Tras cacerolazo en apoyo al paro, reclusas del Buen Pastor denuncian represalias
Tres jóvenes investigadas por su supuesta participación en la bomba que estalló en el centro comercial Andino en 2017, denunciaron que una dragoneante del Inpec se llevó libros y cuadernos en donde tenían anotados números de contacto e información jurídica sobre su proceso. Lo habría hecho, al parecer, sin el correcto procedimiento legal.
Redacción Judicial
Hacia las cuatro de la tarde de este sábado 23 de noviembre, una dragoneante del Inpec ingresó al patio 6 de la cárcel El Buen Pastor en Bogotá y les dijo a Lina Vanessa Jiménez, Alejandra Méndez Molano y Lizeth Rodríguez que el material que tenían en su taller de trabajo era sospechoso. La funcionaria leyó alguna páginas de lo que le pareció extraño: unas de una edición de Rayuela, de Julio Cortázar, otras de el Segundo Sexo de Simone de Beauvoir, y otras cuantas de una autobiografía de Nelson Mandela.
(En contexto: Fiscalía destapa sus cartas en la investigación por el atentado en Andino)
Esta es la denuncia de las tres jóvenes que se encuentran en esta prisión de la capital por sus supuestos vínculos con bomba que estalló en el baño de mujeres del segundo piso del centro comercial Andino en junio 2017. Ellas, además, explicaron que la dragoneante también se les llevó cuadernos en donde Lizeth Rodríguez tenía anotados todos los contactos, incluidos los de sus abogados, apuntes jurídicos claves sobre su proceso y un diario de campo que empezó a llenar hace poco para un trabajo académico.
Las tres jóvenes coinciden en que la operación, que denuncian fue irregular, es una represalia pues todas participaron del cacerolazo en la tarde del pasado viernes en apoyo al paro nacional que ya cumple tres días, con concentraciones masivas en Bogotá. Explicaron que nadie les advirtió las consecuencias de su participación de esta demostración pacífica y que en ningún momento de la tarde o noche del viernes, ni una palabra se habló del tema. Hasta las cuatro de la tarde de este sábado.
(Le puede interesar: Anulan parcialmente acusación contra señalada en caso Andino)
Ante las nulas explicaciones de la dragoneantes de por qué se les iba a llevar sus pertenencias, una de ellas pidió presencia de Policía Judicial para que fueran los funcionarios entrenados para llevarse el material “sospechoso” los que dejaran por escrito qué era lo que se llevaban. Esto, principalmente, para evitar que cambie el estado de los objetos o que se añadan otros que nada tiene que ver con ellas. Sin embargo, la petición no fue escuchada. La dragoneante se llevó lo que encontró en el taller.
Sobre el caso, fuentes del Inpec señalaron que “efectivamente (el caso) obedece a un procedimiento de seguridad en ese patio. Fue un procedimiento adelantado por el funcionario encargado de la seguridad del patio según el reporte. El director del Eron va a revisar con más detalle el caso. La novedad fue reportada por el funcionario y en su informe manifestó que se decomisaron elementos prohibidos”.
(Lea también: Víctimas del atentado del Centro Comercial Andino confían que el hecho no va a quedar impune)
Las jóvenes agregaron que, luego de que la dragoneante les quitó sus pertenencias, cerró el taller con candado, no sin antes guardar allí unas bolsas de plástico que no son de ellas. Adentro habría un destornillador y un cargador de teléfono que reclusas de otros pisos lanzaron hacia el vacío que hay en el centro del edificio. “En cualquier momento lo abren y dicen que eso es de nosotras”, agregaron. El Inpec reiteró que ya está en las tareas para revisar el tema.
Hacia las cuatro de la tarde de este sábado 23 de noviembre, una dragoneante del Inpec ingresó al patio 6 de la cárcel El Buen Pastor en Bogotá y les dijo a Lina Vanessa Jiménez, Alejandra Méndez Molano y Lizeth Rodríguez que el material que tenían en su taller de trabajo era sospechoso. La funcionaria leyó alguna páginas de lo que le pareció extraño: unas de una edición de Rayuela, de Julio Cortázar, otras de el Segundo Sexo de Simone de Beauvoir, y otras cuantas de una autobiografía de Nelson Mandela.
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Esta es la denuncia de las tres jóvenes que se encuentran en esta prisión de la capital por sus supuestos vínculos con bomba que estalló en el baño de mujeres del segundo piso del centro comercial Andino en junio 2017. Ellas, además, explicaron que la dragoneante también se les llevó cuadernos en donde Lizeth Rodríguez tenía anotados todos los contactos, incluidos los de sus abogados, apuntes jurídicos claves sobre su proceso y un diario de campo que empezó a llenar hace poco para un trabajo académico.
Las tres jóvenes coinciden en que la operación, que denuncian fue irregular, es una represalia pues todas participaron del cacerolazo en la tarde del pasado viernes en apoyo al paro nacional que ya cumple tres días, con concentraciones masivas en Bogotá. Explicaron que nadie les advirtió las consecuencias de su participación de esta demostración pacífica y que en ningún momento de la tarde o noche del viernes, ni una palabra se habló del tema. Hasta las cuatro de la tarde de este sábado.
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Ante las nulas explicaciones de la dragoneantes de por qué se les iba a llevar sus pertenencias, una de ellas pidió presencia de Policía Judicial para que fueran los funcionarios entrenados para llevarse el material “sospechoso” los que dejaran por escrito qué era lo que se llevaban. Esto, principalmente, para evitar que cambie el estado de los objetos o que se añadan otros que nada tiene que ver con ellas. Sin embargo, la petición no fue escuchada. La dragoneante se llevó lo que encontró en el taller.
Sobre el caso, fuentes del Inpec señalaron que “efectivamente (el caso) obedece a un procedimiento de seguridad en ese patio. Fue un procedimiento adelantado por el funcionario encargado de la seguridad del patio según el reporte. El director del Eron va a revisar con más detalle el caso. La novedad fue reportada por el funcionario y en su informe manifestó que se decomisaron elementos prohibidos”.
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Las jóvenes agregaron que, luego de que la dragoneante les quitó sus pertenencias, cerró el taller con candado, no sin antes guardar allí unas bolsas de plástico que no son de ellas. Adentro habría un destornillador y un cargador de teléfono que reclusas de otros pisos lanzaron hacia el vacío que hay en el centro del edificio. “En cualquier momento lo abren y dicen que eso es de nosotras”, agregaron. El Inpec reiteró que ya está en las tareas para revisar el tema.