“Perdí la confianza en la JEP”: sobreviviente al bombazo de la Escuela Superior de Guerra
El coronel retirado del Ejército, Armando Pintor, fue una de las personas más afectadas por el atentado de las Farc a esta base militar de Bogotá. En entrevista con este diario, anunció que ya apeló la amnistía que le otorgó la JEP a Marilú Ramírez, una de las cabezas del ataque. Pero dice que, tras esa decisión, no confía en la justicia especial.
Redacción Judicial
En los últimos días la Sala de Amnistía e Indulto de la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP) le concedió la amnistía a Marilú Ramírez, Lulú, una exintegrante de las Farc, que se infiltró en la Escuela Superior de Guerra de Bogotá con el fin de recopilar información de ese centro militar para luego entregarla al grupo guerrillero. Esta acción encubierta, dijo la justicia, permitió la ejecución del atentado con un carro bomba, que en octubre de 2006, afectó a 18 estudiantes de la Universidad Militar, contigua a la Escuela. Uno de esos sobrevivientes, el coronel (r) Armando Pintor, habló con El Espectador sobre el caso.
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En los últimos días la Sala de Amnistía e Indulto de la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP) le concedió la amnistía a Marilú Ramírez, Lulú, una exintegrante de las Farc, que se infiltró en la Escuela Superior de Guerra de Bogotá con el fin de recopilar información de ese centro militar para luego entregarla al grupo guerrillero. Esta acción encubierta, dijo la justicia, permitió la ejecución del atentado con un carro bomba, que en octubre de 2006, afectó a 18 estudiantes de la Universidad Militar, contigua a la Escuela. Uno de esos sobrevivientes, el coronel (r) Armando Pintor, habló con El Espectador sobre el caso.
Para Pintor, la decisión desconoce de tajo a las víctimas y preceptos internacionales. Además de anunciar que ya radicó la apelación junto a otros cuatro sobrevivientes del atentado, dice que este fallo le destruyó por completo la confianza en la justicia especial. "Creemos que no va a haber perdón, ni no repetición, ni verdad", aseguró en diálogo con este diario.
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¿Cómo recibió la noticia de que la JEP le concedió amnistía a Marilú Ramírez?
La noticia de la amnistía la conocimos por los medios de comunicación. No supimos por cuenta de la JEP, pues fuimos formalmente notificados días después. Tanto al abogado como a la casa nos llegó la notificación y ahí sí conocimos el fallo completo.
¿Qué sintió al conocer esa decisión?
Defraudados, tristes y, a la vez, preocupados. Hablo en plural porque me refiero a todas las víctimas del atentado. Somos 14 en total los que figuramos en la JEP y que hemos ido participando, desde antes, en la justicia ordinaria. Con este fallo, nos quitaron la condición de víctimas. Asimismo, sentimos que, el darle amnistía a la señora Ramírez, se lleva por delante la institucionalidad. Primero, porque está decretando de plumazo que el delito de terrorismo en Colombia es prácticamente legal (la amnistía es por los delitos de terrorismo, intento de homicidio y lesiones personales). Esto es preocupante para nosotros, pero también para toda Colombia por el mensaje que le da a a los demás actores de que, básicamente, pueden desarrollar cualquier acción terrorista y no va a pasar nada.
Vea: Marilú Ramírez, supuesta infiltrada de las Farc, en libertad condicionada por la JEP
El Ministerio de Defensa, que también es víctima en este proceso, ya apeló, ¿ustedes también?
Sí. Nosotros teníamos cinco días después de la notificación formal para apelar y en esos cinco días la radicamos entre cinco de las víctimas que estamos en el caso.
¿Cómo ha afectado esta decisión su confianza en la JEP?
Con los fallos que he visto recientemente, he perdido la confianza en la JEP. Yo tenía algo de confianza de que iban a obrar en justicia, independientemente de que fueran a dar amnistías o no, no pensaba que nos fueran a atacar de esta forma y que terminaran por cambiarle el lenguaje jurídico al país. Por ejemplo, en las versiones que ha rendido las Farc sobre los secuestros, prácticamente les están aceptando que ahora se llaman "retenciones". Además, está el tema de Santrich, que le permitieron hacer lo que quiso hasta que se fue.
Por otro lado, el perdón a las víctimas, que todavía no llega. Desde que estaban en La Habana, Santrich e Iván Márquez dijeron que "quizás" pedirían perdón y eso sigue vivo en lo que dijo Marilú Ramírez hace unos días en una entrevista. En pocas palabras, dijo que arrepentirse y pedir perdón era ir en contra de los preceptos de las Farc. En este punto y con todo lo que ha pasado, creemos que no va a haber perdón, ni no repetición, ni verdad.
En el proceso, la JEP le pidió concepto a unos expertos en Derecho Internacional Humanitario y una de las expertas dijo que el carrobomba, como arma, se asemejaba mucho a una mina antipersonal y que, en esa medida, no era un arma legal, ¿usted qué piensa de esa analogía?
En primer lugar, una mina es un explosivo pequeño, con un radio de acción muy pequeño, que le hace daño a la persona que la pisa y a algunos alrededor, no como el carrobomba, que, segundo, es un arma no convencional. Las minas las manejan diferentes ejércitos del mundo, a pesar de estar limitadas por la convención de Ottawa y demás. Con un carrobomba se le puede hacer daño a cualquier persona: en la Escuela Superior de Guerra, el supuesto objetivo era la base, pero terminaron afectando a 18 alumnos de la Universidad Militar. Estaríamos diciendo, entonces, que podemos utilizar cualquier tipo de armas sin ninguna repercusión, aunque se afecte a más personas que el blanco inicial.
¿Qué le parece que hace falta para que se haga justicia en este caso?
Lo que nosotros esperábamos era que, independientemente de lo que le concedieran a esta señora, las Farc reconocieran su responsabilidad. Además, que pidieran perdón, no solo a las víctimas, sino al país y a la institucionalidad. Aparte de eso, que dijeran la verdad, que nos repararan (no económica, sino simbólicamente). Nada de eso está sucediendo: ellos están diciendo que lo que hicieron estuvo bien y que lo hicieron de una manera correcta. Los que se desmovilizaron, no están mostrando su arrepentimiento ni mucho menos. Por el contrario, le están dando argumentos a quienes continúan en el actuar violento para que sigan en esas.
¿Usted cómo sobrevivió ese día?
Yo pienso que sobreviví porque era la voluntad de Dios. En el momento en que el vehículo explotó, pensé que lo que había explotado era un computador que llevaba en la mano, porque fue demasiado cerca, yo estaba a menos de diez metros. Yo logré esconderme detrás de un vehículo. Herido y demás, pero logré esconderme. Cuando ya recuperé un poco la consciencia, en medio de la zonzera, vi todas las latas y escombros que levantó la explosión y di gracias por haber sobrevivido. Que ese día no hubiera habido muertos es algo que no terminamos de explicarnos. Sabíamos, desde que iniciamos nuestra vida militar, que nuestra misión siempre sería defender al país y que nuestras vidas estaban en riesgo, pero esta actuación directa contra nosotros, que estábamos en total indefensión, no se puede defender con ningún argumento.