Así es la cárcel donde está la “Madame”

Liliana del Carmen Campos Puello, señalada de ser la mayor proxeneta de Cartagena, es una de las 131 internas de la prisión de San Diego, ubicada en el Centro Histórico. Convive con varias reclusas en la celda No. 1 y no se despega de la televisión a la hora del noticiero.

Redacción Investigación
20 de agosto de 2018 - 02:00 a. m.
Las internas de la cárcel de San Diego, en la biblioteca del penal. /Fotos: El Espectador
Las internas de la cárcel de San Diego, en la biblioteca del penal. /Fotos: El Espectador
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Todos en la cárcel de San Diego, en Cartagena, esperaban la llegada de Liliana del Carmen Campos Puello. Desde que la Fiscalía anunció su captura el 29 de julio, como la supuesta mayor proxeneta de la ciudad, se rumoraba que sería enviada al único centro de reclusión de mujeres en la Heroica. Las internas siguieron el caso por televisión y, sin esperar órdenes, tanto los guardianes como el director de la prisión empezaron a idear cómo debía ser la privación de su libertad. Por eso no hubo sorpresa cuando la jueza segunda de control de garantías la remitió a sus celdas por presunta inducción a la prostitución, trata de personas y concierto para delinquir. (Lea aquí: La empresa fachada que une a la "Madame", una exreina e israelíes)

Ese día, como es costumbre cotidiana, las 130 reclusas de la cárcel de San Diego se levantaron hacia las seis de la mañana para que los guardianes realizaran el tradicional conteo. Se bañaron, desayunaron y en horas de la tarde realizaron actividades de manualidades, pintura o decoración de bolsos. En adelante, la jornada se modificó y las 10 celdas ubicadas en un solo pabellón fueron cerradas una hora antes, a las seis de la tarde. El director del penal, Jaime Domingo de Ávila, sabía que las internas estaban a la espera de la Madame, así que prefirió que no tuvieran esa opción y que Liliana Campos ingresara desapercibida, tiempo después. (Lea aquí: Los secretos de la red de alias la “Madame”)

Las primeras en conocer a Liliana Campos Puello fueron sus compañeras de la celda 1, donde le fue asignada una de las camas. Se dice en la cárcel de San Diego que es uno de los espacios más tranquilos y que en él habitualmente conviven procesadas o sentenciadas por diversos delitos que estratégicamente deben estar allí, entre ellas, la representante de las internas, Paola Maldonado, quien espera que la Corte Suprema de Justicia resuelva un recurso de revisión con el que pretende tumbar la condena que paga por los delitos de pornografía y proxenetismo. Ella fue la encargada de recibir a Madame, de indicarle las reglas para convivir en la prisión, de acomodarla.

Esta es la celda 1, donde Liliana Campos Puello, considerada la mayor proxeneta de Cartagena, permanece recluida en la cárcel de San Diego. / Foto: El Espectador

Las internas alcanzaron a preparar el recibimiento de Madame con una lluvia de rechiflas entre sus habituales rituales de bienvenida intimidatoria. “Carne nueva” o “échamela pa’ acá”. Pero al final, pocas se percataron de que había una nueva compañera. La mayoría se dio cuenta hasta la mañana siguiente. Después de pasar su primera noche encarcelada, sin miedos ni prejuicios, Liliana Campos Puello fue una de las primeras en salir de su celda y sentarse en el patio. Poco a poco, decenas de reclusas se reunieron a su alrededor y charlaron. Nadie la juzgó, porque prometieron no hacerlo. “Suficiente tiene con la presión mediática y el estigma social”, comentó una de ellas.

