Amenazas, agresiones y muerte: así es ser periodista en México
Rubén Pat, director del sitio digital Playa News, de Playa del Carmen, en el Caribe mexicano, fue asesinado. Van siete periodistas muertos este año en ese país.
Angélica Lagos Camargo
A Rubén Pat le dispararon en uno de los balnearios mexicanos a donde más llegan turistas de Estados Unidos y Europa, días después de haber denunciado haber sido detenido, amenazado y torturado por policías. Con él ya son siete los periodistas asesinados en 2018 en México. La sección de Reporteros sin Fronteras en América Latina denunció que Pat había recibido amenazas y pese a ello se le otorgó una protección limitada (un botón de pánico, que es una línea de comunicación directa con las autoridades y un GPS) de parte del gubernamental Mecanismo de Protección para Personas Defensoras de Derechos Humanos y Periodistas.
En Quintana Roo, donde se localizan los mayores destinos turísticos internacionales de México, entre ellos Cancún, se ha registrado un repunte en la violencia ligada al narcotráfico con 279 asesinatos en el primer semestre de 2018, según la ONG Semáforo Delictivo.
La incidencia de crímenes contra periodistas en México se concentra en entidades con fuerte presencia del crimen organizado que muchas veces se colude con las autoridades locales y busca amedrentar a los reporteros que denuncian estas actividades. Los otros cinco crímenes este año tuvieron lugar en Tamaulipas (noreste), con dos asesinatos; Veracruz (este), Guerrero (sur) y Tabasco (este). México es uno de los países más peligrosos para ejercer el periodismo. Desde el año 2000 suman más de 113 los reporteros asesinados, según recuentos de organizaciones defensoras de la libertad de expresión. La gran mayoría de estos crímenes han quedado impunes.
Según Reporteros sin Fronteras en 2017, 66 periodistas fueron asesinados, 12 en México y 12 en Siria, país en guerra desde hace seis años. “En México, donde imperan los carteles del narcotráfico, los periodistas abordan temas como el crimen organizado o la corrupción de los políticos, sufren de manera sistemática amenazas, agresiones y pueden ser ejecutados a sangre fría”, decía el reporte. Así se hace periodismo en México.
(Puede leer: Otro periodista asesinado en México. La cifra asciende a 7 en lo que va del 2018)
“Hay muertos que es mejor dejar en paz”
David Ed Castellanos Terán, corresponsal y columnista en TamaulipasSer periodista en México puede ser tan riesgoso y apasionante como en cualquier otra parte del mundo, la diferencia está en la delgada línea que existe entre los delincuentes y los gobernantes mexicanos, quienes en muchos de los casos son los que intimidan, amenazan o piden el favor para que guardes silencio. La delincuencia también tiene sus jefes de prensa como toda estructura gubernamental, que igual ocupa su espacio en el poder no reconocido por la Constitución, me refiero obviamente a la delincuencia organizada y carteles de la droga. Políticos, narcos y sicarios, todos están al pendiente de todo, todos los días y a todas horas, nada se les escapa, por eso debes ser muy cuidadoso con tus textos, porque si ellos consideran que interfieren en sus intereses económicos y de poder, comienzan las llamadas amenazantes; gracias a Dios sé en dónde comienza mi autocensura.
Hay días de inmensa calma, otros en los que no paras y en ocasiones momentos en que prefieres no ser visto ni por tus compañeros periodistas con los que convives día con día; hay quien dice que es paranoia o exageración, un servidor sólo cree y apuesta por la precaución; el periodista pega con su trabajo y olvida, pero el que fue evidenciado y expuesto al escrutinio público jamás perdona.
Lo más triste de todo es cuando no reportas nada, absolutamente nada de lo que te hayas enterado porque te expones demasiado. “Hay muertos que a veces se deben dejar en paz”, esta es una frase que me regaló una exjefa y la recuerdo en este momento. Así sucede, eres sordo, ciego y mudo ante el poderío de los pistoleros. La opción más arriesgada y difícil, que es la de entrarle al tema con todo, a sabiendas de que no habrá marcha atrás y tu vida pende del punto final que vendrá en tu nota periodística, el mismo signo de puntuación que puede significar el fin de tu vida.
