Linchamientos desde Bolivia hasta India, ¿qué nos pasa?
India, México, Guatemala, Colombia y ahora Bolivia: crecen los números de casos en que las personas hacen justicia por mano propia y respondiendo a simples rumores. ¿No es hora de detener esta locura?
- Redacción Internacional
En medio de la creciente inseguridad que azota a Bolivia, turbas de ciudadanos enfurecidos por la falta de respuesta del Estado hicieron justicia por mano propia al matar a sospechosos de delitos, en hechos que han conmocionado al país.
En la última semana se han registrado tres linchamientos en diferentes regiones de Bolivia, dejando entrever un malestar con la lentitud de la justicia y la ineficacia de las fuerzas de seguridad.
En lo que va del año ya suman seis los casos de justicia por mano propia, que han puesto en alerta a las autoridades.
El martes, en San Julián, a 175 km de Santa Cruz (este), fue ahorcado el brasileño Vinicius Chagas Maciel, de 31 años, por un supuesto asalto a mano armada.
En esta localidad no hay policías desde que un grupo de personas destruyó recientemente las modestas instalaciones policiales.
Tuvo que ser la policía de un poblado cercano, Cuatro Cañadas, la que rescatara el cuerpo del brasileño. "Ojalá sea el último caso (de linchamiento); están actuando como personas primitivas", dijo entonces el jefe policial de la región, Alfonso Siles.
Ver más: ¿Cómo evitamos asesinatos por WhatsApp?
El día después, a cientos de kilómetros del lugar, en Uncía, un poblado del oeste boliviano, dos jóvenes acusados del robo de un automóvil fueron lapidados y luego quemados hasta morir por un grupo de personas que los arrebató de las manos de la policía.
"Estamos desplazando fiscales para la investigación, la fuerza policial ha sido rebasada por la población, han llevado adelante este sangriento hecho contra dos personas, un menor de edad", lamentó el fiscal general del Estado, Juan Lanchipa.
Sin embargo, para la mayoría de autoridades y especialistas estos crímenes no se corresponden con la norma.
"Bajo ningún concepto (esa norma) prevé y permite que pueda haber como una sanción -en el marco de la justicia que practican nuestros pueblos- el linchamiento, la muerte de ninguna persona", sostiene Javier Tapia, decano de Derecho de la universidad estatal San Andrés de La Paz.
Ver más: Justicia por mano propia en tiempos de redes sociales
"Lo que ha sucedido son asesinatos que merecen una investigación y una sanción categórica para que nunca más a título de justicia originaria o de que no existe la presencia suficiente del Estado se cometan estas atrocidades", agrega.
El ministro de Justicia, Héctor Arce, se sumó en Twitter a las voces que repudiaron los linchamientos: "Como Nación no podemos tolerar y permitir que se haga justicia por mano propia violando el más sagrado de los derechos como es el Derecho a la vida".
"Los casos San Julián y Uncía deben ser rápidamente investigados y los responsables sancionados drásticamente", pidió.
México
En el país la situación es gravísima. Hasta septiembre, según datos de la prensa, 187 personas habían sido asesinadas de maneras salvajes por turbas enfurecidas. Los últimos fueron amarrados y asesinados a golpes el 12 de noviembre. Tío y sobrino de 43 y 22 años mueren, porque así lo decidió la gente. Alberto Flores Morales y Ricardo Flores Rodríguez fueron acusados de secuestrar niños. Eran inocentes.La mayoría resultan ser falsos, como el de estos dos hombres. Por Facebook hicieron circular el rumor de que eran secuestradores y la turba llegó a la comisaría y se los arrebataron a las autoridades, que no hicieron nada para detener el ajusticiamiento. Los golpearon y quemaron vivos. Un hecho repudiable por el que nadie va a responder.
La semana pasada, residentes de Naucalpán detuvieron a un presunto ladrón, según reportó Excelsior, le quitaron la ropa y lo apedrearon y golpearon salvajemente con un palo.
