Las mil y una formas de vivir sin luz ni agua en Venezuela
Días antes del apagón, la crisis económica y social afectaba con mayor énfasis a los más pobres, a quienes un sueldo mínimo (US$6, a la tasa paralela) solo les alcanza para comprar un cartón de huevos y medio kilo de carne. Hoy en día, la falla hidroeléctrica afecta a todos sin distingo político y clase social.
Daniela Rojas Díaz / Caracas
Para cuando usted lea esto, seguramente millones de personas en Venezuela continúan sin servicio hidroeléctrico desde hace seis días. La tragedia que se vive en ese país solo la entiende, quizás, alguien que la padezca o haya vivido algo parecido hace un tiempo atrás.
Son seis días sin luz ni agua, en gran parte del país. Sin Internet y sin metro en Caracas, el principal medio de transporte de la capital usado por casi tres millones de personas, según el ministerio de Transporte. Desde el jueves hasta el lunes en la mañana, el servicio eléctrico fue casi nulo en todo el país. El observatorio de medición de Internet, Netblocks, publicó el sábado que el 96% de Venezuela se encontraba sin este servicio, tras el apagón.
Los menos afortunados vieron como sus familiares murieron, como lo hizo Elizabeth Díaz, residente de Valencia, la tercera ciudad más importante del país. Su hija de 19 años, sufría de parálisis cerebral, y pesaba 10 kilos producto de una desnutrición crónica. Díaz narró a una periodista local que, tras sufrir una emergencia médica el pasado sábado, decidió llevarla a dos ambulatorios públicos, pero no la atendieron por falta de electricidad. Luego la policía de la ciudad las trasladaron al hospital Central de Valencia, lugar donde la joven murió en los brazos de su madre.
Ver más: ¿Por qué Migración Colombia no dejó entrar al país a primo de Maduro?
Venezuela entera estuvo oscura y desolada de día y de noche durante tres días continuos. El país petrolero, en apenas cinco días, perdió 26 vidas confirmadas, hasta el momento, debido al apagón, según la Encuesta Nacional de Hospitales. Esto causado, además, por la inexistencia de plantas eléctricas en 50% de los centros hospitalarios públicos en toda la nación. Sin embargo, Juan Guaidó, presidente juramentado por la Asamblea Nacional y reconocido por más de 60 países, dijo el domingo que pueden ser entre 40 y 60 víctimas fatales, de manera extraoficial, pues ante el apagón nacional, las comunicaciones en la nación petrolera han estado complicadas y no han podido confirmar más.
Para la cotidianidad, las plantas eléctricas se transformaron en la salvación de quienes las tienen en sus casas, pero también en la mano derecha de los medios de comunicación, de algunas empresas privadas, de las compañías de telefonías y hasta de hoteles. Durante esos tres días sin luz, no había forma de pagar, en una nación donde el efectivo es escaso y la moneda está devaluada en más del 96%, según el Banco Central de Venezuela (BCV). Donde los datáfonos, llamados “punto de venta” en el país suramericano, no funcionaban porque no había casi señal telefónica. Lo que causó que en zonas específicas de dos de las tres autopistas de la ciudad, estas se convirtieran en el punto de encuentro de decenas de personas, buscando cobertura para poder comunicarse.
Ante esto, parte de los más de 2,3 millones de venezolanos en el exterior, según la ONU, cuando conocieron la noticia sobre el apagón, entraron rápidamente en desesperación porque no podían contactar a sus familiares y amigos. Mientras que por otra parte, los venezolanos en esa nación, alrededor de 30 millones de habitantes, buscaron durante el día la forma de resolver su situación ante la crisis. Muchos salieron temprano de sus casas, durante dos o tres días, con destino a farmacias y supermercados que estuvieran abiertos, para adquirir principalmente alimentos no perecederos, como también hielo y sal para así poder mantener sus alimentos en buen estado. Ante esto, los billetes en dólares se convirtieron en una escapatoria al caos. Principalmente, para quienes afortunadamente cuentan con divisas extranjeras.
Ver más: España ofreció ayuda en crisis energética de Venezuela
Sin embargo, fueron más las tiendas, los supermercados, las estaciones de gasolinas y las farmacias que tuvieron que cerrar, porque no había electricidad. Además del miedo de sus propietarios ante posibles saqueos, hechos que ocurrieron en un comercio en Caracas y en Maracaibo, estado Zulia, en un centro comercial y diferentes locales. Solo abrieron aquellos negocios que contaban con planta eléctrica.
