérez. Varias fuentes en Cali señalan al senador de Cambio Radical como el componedor de la administración municipal, con un caudal electoral de 24.000 votos en la capital vallecaucana, apoyado además por dos concejales, según La Silla Vacía.
(Contexto: A 15 días de elecciones, así está la intención de voto en Medellín, Cali y Bucaramanga)
El otro factor que Ortiz cree que le sumará es el uribismo, que le quitó el aval a su precandidato Roberto Rodríguez, militante de base del Centro Democrático y concejal de Cali, para entregárselo a él, que emprendió su candidatura a través de firmas. Voces de pasillo apuntan a que Susana Correa, directora del Departamento para la Prosperidad Social, fue la que presionó al expresidente Álvaro Uribe para darle el voto de confianza. Sin embargo, dentro del partido, por ejemplo, se ha visto lejano del proceso al senador Gabriel Velasco, situación diferente a la de su compañero de bancada, el representante Christian Garcés, quien en un principio tuvo acercamientos con Alejandro Éder por un vínculo familiar, y que una vez llegó Fajardo a su campaña se distanció y respaldó la aspiración del Chontico.
Por una tercería
Las mediciones desde que comenzó la carrera por la Alcaldía de Cali reflejaban un resultado que se definiría entre Ospina y Ortiz, por eso los candidatos alternativos trataron de aunar esfuerzos para consolidarse como una sola fuerza que entrara a competir con los que avasallaban la intención de voto. La idea era buscar una convergencia entre Álex Durán, Alejandro Éder y Michel Maya, pero “Alejandro estaba con una postura de no querer medirse con nadie”, explicó Maya. Por eso ninguna alianza triunfó, Durán se fue a la campaña de Ospina y los dos restantes han venido trabajando en un proyecto alternativo, de voto de opinión, de hacerse ver como la opción que no es de Uribe ni de Petro.Sin embargo, Éder sí busca endosarse los votos que le dieron el triunfo en Cali a Sergio Fajardo en la primera vuelta presidencial de 2018 y transmitir el mismo mensaje del exgobernador de Antioquia: cero politiquería, cero maquinarias, cero estructuras clientelistas. Y aunque su propuesta es basada en la coherencia y la transparencia, y haya sido un funcionario destacado en el gobierno Santos en temas de reincorporación, todavía no convence que venga del sector azucarero, que su familia sea la dueña del ingenio Manuelita, que se haya criado por fuera de la ciudad y que lo cataloguen como “la continuidad de Armitage”, hipótesis generada a raíz por los exfuncionarios de la administración que lo acompañan, como Silvio López, exsecretario de Deportes. Maya, a su vez, continúa con sus propuestas y una sugerente invitación a Ospina: la de no victimizarse con la huelga de hambre e ir almorzar con él un “plato de verdades”.