U2 en Colombia, crónica de un encuentro largamente esperado
Durante dos horas, la banda irlandesa interpretó una a una las canciones de “The Joshua tree” en una presentación que, además de un tributo a los 30 años de publicación de este álbum, también lo fue para el rock en general.
Santiago La Rotta.
Las primeras notas de "Sunday, bloody sunday" entraron en el estadio El Campín de Bogotá cerca pasadas las 9:00 p.m. de este sábado y con ellas U2 abrió su primera presentación en el país, 30 años después de publicado "The Joshua Tree", quizá su álbum más conocido y ciertamente el más exitoso de la banda irlandesa. (Lea "'The Joshua Tree' o la voz interior de U2")
"No puedo creer las noticias hoy/No puedo cerrar mis ojos/Y hacer que desaparezcan/Cuánto más/Cuánto más debemos cantar esta canción/Cuánto más, cuánto más/Porque esta noche podemos ser uno solo/Esta noche".
El estadio se tiño de rojo con los primeros sonidos de la canción y el redoblantes fuerte de Larry Mullen Jr. en la batería resonó fuerte bajo un cielo claro, despejado y con luna llena. La banda abrió su presentación desde la mitad del escenario, con la masiva pantalla apagada, como si acaso tocaran en un pequeño bar de una pequeña ciudad. (En imágenes, "Así se vivió el concierto de U2 en Bogotá")
Con los primeros acordes de la guitarra de The Edge el estadio estalló en una suerte de clamor colectivo de éxtasis compartido. Y de ahí se desprendió el resto, en una presentación que abarcó unas dos horas y entregó, además de “The Joshua Tree”, 10 canciones más de buena parte del catálogo del grupo.
“Sunday, bloody sunday” es uno de los temas más populares de la banda, y tal vez el más políticamente cargado, así que resulta una elección bastante apropiada para un país enfermo por la política, como Colombia, o como tantos otros que ha visitado el grupo en más de 40 años de carrera. Dato al margen: la canción ha sido interpretada más de 670 ocasiones en las giras oficiales de la banda desde su publicación en el álbum "War", de 1983.
La paz tuvo un lugar especial en varios momentos del concierto, no sólo porque la banda estuviera en Colombia, sino porque, en general, es uno de los temas recurrentes en el discurso de estos irlandeses. Y tal vez se entiende, aquellos que han sufrido la guerra gustan hablar de paz. Irlanda: 1 - Colombia: 0. (Vea "U2 en Colombia: expertos en música opinan")
"The Joshua Tree" es una gira dedicada, en buena parte, a interpretar completo este disco, comenzando por "Where the streets have no name", el mayor punto de giro del concierto por varias razones. La primera es que la pantalla se enciende y la noche cambia de dimensión, de escala: de fondo el rojo intenso que, en las versiones en vivo, antecede la entrada de la guitarra de este tema y encima de este color, el árbol que apareció en la portada del álbum. Y la segunda es que muy rápido introduce toda la experiencia de escuchar un disco sin el que la banda sería una cosa completamente diferente. Y, claro, también está el asunto de la canción, uno de los temas más interpretados del grupo, con casi 800 apariciones en las giras oficiales de la banda.
Los conciertos de este tour típicamente abren con cuatro canciones por fuera de “The Joshua Tree”. En este caso, las otras tres de esta sección fueron “New year’s day”, “Pride (in the name of love)” y “Bad”, que ofreció el primer momento de introspección de un grupo dado al monólogo, a la lección de política económica en mitad del rock. No siempre son bienvenidos y no siempre quedan particularmente bien articulados.
En una de las varias intervenciones de Bono, el cantante le dijo a la audiencia en Bogotá: “Nos tomamos un largo tiempo en venir. Pero los estábamos observando hace rato. El mundo entero los lleva observando un tiempo por su música, sus ritmos, sus letras. Esta noche queremos tener un gran recuerdo de rock and roll”. Y lo fue.
El tour ofrece una rara oportunidad para escuchar en vivo canciones como "Exit", con su bajo profundo y casi cavernoso, o "In God's country"; este último es un tema que sólo apareció ocho veces en el repertorio en vivo de U2 entre 1987 y 2017. (Lea "U2, visto desde las cifras")
“Exit” fue quizá el momento más caótico y frenético de toda la presentación. Bono se puso el sombrero de vaquero de sus épocas de “Rattle and hum” (disco y documental que vino luego de “The Joshua Tree”) para cantar “Una mano en el bolsillo/Con el dedo en el acero/La pistola pesaba/Y sentía latir su corazón”. Las luces y la pantalla saltaron sin mayor control mientras The Edge destrozó el par de solos rápidos y Adam cubrió con una cierta oscuridad el estadio con el latido constante del bajo. Bono incluso escupió un poco. La canción no era interpretada en una gira del grupo desde 1987.
Un concierto de U2 es una experiencia que va mucho más allá de la música, un asunto que trasciende la sola interpretación. No es un insulto. De hecho, es bastante lo contrario. Las giras suelen tener un cuidadoso tratamiento gráfico y tecnológico: no aditamentos y arandelas, sino un complemento de luces, escenario, elementos multimedia, sonido.