"Rumores y noticias falsas difundidas a través de Facebook y WhatsApp han generado episodios fatales en países como India, Myanmar y Sri Lanka. En India, como en México, la tecnología —WhatsApp permite enviar mensajes encriptados a grandes grupos de personas— ha hecho que estos rumores que siempre han existido ahora de dispersen con mayor velocidad, a una mayor distancia y con una menor responsabilidad", señala BBC.
Ver más: Amarran y queman a colombiano en México, lamentable caso de linchamiento
En agosto, el turno fue para un colombiano en Morelos. Lo acusaron de ser prestamista "gota a gota2 y fue capturado y quemado. Los testigos dicen que el rumor se esparció y simplemente la gente reaccionó. Pero contra un inocente.
"Lo bajaron del carro, le quemaron el carro con el pasaporte. Le decían que allá no querían a los colombianos. A los negros, por el racismo no los querían allá. No entiendo, estoy como entre la espada y la pared, la muerte que le dieron a él no era justa”, lamentó en un noticiero local Beatriz Cardona, esposa de la víctima.
India
Los casos de ajusticiamiento por mano propia también son preocupantes en este país, en donde la tecnología hace su parte. La mayoría de inocentes han caído por cadenas falsas que circulan por internet. Incluso una familia completa, abuela incluída, que en un viaje de vacaciones fueron acusados de robar niños. Los mataron a golpes.En Bombay, a mediados de este año, la policía detuvo a 23 hombres que causaron la muerte de cinco. Animaron a una turba a atacar a un grupo de hombres que hablaban con un niño. Dijeron que eran secuestradores, según el comisario. Y los mataron.
Para mayo ya iban 16 linchados por mensajes y videos compartidos en redes sociales, principalmente Whatsapp. Tan grave fue el problema que la empresa tuvo que limitar el número de personas a las que se les reenvía un mensaje, entre otras medidas de seguridad. No ha servido mucho, en varios estados de la India siguen creyendo todo lo que llega a los teléfonos.
El gobierno y las autoridades les piden a los habitantes creer sólo en la prensa y lo que digan las autoridades, pero esto es en vano. ¿Qué pasa? Psicólogos mexicanos consultados por la prensa de ese país coinciden que la falta de acción por parte de las autoridades hacen que la gente tome la justicia por su cuenta. Y muchos no dimensionan que las redes están llenas de mentiras.
En medio de la creciente inseguridad que azota a Bolivia, turbas de ciudadanos enfurecidos por la falta de respuesta del Estado hicieron justicia por mano propia al matar a sospechosos de delitos, en hechos que han conmocionado al país.
En la última semana se han registrado tres linchamientos en diferentes regiones de Bolivia, dejando entrever un malestar con la lentitud de la justicia y la ineficacia de las fuerzas de seguridad.
En lo que va del año ya suman seis los casos de justicia por mano propia, que han puesto en alerta a las autoridades.
El martes, en San Julián, a 175 km de Santa Cruz (este), fue ahorcado el brasileño Vinicius Chagas Maciel, de 31 años, por un supuesto asalto a mano armada.
En esta localidad no hay policías desde que un grupo de personas destruyó recientemente las modestas instalaciones policiales.
Tuvo que ser la policía de un poblado cercano, Cuatro Cañadas, la que rescatara el cuerpo del brasileño. "Ojalá sea el último caso (de linchamiento); están actuando como personas primitivas", dijo entonces el jefe policial de la región, Alfonso Siles.
Ver más: ¿Cómo evitamos asesinatos por WhatsApp?
El día después, a cientos de kilómetros del lugar, en Uncía, un poblado del oeste boliviano, dos jóvenes acusados del robo de un automóvil fueron lapidados y luego quemados hasta morir por un grupo de personas que los arrebató de las manos de la policía.
"Estamos desplazando fiscales para la investigación, la fuerza policial ha sido rebasada por la población, han llevado adelante este sangriento hecho contra dos personas, un menor de edad", lamentó el fiscal general del Estado, Juan Lanchipa.
Sin embargo, para la mayoría de autoridades y especialistas estos crímenes no se corresponden con la norma.
"Bajo ningún concepto (esa norma) prevé y permite que pueda haber como una sanción -en el marco de la justicia que practican nuestros pueblos- el linchamiento, la muerte de ninguna persona", sostiene Javier Tapia, decano de Derecho de la universidad estatal San Andrés de La Paz.
