La historia del Bloque Sur de las Farc, según sus propios hombres
La guerrilla le entregó a la JEP la historia de cómo se creó este grupo de las Farc y cómo surgió la columna Teófilo Forero, conocida por muchos como la más criminal del grupo. Fue la autora de secuestros como el de Gloria Polanco y Consuelo González.
Redacción Judicial
Desde que se supo que Hernán Darío Velásquez Saldarriaga, más conocido como El Paisa, salió de la zona veredal y regresó al monte para rearmarse, muchos hicieron una advertencia. El histórico comandante de la columna Teófilo Forero, dijeron, se llevaba de nuevo a la guerra una parte de la verdad del conflicto que cientos de víctimas han exigido. Aunque los hombres que si siguieron en la reincorporación intentaron recopilar la mayor cantidad de información para presentársela a la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP) en su informe sobre el caso n.° 001 (secuestro), la ausencia del comandante se hizo notar. (Más coletazos políticos por coronavirus: FARC aplaza su asamblea nacional)
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Desde que se supo que Hernán Darío Velásquez Saldarriaga, más conocido como El Paisa, salió de la zona veredal y regresó al monte para rearmarse, muchos hicieron una advertencia. El histórico comandante de la columna Teófilo Forero, dijeron, se llevaba de nuevo a la guerra una parte de la verdad del conflicto que cientos de víctimas han exigido. Aunque los hombres que si siguieron en la reincorporación intentaron recopilar la mayor cantidad de información para presentársela a la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP) en su informe sobre el caso n.° 001 (secuestro), la ausencia del comandante se hizo notar. (Más coletazos políticos por coronavirus: FARC aplaza su asamblea nacional)
En los temas cruciales que dejó escritos el Bloque Sur en su documento, enviado hace unos meses, aclararon que la falta de El Paisa no les permite dar detalles ni contribuir como lo quisieran a su compromiso con la verdad. Los autores del informe, varios excombatientes de esta estructura, lamentaron las “circunstancias de amenazas y persecución, conocidas por la JEP, que obligaron a Óscar (otro de los sobrenombres de El Paisa) a no estar presente hoy aquí, como él lo hubiera querido”. Sobre su líder, los exguerrilleros agregaron que tuvo unas características especiales “enmarcadas en lo humano, político y militar. Toda la tropa lo quisimos y lo respetamos”, explicaron.
Entre marzo y abril de 2019, las pistas sobre El Paisa fueron prácticamente nulas. La JEP esperaba que el excomandante se presentara para dar su versión voluntaria sobre su participación en el conflicto, pero los dejó esperando. A los magistrados no les quedó de otra que emitir una orden de captura en su contra, en abril del año pasado, y su expulsión del sistema fue el paso siguiente. En agosto se conoció su decisión de rearmarse y, en febrero de este año, su nombre reapareció con la noticia de que estaría detrás de la creación del bloque Alfonso Cano para recuperar territorio en Nariño. “El Paisa fue estricto y exigió lo máximo, y al mismo tiempo siempre nos trató con respeto y dignificó nuestra labor en la lucha armada”, dice el informe.
La importancia de la versión de este comandante en la historia del Bloque Sur y la columna Teófilo Forero de las Farc es evidente. Fue el comandante clave de esta estructura, reconocida como la que dio los golpes militares más duros de esta guerrilla y responsable de tomas guerrilleras como la de Las Delicias, en 1996; la de Patascoy, en 1997; un año más tarde la de El Billar y, en 1999, la del puesto de Policía en Curillo. En esa época, se llegó a hablar hasta de 150 muertos en todos estos episodios. Y así comenzó una macabra historia de secuestros de policías, militares y políticos con los que las Farc quisieron imponer su idea de canje de prisioneros de guerra. El resultado fueron años y cientos de retenciones y el drama de los familiares, que insistieron sin descanso en la urgencia de un intercambio humanitario. (La versión de las Farc sobre el secuestro)
Todos los secuestros, reiteró la guerrilla, se dieron por orden del Secretariado bajo una política de presión al Gobierno. Aunque muchos de ellos fueron perpetrados por el Bloque Sur, en el informe se lee que, en la mayoría de casos, los retenidos fueron enviados al Bloque Oriental, donde permanecieron la mayor parte de su cautiverio. La situación de seguridad del primero no les permitía custodiar rehenes: los constantes bombardeos de la Fuerza Aérea y el hostigamiento sin descanso del Ejército se los impidió. Sin embargo, los hombres del Bloque Sur tenían clara cuál era su misión y la importancia de mantener el control del territorio del sur del Huila, Caquetá, Putumayo y el sector oriental de Nariño.
