Escucha este artículo
Audio generado con IA de Google
0:00
/
0:00
Muchos dirán que casi todo se ha dicho sobre el cartel de la toga. Pero una diligencia judicial en la que se enfrentaron Luis Gustavo Moreno, exfiscal anticorrupción, y José Leonidas Bustos, exmagistrado de la Corte Suprema de Justicia, contiene piezas claves en este rompecabezas de corrupción. Desde que estalló el escándalo, en junio de 2017, tras la captura de Moreno, los protagonistas del caso —magistrados, fiscales, abogados y políticos— han resultado procesados, detenidos y acusados. Las once horas de grabaciones de la DEA a Alejandro Lyons (exgobernador de Córdoba), al abogado Leonardo Pinilla y al propio Moreno revelaron hasta dónde la corrupción judicial tocó a la cúpula de la justicia. Y aunque todavía hay nombres bajo la lupa y políticos que han logrado capotear el temporal, los investigadores siguen en sus pesquisas para terminar de destapar esa olla podrida, aunque casi todos se juren inocentes.
En ese contexto cobra relevancia esta audiencia, llevada a cabo en la Comisión de Acusación de la Cámara de Representantes el 8 de noviembre de 2017. Un inédito careo de casi seis horas lleno de perlas, acusaciones mutuas y revelaciones inesperadas. La diligencia, en poder de El Espectador, se hizo ante los representantes investigadores Fabio Arroyave y Edward Rodríguez. Durante más de cuatro horas Bustos interrogó a Moreno y las respuestas del exfiscal resultaron contundentes. En ese lapso, Bustos se alteró en múltiples ocasiones, al punto que Arroyave y Rodríguez tuvieron que aclararle que no estaba en la Corte sino en el Congreso y que él no era el investigador sino el investigado. Entre choque y choque, Gustavo Moreno, casi flemático, aseguró: “Yo entiendo el ánimo de defensa del doctor Leonidas Bustos, pero no solo había una amistad; tuvimos una oficina con el doctor Francisco Ricaurte y dentro de esa oficina realizamos actos de corrupción”.
(Le puede interesar: Leonidas Bustos es el "cerebro" detrás del cartel de la toga: representante investigador)
Cada una de sus respuestas fueron un baldado de agua fría —y sucia— para el otrora todopoderoso José Leonidas Bustos, acusado como cerebro del cartel de la toga y de quien se especula que salió para Canadá el año pasado. El exmagistrado siempre ha sostenido la tesis de que Moreno se aprovechó de su nombre e hizo negocios a sus espaldas y que sus encuentros en Colombia, Miami y Panamá fueron coincidencias. “Yo lamento desmentir al doctor Leonidas —señaló Moreno mirando fijamente a Bustos—. ¿Todas son coincidencias? ¿Cómo coincide uno en una fecha de estas (el viaje a Miami), en el mismo hotel, pero además en la misma cena? En una cena de estas uno no invita a alguien por lástima o porque la persona esté desocupada; uno en este tipo de escenarios tan privados y especiales solo cuenta con la presencia de familiares y amigos”. En ese viaje a Miami, según Moreno, se habló sobre cómo torcer varios procesos.
Luego de un cruce de señalamientos irónicos por parte de Bustos hacia Moreno, el exfiscal contestó que sin el roce social y los contactos que le dieron Bustos y Francisco Ricaurte habría sido imposible que a sus escasos treinta años tuviera como clientes a poderosos parlamentarios. Moreno explicó así la estrategia que usaron para darle prestigio: “Yo era un joven docente con un conocimiento fresco del derecho penal, pero no tenía acceso a este escenario de poder, congresistas, senadores y representantes. Lo que ellos hicieron fue darme a conocer al interior de la Corte [Suprema] presentándome a magistrados de la Sala Civil, la Sala Laboral, la Sala Penal... De hecho, alguna vez departimos en la casa de la doctora Ruth Marina [Díaz] con algunos magistrados de la Sala Penal, con el ministro de Defensa saliente, que después se fue a Washington, el doctor [Juan Carlos] Pinzón; me estaban promocionando para que nuestros actos a futuro no fueran tildados de corrupción”.
