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En plena tensión internacional con el Kremlin, Estados Unidos tomó la delantera y lanzó su golpe más certero. El gobierno del presidente Donald Trump anunció este jueves una serie de sanciones contra 19 personas y 5 entidades de Rusia por su supuesta responsabilidad en la fabricación y difusión de noticias falsas en las elecciones presidenciales de 2016 y también por varios ciberataques contra sectores de la economía.
El castigo, el mayor propinado hasta la fecha por Donald Trump a Moscú, abre la brecha frente a Vladímir Putin y evidencia que la relación entre ambas potencias está en su punto más bajo en muchos años.
La decisión de sancionar a los rusos estaba cantada. El mes pasado el fiscal encargado de la trama rusa, Robert Mueller, había develado la forma en que una organización rusa habría operado como una fábrica de noticias falsas durante la campaña presidencial de 2016. Mueller acusó a 13 ciudadanos rusos y a tres organizaciones de haber hecho parte del llamado Proyecto Latkha, destinado a ayudar a Trump.
Con las sanciones, el gobierno de Estados Unidos reconoce por fin de manera oficial que pudo haber una interferencia real en sus elecciones, un tema que el presidente Donald Trump ha evitado una y otra vez. Sin embargo, la evidencia proporcionada por Mueller fue tan contundente que ya no hubo dudas. Era la prueba más palpable de la injerencia y de su capacidad para actuar por encima de las leyes extranjeras.
Las medidas del Tesoro estadounidense se anunciaron en un clima particularmente tenso entre los países occidentales y Rusia, acusada de ser responsable del envenenamiento en Reino Unido del exespía ruso Serguéi Skripal. Ataque que EE UU, Francia, Reino Unido y Alemania han considerado en un comunicado conjunto “la primera utilización ofensiva de un agente nervioso en Europa desde la Segunda Guerra Mundial” y “un asalto a la soberanía británica” que “amenaza la seguridad de todos”.
La investigación de Robert Mueller reveló la estrategia para interferir en la campaña de 2016. / AFP
Las sanciones están dirigidas contra 19 personas, entre ellas el empresario cercano al Kremlin Yevgeny Prigozhin, y cinco entidades, incluidos el FSB (servicio federal de inteligencia) y el GRU (servicio secreto militar ruso). Bajo el nombre de “The Internet Research Agency”, y con base en San Petersburgo, la organización se camuflaba como cualquier otra agencia de tecnología.
Sin embargo, detrás de esta fachada se escondía una poderosa red que en 2016 alcanzó a manejar un presupuesto de US$1,25 millones por mes, según indicaron los investigadores. Con este flujo de caja, los rusos contrataron a más de 100 personas que administraban perfiles falsos, robaban identidades de ciudadanos norteamericanos y pagaban por publicidad engañosa en las redes sociales.
En este horizonte de Guerra Fría, Moscú, que siempre ha negado cualquier interferencia en la elección estadounidense, ya prometió "medidas de represalia" a través de su viceministro de Relaciones Exteriores, Serguéi Ryabkov, quien vinculó las sanciones a la elección presidencial rusa de este domingo, en las que el presidente Vladimir Putin es favorito.
Las sanciones contra los funcionarios rusos le dan un aire al presidente Trump en su país, que ha sido fuertemente cuestionado por su silencio frente al tema de la injerencia rusa en la campaña presidencial de 2016. Sin embargo, Trump se mantiene todavía con una posición ambigua frente a Putin, de quien no ha querido referirse a pesar de la agitada coyuntura que envuelve a las dos naciones.
Puede leer: Perfiles falsos y publicidad, los métodos rusos para favorecer a Trump
Las sanciones implican la congelación de los activos que las personas afectadas pudieran tener en Estados Unidos y la prohibición de que las empresas estadounidenses realicen transacciones con ellos. Algunas de las organizaciones sancionadas, como el espionaje ruso y la inteligencia militar, ya habían sido objeto de las represalias estadounidenses por sus acciones en Ucrania, tras la crisis que generó la anexión de la península de Crimea.
Y aunque el Gobierno Trump asegura haber castigado en el último año a más de 100 individuos y entidades por operaciones controladas por el Kremlin. La ausencia de sanciones concretas y la mera publicación de una lista plantearon interrogantes sobre su aplicación por parte del gobierno Trump.
Las medidas tomadas por el gobierno de Trump también responden a varios ciberataques atribuidos por Estados Unidos a Rusia, incluido un intento de penetrar en el sistema de distribución de energía, dijo un funcionario estadounidense.
Denunciando las "actividades desestabilizadoras" de Rusia, el Tesoro volvió a señalar la responsabilidad de Rusia en el ciberataque NotPetya de junio pasado.
Este ataque, que comenzó en Ucrania y Rusia antes de propagarse al resto del mundo afectando a miles de computadoras, golpeó a multinacionales e infraestructura crítica, como el sistema de control del sitio del accidente nuclear de Chernobyl y los puertos de Bombay y Amsterdam.
El Tesoro dijo el jueves que fue "uno de los más destructivos y costosos de la historia", con afectación en "varios hospitales en Estados Unidos" que no pudieron generar datos electrónicos "durante más de una semana".
El almirante Mike Rogers, director de la Agencia Nacional de Seguridad (NSA), se quejó en febrero ante el Congreso de Estados Unidos de que no se estaba haciendo lo suficiente para contrarrestar los ciberataques rusos.
"Creo que el presidente Putin ha llegado a la conclusión de que no hay riesgo" en llevar a cabo este tipo de acciones, dijo. "No podemos decir que no se ha hecho nada, pero desde mi punto de vista no es suficiente", agregó.