(Puede leer: Así escribía sobre narcos Javier Valdez)
“Trabajamos en zozobra diariamente”
Jorge Caballero, reportero del diario “La Jornada” de MéxicoEn los recientes 18 años el periodismo en México es considerado una profesión de alto riesgo, al grado de ser considerado el país más peligroso del mundo para ejercerlo. El creciente aumento del narcotráfico y crimen organizado se ha incrustado en prácticamente todos los niveles de las instituciones mexicanas, desde el político hasta el social, desde el económico hasta el ejército, provocando que los periodistas trabajemos en la zozobra diariamente.
El problema se acentúa en los compañeros que trabajan en los estados de la República Mexicana, donde se han registrado la mayor parte de los poco más de 133 asesinatos de periodistas desde el año 2000 hasta el pasado mes de mayo; incluso hay una cantidad de compañeros que han tenido que refugiarse en los estados sureños de Estados Unidos, principalmente en la ciudad fronteriza de El Paso, Texas, por las amenazas de muerte que han sufrido.
Sería una exageración decir que diariamente los periodistas en México nos jugamos la vida cubriendo la noticia diaria, pero sí salimos a la calle con la sensación que nuestra profesión es de alto riesgo.
(Le puede interesar: En 2017 hubo 53 periodistas asesinados y 336 encarcelados en el mundo)
“Las vidas de algunos cambiaron por culpa del crimen organizado”
Carolina Rivera, periodista Grupo MilenioSin duda lo que vivimos los periodistas en Ciudad de México es muy distinto a lo que viven los compañeros de estados donde está más arraigada la violencia. Eso forma parte de su día a día y tienen esquemas de seguridad totalmente diferentes a los que cubrimos desde la ciudad. Tenemos compañeros en estados como Veracruz, Chihuahua, Baja California, Tamaulipas y Guanajuato) que viven con escoltas y están resguardados todo el tiempo, sus vidas personales cambiaron por culpa del crimen organizado. En Milenio hay compañeros que han sufrido agresiones directas o compañeros a quienes en una cobertura los han encañonado y les han quitado sus equipos.
Se deben tomar previsiones cuando sales. Estuve recientemente en Chilpancingo (estado de Guerrero) y tuve que tomar medidas porque tú vas y haces tu trabajo, pero el corresponsal se queda enfrentando el riesgo diario. Cualquier comentario o investigación que hagas le puede afectar su vida, debes ser cuidadoso con la información que manejas o cómo la dices. En provincia tienen a los periodistas identificados, qué escriben, qué hacen, saben todo. En este estado todos trabajan protegiéndose unos a otros, porque el Estado no les da herramientas para hacer su trabajo. En Ciudad de México ha habido casos de periodistas agredidos por las autoridades.
(Ver más: La aniquilación de los periodistas mexicanos)
“Si publicamos algo del crimen organizado estamos firmando nuestra sentencia de muerte”
Ernesto Martínez, Radio Línea Directa, Culiacán (Sinaloa)Llevo 20 años cubriendo la nota roja, es decir, soy un veterano en los temas policiales, pero hasta hace poco conocí la realidad de lo que Colombia vivió en la década de los 80 y los 90. Aunque el contexto es distinto, el problema es el mismo: tuvimos un fenómeno en nuestra región, noroeste de México, todo Sinaloa, en donde estalló una guerra entre dos familias del narcotráfico: los Beltrán Leyva y los Guzmán Loera. Eso se bautizó como la narcoguerra y desde entonces quedamos en el fuego cruzado. En los primeros años sucedieron muchas muertes de policías, civiles y también fuimos blanco de múltiples agresiones. Por eso tuvimos que implementar un protocolo de autoprotección y autodefensa. Ningún jefe nos dijo algo o las autoridades nos ayudaron a protegernos. Nunca nos dieron un curso de periodismo de alto riesgo. Y lo era.