El carro y el cargador para usar en este se convirtieron en el mejor aliado de quienes los disponen. Y, aunque muchos no contaron con la misma suerte, en sus automóviles pudieron escuchar algunas de las emisoras de radio, que lograron estar al aire. “Nos costaba comunicarnos. No había acceso a datos móviles. No soportaba más este nivel de desinformación. No sabía nada, ni de nadie y me estaba volviendo loco”, expresó Carlos Rodríguez, caraqueño de 28 años.
El por qué de la falla eléctrica que generó tal crisis en un país petrolero, se conoció parcialmente, cerca de hora y media después de que casi Venezuela entera se apagara el pasado jueves en horas de la tarde. Luis Motta Domínguez, ministro de Energía Eléctrica y presidente de Corpoelec, informó que tal situación se debía “a un sabotaje”, argumento que luego repitió Jorge Rodríguez, ministro de Comunicación, quien además le agregó que era culpa del “imperio norteamericano” y de Marco Rubio, senador estadounidense. Sin embargo, un día después Rodríguez aseguró que fue “un ataque cibernético por parte de Estados Unidos”.
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Durante el día, y el restablecimiento parcial en algunas zonas y en otras no, las calles de las urbanizaciones y barrios, se veía a vecinos bajar a conversar entre ellos, mientras que los más jóvenes realizaban actividades que quizás por la existencia del Internet y la tecnología se han perdido en este nuevo siglo. Varios aprovecharon sus días también para leer y hasta para jugar juegos de mesa con la familia, sin saber durante casi tres días que era lo que sucedía específicamente.
“Esto es para rato, hay que prepararse”, dijeron varios ciudadanos. Muchos perdieron comida, porque el hielo y la sal no fueron suficientes. Otros cocinaron en parrillas dentro o fuera de sus casas, porque no cuentan con cocina a gas, sino eléctrica. “La noche del viernes resolvimos la cena con pan y queso. Al día siguiente, que continuaba la situación, nuestro desayuno siguió siendo pan y queso, afortunadamente que teníamos. Luego fuimos a comprar carbón vegetal, para usar una pequeña parrillera dentro del apartamento para resolver la cocción de carne, hacer arepas y café. Tragamos humo, pero logramos cambiar el menú”, dijo Carmen Díaz de 50 años.
Sin embargo, las horas sin luz seguían pasando y con ella la desesperación se incrementaba. En las noches la ciudadanía tocaba cacerolas a modo de protesta y gritaban consignas en contra de Nicolás Maduro. El sábado miles salieron a protestar en todo el país, por las fallas en el servicio eléctrico, en una manifestación convocada por Juan Guaidó.
Pero fue el domingo que el también presidente del Parlamento, junto a diputados a la Asamblea Nacional, y el ingeniero José de Viana, expresidente de Hidrocapital (compañía de servicio público de agua en Caracas) y Movilnet (empresa de telefonía móvil), aseguraban que la situación se generó por un incidente en el sistema de interconexión en las redes de alta tensión, que transportan la electricidad desde la planta generadora, hasta las ciudades ubicadas en el interior y occidente de Venezuela.
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“Un accidente de estos es terrible y por lo tanto se evita. Son 2000 kilómetros que hay que mantener y cuidar (podar y cortar) muy bien porque tiene que estar sin vegetación”, indicó De Viana. Declaración que se asemeja con unas fuentes vinculadas a Corpoelec, quien según Guaidó, confirmaron que un incendio de vegetación el jueves en la tarde afectó las tres líneas de 765 kilovoltios entre El Guri - el embalse más grande de Venezuela, que alimenta de electricidad al más del 80% del país- y las subestaciones Malena y San Gerónimo B.
Ante esto, en Caracas para hoy el servicio eléctrico ha vuelto en casi su totalidad, mas no en las zonas aledañas. Muchos hogares capitalinos todavía no tienen luz desde hace seis días, aunque en el interior del país, la situación es más trágica. Al menos 12 estados de Venezuela continúan sin estos servicios básicos, incluyendo las largas filas para surtirse de gasolina en toda Venezuela.
Si no hay luz, tampoco hay agua
Durante estos últimos seis días el servicio de agua también se ha visto afectado. Si el venezolano ya tenía racionamiento diario, impuesto por zonas, desde hace años, ahora ninguno la recibe.En Caracas, luego que se restableció parcialmente la luz después de tres días en gran parte de la ciudad, las escenas han dado un giro. Ahora, la situación es buscar de acuerdo con las posibilidades económicas, la forma de conseguir agua.
