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Autora de novelas como "Las viudas de los jueves", "Las grietas de Jara", "Un comunista en calzoncillos", "Las maldiciones" o "Betibú", Piñeiro comentó en un encuentro con la prensa que "la novela negra explica la sociedad en la que sucede el crimen, y por eso en Argentina sería improbable que un chico matara a sus compañeros en el colegio con un arma, algo habitual en EEUU".
Y añade que "cuando Henning Mankell habla de xenofobia en algunas de sus novelas está describiendo una situación que sucede en Suecia, igual que Márkaris cuenta el gran crimen (de Grecia) que se esconde detrás de los pequeños crímenes".
Piñeiro (Burzaco, 1960) ha reflexionado sobre el tipo de novela que hace: "Yo escribo con muertos, y cuando hay un muerto enseguida aparece el enigma, la búsqueda de la verdad, la pregunta de quién lo mató y por qué. Sin embargo, en algún momento me he cuidado de que el género no esté, pues el género se me mete en la estructura".
Para la escritora argentina, meterse en la escritura te puede llevar a muchos lugares, pero "el género te obliga a centrarte". Al respecto, ha recordado las palabras de Jorge Luis Borges, que decía que "el negro era de los pocos géneros a los que le quedaba comienzo, medio y fin", pero Ricardo Piglia decía todo lo contrario.
Optar por un género "con sus reglas" conduce al autor, en su opinión, a "una zona de confort, en la que está obligado a dar respuesta a un enigma".
El escritor y comisario de BCNegra, Carlos Zanón, argumentó la concesión del premio Pepe Carvalho de este año porque "Piñerio es una de las figuras que han hecho de puente entre las dos orillas, y porque entra y sale del género, hace literatura sin hipérboles, una literatura que viene de la narración oral, y en el género trabaja el suspense y los espacios".
Precisamente, Piñeiro valoró que en los últimos años hayan aparecido autores como Carlos Luján o el propio Zanón, que "han forzado el género", hasta el punto de que "a veces se sabe el asesino, pero es irrelevante, porque se preocupan más por las circunstancias o por cómo se culpa al autor del crimen".
Una excepción a ese proceder en la obra de Piñeiro es "Betibú", "la única novela que escribí -ha dicho- con conciencia de querer hacer género desde la primera página", pues en el resto "suelo meterme con los personajes o su entorno familiar, algo que no todos los escritores de novela negra hacen".
Piñeiro cree que los policías habituales en libros europeos o estadounidenses son improbables en Latinoamérica, donde están "desprestigiados" o, como pasa en Argentina, "arrastran vicios de la época de la dictadura y siempre hay dudas sobre la honestidad de la institución".
La autora, que también es guionista y cuatro de cuyas novelas han sido adaptadas para la gran pantalla, se ha mostrado comprensiva con que "las películas no tienen que ser fieles al texto original".
No obstante, aseguró que sus experiencias en las adaptaciones han sido "buenas" y sostiene que "el director de una película es también un lector que arma la novela a su manera en la pantalla".
En su encuentro con la prensa ha surgido también la vertiente activista de Piñeiro, en las movilizaciones a favor de la ley del aborto y contra el "feminicidio": "Hasta el 21 de enero, habían muerto 18 mujeres en Argentina; hace dos días otra mujer murió asesinada y esta mañana otra muchacha que había desaparecido ha aparecido también muerta".
Aunque la ley del aborto no se aprobó, Piñeiro considera que se ha ganado una batalla, pues "ahora se puede hablar del aborto, una palabra que estaba prohibida incluso en el entorno familiar".