El elemento primordial de este tour es el árbol que le da nombre al álbum. Su presencia se sintió fuerte la noche del sábado en El Campín, como guardián de un momento especial para los miles de asistentes a un concierto que si bien no reventó el estadio, sí lo llenó en buena parte.
Esta vez fue el árbol, pero en Zoo Tv, por ejemplo, el elemento principal fueron las docenas de televisores que adornaron la primera gira de la banda en dar un salto hacia lo grande. Sí, ya habían tocado en estadios y en decenas de países, pero aquel fue un momento de fractura. Ya no se trataba sólo de presentarse y tocar, sino de ser memorables.
En ese entonces, en total sobreactuación, la banda alquiló tiempo de satélite para poder cantar en vivo, pero a miles de kilómetros de distancia, con personajes de la talla de Lou Reed. También aprovecharon el recurso para tocar de forma remota en los premios MTV de 1992 mientras estaban de gira en Detroit. Bono también llamó todas las noches de esta gira a George Bush, entonces presidente de EE.UU. Nunca contestó, pero el cantante aseguró en ese entonces que “la operadora número dos y yo tenemos una gran relación. Ella trató de no mostrarlo, pero sé que le divertía que la llamáramos todas las noches”.
El concierto de este sábado fue un momento más íntimo, una primera introducción ante un público que había esperado a la banda largamente. Al igual que sucede con el metro de Bogotá, durante varios años se rumoró sobre la casi certera posibilidad de que U2 por fin tocara en Colombia. Al final de cada episodio, sólo hubo decepción. Samuel Moreno incluso negó el uso del estadio cuando el grupo estaba en la gira 360, que requería la construcción de un escenario con 50 metros de altura, ideado por Willie Williams, el cerebro detrás de la potencia escénica del grupo.
Esa especie de introducción incluyó la proyección de los nombres y rostros de personajes como Policarpa Salavarrieta, Totó la Momposina o Caterine Ibargüen durante un homenaje a la mujer en “Ultraviolet (light my way)”, un tema que, con algo de esfuerzo, llega al top 20 de las canciones más interpretadas de la banda. (Lea "U2 y el acento político del Rock")
Y a pesar de la escala del show, de la salvaje intrusión de la pantalla en la oscuridad de la noche en El Campín, el concierto bien logró forjar un lazo fuerte entre la banda y al menos algunos de los asistentes. Hubo saltos en “Vertigo” y gritos de júbilo en “Elevation” y lágrimas y voces desgarradas para cantar cosas como “Aún no he encontrado lo que estoy buscando”.
Las primeras notas de "Sunday, bloody sunday" entraron en el estadio El Campín de Bogotá cerca pasadas las 9:00 p.m. de este sábado y con ellas U2 abrió su primera presentación en el país, 30 años después de publicado "The Joshua Tree", quizá su álbum más conocido y ciertamente el más exitoso de la banda irlandesa. (Lea "'The Joshua Tree' o la voz interior de U2")
"No puedo creer las noticias hoy/No puedo cerrar mis ojos/Y hacer que desaparezcan/Cuánto más/Cuánto más debemos cantar esta canción/Cuánto más, cuánto más/Porque esta noche podemos ser uno solo/Esta noche".
El estadio se tiño de rojo con los primeros sonidos de la canción y el redoblantes fuerte de Larry Mullen Jr. en la batería resonó fuerte bajo un cielo claro, despejado y con luna llena. La banda abrió su presentación desde la mitad del escenario, con la masiva pantalla apagada, como si acaso tocaran en un pequeño bar de una pequeña ciudad. (En imágenes, "Así se vivió el concierto de U2 en Bogotá")
Con los primeros acordes de la guitarra de The Edge el estadio estalló en una suerte de clamor colectivo de éxtasis compartido. Y de ahí se desprendió el resto, en una presentación que abarcó unas dos horas y entregó, además de “The Joshua Tree”, 10 canciones más de buena parte del catálogo del grupo.
“Sunday, bloody sunday” es uno de los temas más populares de la banda, y tal vez el más políticamente cargado, así que resulta una elección bastante apropiada para un país enfermo por la política, como Colombia, o como tantos otros que ha visitado el grupo en más de 40 años de carrera. Dato al margen: la canción ha sido interpretada más de 670 ocasiones en las giras oficiales de la banda desde su publicación en el álbum "War", de 1983.
La paz tuvo un lugar especial en varios momentos del concierto, no sólo porque la banda estuviera en Colombia, sino porque, en general, es uno de los temas recurrentes en el discurso de estos irlandeses. Y tal vez se entiende, aquellos que han sufrido la guerra gustan hablar de paz. Irlanda: 1 - Colombia: 0. (Vea "U2 en Colombia: expertos en música opinan")
"The Joshua Tree" es una gira dedicada, en buena parte, a interpretar completo este disco, comenzando por "Where the streets have no name", el mayor punto de giro del concierto por varias razones. La primera es que la pantalla se enciende y la noche cambia de dimensión, de escala: de fondo el rojo intenso que, en las versiones en vivo, antecede la entrada de la guitarra de este tema y encima de este color, el árbol que apareció en la portada del álbum. Y la segunda es que muy rápido introduce toda la experiencia de escuchar un disco sin el que la banda sería una cosa completamente diferente. Y, claro, también está el asunto de la canción, uno de los temas más interpretados del grupo, con casi 800 apariciones en las giras oficiales de la banda.
