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Cuando todo parecía encaminado a un acuerdo inminente entre Estados Unidos y los talibán, para poner fin a una de las guerras más largas y sangrientas de las últimas dos décadas en Afganistán, el presidente Donald Trump canceló los diálogos de forma inesperada. Sobre el papel todo parecía indicar que la decisión se debía a que los talibán seguían reivindicando ataques en la región, pero hay otros motivos que no hay que pasar por alto.
"Están muertas. Para mí, están muertas", sentenció el mandatario estadounidense desde la Casa Blanca, refiriéndose a los diálogos de paz que empezaron hace un año. Todo esto, luego de que, como antesala al anuncio de la medida, cancelara una reunión secreta que según dijo iba a mantener el domingo con líderes talibán en su residencia secundaria de Camp David.
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El cambio de actitud de Washington respecto a los talibán ya había quedado claro minutos antes, cuando Trump aseguró que las tropas estadounidenses estaban golpeando a los insurgentes afganos como nunca antes en la última década. "¡En los últimos cuatro días, hemos estado golpeando a nuestro enemigo más fuerte que nunca en los últimos diez años!", afirmó en Twitter.
Hasta este fin de semana habían crecido las expectativas sobre un acuerdo que permitiera dos grandes puntos: la retirada de miles de soldados estadounidenses de Afganistán, donde Washington tiene desplegados unos 13.000 militares. A cambio los talibanes iban a ofrecer garantías sobre una "reducción de la violencia" en el país.
Pero el atentado en Kabul la semana pasada cambió la situación, y Trump anunció la anulación de su reunión con líderes talibán, que se había mantenido en secreto hasta el momento.
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¿Hay otros motivos? Posiblemente, comenzando por el hecho de que más allá del incumplimiento de los talibán de no ejercer más violencia, el acuerdo entre ambas partes era inestable y peligroso. Ya la semana pasada se había planteado la posibilidad de que firmar un acuerdo podía terminar desatando un nuevo conflicto igual o más violento que el anterior.
Muchos se indignaron en Washington al enterarse de que representantes de los talibanes habían estado a punto de visitar esa residencia presidencial apenas tres días antes del 18 aniversario de los atentados del 11 de septiembre, perpetrados por los yihadistas de Al Qaida con el apoyo de los insurgentes afganos.
A lo que el mandatario contestó: "Muchas noticias falsas de que yo habría actuado contra el consejo del vicepresidente (Mike Pence) y varios asesores sobre una posible reunión con los talibanes en Camp David", tuiteó más temprano el mandatario. "¡Esta historia es falsa!".
¿Seguirán los conflictos?
Trump ha expresado varias veces su intención de sacar a Estados Unidos de conflictos que considera innecesarios para el país, como el de Siria o el de Afganistán, donde lleva 18 años implicado. Este particularmente es el más largo, costoso y sangriento que ha enfrentado EE. UU. en las últimas décadas.Washington atacó Afganistán en 2001, luego de lo sucedido contra las Torres Gemelas. El entonces presidente George W. Bush le exigió a Afganistán, que era gobernado por los talibán, entregar a su socio Osama bin Laden, responsable de los ataques. No lo hicieron y se desató una guerra que deja hasta el momento 38.000 víctimas, 3.812 de las cuales corresponden solo a la primera mitad de 2019. Ha sido también un conflicto costoso: Washington ha invertido US $800.000 millones.
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Y a pesar de la política proisraelí de Trump y de la presencia en su administración de halcones como el asesor de seguridad nacional, John Bolton, ha resistido a la tentación de golpear militarmente a Irán.
La salida de Afganistán, tras casi dos décadas de ineficaz intervención estadounidense, era una de sus prioridades, especialmente antes de presentarse a la reelección en 2020. El presidente repitió este lunes que quería salir de Afganistán "lo antes posible". Sin embargo, debido al atentado de la semana pasada, como dijo, o a otros problemas, ese objetivo parece haberse alejado.
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