Sufrimos golpes, agresiones, detenciones por horas sin motivo, nos quitaban los equipos… simplemente porque hacíamos nuestro trabajo. Decidimos desde entonces ir todos los periodistas juntos a cubrir una nota, se acabó eso de la exclusiva, estábamos en medio de la guerra y teníamos que hacer el trabajo diferente. En nuestra vida personal cambiamos rutas a diario, no íbamos solos y dejamos de responder a llamadas anónimas que nos informaban de hechos violentos en algunas zonas. Varias fueron emboscadas a periodistas. Hoy, a pesar de las constantes muertes de periodistas, la situación está un poco más relajada. El entorno sigue siendo muy grave, no hemos caído en la autocensura total, pero nos cuidamos: es decir, que si publicamos algo que es del crimen organizado, estamos firmando nuestra sentencia de muerte. Sufrí golpes, pero seguí haciendo mi trabajo: cubrir todos los grupos. He visto caer amigos como Javier Valdez, asesinado en mayo de 2017, pero sigo haciendo mi trabajo de la mejor manera posible.
Le recomendamos: (ONU pide a México investigar asesinato de periodista)
“Un cartel me amenazó por un trabajo de narcomenudeo en el DF”
David Fuentes, periodista “El Universal”Fui amenazado por un trabajo de narcomenudeo y venta de drogas en El Frontón y otros espacios de Ciudad Universitaria en Ciudad de México. Tuve la suerte de estar en la capital y eso neutralizó al cartel que me amenazó y organizaciones de defensa de periodismo, la Procuraduría y otros entes se ocuparon de mi caso con más diligencia. Sin embargo, los programas de protección a periodistas son muy deficientes, no hay garantía de nada. De hecho, Javier Valdez, asesinado en 2017, tenía un esquema de protección. Además, es muy difícil como reaccionan las autoridades. Lo primero que dijeron en mi caso es que en Ciudad de México no hay carteles ni organizaciones delictivas… Eso fue ya hace un año y hasta ahora no se sabe nada de las amenazas que me llegaron. Tuve que seguir trabajando, haciendo mi trabajo. El medio en el que estoy me dio garantías, pero con algo así la vida te cambia. En el interior del país es más grave. La vida te cambia, vas manejando y cuando cambia la luz a rojo no sabes si el que está a lado te va a disparar, piensas en tu familia, en todo. Es vivir con susto.
“Ya no reporto, estoy apartado del peligro”
Guillermo Rodríguez Ortiz, Portal Noroteste (Veracruz)En la actualidad, ser periodista en México, y sobre todo en Veracruz, significa un riesgo por los altos índices de inseguridad y violencia que vive nuestro país. Si bien es cierto que algunas fuentes como son cultura, sociales, tecnología o salud no son peligrosas, los temas políticos y de narcotráfico se convierten en motivo de preocupación y peligro. Muchos compañeros saben que desempeñar su labor conlleva ser precavidos al momento de redactar para no afectar los intereses de aquellos que pudieran atentar en su contra. En junio de 2012 mi compañero Víctor Manuel Báez Chino, editor de la sección policiaca del periódico “Milenio el Portal” fue “levantado” y asesinado. Su cuerpo fue encontrado mutilado al día siguiente de su desaparición. Esto sucedió en la ciudad de Xalapa, capital del estado mexicano de Veracruz. Me he dedicado a actividades de diseño editorial y planeación, con eso estoy apartado del peligro.
"Aquí todos los malos tienen nuestros teléfonos"
Carlos Pérez, Seudónimo de un periodista mexicano que trabaja en Reynosa, Tamaulipas, frontera con Estados Unidos.Tengo 32 años, doce dedicados al periodismo en un canal de televisión nacional, tuve que usar un seudónimo para hacer mi trabajo. Salgo de casa y siempre me encomiendo a Dios. Siempre llegamos primero a un hecho violento que las autoridades reportan y allí vemos cómo los grupos de narcos se llevan cuerpos, se roban cosas o plantan otras. Nos prohíben decir algo. Aquí todos los malos tienen los teléfonos y direcciones de nosotros los periodistas.... He visto morir a varios.
