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Benzema sobrevuela el Mediterráneo, junto a sus amigos, en un jet privado, mientras él se esfuerza por driblar a un rival. Lacazette aún disfruta del verano europeo sabiendo que en Londres no verá el sol por un buen tiempo, cuando a él le ha tocado desafiar kremlins argentinos, uruguayos y belgas sin poder vulnerarlos. Gignac ya está en plena pretemporada con Tigres de México y, así esté en forma, nada que consigue festejar. (Vea aquí nuestro especial del Mundial de Rusia 2018)
Olivier Giroud es el punto disonante de la Francia finalista del Mundial. Lloris tiene capa para llegar a balones imposibles; Varane y Umtiti lo respaldan con solvencia; Kanté lo hace todo bien; Pogba parece venir de menos a más; Griezmann es amenaza continua; Mpabbé, la ilusión hecha regate, y el 9… no ha marcado en los seis juegos disputados.
Lo del atacante del Chelsea traspasa cualquier límite de espera. Apenas un remate al arco en 14 ocasiones (nueve desviadas y cuatro bloqueadas) es su balance ruso. No obstante, cuenta con el respaldo incondicional de Deschamps y del plantel galo por completo. (Lea: Francia, el primer finalista del Mundial de Rusia 2018)
Resistido por momentos en el Arsenal y ahora en Stamford Bridge, debido a su pasado gunner, recibió igual el llamado del seleccionador francés. Estuvo entre los 23 y no arrancó de titular en este Mundial. En el primer partido contra Australia, en el Kazán Arena, ingresó a los 70 minutos por Dembélé.
Esos 20 minutos le sirvieron para ganarse el puesto. De ahí en adelante fue titular en los otros cinco juegos. Contra Perú, Dinamarca, Argentina, Uruguay y 85 minutos en la semifinal frente a Bélgica, en San Petersburgo (lo reemplazó N’Zonzi). (Puede leer: Francia acabó con la ilusión belga en Rusia 2018)
Su mejor producción ofensiva fue en los octavos de final, con Messi al frente. Asistió a Mbappé al minuto 68 en ese manual de contragolpe. “Mientras le aporte al equipo, como todos los compañeros lo hacen, lo demás no importa”, asegura el delantero de 31 años y 1,93 metros de estatura.
Y si de consuelo le sirve, o casualidad tal vez, los franceses se consagraron en 1998 sin un delantero centro de peso. Guivarc'h era el referente de ese equipo, pero no fue determinante. Al punto que la responsabilidad ofensiva se la repartieron entre Dugarry, igual o más resistido con un grito; una joven promesa de apellido Henry (marcó tres); otro suplente como Trezeguet (un tanto) y Djorkaeff (una anotación), que era más mediapunta en realidad. (Lea: Cuatro técnicos van por su primer Mundial)
“Hemos sido contundentes y atrás hemos respondido. El nivel de Lloris es extraordinario, ha respondido, pero también la defensa y el mediocampo, así que acá no hablamos de unos u otros, es el equipo”, afirma Giroud, quien este domingo en Luzhniki llegará a su partido 81 con su selección.
Y así como aguanta el balón para pivotear en una sana costumbre, recibe las críticas. Lo fortalecen, y a sus compañeros de paso. Griezmann, por ejemplo, es de sus más fieles defensores. “Para que Kylian o yo tengamos posibilidades de anotar, necesitamos de los movimientos y espacios que nos genera. La mayoría se queda con quien define, pero su trabajo es importante en el funcionamiento”, dice el del Atlético de Madrid. (Le puede interesar: “Los pequeños detalles marcarán la diferencia ante Bélgica”: Didier Deschamps)
Han formado un tridente en Rusia. Y sobre el otro integrante, el más joven de todos, Giroud tampoco ahorra elogios: “Mbappé es un jugador extraordinario. Cada día nos sorprende más con su talento, pero aún tiene mucho por dar, él lo sabe y trabaja fuertemente para ser mejor”.
El 10 lo agradece y por eso son un solo abrazo fijo en las celebraciones. Con el 7 suman seis de los 10 gritos en Rusia. “En un Mundial, y más en este, donde se ha notado, no hay grandes diferencias, es todo muy parejo y cualquier detalle marca la diferencia. Con ser contundente, puede alcanzar”, agrega Giroud sobre lo vivido y lo que se puede venir en Moscú. (Lea también: Kylian Mbappé, el niño que quiso seguir los pasos de Thierry Henry)
Sueña como todos, con marcar el gol del título, que valdría por los 31 que suma con Les Bleus y más. Pero con levantar la copa le bastaría. Igual, si Aristizábal fue el mejor delantero del mundo sin balón, según Maturana, perfectamente Giroud puede ser campeón del mundo sin meterla ni una sola vez.