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La crisis abierta en plena pandemia, que en Brasil ha dejado más de 3.000 víctimas mortales, ha intensificado además el debate sobre la capacidad del presidente, Jair Bolsonaro, para seguir en su cargo. Sí, el terremoto que sacude al mandatario va tomando fuerza y podría llevarlo al peor de los escenarios, es decir, un juicio político.
Al caso de Sergio Moro, quien renunció este viernes al ministerio de Justicia alegando "interferencias políticas" de Bolsonaro, se une el del ministro de Salud, Luiz Henrique Mandetta, cesado la semana pasada por oponerse a relajar las medidas de distanciamiento para luchar contra el coronavirus.
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Bolsonaro ha sido uno de los pocos mandatarios en el mundo en subestimar el alcance del virus, al que no ha dejado de minimizar, y ha abogado por reabrir el comercio lo antes posible, en contra de las recomendaciones sanitarias locales y mundiales.
A pesar de los numerosos pedidos de apertura de juicio político que pueden desembocar en la destitución de Bolsonaro, Rodrigo Maia, el presidente de la Cámara de Diputados y encargado de tramitar la solicitud, todavía no se ha pronunciado públicamente. El grueso de los partidos de centro-derecha con representación parlamentaria, claves para que salga adelante el proceso, tampoco han dado, de momento, señales sobre la idoneidad de abrir un juicio político.
El último proceso de este tipo es reciente en Brasil y ocurrió en 2016 y desembocó en la destitución de la entonces presidenta de izquierdas, Dilma Rousseff, por presuntas irregularidades fiscales en el manejo del presupuesto estatal.
Rifirrafe Bolsonaro-Moro
Bolsonaro usó las redes sociales para volver a atacar a Moro, considerado por muchos un héroe nacional por dirigir el caso "Lava Jato", la megaoperación anticorrupción que encarceló a decenas de empresarios y políticos, ente ellos el expresidente Luiz Inácio Lula de Silva.
El jefe de Estado de Brasil publicó una foto junto con su exministro y un texto en el que sugiere ingratitud por parte de Moro. Aseguró que siempre estuvo al lado del antiguo magistrado incluso cuando, a mediados de 2019, arreciaban críticas por su supuesta imparcialidad en el caso que llevó a la cárcel a Lula y algunos partidos políticos intentaban acabar con su reputación.
Moro respondió a Bolsonaro y afirmó que él también apoyó al presidente cuando "injustamente" le atacaron. "Sobre la reclamación en la red social del señor presidente sobre la supuesta ingratitud: también apoyé al PR (presidente) cuando él fue injustamente atacado. Pero preservar la PF (Policía Federal) de interferencia política es una cuestión institucional, de Estado de derecho, y no de relación personas", replicó Moro en Twitter.
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En su agria despedida el viernes, el antiguo juez justificó su marcha por el cese de Mauricio Valeixo como jefe de la Policía Federal sin un motivo aparente y denunció "interferencias políticas" de Bolsonaro en el nombramiento de un eventual sucesor.
Para muchos analistas, la clave de la destitución de Valeixo está en procesos que salpican directamente al entorno familiar del mandatario, concretamente a dos de sus hijos, el senador Flavio y el concejal de Rio de Janeiro Carlos.
Las insinuaciones de Moro, negadas vehementemente por Bolsonaro, llevaron a la Fiscalía brasileña a pedir al Tribunal Supremo determinar si hay motivos para abrir una investigación para saber si el presidente cometió un eventual delito de falsedad ideológica, coacción, prevaricación u obstrucción a la Justicia, entre otros.
El exmagistrado, quien denunció además suplantación de su firma en el decreto de cese de Valeixo, mostró en el telediario del canal Globo algunos mensajes de móviles que supuestamente respaldarían su versión.
¿Popularidad afectada?
A falta de que se empiecen a publicar sondeos, el adiós de Moro se interpreta como un duro golpe a la popularidad del Ejecutivo de Bolsonaro. Actualmente el mandatario trabaja en la creación de un nuevo partido después de la tumultuosa desvinculación del pequeño PSL, siempre presumió de haber escogido perfiles técnicos para cada ministerio, sin dejarse influir por el tejemaneje de la política.
La marcha de Moro, que además de Justicia controlaba la Seguridad Pública, puede afectar su imagen de dirigente implacable contra la corrupción y el crimen organizado, la misma que le ayudó a ganar la elecciones a la Presidencia de Brasil en octubre de 2018.
Mientras se aguarda al sucesor de Moro, las miradas del mercado financiero están puestas en la continuidad de otro superministro, el de Economía, el neoliberal Paulo Guedes, considerado un pilar fundamental del hoy maltrecho Gobierno.
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En su conferencia de prensa del viernes, Bolsonaro hizo guiños a Guedes, impulsor de la reforma de las pensiones que tanto agradó a los mercados internacionales. Las turbulencias políticas hicieron al real depreciarse respecto al dólar y a la Bolsa a agravar sus pérdidas.
La denominada como ala militar, pieza clave en el Ejecutivo -el propio Bolsonaro llegó a capitán-, recogió con sorpresa y tristeza la dimisión del exjuez como ministro de Justicia. En declaraciones al diario "Folha de Sao Paulo", el vicepresidente, el general en la reserva Hamilton Mourao, aseguró que Moro "venía haciendo un buen trabajo", aunque aclaró que "la vida sigue".