(Le puede interesar: ¿Qué está pasando en México?)
"El crimen organizado es apenas una de las amenazas para los periodistas en México"
Javier Garza, periodista y colaborador en diversos medios de comunicación como Imagen RadioSer periodista en México significa ejercer una de las profesiones más peligrosas que existen en el país, pero significa también estar al pendiente de los abusos, al pendiente de la corrupción para tratar de exhibirlo. A veces parece que los periodistas publicamos y revelamos y pareciera que no pasa nada y efectivamente la impunidad en los casos de corrupción es atroz, pero bueno. Necesitamos seguir insistiendo en nuestro trabajo, exigir la rendición de cuentas.
A veces fuera de México parece o se crea la impresión de que el principal riesgo es la cobertura del crimen organizado porque parece que es el que más agrede periodistas. Si lo vemos por números esto en realidad no es cierto. Funcionarios públicos, fuerzas de seguridad y actores políticos militantes de partidos son los principales agresores, al menos de acuerdo con las cifras de Artículo 19, que es el que hace reportes anuales. Más de la mitad se les atribuyen a funcionarios públicos o fuerzas de seguridad. Pero como esto son en general intimidaciones, amenazas, acosos, en algunos casos violencia física como golpes, no generan tanta atención como por ejemplo los asesinatos de periodistas, los secuestros, los ataques armados en contra de las instalaciones de medios que estos sí provienen del crimen organizado.
Entonces, en el caso del crimen organizado parece que es el principal agresor de periodistas porque es el que comete las agresiones que son más visibles como los homicidios, por ejemplo. Aunque también de manera creciente vemos una combinación un poco siniestra de funcionarios públicos con crimen organizado que están agrediendo a periodistas que hacen coberturas críticas de negocios criminales de colusión, de crimen organizado, de las actividades de criminales, de corrupción gubernamental, de abuso de poder por parte de autoridades particularmente locales.
Porque hay que resaltar que la gran mayoría de los periodistas que son agredidos, acosados e intimidados vienen de medios locales que están haciendo investigaciones sobre alcaldes o funcionarios estatales y como son locales pues en muchas ocasiones pasan desapercibidos.
A Rubén Pat le dispararon en uno de los balnearios mexicanos a donde más llegan turistas de Estados Unidos y Europa, días después de haber denunciado haber sido detenido, amenazado y torturado por policías. Con él ya son siete los periodistas asesinados en 2018 en México. La sección de Reporteros sin Fronteras en América Latina denunció que Pat había recibido amenazas y pese a ello se le otorgó una protección limitada (un botón de pánico, que es una línea de comunicación directa con las autoridades y un GPS) de parte del gubernamental Mecanismo de Protección para Personas Defensoras de Derechos Humanos y Periodistas.
En Quintana Roo, donde se localizan los mayores destinos turísticos internacionales de México, entre ellos Cancún, se ha registrado un repunte en la violencia ligada al narcotráfico con 279 asesinatos en el primer semestre de 2018, según la ONG Semáforo Delictivo.
La incidencia de crímenes contra periodistas en México se concentra en entidades con fuerte presencia del crimen organizado que muchas veces se colude con las autoridades locales y busca amedrentar a los reporteros que denuncian estas actividades. Los otros cinco crímenes este año tuvieron lugar en Tamaulipas (noreste), con dos asesinatos; Veracruz (este), Guerrero (sur) y Tabasco (este). México es uno de los países más peligrosos para ejercer el periodismo. Desde el año 2000 suman más de 113 los reporteros asesinados, según recuentos de organizaciones defensoras de la libertad de expresión. La gran mayoría de estos crímenes han quedado impunes.