En la avenida Boyacá (cota mil), semejante a la circunvalar de Bogotá, se repite diariamente la imagen de ciudadanos surtiendo agua de El Ávila, montaña que se encuentra al norte de la capital. Familias enteras se bajan de sus carros con potes y envases de diferentes tamaños para hacer largas filas y conseguir el líquido. Mientras que otras llegan caminando, para unirse a ese grupo. Lo mismo ocurre en la autopista Francisco Fajardo, vía principal que conecta a toda la ciudad, donde en sus cercanías se encuentra el río Guaire, caudal que está notoriamente contaminado, y donde caraqueños van para surtirse de una tubería de agua que ahí desemboca.
Ver más: El día que Venezuela se apagó
En el caso de las personas con mayor poder adquisitivo, estos cancelan el servicio de camiones cisternas, que ante la crisis cobran en dólares en efectivo. Mientras que en el interior del país, hay imágenes de algunos venezolanos que se están bañando en alcantarillas. “En las próximas horas estaremos restableciendo de forma progresiva el suministro de agua potable en todas las grandes ciudades del país (...) Anuncio también la activación del plan ‘Tanque Azul’ para dotar de tanques de reserva de agua a todas la viviendas del país”, expresó Nicolás Maduro, el martes en cadena nacional.
Sin embargo, para José De Viana, ingeniero y especialista en el área, indicó que el suministro de agua podría normalizarse en siete días “luego de que el metro de Caracas vuelve a operar. Cuando eso pase sabrán que se restituyó el sistema eléctrico", indicó.
Ver más: Venezuela culpa a EE. UU. del peor apagón de su historia
Entre tanto, Tarek El Aissami, fiscal general, designado por la Asamblea Nacional Constituyente, anunció el martes que abrían una nueva investigación en contra de Juan Guaidó, por su presunta participación en el “sabotaje eléctrico". Mientras que Maduro también designó ese día una Comisión Internacional para, con el apoyo de China, Rusia y la ONU, “investigar a fondo lo ocurrido y establecer responsabilidades. El mundo debe saber toda la verdad acerca del ataque, de alta tecnología”, aseguró en cadena nacional.
Por su parte, los venezolanos continúan consternados, algunos incrédulos, sobre la situación que vivieron durante más de tres días. “Jamás pensé vivir algo así. Sí sabía que fuera de Caracas sucedían esas cosas, pero nunca pensé que en la capital y por tantos días”, aseguró Laura De Freitas, joven de 21 años.
Para cuando usted lea esto, seguramente millones de personas en Venezuela continúan sin servicio hidroeléctrico desde hace seis días. La tragedia que se vive en ese país solo la entiende, quizás, alguien que la padezca o haya vivido algo parecido hace un tiempo atrás.
Son seis días sin luz ni agua, en gran parte del país. Sin Internet y sin metro en Caracas, el principal medio de transporte de la capital usado por casi tres millones de personas, según el ministerio de Transporte. Desde el jueves hasta el lunes en la mañana, el servicio eléctrico fue casi nulo en todo el país. El observatorio de medición de Internet, Netblocks, publicó el sábado que el 96% de Venezuela se encontraba sin este servicio, tras el apagón.
Los menos afortunados vieron como sus familiares murieron, como lo hizo Elizabeth Díaz, residente de Valencia, la tercera ciudad más importante del país. Su hija de 19 años, sufría de parálisis cerebral, y pesaba 10 kilos producto de una desnutrición crónica. Díaz narró a una periodista local que, tras sufrir una emergencia médica el pasado sábado, decidió llevarla a dos ambulatorios públicos, pero no la atendieron por falta de electricidad. Luego la policía de la ciudad las trasladaron al hospital Central de Valencia, lugar donde la joven murió en los brazos de su madre.
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Venezuela entera estuvo oscura y desolada de día y de noche durante tres días continuos. El país petrolero, en apenas cinco días, perdió 26 vidas confirmadas, hasta el momento, debido al apagón, según la Encuesta Nacional de Hospitales. Esto causado, además, por la inexistencia de plantas eléctricas en 50% de los centros hospitalarios públicos en toda la nación. Sin embargo, Juan Guaidó, presidente juramentado por la Asamblea Nacional y reconocido por más de 60 países, dijo el domingo que pueden ser entre 40 y 60 víctimas fatales, de manera extraoficial, pues ante el apagón nacional, las comunicaciones en la nación petrolera han estado complicadas y no han podido confirmar más.
