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Las reglas que nos ha dejado la pandemia de coronavirus parecen fáciles hasta ahora: quédese en la casa, lávese constantemente las manos, no desabastezca las tiendas y siga los consejos de los expertos en salud. Pero para millones de personas en el mundo esta nueva rutina de vida no es una opción. Ni siquiera lo era antes de la crisis. Y eso es un problema para todos.
Según un informe del gobierno de Estados Unidos citado por la Universidad de Yale, se estima que por lo menos 150 millones de personas, es decir, el 2% de la población mundial, no tienen hogar. Esto sin contar los cerca de 1.600 millones, el 20% del mundo, que no cuenta con viviendas adecuadas. Hoy ellos, los denominados “sintecho”, son un grupo en situación de extrema vulnerabilidad frente a la pandemia. Algunos asimilaron el problema cuando vieron que merodear por comida y dinero ya no tenía sentido, pues los cafés, plazas y parques yacen solitarios. Otros hasta ahora comienzan a darse por enterados de lo que está pasando el mundo en estos momentos.
“Pensé que lo había visto todo en mis 12 años durmiendo en la calle, pero no. Este silencio todo el día me asusta… más que el virus en sí mismo”, le cuenta Riccardo, de 32 años, a Emilio Morenatti, fotógrafo de la Associated Press en Barcelona, España.
En España, el segundo país con más muertes por el nuevo brote de coronavirus en el mundo con más de 4.000 decesos, el silencio reina en las calles. “Es como si hubiera habido una explosión nuclear y (las personas) se están refugiando en el búnker. Solo nosotros, los indigentes, quedamos afuera”, le dice Gana, de 36 años, a Morenatti.
Las autoridades españolas, por ejemplo, han habilitado algunos refugios improvisados para asistir a los denominados “sintecho” con todas las precauciones del caso. En Madrid se convirtió al Instituto Ferial de Madrid en un refugio con 150 camas, mientras que en Barcelona se adaptó una vieja escuela con 56 personas. Pero España, pese a ser uno de los epicentros de la pandemia, no es el único con este problema entre manos.
El gobierno de Reino Unido ha puesto en marcha un plan de acción nacional dirigido por el experto en indigencia Louise Casey, uno de los principales ayudantes de Tony Blair en el pasado. La estrategia apunta a que hoteles y oficinas se conviertan en espacios seguros de emergencia independientes con urgencia para atender a más de 45.000 personas. El gobierno puede arrendar los hoteles vacíos usando fondos asignados para hacer frente a la crisis pandémica. Algunos dueños de hoteles, como los exjugadores del Manchester United Gary Neville y Ryan Gigsg, pusieron en disposición los servicios de forma gratuita. Sin embargo, la respuesta no ha sido tan veloz como se necesita, y hay quienes no han colaborado, como la cadena Travelodge, conocida por proporcionar alojamiento de emergencia a familias sin hogar, que instó a sus huéspedes a abandonar las instalaciones lo antes posible.
París también abrió centros de autoaislamiento con cientos de camas para personas sin hogar que dan positivo por COVID-19, pero que no necesitan hospitalización. En Cannes, ubicada en la Riviera Francesa, el Palacio de Festivales, donde se celebra usualmente uno de los festivales de primera categoría del mundo, abrió sus puertas a las personas sin hogar para refugiarlas de los efectos de la pandemia. La iniciativa vino de parte del alcalde de la ciudad, David Lisnard, amparado en la decisión de los organizadores del evento de postergar la celebración del festival hasta finales de junio.
En Mientras que, en Roma, distintas organizaciones benéficas intentan ofrecer cenas en áreas donde por lo general se concentran personas sin hogar. Italia es el país más azotado por la pandemia hasta el momento.
Estados Unidos, donde según expertos se ubicará pronto el nuevo epicentro de la pandemia, ha comenzado a lidiar con los efectos del coronavirus para las personas sin hogar, dado que no solo son vulnerables, sino que, desafortunadamente, pueden ser un transmisor de la infección con mayor facilidad. En Seattle, primer foco del virus en Estados Unidos, la alcaldesa Jenny Durkan anunció que proporcionaría alojamientos en pequeñas aldeas.
En San Francisco, que cuenta con una población sin hogar de por lo menos 8.000 personas, los líderes de la ciudad se han apresurado a ubicar a 2.000 de estas personas a refugios repartidos en varios puntos de la ciudad para no abarrotarlos. También se han arrendado remolques y habitaciones de hotel para poner a quienes muestran signos de la infección en cuarentena.
Según el gobernador de California, Gavin Newsom, el estado podría enfrentarse a la infección de más de la mitad de su población sin hogar, la cual equivale a 108.000 personas aproximadamente. Esto, sin lugar a duda, representaría un colapso en las actividades de los hospitales, que, desde ya, sin afrontar el pico de casos, comienzan a verse superados por la magnitud de la crisis. Por ello, las tareas de prevención se han promovido en todo el territorio, pues son primordiales para evitar un posible colapso en el sistema.
“La idea general con las conversiones de hotel / motel, a $ 50 millones, es traer a las personas adentro con una puerta, una llave y una cerradura, con tantos servicios de apoyo como podamos ofrecer”, agregó Newsom a mediados de marzo. Le puede interesar: Los pangolines de Malasia podrían ser los animales portadores del coronavirus
El alcalde de Los Ángeles anunció que a puesto todos los esfuerzos de la ciudad en trasladar a miles de personas a 42 centros de recreación adaptados como refugios temporales. “En términos simples, ellos son los que podrían morir desproporcionadamente como resultado de esta crisis”, dijo. Y es que Los Ángeles cuenta con una gigantesca población de personas sintecho con más de 36.000 personas viviendo en las calles. Sin embargo, es Nueva York la que enfrenta el problema a muchísima mayor escala con aproximadamente 80.000 personas sin hogar.
“Los refugios (en Nueva York) han tenido que cambiar al modo de emergencia”, explica Christine Quinn, presidenta y directora de Women in Need, una entidad que opera 11 refugios en la ciudad.
En todo Estados Unidos la crisis de los habitantes de calle es un problema que se presenta hace más de una década. Los exorbitantes precios del alquiler han hecho de la vivienda un sueño inaccesible para millones de personas, obligando a miles a vivir en tiendas de campaña en callejones alrededor del país.
Desde luego, los activistas han visto con buenos ojos las propuestas de los gobiernos locales para ayudar a esta comunidad en riesgo, pero a la vez critican el hecho de que la asistencia solo llegara cuando el mundo enfrentó una pandemia.
“La vivienda debe ser un derecho humano todo el tiempo. Pero solo tenemos estas conversaciones sobre cómo conseguir que las personas accedan a la vivienda rápidamente cuando hay algún tipo de crisis”, le dijo Elizabeth Bowen, profesora asistente de la Universidad de Buffalo, a la agencia Bloomberg.
Para Tomiquia Moss, fundadora del grupo All Home, hay una preocupación hacia el futuro, y es el efecto que el virus tenga en la economía, pues con más desempleo y bajos ingresos, quienes se encontraban en el límite financiero podrían terminan en la calle. Aunque algunas ciudades están decretando la prohibición de desalojos durante la crisis, esta no es una medida que durará siempre.