“Los inmigrantes tienen miedo de pedir ayuda: Catalina Cruz

La colombiana Catalina Cruz es representante del distrito 39 de Queens, que comprende tres de los barrios más azotados por la COVID-19 en Nueva York. Cruz habla del virus y los indocumentados.

ÁLVARO CORZO V.
19 de abril de 2020 - 11:14 p. m.
Catalina Cruz ayuda a entregar cerca de 1.200 almuerzos diarios a habitantes de Nueva York que no tienen que comer durante la pandemia.  / Cortesía World Central Kitchen
Catalina Cruz ayuda a entregar cerca de 1.200 almuerzos diarios a habitantes de Nueva York que no tienen que comer durante la pandemia. / Cortesía World Central Kitchen
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Catalina Cruz nació en Medellín en 1984 y, como muchos en la década de los 90, dejó Colombia en busca de una mejor vida lejos de la violencia y la falta de oportunidades. Llegó a Nueva York junto a su madre para empezar de cero; como indocumentada vivió y trabajó en la sombra; logró graduarse de abogada para defender a la comunidad inmigrante.

Dos años antes, Cruz, de 37 años, ganó un escaño para la Asamblea Estatal de Nueva York. El distrito que representa, en el condado de Queens, comprende tres de los barrios más azotados por la COVID-19 en Nueva York: Jackson Heights, Elmhurst y Corona.

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Con una población inmigrante del 60 % y el 40% de ella indocumentada, la crisis de salud pública en esta zona de Nueva York, con fuerte presencia de colombianos, sobrepasa al resto de la Gran Manzana. Catalina Cruz habla sobre la preocupante situación en medio de la pandemia.

¿Cuál es la mayor urgencia de la población latina en su distrito?

El acceso a la salud. La gran mayoría no califica para un seguro médico, porque trabaja como independiente, por debajo de la mesa o en la economía informal. Otra parte no puede optar a seguro médico por no tener papeles. El único hospital de toda la zona de Queens que atiende a personas sin seguro médico es el hospital de Elmhurst, el cual ha estado a más del 125 % de su capacidad. El otro es una clínica comunitaria que no da abasto. En partes de Nueva York el distanciamiento social comienza a funcionar, pero para muchas familias hispanas de bajos recursos el reto es mucho mayor. Una de las razones por las que esta zona tiene tantos contagios y muertes es porque la mayoría de estas familias viven juntas. Hablo de dos o tres familias compartiendo una casa, por el alto costo del alquiler. Por eso la llegada de esta epidemia a una comunidad como la nuestra termina en tragedia.

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¿Las cifras de muertos en Nueva podrían ser mucho mayores de las que tenemos por esta razón?

Hasta hace poco la ciudad comenzó a contar las personas que morían en sus casas por coronavirus y no solo en los hospitales, como lo venía haciendo. Ahora se está dando un reporte diario, que mi oficina compara con los reportes de la comunidad y de las casas fúnebre locales. Así sabemos cuánta gente está muriendo en sus casas. Nos informan que antes de la emergencia había tres muertos por semana, ahora son hasta 25 en un día.

Pasan los días y aumenta el hambre, ¿cómo están lidiando con la falta de comida?

En esta zona de Nueva York si las personas no trabajan no comen. Viven del día a día, no hay ahorros, no hay nada. La ayuda del gobierno solo llegará a los que tengan papeles y el proceso puede tardar meses. Solo quedan el gobierno local y la caridad. La situación es muy dura, por eso decidimos cerrar mi oficina y empezar a repartir almuerzos. Comenzamos con 300 diarios, ya vamos en 1.200. Nos juntamos con World Central Kitchen, del chef hispano José Andrés; la idea es seguir creciendo con la ayuda. Estamos llevando comida a las puertas de los ancianos que no pueden salir.

La gran preocupación de muchas comunidades afectadas por la COVID-19 es el pago del arriendo. ¿En qué va Nueva York?

Aunque el gobernador haya pasado una moratoria de desalojo por tres meses, ya vemos casos de caseros que se aprovechan de la situación para desalojar de sus viviendas a familias inmigrantes e indocumentadas. Las amenazan con llamar a inmigración y los están sacando. Tenemos un proyecto de ley para cancelar la renta, pero no tenemos el apoyo. Por ahora queda en manos del gobernador y una orden ejecutiva.

El alcalde acaba de anunciar un fondo de US$20 millones para ayudar a inmigrantes indocumentados con pagos de US$400 a US$1.000, ¿es suficiente?

Es un muy buen comienzo, pero no suplirá la necesidad. Se debería cambiar la ley federal e incluir a todos los inmigrantes en el seguro de desempleo. Tenemos un gobierno hostil con los indocumentados. Así hayamos pagado por años millones de dólares en impuestos, no hay nada para nosotros, después de todo el trabajo que le hemos dado a la economía de este país.

¿Existe alguna relación entre el número de inmigrantes contagiados y fallecidos en Nueva York por COVID-19 y la política migratoria del gobierno actual?

La relación es directa, tiene el efecto que exactamente querían que tuviera: obligar a las personas a morirse sin buscar ayuda. La medida del gobierno que impide que cualquier inmigrante que reciba ayuda pública del gobierno formalice su situación migratoria tiene a la comunidad inmigrante en constante miedo de buscar cualquier tipo de ayuda.

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Pero, por efectos de la pandemia esta medida fue congelada por el gobierno...

Así es, según anunció el gobierno; pero la gente no le cree al presidente. El miedo es un arma muy poderosa. Eso era lo que quería el gobierno actual: que la gente tenga miedo de buscar ayuda.

¿Qué tan viable ve la reactivación de Nueva York como lo piden muchos sectores, incluido Trump? ¿Serán los hispanos los más afectados en la segunda ola de contagio de la que hablan los expertos?

Si no tenemos acceso masivo a las pruebas de COVID-19, damos protección a los trabajadores esenciales y evitamos que los desalojen de sus viviendas, todo va a empeorar. Si la ciudad se sigue haciendo la de la vista gorda sobre la protección a la comunidad más vulnerable —como son los inmigrantes que trabajan en el sector salud, supermercados, sistema de tránsito, recogiendo basura, etc.—, lo que sigue será peor.

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Las cifras de contagio y muertes de personas como usted, en la primera línea de respuesta es muy alta. ¿No tiene miedo a contagiarse?

Yo fui indocumentada, pasé hambre, no tuve acceso a la salud y sé lo que se vive; ahora que estoy en una posición de ayudar no podía darme la vuelta por el miedo a contagiarme. Además, me eligieron para servir al pueblo y no para quedarme en cuarentena en casa esperando a que pase todo esto. Es hora de devolver todo lo recibido; mucho más, estando en el epicentro de la pandemia.

¿Cómo lo vive su familia?

En Colombia me tienen en grupo de oración, todos los días mi familia reza para que no me pase nada, pues sufren mucho al ver que la cifra de muertos precisamente en los barrios donde soy representante crece día a día. Toda la familia está muy pendiente en el grupo de WhatsApp mandando bendiciones.

Mi mama sí vive muy preocupada, no la he podido ver hace más de un mes; hablo con ella tres veces al día por FaceTime, lloramos juntas. Es muy duro estar alejadas en medio de esto tan difícil.

¿Qué ha sido lo más doloroso durante esta pandemia?

Ver morir a miembros queridos de la comunidad sin poder despedirse, morir totalmente solos en el hospital, sin nadie. Y luego el drama de la familia de no poder dar el último adiós, en una ceremonia como quisieran. Es una historia muy triste que se repite a diario en Nueva York. El dolor es muy grande.

Por ÁLVARO CORZO V.

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