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La guerra en Siria, que estalló el 15 de marzo de 2011, ha durado más que la Segunda Guerra Mundial, ha provocado la huida de más de la mitad de la población, tiene en riesgo de muerte a más de 13 millones de personas, ha dejado más de medio millón de muertos, incluidos 20.819 menores de edad.
La grave situación ha afectado a más de 8,4 millones de niños, cuatro millones de los cuales nacieron y crecieron durante el conflicto. Según cálculos de Unicef hay más de 6 millones de menores de edad que necesitan ayuda humanitaria urgente y más de 2 millones no pueden recibirla porque viven en zonas en donde la guerra se recrudeció.
De acuerdo con Unicef, 1.106 menores de edad murieron durante los combates en Siria sólo en 2018, el año más mortal para la infancia de ese país. Se calcula que las minas antipersonal son la principal causa de víctimas infantiles. El año pasado fueron responsables de 434 muertes y lesiones, mientras que aumentaron las muertes durante ataques contra instituciones educativas y de salud: 262 en total.
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Mientras que antes de la guerra, casi el 100% de los menores de 15 años iban al colegio, hoy el 90% no puede hacerlo. Huir tampoco es la salida, 2,6 millones de niños que han huido de su país no pueden ser enviados a la escuela y sus familias recurren al trabajo y al matrimonio infantil, ante la falta de ingresos.
Save the Children habló como más de 365 pequeños en Idlib, Alep, Al-Raqa y Al-Hassakeh. Todos coinciden que lo que más temen es no poder volver a su país, volver a estudiar o recuperar a sus familias. Testimonios de quienes huyeron por las bombas.
Lina, 13 años
Huyó de Guta Oriental y hoy vive en Idlib
“La guerra se lo ha quitado todo a los niños y nos ha dejado sin nada: no hay educación, no hay futuro. Mis padres fueron asesinados hace cuatro años cuando un proyectil cayó en nuestra casa. Después de que los perdí, esperaba poder seguirlos pero Dios tenía otros planes. Quiero que la guerra termine para que podamos regresar a casa y reconstruir nuestro país. En cuanto a mí, no quiero nada en el mundo, excepto una educación. Espero que el mundo pueda vernos y ayudarnos".
Sara, 14 años
Fue herida durante un bombardeo en su hogar en Deir Ezzor
“Antes de la guerra mi vida era linda y yo era feliz con mi familia. Ya no soy más feliz. Mi vida y la guerra son una ahora. Cuando escucho un avión en el cielo me asusto. Pienso que es importante escuchar a los niños sobre nuestrs vidas. Es difícil imaginar un futuro en mi país cuando no tenemos un hogar… pero soy optimista. Le diría a los niños del mundo no ir muy lejos de sus familia y no jugar con nada peligroso”.
Ser hijo de yihadistas
Pero hay un lado nuevo de esta guerra: los hijos de los yihadistas. Hoy que el Estado Islámico (EI) está casi derrotado, muchos combatientes extranjeros buscan regresar a sus países. La mayoría de ellos tienen hijos. Un informe del año pasado del Centro Internacional para el Estudio de la Radicalización (ICSR) señala que cerca de 3.704 menores nacieron de madres o padres extranjeros en pleno campo de batalla.La organización señala que hay cerca de 460 menores hijos de franceses, aproximadamente 350 de rusos y más de 400 con progenitores de Marruecos. Shamima Begum, de 25 años y originaria de Reino Unido, es uno caso. Huyó en 2015 para unirse al EI. Se casó con un militante holandés y tuvo tres hijos. Los dos primeros murieron por enfermedad y desnutrición. Hoy tiene otro y decidió irse a un campo de refugiados para “vivir tranquilamente con mi hijo”. Begum quiso volver a su país, pero fue rechazada.
Ver más: El caso de Shamina Begun, la británica que luchó en el Estado Islámica y hoy quiere volver a Londres
Se sabe que pocos menores han regresado a los países de sus padres o dónde nacieron, pues muchos militares extranjeros se unieron con sus familias a los terroristas. El ICSR dice haber documentado 730 nacimientos de bebés de madres de 19 países. Otros informes señalan que son 5.000.