Entonces Bustos lo inquirió y le dijo que quién había sido él para Moreno. Y este le dijo que, incluso en contravía de las circunstancias, seguía considerándolo como su papá, al tiempo que le expresó su “agradecimiento porque, al margen de las culpas que yo deba asumir y el grado de responsabilidad penal, fue un mentor y para mí no fue fácil tomar la decisión del marco de colaboración, porque implicaba traicionar a las personas que me habían dado un voto de confianza y que me habían acogido”. En ese instante Bustos le preguntó: “Sírvase decirle a esta comisión ¿quién lo recomendó para el cargo de fiscal anticorrupción ante el fiscal general de la nación?”. Moreno le respondió: “Doctor Leonidas, usted y yo sabemos quién lo hizo y con qué propósito (…) Yo no vengo a pelear con su señoría, yo estoy contando la verdad; usted sabe quién me postuló, usted si lo quisiera decir acá lo puede decir. No fue usted”.
(Le puede interesar: El panorama del cartel de la toga en 2019).
Bustos comenzó a gritar y le dijo que no evadiera la pregunta, que contestara. El exfiscal indicó que ello no guardaba relación con sus acusaciones sobre cómo torcieron los expedientes contra los senadores Álvaro Ashton y Musa Besaile a cambio de $2.600 millones, y que por eso no ahondaba en ese escenario hasta que quedara en firme su principio de oportunidad con la Fiscalía. Enseguida Moreno detalló que varios amigos suyos le habían conseguido asesorías en algunas entidades. A la Comisión de Acusación, donde trabajó en 2011 y 2015, lo llevó Hernando Padauí, exrepresentante y hoy candidato a la Gobernación de Bolívar. Pero las mieles del éxito llegaron luego de que Bustos, en su propio despacho, le presentara al abogado Gerardo Torres, más conocido como Yayo, con quien le recomendó montar una especie de oficina paralela —según Moreno— para litigar ante la Corte. Con otra particularidad: la esposa de Torres, Mábel Parra, era magistrada de Bustos.
Bustos trató de provocar a Moreno preguntándole sobre su encuentro en Miami y si “acostumbraba a hablar de actos de corrupción en presencia de su familia”. Moreno, incómodo, le soltó la siguiente perla: “Hablamos usted y yo de temas como el de [Mauricio] Lizcano, hablamos de posiblemente unos honorarios de $5.000 millones (…) donde la doctora Mábel Parra había proyectado una captura que no se dio”. El investigador Fabio Arroyave le pidió detalles al testigo. Moreno añadió: “El doctor Leonidas me dijo que era posible que llegara un pago de un negocio grande, habló de $5.000 millones y me mencionó el caso de Lizcano. Ya después, como lo he contado a la Fiscalía, el doctor Gerardo [Torres] me dijo: ‘Tenemos un nuevo mejor amigo, el senador Lizcano’. Y yo incluso le dije: ‘Ah, el doctor Leonidas algo me ha referido’. Y el doctor Gerardo me dijo: ‘Sí, se había pensado en la captura, pero eso no se materializó, el doctor Leonidas frenó eso”.
En su defensa, el exsenador Lizcano siempre se ha declarado ajeno a este escándalo y ha dicho que no conoce a Gustavo Moreno. De vuelta al careo, Moreno hizo énfasis en cómo conoció al abogado Gerardo Torres y a su esposa, Mábel Parra. Y lo hizo en el siguiente tono mientras miraba a Bustos: “Usted, como símbolo de la institución que representa la justicia, me recomendó con el esposo de su magistrada auxiliar para llevar casos en la corporación que usted presidió: no sé si eso sea punible, pero no es ético y no es moral”. Torres trabajó en la Unidad de Trabajo Legislativo del congresista Germán Varón Cotrino, de Cambio Radical. Moreno reconoció que apoderó a Varón Cotrino en un caso de pérdida de investidura ante el Consejo de Estado, a pesar de ser penalista. Un pleito que ganaron. Y sobre Torres, Moreno agregó mirando fijamente a Bustos que incluso “le ayudaba a usted a ubicar muchas hojas de vida en diferentes escenarios”.
(En contexto: Así destapó la DEA el cartel de la toga: detalles de los encuentros de Lyons, Moreno y Pinilla)
El exmagistrado se descompuso y empezó a gritar que el testigo Moreno respondía lo que le daba la gana. El representante Edward Rodríguez intervino en la pelotera: “Este no es su despacho y aquí nosotros damos la instrucción”. El exfiscal anticorrupción añadió: “A él [Gerardo Torres] le llegaban procesos porque la gente de su entorno y amigos sabían que su esposa era su magistrada auxiliar y para nadie era un secreto el liderazgo que usted en ese momento tenía en la sala. Al punto que un caso en particular, una casación, usted y yo la alcanzamos a comentar, la de Franklin Chaparro”. Moreno se refería al exalcalde de Villavicencio, acusado de homicidio. Gustavo Moreno indicó que cuando litigó con Torres no vio casi plata, pero cuando abrió oficina, por recomendación de Bustos, con el exmagistrado Francisco Ricaurte y la exmagistrada Ruth Marina Díaz, el dinero empezó a llegar. Así como los clientes de gran calado... y los honorarios millonarios.