Para las Farc, la zona donde se asentó este bloque (entre Caquetá y Nariño) fue por muchos años su retaguardia. Así lo explicaron sus miembros en el informe que presentaron a la JEP, en donde recalcaron que la importancia de la posición geográfica quedó establecida en la VII Conferencia Nacional Guerrillera, en 1982. Once años después, en la siguiente edición de esa reunión, el grupo armado ilegal recalcó lo vital de ese territorio y, además, tomó la decisión histórica de crear siete bloques de frentes y en dónde operarían. Cada uno de ellos tuvo un coordinador miembro del Secretariado y, en el caso del Bloque Sur, le correspondió al comandante Raúl Reyes.
“De acuerdo con los planes nacionales, el objetivo estratégico para este bloque era el de crear las condiciones político-militares para ejercer dominio total sobre los departamentos de Putumayo y Caquetá, y mantenerlos aislados del resto del país”, se lee en el informe. En total, fueron siete frentes los que compusieron el Bloque Sur y cada uno, según la guerrilla, estaba compuesto por más de 110 combatientes. De acuerdo con los antiguos comandantes “Martín Corena” y “Hernán Benítez”, todos ellos apoyaron el proceso de paz, la firma del Acuerdo, la dejación de armas y se encuentran en proceso de reincorporación. Todo menos “El Paisa” y los hombres que decidieron seguirlo de regreso a la selva. (El secuestro y cautiverio de Ingrid Betancourt, según las Farc)
Aunque el informe señala que la creación del Bloque Sur ocurrió en 1993, más adelante los excombatientes explican que la columna Teófilo Forero, su bastión en la lucha armada, existía desde un poco antes. Su origen fue el ataque a Casa Verde en diciembre de 1990, una operación ordenada por el gobierno Gaviria, que consideró que la guerrilla había incumplido los pactos de La Uribe (1984), un acuerdo al que llegaron las Farc y el Estado para lograr un cese al fuego y posterior tregua. El lugar era conocido como el cuartel general de la guerrilla, pero luego del ataque la zona quedó completamente destruida. Sin embargo, todos los comandantes sobrevivieron.
Para garantizar la seguridad de los máximos líderes, la guerrilla designó a unos 120 hombres a cada uno de los comandantes. Y en uno de estos grupos nació la Teófilo. Primero fueron los guardias de Manuel Marulanda y luego pasaron a estar al lado de Raúl Reyes, quien ya estaba al frente del Bloque Sur, pero solo se oficializó su unión con la columna en 1996. “A diferencia de lo que establecen los informes institucionales, su actuar nunca fue independiente (…) Pese a su nombre, la columna solo fue móvil entre 1991 y 1993. Nunca se movió del Bloque Sur, y siempre actuó dentro de los planes estratégicos delegados para esta zona del país”, se lee en el informe.
Además de las tomas guerrilleras, la columna Teófilo Forero se encargó de varios secuestros que se convirtieron en símbolos de la lucha por el acuerdo humanitario, como los de Consuelo González de Perdomo, Orlando Beltrán y Gloria Polanco, en 2001; el de Jorge Eduardo Gechem, en 2002; el de los ciudadanos estadounidenses Thomas Howes, Keith Stansell y Marc Gonsalves, en 2003, y el de Armando Acuña, diputado de Garzón (Huila) en 2009. Este último estuvo retenido durante un poco más de tres años. Y un caso más: el de Rodrigo Cote Turbay, quien, luego de dos años de cautiverio, murió ahogado, según las Farc, cuando caminaba hacia el lugar de su liberación en 1997. ('Las versiones de las Farc por reclutamiento, un paso sin precedentes': organizaciones sociales)
Para enero de 2017, cuando el Bloque Sur anunció su desmovilización, se calculaba que en sus filas había más de dos mil combatientes y se sabía que ellos fueron los encargados de financiar gran parte de la guerra, pues controlaron durante años el dinero del narcotráfico. Quienes participaron en la elaboración del documento reiteraron varias veces su ánimo de pedir perdón a sus víctimas. Sobre los casos que no pudieron explicar, como detalles del secuestro de los estadounidenses, o el de Orlando Beltrán, señalaron que siguen buscando información. “Pedimos perdón por el daño causado, y reiteramos nuestro compromiso por contribuir a la verdad y a la no repetición. Este es un primer aporte”, concluyeron.