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Un 23 de enero, pero de 1958, los habitantes de Venezuela se volcaron a las calles en gritos de júbilo. Los automóviles no hacían caso a las señales de tránsito y las campanas de las iglesias sonaban todas al tiempo. Los diarios reseñaban a los ciudadanos cargando en hombros a los militares y a los presos políticos. El dictador Marco Pérez Jiménez huyó del país, anunciaban las emisoras y en las calles, todos bajo un mismo grito, arengaban: “Ha caído el tirano. Ha caído el tirano. Viva la libertad”.
En la madrugada de ese día, Pérez Jiménez se dio por vencido y abordó un avión con destino a República Dominicana. El exilio del dictador fue el final de un proceso que se había venido gestando a todo lo largo del año anterior, con expresiones de descontento entre estudiantes, intelectuales, la Iglesia católica y con conspiraciones militares en gestación.
Este miércoles, como ha sido costumbre en los últimos años, los venezolanos celebrarán el “día de la democracia en Venezuela” en las calles. Tanto la oposición, encabezada por el presidente de la Asamblea Nacional, Juan Guaidó, como el oficialismo, de la mano de Diosdado Cabello, han anunciado que habrá “masivas” concentraciones en todo el país. Será el primer gran pulso callejero tras las protestas que dejaron unos 125 muertos entre abril y julio de 2017.
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“La concentración del 23 de enero se trata de una actividad para que el pueblo exija elecciones libres, el cese de la usurpación y Venezuela entre a un proceso de transición”, explica el diputado Williams Dávila de la Asamblea Nacional a El Espectador. “Es un momento para recordar la caída de Pérez Jiménez y de persuadir al círculo de poder de que no vale la pena seguir con un Maduro sin apoyo del pueblo”, agrega.
"Tenemos una cita histórica con nuestro país, con el futuro de nuestros hijos. Militar venezolano, mañana tenemos una cita histórica con el pueblo", clamó Juan Guaidó, el jefe del Parlamento, al convocar a la marcha.
Pero, así como la oposición saldrá a las calles, el oficialismo también anunció concentraciones. El presidente de la Asamblea Nacional Constituyente de Venezuela, Diosdado Cabello, notificó esta semana que el chavismo saldría este 23 de enero a apoyar “a recordarle al mundo que a Venezuela no se le vuelve a traicionar”. “Vamos para la calle a defender la Revolución Bolivariana y al presidente de la República, Nicolás Maduro", dijo el dirigente chavista.
Juan Guaidó
Presidente de la Asamblea Nacional
Mientra que, al llamar también a los oficialistas a marchar, el presidente Maduro pidió la "máxima movilización popular para defender la patria". "¡Mujeres a la calle!, ¡hombres a la calle!, ¡poder popular a la calle!, al combate, (...) a defender la paz", dijo.
Y es que para el chavismo la relación con el 23 de enero ha sido compleja. Poco después de asumir la jefatura de estado en 1999, el presidente Hugo Chávez fijó una posición clara respecto a la conmemoración de la caída del dictador Marco Pérez Jiménez: no había razones para celebrar nada. Ni marchas ni conmemoraciones.
“Nuestro pueblo ya no quiere ni siquiera recordar ni menos celebrar esa fecha (…) porque fue el nacimiento de un régimen de 40 años de desastre”, argumentaba Chávez. "Comenzó la historia de otra dictadura. Fue una traición a la voluntad y el sacrificio del pueblo y eso todos debemos saberlo", recordaba el dirigente venezolano.
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Chávez cuestionaba el Pacto de Punto Fijo, nombre de la alianza de gobernabilidad que suscribieron los principales partidos políticos venezolanos al término de la dictadura, como un "pacto de élites" que habría negado el acceso del pueblo al poder y que dejó por fuera de la coalición al partido comunista, entre otros movimientos políticos.
De hecho, durante sus primeros años de gobierno, la fecha del 23 de enero, tan destacada por los gobiernos anteriores, pareció destinada a perderse en la memoria.
Presidente de Venezuela (1999-2013)
"La última dictadura fue la del Pacto de Punto Fijo", dijo Chávez, ataviado con una chaqueta con los colores nacionales. "El pacto de punto fijo fue la traición al 23 de enero", agregó años después. A juicio del mandatario, la dictadura en Venezuela cayó el 6 de diciembre de 1998.
Pero en los últimos años el gobierno cambió su discurso frente al 23 de enero. Luego de que la oposición se apoderara de la fecha para protestar en contra del entonces gobierno de Hugo Chávez, en el 2002, tras el paro nacional del año anterior, el chavismo anunció que llevaría a cabo una marcha para recordar la fecha, como símbolo de una lucha contra quienes "traicionaron" ese mismo espíritu del 23 de enero: una clase política que, según el oficialismo, sólo usó el poder para su propio beneficio en los 40 años que le siguieron.
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“Es una fecha del pueblo. Ese fue el día, como sabemos, en que el pueblo se fue a las calles apoyado por algunos militares patriotas que ya se habían alzado el primero de enero de 1958 para derrocar al gobierno de Pérez Jiménez” expresó el mandatario.
Y, de hecho, durante los próximos años, el mandatario vincularía dos fechas claves: el 23 de enero de 1958 y el 4 de febrero de 1992, día en el que Chávez, junto con un grupo de militares, impulsarían un golpe de estado en contra del gobierno de Carlos Andrés Pérez. “Dos fechas que están íntimamente interrelacionadas a distancia”, según afirmó Chávez. El chavismo estableció entonces un paralelismo de la lucha del pueblo de 1958 con la Revolución Bolivariana.
Por eso, aunque esta fecha representa una celebración de carácter nacional, este miércoles Venezuela se encuentra dividida frente a este histórico festejo. Ambos sectores afirman que marchan para conmemorar la caída de Pérez Jiménez y por la democracia, pero sus motivaciones son opuestas. Mientras que la oposición lo hace para exigirle al Gobierno elecciones libres que permitan una transición a la democracia, el chavismo lo hace para recordar la "traición de las élites" al espíritu del 23 de enero.