“El papa Francisco no piensa en renunciar”
El periodista italiano Emiliano Fittipaldi, a quien el Vaticano quiso llevar a los estrados judiciales por revelar negocios oscuros en el seno de la iglesia, publicó otro libro en el que aborda la pederastia. Dice que las denuncias se han duplicado durante el papado actual.
Nicolás Marín Navas
La respuesta del papa Francisco a los que lo acusan de haber encubierto abusos sexuales en el interior de la Iglesia ha sido el silencio. A la carta del arzobispo en Washington, Carlo María Viganò, en la que lo acusa de encubrir curas que cometieron este tipo de delitos, el pontífice solo dijo: “La verdad es silenciosa. Y con las personas que buscan solo el escándalo y la división, el único camino a seguir es el silencio y la oración”.
Personas cercanas a Francisco recuerdan que lo mismo ocurrió, según el evangelio de Lucas, cuando Jesús llegó a Nazaret y, en el momento en el que fue echado por los habitantes, su respuesta fue mantener la calma para que ellos mismos se dieran cuenta del error en el que habían caído.
El interrogante es si esta vez le bastará a Francisco para salir bien parado de la tormenta, organizada, según miembros de la Iglesia, por un grupo muy conservador de la institución que exige su dimisión inmediata. Esto le impediría seguir con las reformas que ha prometido desde el principio.
(Ver más: Los casos de abuso sexual más graves que enfrenta el Vaticano)
Al respecto, el polémico periodista italiano Emiliano Fittipaldi, quien escribe sobre el Vaticano para L’Espresso, y quien estuvo a punto de ir ocho años a prisión por revelar oscuros negocios de la curia vaticana, le señaló a El Espectador: “El papa Francisco es amado por los laicos y por la mayoría de los fieles, pero en el Vaticano y en el clero tiene muchos enemigos. Entre los tradicionalistas, obviamente, que no aman su revolución, y los progresistas, que lo consideran como un hombre que hace muchas promesas de cambio, pero que en realidad no las implementa”.
Fittipaldi, quien el año pasado publicó Lujuria, un libro que ahonda sobre los abusos sexuales dentro de la Iglesia, encontró que durante el papado de Francisco las denuncias en contra de sacerdotes se han duplicado. “Durante el papado de Ratzinger hubo 200 denuncias, con Francisco van más de 1.200”, dice su publicación.
Según dice el periodista italiano, esto solo muestra una cosa: que hoy la gente tiene menos miedo de denunciar: “Creo que no ha tenido mucho respeto por las víctimas y los sobrevivientes. Si bien por un lado abrió una comisión para la defensa de los menores abusados, esa misma comisión ha hecho poco o nada en la práctica, tanto así que algunos miembros ya empezaron a protestar”.
(Puede leer: ¿Por qué Francisco ordenó investigar la pederastia clerical en Chile?)
Y es que los escándalos tienen a Francisco contra las cuerdas. Uno de los más grandes estalló en Chile, donde el tema se ha salido de control. En mayo de este año, en el Vaticano, 34 obispos de ese país renunciaron por no haber escuchado a las víctimas de abuso sexual. Cinco de estas dimisiones ya fueron aceptadas. Según los últimos reportes, la Fiscalía chilena ha imputado a 96 sacerdotes, 30 religiosos que no son sacerdotes y cuatro diáconos.
Además, el mes pasado se conoció un estremecedor informe en Estados Unidos en el que 300 sacerdotes habrían abusado de más de 1.000 niños en el estado de Pensilvania. El magistrado que interviene el caso aseguró que el Vaticano conocía desde hace tiempo todo lo que ocurría, pero aclaró que desconoce si Francisco sabía.
A esto se suma que Francisco, después de años de acusaciones, apenas aceptó ¬en agosto pasado¬ la renuncia del cardenal Theodore E. McCarrick, señalado de abusar de un niño de 16 años hace más de 50 años. Es el dirigente católico de mayor rango en Estados Unidos que ha dimitido por abuso sexual de un menor.
Fittipaldi aseguró que “la plaga de la pedofilia aflige a la Iglesia desde hace muchos años, y no es cierto que haya una responsabilidad directa del papa, si se tiene en cuenta que el Vaticano ha protegido y ayudado a miles de curas criminales. Francisco, sin embargo, ha hecho muy poco para combatir el fenómeno con relación a lo que ha prometido. Por este motivo es que se convirtió en un blanco para recibir acusaciones venenosas”.
(Le puede interesar: Los demonios de la Iglesia católica en Chile)
Sin embargo, no todo son ataques. Una buena parte de la institución salió a defenderlo. Esta semana los obispos de Portugal se reunieron en el santuario de Fátima para manifestar su apoyo a Francisco y agradecerle por condenar los casos de abuso sexual denunciados. Según describe el episcopado portugués, hay que incrementar la cultura de prevención y protección de los menores en todas las comunidades.
Junto a ellos han salido voces de apoyo provenientes de diferentes partes del mundo, como los obispados de Chile, Panamá y Argentina. También hay un grupo importante de víctimas que está de su lado y que confía en que las medidas se verán muy pronto.
El pontífice parece estar tranquilo en medio del escándalo. “Ustedes tienen las capacidades periodísticas suficientes para llegar a las conclusiones. Lean ustedes atentamente el comunicado y juzguen por sí mismos”, dijo entonces, haciendo referencia a la ofensiva de Viganò. Para Fittipaldi, si bien la carta es interesante, pierde validez por la falta de pruebas y datos, por lo que al final será la palabra de uno contra la del otro.