Según Reporteros sin Fronteras en 2017, 66 periodistas fueron asesinados, 12 en México y 12 en Siria, país en guerra desde hace seis años. “En México, donde imperan los carteles del narcotráfico, los periodistas abordan temas como el crimen organizado o la corrupción de los políticos, sufren de manera sistemática amenazas, agresiones y pueden ser ejecutados a sangre fría”, decía el reporte. Así se hace periodismo en México.
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“Hay muertos que es mejor dejar en paz”
David Ed Castellanos Terán, corresponsal y columnista en TamaulipasSer periodista en México puede ser tan riesgoso y apasionante como en cualquier otra parte del mundo, la diferencia está en la delgada línea que existe entre los delincuentes y los gobernantes mexicanos, quienes en muchos de los casos son los que intimidan, amenazan o piden el favor para que guardes silencio. La delincuencia también tiene sus jefes de prensa como toda estructura gubernamental, que igual ocupa su espacio en el poder no reconocido por la Constitución, me refiero obviamente a la delincuencia organizada y carteles de la droga. Políticos, narcos y sicarios, todos están al pendiente de todo, todos los días y a todas horas, nada se les escapa, por eso debes ser muy cuidadoso con tus textos, porque si ellos consideran que interfieren en sus intereses económicos y de poder, comienzan las llamadas amenazantes; gracias a Dios sé en dónde comienza mi autocensura.
Hay días de inmensa calma, otros en los que no paras y en ocasiones momentos en que prefieres no ser visto ni por tus compañeros periodistas con los que convives día con día; hay quien dice que es paranoia o exageración, un servidor sólo cree y apuesta por la precaución; el periodista pega con su trabajo y olvida, pero el que fue evidenciado y expuesto al escrutinio público jamás perdona.
Lo más triste de todo es cuando no reportas nada, absolutamente nada de lo que te hayas enterado porque te expones demasiado. “Hay muertos que a veces se deben dejar en paz”, esta es una frase que me regaló una exjefa y la recuerdo en este momento. Así sucede, eres sordo, ciego y mudo ante el poderío de los pistoleros. La opción más arriesgada y difícil, que es la de entrarle al tema con todo, a sabiendas de que no habrá marcha atrás y tu vida pende del punto final que vendrá en tu nota periodística, el mismo signo de puntuación que puede significar el fin de tu vida.
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“Trabajamos en zozobra diariamente”
Jorge Caballero, reportero del diario “La Jornada” de MéxicoEn los recientes 18 años el periodismo en México es considerado una profesión de alto riesgo, al grado de ser considerado el país más peligroso del mundo para ejercerlo. El creciente aumento del narcotráfico y crimen organizado se ha incrustado en prácticamente todos los niveles de las instituciones mexicanas, desde el político hasta el social, desde el económico hasta el ejército, provocando que los periodistas trabajemos en la zozobra diariamente.
El problema se acentúa en los compañeros que trabajan en los estados de la República Mexicana, donde se han registrado la mayor parte de los poco más de 133 asesinatos de periodistas desde el año 2000 hasta el pasado mes de mayo; incluso hay una cantidad de compañeros que han tenido que refugiarse en los estados sureños de Estados Unidos, principalmente en la ciudad fronteriza de El Paso, Texas, por las amenazas de muerte que han sufrido.
Sería una exageración decir que diariamente los periodistas en México nos jugamos la vida cubriendo la noticia diaria, pero sí salimos a la calle con la sensación que nuestra profesión es de alto riesgo.
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“Las vidas de algunos cambiaron por culpa del crimen organizado”
Carolina Rivera, periodista Grupo MilenioSin duda lo que vivimos los periodistas en Ciudad de México es muy distinto a lo que viven los compañeros de estados donde está más arraigada la violencia. Eso forma parte de su día a día y tienen esquemas de seguridad totalmente diferentes a los que cubrimos desde la ciudad. Tenemos compañeros en estados como Veracruz, Chihuahua, Baja California, Tamaulipas y Guanajuato) que viven con escoltas y están resguardados todo el tiempo, sus vidas personales cambiaron por culpa del crimen organizado. En Milenio hay compañeros que han sufrido agresiones directas o compañeros a quienes en una cobertura los han encañonado y les han quitado sus equipos.