Otra de las internas aseguró que Madame se acopla sin obstáculos al grupo de mujeres que hoy comparten sus horas. Mientras ellas se cepillan el cabello o se pintan las uñas, sobre todo cuando deben salir a diligencias judiciales o citas médicas, Liliana Campos decora su espacio. Junto a su cama hay un ramo de flores rojas que recibió de sus amigas. Quienes la han visto en el patio afirman que no se despega de la televisión a la hora de los noticieros. “En ocasiones se ve triste”, dice otra interna, “sobre todo por la situación que atraviesan sus hijos, quienes tuvieron que ser retirados de los colegios en que estudiaban porque empezaron a ser víctimas de bullying”.

“A la gente, sobre todo a la prensa, se le olvida que nosotras somos seres humanos. Uno a veces tiene más presión de los medios de comunicación que de las acusaciones de la Fiscalía. A veces no se dan cuenta del daño que producen a las personas y a sus familias cuando aumentan una noticia sin conocer realmente los hechos. Por eso, cuando cualquier mujer llega a esta cárcel, así haya sido bombardeada por la prensa y la sociedad, todas la recibimos con respeto. Por ejemplo, a Madame aquí no la llamamos así, como le dicen en los medios, aquí la tratamos por su verdadero nombre, Liliana”, agrega Paola Maldonado.

Las reclusas de la cárcel de San Diego lavan su ropa. / Foto: El Espectador

Ese reclamo se repite con distintas voces en el patio de la cárcel San Diego, donde rara vez en estos tiempos se presentan riñas, y más bien cada quien lava su ropa, estudia, trabaja o acude a la biblioteca a diario si lo desea. Las mujeres que purgan sentencias o las aguardan en este penal, incluso negocian con joyas de oro y, según ellas mismas, lo hacen como una forma de ahorrar lo que se ganan vendiendo manualidades. “En ningún caso se corren riesgos de que se las roben”, recalcan. “Aquí no tenemos cuentas de ahorros como tampoco sabemos cuándo saldremos, así que es mejor ahorrar en oro”, pormenoriza una de las reclusas.

La llegada de Liliana Campos al penal no tuvo el recibimiento esperado, pero añadió revuelo, pues coincidió con el debate que se dio en la ciudad esa misma semana por cuenta del anuncio de su traslado definitivo. Desde 2009, la Corte Constitucional ordenó construir un centro penitenciario nuevo ante el grave deterioro de sus instalaciones. La cárcel de San Diego, que primero fue convento y luego prisión, tiene sus días contados. Hace pocos meses, la Procuraduría instauró un incidente de desacato para insistir en que la administración cumpla la decisión del alto tribunal y este mismo mes traslade a las reclusas a un antiguo colegio en el barrio El Recreo. Sin embargo, la comunidad del sector se opuso y la decisión se reversó.

Jaime Domingo de Ávila, director de la cárcel San Diego. / Foto: El Espectador

Jaime Domingo de Ávila, director de la cárcel San Diego, lamenta que los vecinos de El Recreo hubiesen rechazado la presencia de las internas en la zona residencial y advirtió que la prisión a la que llegó Madame hoy está en ruinas. “El traslado es inminente, tiene que ser ya o ya. Estas mujeres son también sujetos de derechos. El único que han perdido es el derecho de la libertad y sólo de manera temporal. Ahora debemos velar por su seguridad y la orden es irse”, afirmó Jaime Domingo de Ávila a El Espectador. La interna Paola Maldonado agregó que hace unas semanas, parte del techo se desprendió en el baño y todas se enteraron porque sonó como si fuera una explosión.

La Alcaldía de Cartagena aseguró a este diario que se está definiendo la ubicación de la nueva cárcel. Yolanda Wong, mandataria de la ciudad, sostuvo que, entre las opciones de terrenos desolados, hay una en el barrio Pozón, en Turbana, y también otra en cercanías del municipio de Turbaco. A uno de esos destinos podrían ir a parar las reclusas. Todas las internas están preocupadas. También Liliana Campos, que se negó a hablar con este diario, lo mismo que su abogado, pero que, por comentarios de sus nuevas compañeras de vida, deja advertir que piensa dar la pelea porque tiene información que puede dejar a más de uno en fuera de lugar.

Por Redacción Investigación

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