El documento de Viganò, que ahora se sabe que fue escrito por el periodista conservador italiano Marco Tossati, destapó la profunda división que existe hoy en la Iglesia. Mientras Francisco trata de gestionar la institución, maniobrando cada obstáculo del camino, las vías de salida se van agotando. Según Fittipaldi, Francisco no piensa en renunciar, al menos mientras su antecesor, Ratzinger, siga con vida: “Tener tres papas en el Vaticano sería casi ridículo”.
La respuesta del papa Francisco a los que lo acusan de haber encubierto abusos sexuales en el interior de la Iglesia ha sido el silencio. A la carta del arzobispo en Washington, Carlo María Viganò, en la que lo acusa de encubrir curas que cometieron este tipo de delitos, el pontífice solo dijo: “La verdad es silenciosa. Y con las personas que buscan solo el escándalo y la división, el único camino a seguir es el silencio y la oración”.
Personas cercanas a Francisco recuerdan que lo mismo ocurrió, según el evangelio de Lucas, cuando Jesús llegó a Nazaret y, en el momento en el que fue echado por los habitantes, su respuesta fue mantener la calma para que ellos mismos se dieran cuenta del error en el que habían caído.
El interrogante es si esta vez le bastará a Francisco para salir bien parado de la tormenta, organizada, según miembros de la Iglesia, por un grupo muy conservador de la institución que exige su dimisión inmediata. Esto le impediría seguir con las reformas que ha prometido desde el principio.
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Al respecto, el polémico periodista italiano Emiliano Fittipaldi, quien escribe sobre el Vaticano para L’Espresso, y quien estuvo a punto de ir ocho años a prisión por revelar oscuros negocios de la curia vaticana, le señaló a El Espectador: “El papa Francisco es amado por los laicos y por la mayoría de los fieles, pero en el Vaticano y en el clero tiene muchos enemigos. Entre los tradicionalistas, obviamente, que no aman su revolución, y los progresistas, que lo consideran como un hombre que hace muchas promesas de cambio, pero que en realidad no las implementa”.
Fittipaldi, quien el año pasado publicó Lujuria, un libro que ahonda sobre los abusos sexuales dentro de la Iglesia, encontró que durante el papado de Francisco las denuncias en contra de sacerdotes se han duplicado. “Durante el papado de Ratzinger hubo 200 denuncias, con Francisco van más de 1.200”, dice su publicación.
Según dice el periodista italiano, esto solo muestra una cosa: que hoy la gente tiene menos miedo de denunciar: “Creo que no ha tenido mucho respeto por las víctimas y los sobrevivientes. Si bien por un lado abrió una comisión para la defensa de los menores abusados, esa misma comisión ha hecho poco o nada en la práctica, tanto así que algunos miembros ya empezaron a protestar”.
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Y es que los escándalos tienen a Francisco contra las cuerdas. Uno de los más grandes estalló en Chile, donde el tema se ha salido de control. En mayo de este año, en el Vaticano, 34 obispos de ese país renunciaron por no haber escuchado a las víctimas de abuso sexual. Cinco de estas dimisiones ya fueron aceptadas. Según los últimos reportes, la Fiscalía chilena ha imputado a 96 sacerdotes, 30 religiosos que no son sacerdotes y cuatro diáconos.
Además, el mes pasado se conoció un estremecedor informe en Estados Unidos en el que 300 sacerdotes habrían abusado de más de 1.000 niños en el estado de Pensilvania. El magistrado que interviene el caso aseguró que el Vaticano conocía desde hace tiempo todo lo que ocurría, pero aclaró que desconoce si Francisco sabía.
A esto se suma que Francisco, después de años de acusaciones, apenas aceptó ¬en agosto pasado¬ la renuncia del cardenal Theodore E. McCarrick, señalado de abusar de un niño de 16 años hace más de 50 años. Es el dirigente católico de mayor rango en Estados Unidos que ha dimitido por abuso sexual de un menor.
Fittipaldi aseguró que “la plaga de la pedofilia aflige a la Iglesia desde hace muchos años, y no es cierto que haya una responsabilidad directa del papa, si se tiene en cuenta que el Vaticano ha protegido y ayudado a miles de curas criminales. Francisco, sin embargo, ha hecho muy poco para combatir el fenómeno con relación a lo que ha prometido. Por este motivo es que se convirtió en un blanco para recibir acusaciones venenosas”.
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Sin embargo, no todo son ataques. Una buena parte de la institución salió a defenderlo. Esta semana los obispos de Portugal se reunieron en el santuario de Fátima para manifestar su apoyo a Francisco y agradecerle por condenar los casos de abuso sexual denunciados. Según describe el episcopado portugués, hay que incrementar la cultura de prevención y protección de los menores en todas las comunidades.
Junto a ellos han salido voces de apoyo provenientes de diferentes partes del mundo, como los obispados de Chile, Panamá y Argentina. También hay un grupo importante de víctimas que está de su lado y que confía en que las medidas se verán muy pronto.
El pontífice parece estar tranquilo en medio del escándalo. “Ustedes tienen las capacidades periodísticas suficientes para llegar a las conclusiones. Lean ustedes atentamente el comunicado y juzguen por sí mismos”, dijo entonces, haciendo referencia a la ofensiva de Viganò. Para Fittipaldi, si bien la carta es interesante, pierde validez por la falta de pruebas y datos, por lo que al final será la palabra de uno contra la del otro.
El documento de Viganò, que ahora se sabe que fue escrito por el periodista conservador italiano Marco Tossati, destapó la profunda división que existe hoy en la Iglesia. Mientras Francisco trata de gestionar la institución, maniobrando cada obstáculo del camino, las vías de salida se van agotando. Según Fittipaldi, Francisco no piensa en renunciar, al menos mientras su antecesor, Ratzinger, siga con vida: “Tener tres papas en el Vaticano sería casi ridículo”.