Se deben tomar previsiones cuando sales. Estuve recientemente en Chilpancingo (estado de Guerrero) y tuve que tomar medidas porque tú vas y haces tu trabajo, pero el corresponsal se queda enfrentando el riesgo diario. Cualquier comentario o investigación que hagas le puede afectar su vida, debes ser cuidadoso con la información que manejas o cómo la dices. En provincia tienen a los periodistas identificados, qué escriben, qué hacen, saben todo. En este estado todos trabajan protegiéndose unos a otros, porque el Estado no les da herramientas para hacer su trabajo. En Ciudad de México ha habido casos de periodistas agredidos por las autoridades.
(Ver más: La aniquilación de los periodistas mexicanos)
“Si publicamos algo del crimen organizado estamos firmando nuestra sentencia de muerte”
Ernesto Martínez, Radio Línea Directa, Culiacán (Sinaloa)Llevo 20 años cubriendo la nota roja, es decir, soy un veterano en los temas policiales, pero hasta hace poco conocí la realidad de lo que Colombia vivió en la década de los 80 y los 90. Aunque el contexto es distinto, el problema es el mismo: tuvimos un fenómeno en nuestra región, noroeste de México, todo Sinaloa, en donde estalló una guerra entre dos familias del narcotráfico: los Beltrán Leyva y los Guzmán Loera. Eso se bautizó como la narcoguerra y desde entonces quedamos en el fuego cruzado. En los primeros años sucedieron muchas muertes de policías, civiles y también fuimos blanco de múltiples agresiones. Por eso tuvimos que implementar un protocolo de autoprotección y autodefensa. Ningún jefe nos dijo algo o las autoridades nos ayudaron a protegernos. Nunca nos dieron un curso de periodismo de alto riesgo. Y lo era.
Sufrimos golpes, agresiones, detenciones por horas sin motivo, nos quitaban los equipos… simplemente porque hacíamos nuestro trabajo. Decidimos desde entonces ir todos los periodistas juntos a cubrir una nota, se acabó eso de la exclusiva, estábamos en medio de la guerra y teníamos que hacer el trabajo diferente. En nuestra vida personal cambiamos rutas a diario, no íbamos solos y dejamos de responder a llamadas anónimas que nos informaban de hechos violentos en algunas zonas. Varias fueron emboscadas a periodistas. Hoy, a pesar de las constantes muertes de periodistas, la situación está un poco más relajada. El entorno sigue siendo muy grave, no hemos caído en la autocensura total, pero nos cuidamos: es decir, que si publicamos algo que es del crimen organizado, estamos firmando nuestra sentencia de muerte. Sufrí golpes, pero seguí haciendo mi trabajo: cubrir todos los grupos. He visto caer amigos como Javier Valdez, asesinado en mayo de 2017, pero sigo haciendo mi trabajo de la mejor manera posible.
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David Fuentes, periodista “El Universal”Fui amenazado por un trabajo de narcomenudeo y venta de drogas en El Frontón y otros espacios de Ciudad Universitaria en Ciudad de México. Tuve la suerte de estar en la capital y eso neutralizó al cartel que me amenazó y organizaciones de defensa de periodismo, la Procuraduría y otros entes se ocuparon de mi caso con más diligencia. Sin embargo, los programas de protección a periodistas son muy deficientes, no hay garantía de nada. De hecho, Javier Valdez, asesinado en 2017, tenía un esquema de protección. Además, es muy difícil como reaccionan las autoridades. Lo primero que dijeron en mi caso es que en Ciudad de México no hay carteles ni organizaciones delictivas… Eso fue ya hace un año y hasta ahora no se sabe nada de las amenazas que me llegaron. Tuve que seguir trabajando, haciendo mi trabajo. El medio en el que estoy me dio garantías, pero con algo así la vida te cambia. En el interior del país es más grave. La vida te cambia, vas manejando y cuando cambia la luz a rojo no sabes si el que está a lado te va a disparar, piensas en tu familia, en todo. Es vivir con susto.