Bustos le preguntó a Moreno hasta por sus amoríos del pasado. Moreno, sin descomponerse, le respondió que eso nada tenía que ver con la corrupción que protagonizaron. Bustos insistió: “¿Dónde conoció usted a la señora Carolina Rico?”. Moreno contestó: “Es mi compañera permanente”. Bustos agregó: “¿No es cierto que usted conoció a la señora Rico en la cárcel?”. Moreno le dijo que eso era irrelevante. Bustos continuó. “¿Conoce usted a las siguientes personas? Germán Vargas Lleras”. “Sí señor”. “Germán Varón Cotrino”. “Sí señor”. “Enrique Vargas Lleras”. “Sí señor”. “¿Cómo las conoció?”, interrogó Bustos. “Eso no guarda relación con los hechos objeto de investigación”, contestó Moreno. Pero añadió: “Conozco mucha gente (…) Al doctor Enrique lo conocí cuando estaba aspirando a la Personería de Bogotá”. “¿Quién le presentó al doctor Enrique Vargas Lleras?”. “Luis Ignacio Lyons”, dijo Moreno.
Bustos enfiló baterías: “¿Quién le presentó al doctor Germán Varón Cotrino?”. “Gerardo Torres”. “¿Quién le presentó al doctor Germán Vargas Lleras?”. “Me lo presentó tal vez Luis Ignacio Lyons en su momento”, contó Moreno. Luis Ignacio Lyons España es otro abogado salpicado en el cartel de la toga. Según el expediente, recibió parte de los sobornos del cartel y será imputado en las próximas semanas por la Fiscalía. En ese momento Moreno aseguró que el cartel era liderado por Francisco Ricaurte, el magistrado Gustavo Malo —hoy detenido— y el propio Bustos. Y que también tuvo trato cercano con el exmagistrado Camilo Tarquino, a quien Alejandro Lyons, exgobernador de Córdoba, acusó de pedirle $20.000 millones para arreglarle sus líos penales. Moreno, en su cara, le dijo a Bustos que personalmente le había entregado $200 millones en su apartamento de Ciudad Salitre por el caso de Álvaro Ashton.
(Le puede interesar: Los detalles de la acusación contra Leonidas Bustos, expresidente de la Corte Suprema)
Seguidamente Gustavo Moreno relató que apoderó en su momento al exsenador conservador Hernán Andrade, investigado por haber recibido $250 millones provenientes del desfalco a Cajanal. Su caso fue archivado por la Corte Suprema de Justicia el 10 de septiembre de 2014, con ponencia del magistrado Luis Guillermo Salazar. Y aunque Moreno aseguró que no había habido corrupción allí, sí dejó constancia de algo que le llamó la atención: que un hijo del magistrado Salazar y su novia terminaron trabajando en la Personería de Bogotá, donde tenía influencia Gerardo Torres. “Eso me llamó la atención, sobre todo porque el doctor Gerardo [Torres] fue quien me refirió el cliente [Hernán Andrade]”. Consultado por este caso, el magistrado Salazar manifestó: “Al señor Gerardo Torres creo que me lo presentaron en un encuentro que hubo en Cartagena de la justicia ordinaria, pero con él no he tenido ninguna relación”.
Y añadió: “Mi hijo trabajaba en la Procuraduría y la novia de él, en la Personería. Ella le preguntó si le interesaba trabajar allí y él le dijo que si había una buena oportunidad lo pensaría. Ella era amiga del señor Torres y lo puso en contacto con él y este, a su vez, con el personero de ese entonces, que era el doctor Ricardo Cañón, y se produjo el nombramiento en esa institución. Mi hijo no conocía al señor Torres y ya no trabaja en la Personería”. La diligencia de Gustavo Moreno continuó y llegó otro tema polémico: el caso del exsenador Julio Manzur, investigado por parapolítica. Según Moreno, le cobraron $2.000 millones a Manzur por su defensa, pero este no aceptó porque no se le garantizaron resultados.