Para la cotidianidad, las plantas eléctricas se transformaron en la salvación de quienes las tienen en sus casas, pero también en la mano derecha de los medios de comunicación, de algunas empresas privadas, de las compañías de telefonías y hasta de hoteles. Durante esos tres días sin luz, no había forma de pagar, en una nación donde el efectivo es escaso y la moneda está devaluada en más del 96%, según el Banco Central de Venezuela (BCV). Donde los datáfonos, llamados “punto de venta” en el país suramericano, no funcionaban porque no había casi señal telefónica. Lo que causó que en zonas específicas de dos de las tres autopistas de la ciudad, estas se convirtieran en el punto de encuentro de decenas de personas, buscando cobertura para poder comunicarse.
Ante esto, parte de los más de 2,3 millones de venezolanos en el exterior, según la ONU, cuando conocieron la noticia sobre el apagón, entraron rápidamente en desesperación porque no podían contactar a sus familiares y amigos. Mientras que por otra parte, los venezolanos en esa nación, alrededor de 30 millones de habitantes, buscaron durante el día la forma de resolver su situación ante la crisis. Muchos salieron temprano de sus casas, durante dos o tres días, con destino a farmacias y supermercados que estuvieran abiertos, para adquirir principalmente alimentos no perecederos, como también hielo y sal para así poder mantener sus alimentos en buen estado. Ante esto, los billetes en dólares se convirtieron en una escapatoria al caos. Principalmente, para quienes afortunadamente cuentan con divisas extranjeras.
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Sin embargo, fueron más las tiendas, los supermercados, las estaciones de gasolinas y las farmacias que tuvieron que cerrar, porque no había electricidad. Además del miedo de sus propietarios ante posibles saqueos, hechos que ocurrieron en un comercio en Caracas y en Maracaibo, estado Zulia, en un centro comercial y diferentes locales. Solo abrieron aquellos negocios que contaban con planta eléctrica.
El carro y el cargador para usar en este se convirtieron en el mejor aliado de quienes los disponen. Y, aunque muchos no contaron con la misma suerte, en sus automóviles pudieron escuchar algunas de las emisoras de radio, que lograron estar al aire. “Nos costaba comunicarnos. No había acceso a datos móviles. No soportaba más este nivel de desinformación. No sabía nada, ni de nadie y me estaba volviendo loco”, expresó Carlos Rodríguez, caraqueño de 28 años.
El por qué de la falla eléctrica que generó tal crisis en un país petrolero, se conoció parcialmente, cerca de hora y media después de que casi Venezuela entera se apagara el pasado jueves en horas de la tarde. Luis Motta Domínguez, ministro de Energía Eléctrica y presidente de Corpoelec, informó que tal situación se debía “a un sabotaje”, argumento que luego repitió Jorge Rodríguez, ministro de Comunicación, quien además le agregó que era culpa del “imperio norteamericano” y de Marco Rubio, senador estadounidense. Sin embargo, un día después Rodríguez aseguró que fue “un ataque cibernético por parte de Estados Unidos”.
Ver más: ¿Apagón diplomático en Venezuela?
Durante el día, y el restablecimiento parcial en algunas zonas y en otras no, las calles de las urbanizaciones y barrios, se veía a vecinos bajar a conversar entre ellos, mientras que los más jóvenes realizaban actividades que quizás por la existencia del Internet y la tecnología se han perdido en este nuevo siglo. Varios aprovecharon sus días también para leer y hasta para jugar juegos de mesa con la familia, sin saber durante casi tres días que era lo que sucedía específicamente.
“Esto es para rato, hay que prepararse”, dijeron varios ciudadanos. Muchos perdieron comida, porque el hielo y la sal no fueron suficientes. Otros cocinaron en parrillas dentro o fuera de sus casas, porque no cuentan con cocina a gas, sino eléctrica. “La noche del viernes resolvimos la cena con pan y queso. Al día siguiente, que continuaba la situación, nuestro desayuno siguió siendo pan y queso, afortunadamente que teníamos. Luego fuimos a comprar carbón vegetal, para usar una pequeña parrillera dentro del apartamento para resolver la cocción de carne, hacer arepas y café. Tragamos humo, pero logramos cambiar el menú”, dijo Carmen Díaz de 50 años.
Sin embargo, las horas sin luz seguían pasando y con ella la desesperación se incrementaba. En las noches la ciudadanía tocaba cacerolas a modo de protesta y gritaban consignas en contra de Nicolás Maduro. El sábado miles salieron a protestar en todo el país, por las fallas en el servicio eléctrico, en una manifestación convocada por Juan Guaidó.