“Ya no reporto, estoy apartado del peligro”
Guillermo Rodríguez Ortiz, Portal Noroteste (Veracruz)En la actualidad, ser periodista en México, y sobre todo en Veracruz, significa un riesgo por los altos índices de inseguridad y violencia que vive nuestro país. Si bien es cierto que algunas fuentes como son cultura, sociales, tecnología o salud no son peligrosas, los temas políticos y de narcotráfico se convierten en motivo de preocupación y peligro. Muchos compañeros saben que desempeñar su labor conlleva ser precavidos al momento de redactar para no afectar los intereses de aquellos que pudieran atentar en su contra. En junio de 2012 mi compañero Víctor Manuel Báez Chino, editor de la sección policiaca del periódico “Milenio el Portal” fue “levantado” y asesinado. Su cuerpo fue encontrado mutilado al día siguiente de su desaparición. Esto sucedió en la ciudad de Xalapa, capital del estado mexicano de Veracruz. Me he dedicado a actividades de diseño editorial y planeación, con eso estoy apartado del peligro.
"Aquí todos los malos tienen nuestros teléfonos"
Carlos Pérez, Seudónimo de un periodista mexicano que trabaja en Reynosa, Tamaulipas, frontera con Estados Unidos.Tengo 32 años, doce dedicados al periodismo en un canal de televisión nacional, tuve que usar un seudónimo para hacer mi trabajo. Salgo de casa y siempre me encomiendo a Dios. Siempre llegamos primero a un hecho violento que las autoridades reportan y allí vemos cómo los grupos de narcos se llevan cuerpos, se roban cosas o plantan otras. Nos prohíben decir algo. Aquí todos los malos tienen los teléfonos y direcciones de nosotros los periodistas.... He visto morir a varios.
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"El crimen organizado es apenas una de las amenazas para los periodistas en México"
Javier Garza, periodista y colaborador en diversos medios de comunicación como Imagen RadioSer periodista en México significa ejercer una de las profesiones más peligrosas que existen en el país, pero significa también estar al pendiente de los abusos, al pendiente de la corrupción para tratar de exhibirlo. A veces parece que los periodistas publicamos y revelamos y pareciera que no pasa nada y efectivamente la impunidad en los casos de corrupción es atroz, pero bueno. Necesitamos seguir insistiendo en nuestro trabajo, exigir la rendición de cuentas.
A veces fuera de México parece o se crea la impresión de que el principal riesgo es la cobertura del crimen organizado porque parece que es el que más agrede periodistas. Si lo vemos por números esto en realidad no es cierto. Funcionarios públicos, fuerzas de seguridad y actores políticos militantes de partidos son los principales agresores, al menos de acuerdo con las cifras de Artículo 19, que es el que hace reportes anuales. Más de la mitad se les atribuyen a funcionarios públicos o fuerzas de seguridad. Pero como esto son en general intimidaciones, amenazas, acosos, en algunos casos violencia física como golpes, no generan tanta atención como por ejemplo los asesinatos de periodistas, los secuestros, los ataques armados en contra de las instalaciones de medios que estos sí provienen del crimen organizado.
Entonces, en el caso del crimen organizado parece que es el principal agresor de periodistas porque es el que comete las agresiones que son más visibles como los homicidios, por ejemplo. Aunque también de manera creciente vemos una combinación un poco siniestra de funcionarios públicos con crimen organizado que están agrediendo a periodistas que hacen coberturas críticas de negocios criminales de colusión, de crimen organizado, de las actividades de criminales, de corrupción gubernamental, de abuso de poder por parte de autoridades particularmente locales.
Porque hay que resaltar que la gran mayoría de los periodistas que son agredidos, acosados e intimidados vienen de medios locales que están haciendo investigaciones sobre alcaldes o funcionarios estatales y como son locales pues en muchas ocasiones pasan desapercibidos.