Los conciertos de este tour típicamente abren con cuatro canciones por fuera de “The Joshua Tree”. En este caso, las otras tres de esta sección fueron “New year’s day”, “Pride (in the name of love)” y “Bad”, que ofreció el primer momento de introspección de un grupo dado al monólogo, a la lección de política económica en mitad del rock. No siempre son bienvenidos y no siempre quedan particularmente bien articulados.
En una de las varias intervenciones de Bono, el cantante le dijo a la audiencia en Bogotá: “Nos tomamos un largo tiempo en venir. Pero los estábamos observando hace rato. El mundo entero los lleva observando un tiempo por su música, sus ritmos, sus letras. Esta noche queremos tener un gran recuerdo de rock and roll”. Y lo fue.
El tour ofrece una rara oportunidad para escuchar en vivo canciones como "Exit", con su bajo profundo y casi cavernoso, o "In God's country"; este último es un tema que sólo apareció ocho veces en el repertorio en vivo de U2 entre 1987 y 2017. (Lea "U2, visto desde las cifras")
“Exit” fue quizá el momento más caótico y frenético de toda la presentación. Bono se puso el sombrero de vaquero de sus épocas de “Rattle and hum” (disco y documental que vino luego de “The Joshua Tree”) para cantar “Una mano en el bolsillo/Con el dedo en el acero/La pistola pesaba/Y sentía latir su corazón”. Las luces y la pantalla saltaron sin mayor control mientras The Edge destrozó el par de solos rápidos y Adam cubrió con una cierta oscuridad el estadio con el latido constante del bajo. Bono incluso escupió un poco. La canción no era interpretada en una gira del grupo desde 1987.
Un concierto de U2 es una experiencia que va mucho más allá de la música, un asunto que trasciende la sola interpretación. No es un insulto. De hecho, es bastante lo contrario. Las giras suelen tener un cuidadoso tratamiento gráfico y tecnológico: no aditamentos y arandelas, sino un complemento de luces, escenario, elementos multimedia, sonido.
El elemento primordial de este tour es el árbol que le da nombre al álbum. Su presencia se sintió fuerte la noche del sábado en El Campín, como guardián de un momento especial para los miles de asistentes a un concierto que si bien no reventó el estadio, sí lo llenó en buena parte.
Esta vez fue el árbol, pero en Zoo Tv, por ejemplo, el elemento principal fueron las docenas de televisores que adornaron la primera gira de la banda en dar un salto hacia lo grande. Sí, ya habían tocado en estadios y en decenas de países, pero aquel fue un momento de fractura. Ya no se trataba sólo de presentarse y tocar, sino de ser memorables.
En ese entonces, en total sobreactuación, la banda alquiló tiempo de satélite para poder cantar en vivo, pero a miles de kilómetros de distancia, con personajes de la talla de Lou Reed. También aprovecharon el recurso para tocar de forma remota en los premios MTV de 1992 mientras estaban de gira en Detroit. Bono también llamó todas las noches de esta gira a George Bush, entonces presidente de EE.UU. Nunca contestó, pero el cantante aseguró en ese entonces que “la operadora número dos y yo tenemos una gran relación. Ella trató de no mostrarlo, pero sé que le divertía que la llamáramos todas las noches”.
El concierto de este sábado fue un momento más íntimo, una primera introducción ante un público que había esperado a la banda largamente. Al igual que sucede con el metro de Bogotá, durante varios años se rumoró sobre la casi certera posibilidad de que U2 por fin tocara en Colombia. Al final de cada episodio, sólo hubo decepción. Samuel Moreno incluso negó el uso del estadio cuando el grupo estaba en la gira 360, que requería la construcción de un escenario con 50 metros de altura, ideado por Willie Williams, el cerebro detrás de la potencia escénica del grupo.
Esa especie de introducción incluyó la proyección de los nombres y rostros de personajes como Policarpa Salavarrieta, Totó la Momposina o Caterine Ibargüen durante un homenaje a la mujer en “Ultraviolet (light my way)”, un tema que, con algo de esfuerzo, llega al top 20 de las canciones más interpretadas de la banda. (Lea "U2 y el acento político del Rock")
Y a pesar de la escala del show, de la salvaje intrusión de la pantalla en la oscuridad de la noche en El Campín, el concierto bien logró forjar un lazo fuerte entre la banda y al menos algunos de los asistentes. Hubo saltos en “Vertigo” y gritos de júbilo en “Elevation” y lágrimas y voces desgarradas para cantar cosas como “Aún no he encontrado lo que estoy buscando”.