Pero fue el domingo que el también presidente del Parlamento, junto a diputados a la Asamblea Nacional, y el ingeniero José de Viana, expresidente de Hidrocapital (compañía de servicio público de agua en Caracas) y Movilnet (empresa de telefonía móvil), aseguraban que la situación se generó por un incidente en el sistema de interconexión en las redes de alta tensión, que transportan la electricidad desde la planta generadora, hasta las ciudades ubicadas en el interior y occidente de Venezuela.
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“Un accidente de estos es terrible y por lo tanto se evita. Son 2000 kilómetros que hay que mantener y cuidar (podar y cortar) muy bien porque tiene que estar sin vegetación”, indicó De Viana. Declaración que se asemeja con unas fuentes vinculadas a Corpoelec, quien según Guaidó, confirmaron que un incendio de vegetación el jueves en la tarde afectó las tres líneas de 765 kilovoltios entre El Guri - el embalse más grande de Venezuela, que alimenta de electricidad al más del 80% del país- y las subestaciones Malena y San Gerónimo B.
Ante esto, en Caracas para hoy el servicio eléctrico ha vuelto en casi su totalidad, mas no en las zonas aledañas. Muchos hogares capitalinos todavía no tienen luz desde hace seis días, aunque en el interior del país, la situación es más trágica. Al menos 12 estados de Venezuela continúan sin estos servicios básicos, incluyendo las largas filas para surtirse de gasolina en toda Venezuela.
Si no hay luz, tampoco hay agua
Durante estos últimos seis días el servicio de agua también se ha visto afectado. Si el venezolano ya tenía racionamiento diario, impuesto por zonas, desde hace años, ahora ninguno la recibe.En Caracas, luego que se restableció parcialmente la luz después de tres días en gran parte de la ciudad, las escenas han dado un giro. Ahora, la situación es buscar de acuerdo con las posibilidades económicas, la forma de conseguir agua.
En la avenida Boyacá (cota mil), semejante a la circunvalar de Bogotá, se repite diariamente la imagen de ciudadanos surtiendo agua de El Ávila, montaña que se encuentra al norte de la capital. Familias enteras se bajan de sus carros con potes y envases de diferentes tamaños para hacer largas filas y conseguir el líquido. Mientras que otras llegan caminando, para unirse a ese grupo. Lo mismo ocurre en la autopista Francisco Fajardo, vía principal que conecta a toda la ciudad, donde en sus cercanías se encuentra el río Guaire, caudal que está notoriamente contaminado, y donde caraqueños van para surtirse de una tubería de agua que ahí desemboca.
Ver más: El día que Venezuela se apagó
En el caso de las personas con mayor poder adquisitivo, estos cancelan el servicio de camiones cisternas, que ante la crisis cobran en dólares en efectivo. Mientras que en el interior del país, hay imágenes de algunos venezolanos que se están bañando en alcantarillas. “En las próximas horas estaremos restableciendo de forma progresiva el suministro de agua potable en todas las grandes ciudades del país (...) Anuncio también la activación del plan ‘Tanque Azul’ para dotar de tanques de reserva de agua a todas la viviendas del país”, expresó Nicolás Maduro, el martes en cadena nacional.
Sin embargo, para José De Viana, ingeniero y especialista en el área, indicó que el suministro de agua podría normalizarse en siete días “luego de que el metro de Caracas vuelve a operar. Cuando eso pase sabrán que se restituyó el sistema eléctrico", indicó.
Ver más: Venezuela culpa a EE. UU. del peor apagón de su historia
Entre tanto, Tarek El Aissami, fiscal general, designado por la Asamblea Nacional Constituyente, anunció el martes que abrían una nueva investigación en contra de Juan Guaidó, por su presunta participación en el “sabotaje eléctrico". Mientras que Maduro también designó ese día una Comisión Internacional para, con el apoyo de China, Rusia y la ONU, “investigar a fondo lo ocurrido y establecer responsabilidades. El mundo debe saber toda la verdad acerca del ataque, de alta tecnología”, aseguró en cadena nacional.
Por su parte, los venezolanos continúan consternados, algunos incrédulos, sobre la situación que vivieron durante más de tres días. “Jamás pensé vivir algo así. Sí sabía que fuera de Caracas sucedían esas cosas, pero nunca pensé que en la capital y por tantos días”, aseguró Laura De Freitas, joven de 21 años.