Ver más: Justicia por mano propia en tiempos de redes sociales
"Lo que ha sucedido son asesinatos que merecen una investigación y una sanción categórica para que nunca más a título de justicia originaria o de que no existe la presencia suficiente del Estado se cometan estas atrocidades", agrega.
El ministro de Justicia, Héctor Arce, se sumó en Twitter a las voces que repudiaron los linchamientos: "Como Nación no podemos tolerar y permitir que se haga justicia por mano propia violando el más sagrado de los derechos como es el Derecho a la vida".
"Los casos San Julián y Uncía deben ser rápidamente investigados y los responsables sancionados drásticamente", pidió.
México
En el país la situación es gravísima. Hasta septiembre, según datos de la prensa, 187 personas habían sido asesinadas de maneras salvajes por turbas enfurecidas. Los últimos fueron amarrados y asesinados a golpes el 12 de noviembre. Tío y sobrino de 43 y 22 años mueren, porque así lo decidió la gente. Alberto Flores Morales y Ricardo Flores Rodríguez fueron acusados de secuestrar niños. Eran inocentes.La mayoría resultan ser falsos, como el de estos dos hombres. Por Facebook hicieron circular el rumor de que eran secuestradores y la turba llegó a la comisaría y se los arrebataron a las autoridades, que no hicieron nada para detener el ajusticiamiento. Los golpearon y quemaron vivos. Un hecho repudiable por el que nadie va a responder.
La semana pasada, residentes de Naucalpán detuvieron a un presunto ladrón, según reportó Excelsior, le quitaron la ropa y lo apedrearon y golpearon salvajemente con un palo.
"Rumores y noticias falsas difundidas a través de Facebook y WhatsApp han generado episodios fatales en países como India, Myanmar y Sri Lanka. En India, como en México, la tecnología —WhatsApp permite enviar mensajes encriptados a grandes grupos de personas— ha hecho que estos rumores que siempre han existido ahora de dispersen con mayor velocidad, a una mayor distancia y con una menor responsabilidad", señala BBC.
Ver más: Amarran y queman a colombiano en México, lamentable caso de linchamiento
En agosto, el turno fue para un colombiano en Morelos. Lo acusaron de ser prestamista "gota a gota2 y fue capturado y quemado. Los testigos dicen que el rumor se esparció y simplemente la gente reaccionó. Pero contra un inocente.
"Lo bajaron del carro, le quemaron el carro con el pasaporte. Le decían que allá no querían a los colombianos. A los negros, por el racismo no los querían allá. No entiendo, estoy como entre la espada y la pared, la muerte que le dieron a él no era justa”, lamentó en un noticiero local Beatriz Cardona, esposa de la víctima.
India
Los casos de ajusticiamiento por mano propia también son preocupantes en este país, en donde la tecnología hace su parte. La mayoría de inocentes han caído por cadenas falsas que circulan por internet. Incluso una familia completa, abuela incluída, que en un viaje de vacaciones fueron acusados de robar niños. Los mataron a golpes.En Bombay, a mediados de este año, la policía detuvo a 23 hombres que causaron la muerte de cinco. Animaron a una turba a atacar a un grupo de hombres que hablaban con un niño. Dijeron que eran secuestradores, según el comisario. Y los mataron.
Para mayo ya iban 16 linchados por mensajes y videos compartidos en redes sociales, principalmente Whatsapp. Tan grave fue el problema que la empresa tuvo que limitar el número de personas a las que se les reenvía un mensaje, entre otras medidas de seguridad. No ha servido mucho, en varios estados de la India siguen creyendo todo lo que llega a los teléfonos.
El gobierno y las autoridades les piden a los habitantes creer sólo en la prensa y lo que digan las autoridades, pero esto es en vano. ¿Qué pasa? Psicólogos mexicanos consultados por la prensa de ese país coinciden que la falta de acción por parte de las autoridades hacen que la gente tome la justicia por su cuenta. Y muchos no dimensionan que las redes están llenas de mentiras.