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Una semana pasó entre que Sally descubrió que estaba embarazada y el estado donde vive, Texas, prohibió temporalmente los abortos, que considera un procedimiento médico electivo e innecesario, suspendidos debido a la pandemia de coronavirus.
Esta mujer de 34 años, separada de su novio y cuyo nombre fue cambiado para proteger su privacidad, decidió entonces ocuparse ella misma de la interrupción de su embarazo, algo que nunca se le hubiese ocurrido en otras circunstancias.
El método: pastillas compradas online para realizarse un aborto en su casa, algo que además de estresante es ilegal. Sin embargo, cada vez más mujeres en Estados Unidos, confinadas por la emergencia sanitaria, al enfrentar una situación como esta eligen el mismo camino que Sally.
Su pedido llegó en un pequeño sobre de manila. Eran cinco pastillas. "Sin instrucciones, ni nada", contó Sally a la AFP desde su casa, en Dallas.
Conseguirlas no fue fácil. En los primeros dos sitios web en los que consultó estaban agotadas. Las obtuvo por fin con un tercer vendedor, tras pagar 250 dólares y esperar varios días a que llegara su paquete.
Para ese entonces, habían pasado 10 semanas desde su última menstruación, plazo límite en Estados Unidos para abortar con asistencia médica.
Aterrada, volvió a internet por ayuda sobre cómo usar las pastillas para efectuar lo que se conoce como un aborto "autogestionado".
La encontró en la red social Reddit, en un foro donde decenas de mujeres intercambian consejos y recomendaciones de acuerdo con sus experiencias.
Sally tomó la primera pastilla, mifepristone, que detiene el desarrollo del embarazo. Las otras cuatro, misoprostol, son las que provocan el aborto. Además, tomó analgésicos. Vea también: El aborto, en tiempos de Trump
Lo que siguió fue una noche de dolores muy intensos, que venían en oleadas, y una cantidad de sangre que la dejó en "shock". Pero todo funcionó según lo esperado, y al día siguiente Sally fue a trabajar, "aliviada" de que las pastillas habían tenido efecto. "Hubiese preferido tener supervisión médica, seguro".
Desde 1973, el histórico fallo de la Suprema Corte de Estados Unidos en el caso Roe v Wade protege el derecho al aborto de las mujeres. Pero incluso en épocas normales, en algunos estados de orientación conservadora ese derecho se ha viso amenazado. En varios de ellos, la pandemia se ha presentado como una oportunidad de endurecer las restricciones contra esta práctica.
A eso se suman los impedimentos naturales provocados por la crisis: el miedo al contagio de COVID-19 en las clínicas de abortos, el confinamiento obligatorio o incluso la dificultad económica debido al repentino desempleo.
En abril, la venta de pastillas abortivas aumentó 150% en comparación con el mes anterior, dijo a la AFP un minorista que las comercializa y pidió no ser identificado.
Plan C, un sitio web que elabora un ránking de vendedores según precios y tiempos de entrega, duplicó su tráfico entre marzo y abril.
Su cofundadora, Elisa Wells, dijo que de los 900.000 abortos que se realizan cada año en Estados Unidos, al menos 10.000 ocurren "fuera del establecimiento médico convencional", con pastillas compradas por internet o adquiridas en México.
Aid Access, que ofrece los precios más competitivos, a 90 dólares la dosis, es el único de los sitios de venta que cuenta con un supervisor médico, la doctora y activista holandesa Rebecca Gomperts.
Durante el último año, Gomperts ha enfrentado a la FDA estadounidense, la agencia federal que regula la venta de medicamentos, que le exige poner fin a sus servicios abortivos a distancia.
Muchos de los vendedores online tienen sede fuera de Estados Unidos para eludir la burocracia, pero no están exentos de problemas durante la pandemia. Con los aeropuertos cerrados, los sitios tienen dificultades para conseguir existencias, que a veces llegan de países como India o Rusia.
Según los expertos, los abortos con mifepristone y misoprostol son seguros, y la ocurrencia de complicaciones que requieran intervención médica son infrecuentes.
If/When/How, una organización que provee servicios legales a mujeres que desean abortar por sí mismas, recibió en la segunda mitad de marzo el doble de consultas telefónicas, según Jill Adams, su directora ejecutiva.
Arizona, Delaware, Idaho, Oklahoma y Carolina del Sur tienen leyes específicas contra los abortos autogestionados, pero las mujeres en otras partes de Estados Unidos no necesariamente están mejor protegidas.
Los fiscales suelen tratar los casos de aborto doméstico bajo otras figuras legales, apelando a normas que prohíben la práctica médica sin licencia, o incluso acusando a las mujeres de abuso infantil, o crímenes relacionados con drogas.
A fines de marzo, 21 estados pidieron levantar las restricciones federales al envío de mifepristone por el servicio postal, con el argumento de que limita el acceso de las mujeres a la telemedicina y las obliga a realizar "viajes innecesarios".
Para Adams, en las leyes residen los mayores riesgos. "En el año 2020, en Estados Unidos, las preocupaciones reales sobre un aborto autogestionado no son físicas sino legales".