El exfiscal anticorrupción confesó que trató de llegar a un acuerdo de honorarios con Wadith Manzur, hijo de Julio y hoy representante a la Cámara por Córdoba. “Él respondió que si no había resultado no iba a pagar esos $2.000 millones. Si el señor Wadith hubiera escuchado de mi parte alguna garantía en punto de un compromiso, hubiera pagado los honorarios”, reveló Gustavo Moreno convencido. El interrogatorio prosiguió y Bustos le preguntó a Moreno de dónde sacaba que él lo había recomendado ante el entonces fiscal Eduardo Montealegre para obtener un contrato de $139 millones. Moreno contestó diciéndole que él sabía perfectamente esa historia: “Doctor Leonidas, usted fue el que envió la hoja de vida mía y habló con el doctor Eduardo Montealegre, pero además el doctor Francisco [Ricaurte] lo llamó [a Montealegre] a pedirle el nombramiento. Y usted, Pacho y yo sabemos que eso era para sufragar los gastos de la oficina”.
(Le puede interesar: Así eran las asesorías que el exfiscal anticorrupción le daba a Alejandro Lyons)
Por este contrato la Comisión de Acusación pidió investigar al exfiscal Montealegre, quien se declaró indignado con esa decisión y anunció acciones legales contra el representante investigador Edward Rodríguez. En la diligencia, incluso, salió a relucir que un escolta de Bustos los había estafado a él y a Moreno. A Bustos, dijo Moreno, se le quedó con unos euros y al propio Moreno le incumplió con un préstamo de $20 millones que este le hizo para que estudiara en la universidad. De acuerdo con el exfiscal, Bustos le alcanzó a decir en esa época que cómo se le ocurría prestarle esa plata a ese policía, razón por la cual Moreno lo demandó. Moreno entregó otros detalles. Por ejemplo, cómo se comunicaba con el “decano”, como solía decirle a Bustos. Según expresó, el puente era la compañera del exmagistrado, la abogada Martha Cristina Pineda. “Usted sabe que nunca lo llamaba, que nos comunicábamos a través de Francisco Ricaurte y la doctora Cristina”.
En ese instante Moreno aseguró que había adquirido un apartamento en el Parque Central Bavaria, en el edificio Panorama, en Bogotá. Un lugar que dispuso para que su “papá” José Leonidas Bustos lo usara para asuntos privados. “¿Compartió usted en ese apartamento con el doctor Bustos?”, preguntó el representante Arroyave. Moreno sostuvo: “Alguna vez, cuando se lo entregué, le mostré y le dejé las llaves. Él obviamente no se registraba como Leonidas Bustos”. El exfiscal agregó que tuvo conocimiento por parte del propio Bustos de que había tenido problemas con su compañera por el uso que le daba a ese apartamento y que por eso no había regresado. De ese tamaño, añadió Moreno, era la relación que tenía con Bustos. Incluso, tenían sus propios códigos para camuflar su amistad. Cuando Moreno, por ejemplo, visitaba a Bustos en su residencia en Ciudad Salitre no se presentaba como Luis Gustavo sino como José Gustavo.
(Lea aquí: ::Cartel de la toga: la Fiscalía investigará a exmagistrado del despacho de Gustavo Malo:: )
Por último, Bustos le preguntó al testigo: “¿Ha asistido usted a la celebración de algún cumpleaños mío?”. “¿Se acuerda, doctor Bustos, que alguna vez le celebramos con el doctor Francisco [Ricaurte] y yo le regalé unos accesorios Montblanc que se habían quedado en la casa del doctor Francisco Ricaurte?”. Bustos se exasperó: “Doctor Moreno, sírvase contestar sí o no”. “Sí”. “¿Recuerda la fecha?”. “No”. “¿Recuerda dónde fue la celebración?”. “En la casa del doctor Ricaurte”. “¿Recuerda quiénes asistieron a esa celebración?”. “Como habitualmente, nos reuníamos usted, él y yo”. “¿O sea que fue una celebración extremadamente privada?”, preguntó Bustos. “Sí señor”, contestó Gustavo Moreno. La diligencia judicial, hasta hoy inédita, resulta clave para entender la relación Bustos-Moreno. Aunque su suerte es hoy bien distinta: Moreno sigue detenido en Estados Unidos; Bustos, libre y posiblemente en Canadá, aunque la Comisión de Acusación ya lo llamó a juicio.