El tema del retorno de los combatientes extranjeros del grupo Estado Islámico y de sus familias es un dolor de cabeza tanto para las autoridades kurdas semiautónomas, que exigen su repatriación, como para los países occidentales, reacios a que regresen. Cerca de 3.000 niños y niñas de 43 nacionalidades están instalados en un campamento en el noreste de Siria, según Unicef.
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Algunos países, incluyendo Rusia, ha repatriado a niños rusos, y les ha entregado a familiares o familias de acogida, pero Reino Unido, Francia o Bélgica se muestran reticentes a hacerlo.
"Pueden ser hijos de yihadistas, kamikazes o terroristas. Nacieron en estas familias, pero no es culpa suya", dijo Kailash Satyarthi, Premio Nobel de Paz indio reconocido por su lucha en defensa de los derechos de la infancia.
La presión para su repatriación ha aumentado en los últimos días, especialmente tras el anuncio el viernes de la muerte en Siria del bebé de una joven que había perdido su nacionalidad británica al unirse al EI.
"Estos niños no son yihadistas", dijo en una entrevista con la AFP en París el activista indio. "Si no somos capaces de proporcionarles el cuidado y la protección adecuados, así como el amor, el respeto y el reconocimiento que merecen como seres humanos, corremos el riesgo de que sean explotados y manipulados", dijo. "Sería mejor acogerlos".
¿Terrorismo infantil?
Los niños son las primeras víctimas de un conflicto como el de Siria. Así lo hizo saber el director de Unicef para Oriente Medio y Norte de África, Geert Cappelaere, quien aseguró que los niños reclutados por grupos extremistas o que han vivido en un régimen yihadista "no son terroristas".“Los niños que fueron reclutados por las fuerzas extremistas o vivieron bajo sus regímenes no son terroristas", dijo Cappelaere a Efe. El responsable de Unicef recalcó que esos niños "tienen necesidad de protección, educación, cuidados de salud y sobre todo de que la comunidad internacional invierta para asegurar que todos los menores tengan una infancia".
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De acuerdo con informes de la ONU, el Estado Islámico compró, esclavizó y reclutó a miles de niños de entre 8 y 18 años desde que comenzó la guerra. Sólo el 2015, el número de niños que fueron forzados a pelear la guerra en Siria ascendió a mil. Con un agravante: muchas padres entregaron por voluntad propia a sus niños. “Cuando el ISIS tomaba a los niños los llevaba a campos religiosos para adoctrinarlos. Los mayores de diez años empezaban el entrenamiento militar”, dicen los investigadores de la Universidad de Georgia.
Cerca de 1.500 menores de edad están actualmente detenidos y acusados de haber pertenecido al EI. Las autoridades kurdas e iraquíes los juzgan como adultos, según denunció Human Rights Watch. “Los niños acusados de tener alguna conexión con el EI están siendo detenidos, y con frecuencia son torturados y procesados, independientemente de su nivel real de participación en la organización”, afirmó Jo Becker, director de defensa de los derechos de los niños para HRW. Agrega el informe que, muchos fueron detenidos bajo acusaciones sin fundamento y fueron sometidos a descargas eléctricas y otras torturas.
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“Me golpeaban con tubos de plástico, dijeron que tenía que decir que era del Estado Islámico, así que lo hice”, explica un niño de 14 años detenido por las fuerzas de seguridad kurdas.
“Todos los días fueron una tortura, nos golpearon todos los días”, asegura un niño de 17 años que pasó nueve meses en prisión.
Tras ser liberados, muchos no regresan a sus hogares por temor a ser arrestados de nuevo o sufrir represalias en su comunidad. Organizaciones de derechos humanos denuncian que hay niños extranjeros de 9 años encarcelados junto a sus madres a la espera de un juicio por sus “actividades terroristas en el EI”.
"El mensaje según el cual estos niños son indeseables va en aumento", dijo Cappelaere. Y agregó: "Es un problema que no se puede esconder debajo de la alfombra". En el genocidio en Ruanda en 1994, miles de niños estaban
asociados con personas que cometieron terribles matanzas. “En su mayoría esos niños fueron reintegrados con éxito a la sociedad ruandesa, se podría hacer lo mismo en Siria e Irak”, concluyó.