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A comienzo del milenio surgió en Colombia un nuevo ritmo basado en una mezcla de pop, rock, salsa, vallenato y hasta merengue. Un género que acompañó a toda una generación en los bazares de colegios, en los proms y hasta en los pasillos de las universidades. Un ritmo, que, a pesar de su declive, se niega a desaparecer por los reencuentros que protagonizan algunos de sus exponentes. Este movimiento que las emisoras bautizaron como tropipop se originó en el interior del país con bandas conformadas, sobre todo, por adolescentes. (Le puede interesar: Alejandro González revive el tropipop con "Te pediré")
Con la fusión de la batería, el teclado, el saxofón, trompetas, acordeones y tamboras, este género logró tomarse las emisoras musicales nacionales y escalar a algunas de Latinoamérica. Con sombreros vueltiaos, jeans rotos y tenis, los integrantes de las bandas exponentes del tropipop, como Bonka, Sin Ánimo de Lucro y Mauricio & Palo de agua, se apoderaron de cada rincón del país. Una ola musical que comenzaba a tomar fuerza. (Lea también: Samper: "No hablé de mi proyecto personal hasta tenerlo todo claro")
Sus orígenes se remontan a la década de los 90 con las canciones de Carlos Vives, quien fusionó por primera vez el vallenato con el pop. Con su guitarra eléctrica, shorts y pelo largo, el samario consiguió darle un nuevo aire al vallenato. Lo hizo con La gota fría, sencillo de su trabajo discográfico Clásicos de la provincia. (Además: Sebastián Yepes y Zehtyan estrenan video de “Embrujo”)
“El Patrón fue nuestro mayor referente en este nuevo camino que emprendíamos. En el trayecto nos encontramos con el trabajo de Fonseca, quien también nos sirvió de ejemplo”, relata Alejandro González, exvocalista de Bonka, en entrevista con Los 40 principales. (Puede leer también: Camilo Salo estrena su segundo sencillo “Un día sin reloj”)
“Esa generación de jóvenes inquietos que estaban acostumbrados a escuchar música de afuera decidieron marcar la diferencia, empezaron a mirar sus raíces y, desde los colegios bogotanos, se impulsó el tropipop. Ellos buscaron sus sombreros vueltiaos, consiguieron sus acordeonistas y se inventaron un nuevo sonido para la música nacional. Estoy muy contento de haber sido testigo de eso”, cuenta a esta misma emisora Carlos Vives.
Y allí desde los colegios bogotanos fue como surgió, en 2002, Bonka, una de las bandas insignia de esta ola. “Éramos cinco mejores amigos escribiéndoles canciones bonitas a las niñas y siempre pendientes de que nos invitaran a los bazares, las lunadas, restaurantes y colegios, porque queríamos mostrarles lo que habíamos escrito. Prácticamente nuestra música se dio a conocer por el voz a voz, ya que en esa época no habían redes sociales”, comenta González a El Espectador.
Las letras de sus temas iban surgiendo durante las charlas en las mesas de un café bogotano que lleva el mismo nombre de la banda. Su éxito comenzó a crecer de manera desaforada. Ya para 2006, la mayoría de los jóvenes coreaban sus canciones. La mona, El problemón, Traga maluca y Tarde de abril, eran los sencillos que sonaban en las principales discotecas y emisoras del país, y se convirtieron en su tiquete para las principales tarimas de América Latina.
Esa misma fórmula fue utilizada por Sin Ánimo de Lucro, un sueño que nació en una reunión de amigos y que se transformó en el éxito de cinco jóvenes. En honor a sus inicios, en el que tocaban en fiestas de amigos a cambio de pasar un rato ameno sin cobrar, surgió el nombre de la banda. El parrandero, la canción que, inicialmente grabaron en el garaje de su casa y que pasó a formar su primer álbum Máster en Parranda, se convirtió en uno de los íconos de la rumba juvenil colombiana y los catapultó a la fama en 2005.
Llevaron su parranda a 42 ciudades del país y emprendieron una gira por Ecuador, Perú, Costa Rica, Venezuela, Chile, Argentina y Estados Unidos. Llegó su segundo trabajo discográfico, Todo pasa por algo, grabado en los estudios de Hits Factory en Estados Unidos, y con él su graduación con honores en música. Gracias a su sencillo Dime tú alcanzaron la nominación en los Grammy Latino de 2009.
Wamba, Majua, Qarto aparte y Pescado Vivo fueron otras de las bandas que hicieron parte de esta ola musical. Sin embargo, con el paso de los años el tropipop fue perdiendo fuerza, tanto así que muchos ya lo consideran parte del pasado. “Nunca entendimos por qué dejamos de hacerlo. Tengo entendido que Julio Sánchez Cristo hizo una campaña muy fuerte en contra del tropipop. En esa época él era un influenciador y tenía el poder del micrófono. Nunca supe bien qué fue lo que pasó, ni cómo se cazó la pelea”, dice González en Los 40 principales, aclara que eran muy jóvenes y se dejaron intimidar.
Con un género desgastado y una avalancha de reguetoneros pisándoles los talones, estos jóvenes empezaron a migrar. Algunos integrantes de Wamba se dedicaron a obras sociales como voceros de la ONG Save the Children, y el único que siguió en el medio fue Salo, el vocalista. De los seis miembros de Bonka solo quedaron dos, cada uno fue tomando rumbos diferentes y la banda desapareció. Alejandro González debutó en las rancheras. Sin Ánimo de Lucro se desintegró. Santiago Hernández empacó sus maletas y se fue a hacer electrónica a Estados Unidos, Juan Felipe Samper se trasladó al rock como solista y Camilo Rivera conformó Consulado Popular, una banda de rock alternativo.
Sin embargo, en los últimos días el tropipop ha dado mucho de que hablar, principalmente por el Básico 40 que reunirá a los principales exponentes del género, este jueves en el Teatro Cafam. Allí estarán Alejandro González de Bonka, Juan Felipe Samper por Sin Ánimo de Lucro, Salo representando a Wamba, Sebastián Yepes cantando los temas de San Alejo y Mauricio Rodríguez en nombre de Mauricio & Palo de Agua. Un concierto que devolverá a más de uno a su época de colegio o universidad y que demostrará que el tropipop se niega a desaparecer.