En tiempos de pandemia las residencias artísticas son virtuales (Relatos y reflexiones)

Todo es demasiado frágil, demasiado dinámico y, por cierto, demasiado asincrónico, dice la intelectual Carolin Emcke (Alemania, 1967), refiriéndose a los efectos de la pandemia de la Covid 19. Precisamente esta epidemia es la que me ha llevado como ARTivista a realizar un proyecto fotográfico sobre mi experiencia como artista y su relación con el proceso de vivir en carne propia la cuarentena.

Manuel Antonio Velandia Mora
25 de abril de 2020 - 11:51 p. m.
“Quadraginta: Construcción y deconstrucción del ser”.  / Instagram: museoq
“Quadraginta: Construcción y deconstrucción del ser”. / Instagram: museoq
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Soy Manuel Antonio Velandia Mora; fui invitado por el Museo Q, de Colombia, a participar en una residencia artística virtual. La idea de estar en una residencia de este orden me pareció muy creativa y la vi como una manera de seguir activo en mi proceso, de moverme en una temporalidad y espacialidad híbrida, lo que me implica una ruptura en la manera como se muestra el arte ya que los trabajos se verán a través del Instagram de dicho museo, y también en el proceso de curaduría.

El Museo Q se vio obligado a parar sus exposiciones presenciales organizadas en diferentes ciudades colombianas; recurrió a las redes virtuales para crear una residencia artística. Residir en @museoq es un proyecto de confianza mutua. A les artistas nos dan acceso a la cuenta de Instagram del Museo Q para que durante una semana podamos circular contenido e interactuar con los seguidores y con otras personas que lleguen a los posts. Es la residencia virtual, el artista es quien decide qué hacer y cómo hacerlo, considerando sus propios tiempos, intereses y disciplina artística con el acompañamiento constante con los integrantes del colectivo de museología queer.

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Yo he optado por trabajar desde 2 frentes; el primero de ellos, una serie de selfies; el 2º, utiliza para la reflexión una fruta tropical llamada granadilla. Con las imágenes creadas pretendo, por un lado, reflexionar sobre el mutismo propio de la introspección, y por el otro, mostrar el desgarro físico y emocional y el vaciamiento de emociones que genera el encierro y la falta de vínculo social.

A la obra la he llamado “Quadraginta: Construcción y deconstrucción del ser”. Considero que no solemos pensar sobre nosotres mismes. La enfermedad, experienciada o temida, nos hace pensarnos finitos. El miedo al contagio construye en nosotres temores infundados, desazones marinadas en nostalgias. La lágrima se hace fácil. Aun sabiéndome mortal, habiendo aceptado la muerte como el fin de toda existencia y el suicidio como alternativa viable a la vida no deseada, el contagio tiene la propiedad de sacarme del cauce frente a la incertidumbre de un no sé qué y un sin saber cómo, ni cuándo.

La atención emocional que produce la pandemia me ha obligado a centrarse y fortalecerme para salir airoso de ella. Puedo describir el proceso creativo, como un respiro profundo, en el que me apego a mis adentros y me obligo a crear. No puedo dejar que la pesadumbre me acompañe ni que la inactividad sea mi destino. La creación es mi lenguaje, es la manera de sentirme vivo, de seguir produciendo, de dar sentido a la experiencia.

Yo, como la mayoría de personas en cualquier lugar del mundo en el que los sujetos no están preparados para estar a solas y en silencio, temo llegar a extremos emocionales y me decidí a contemplar de otra manera la soledad. Tengo claro que no puedo abandonarme y dejar que los días pasen sin sentido. Por mucho tiempo he vivido solo, por largos periodos he decidido quedarme aislado en casa. La soledad ha sido para mí, fundamento creativo, es razón poética, filosófica y artística.

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La vida es mi principal proyecto y mis propias vivencias, la savia que nutre la fluidez de mi espacio simbólico. Mi propia vida se convierte en la forma, el lenguaje y la esencia de mi expresión. Es esto lo que espero se logre ver en las imágenes, en los poemas, en el corto video arte que acompañará la muestra.

Me atrajo aceptar la invitación del Museo Q porque éste no representa a tod*s, no es la voz legítima para hablar de la vivencia de las orientaciones sexuales o las identidades de género no hegemónicas, pero si lo entiendo como un grito y apuesta por un espacio para que l*s “anormales” y “l*s rarit*s” del paseo den/demos un paso adelante para decir: ¡Nuestras memorias importan!

El proceso de curaduría pre y durante la muestra conlleva una serie de encuentros virtuales en los que muestra la obra. Inicialmente mostré seis alternativas de trabajo, en un proceso de tirar y soltar la cuerda, logramos ponernos de acuerdo en mostrarme a mí mismo y de representar el proceso interior. Por una parte, se optó por mostrar parte de un proceso realizado durante las 2 primeras semanas de la cuarentena, y sumar la producción de 2 nuevas imágenes que pudieran dar significancia a todo el proceso de introspección. Desde otra óptica, ya había realizado algunos selfies en que trabajaba sobre partes de mi cuerpo, y otros en las que siendo yo el protagonista no mostraba mi cara, creando así una aproximación con el espectador, en la que cada uno puede verse de alguna manera representado en la obra.

Un 3er elemento de la muestra virtual, ha sido el trabajo con la poesía. Más que construir textos teóricos, el curador rescata fragmentos de poemas, que de alguna manera explican las obras que acompañan. Cada día se muestran 2 piezas y un fragmento de poema. El proceso dura 7 días. Terminar con un corto videoarte. La exposición se matiza con una lectura de poemas y una entrevista con el curador, del proyecto residir Luis Carlos Manjarrés, curador del MuseoQ y de otros museos en Colombia.

En la curaduría y residencia virtual está abierta a artistas queer o que su trabajo se oriente a temás centrados en sexualidad, identidad y expresión de género. Cada artista está en la residencia durante una semana. Hasta la fecha algun*s artistas confirmados son Ángela Navarro, Ricardo Avendaño, Juli Santa Putricia, Laura Roa, El Colectivo Féminas ilustradas, Germán Paley y David Escobar. Yo soy el segundo en residir en el Museo Q. y mi proceso inició este miércoles 22 de abril.

La obra cambia todos los días; cada día que el espectador visita el museo puede ver el último trabajo producido y la retrospectiva de lo que se ha venido mostrando en días anteriores, al igual que ver la obra de los artistas que fueron residentes previamente.

La exposición puede visitarse día a día a partir de este miércoles, en el siguiente link en Instagram.

 

Por Manuel Antonio Velandia Mora

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