La esquina delirante X (Microrrelatos)

Este espacio es una dentellada a la monotonía mediante el ejercicio impulsivo y descarado de la palabra escrita. En tiempos fugaces, como los nuestros, en los que la inmediatez cobra más validez que nunca, el microrrelato se yergue como eficaz píldora psicoterapéutica. Guerra de guerrillas narrativa si se quiere.

Autores varios
06 de julio de 2019 - 10:20 p. m.
Ilustración: Juan Daniel Ramírez
Ilustración: Juan Daniel Ramírez
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Futuro imperfecto

Un siglo después de que se editara el último libro en papel –la postrera derrota de lo vegetal frente a lo digital-, las radiaciones emitidas por una gigantesca tormenta solar perforaron la magnetosfera terrestre; los circuitos eléctricos se colapsaron en su totalidad, los transformadores eléctricos fueron dañados, las comunicaciones tecnológicas abatidas, los aparatos e-readers fenecieron sin excepción y los contenidos de todos los e-books del planeta se extinguieron. La humanidad se enfrentaba a las consecuencias del grave error que había supuesto la abolición de las antiguas bibliotecas.

Héctor Daniel Olivera Campos. Barcelona (España)

Si está interesado en leer otro capítulo de La esquina delirante, ingrese acá: La esquina delirante I (Microrrelatos)

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Cuestión de sangre

A fines de la década de los años 30 del siglo XX, el doctor Charles Drew era director de la Cruz Roja Internacional. Ganó prestigio universal por haber desarrollado el mecanismo de conservación del plasma de la sangre humana para realizar transfusiones, logrando así salvar millones de vidas. En 1942, el gobierno de su país, los Estados Unidos, prohibió las transfusiones entre personas de diferente raza.

Era una afrenta demasiado grande y el doctor Drew renunció irrevocablemente a su cargo.

Años después, el primero de abril de 1950, el doctor Drew tuvo un accidente automovilístico y quedó gravemente herido. Según algunos reportes periodísticos de la época, se le podría haber salvado la vida con una urgente transfusión de sangre, pero fue demasiado el tiempo que se demoró en transportarlo a un segundo hospital. El más cercano se había rehusado a admitir al doctor Drew, porque era negro.

Gonzalo de Córdoba. Santa Cruz de la Sierra, Bolivia. 

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Allex

Las crecientes olas de sangre llegan a sus pies, sin asomo de temeridad sumerge las piernas, pronto el espeso mar toca sus fosas nasales y el letargo llega con el relajante ahogo.

Absorto, en total silencio observa, como lo dicta la rutina, a aquella mujer consumida en cada tic-tac, cualquier persona le llamaría calavera, pero es un ser en estudio: ondas cerebrales y agitados iris señalan vida. - ¿Cambios significativos hoy? - ¿cómo saberlo desde el otro lado del cuarto acolchado? - entre cavilaciones continuó su recorrido matutino. 

Mientras, Allex sigue atrapada en su caos mental.

Andrea Contreras Salazar

Si le interesa leer otro capítulo de La esquina delirante, ingrese acá: La esquina delirante IX (Microrrelatos)

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Traición 

Cada noche lo escuchaba anonadada declamar en clase, en su tormentoso éxtasis, mordía sus labios para no  dejar aflorar la pasión volcánica que en su pecho latía.

No veía un profesor en él sino una fuente inagotable de poesía. Rompió su silencio para confesar su horrendo crimen, robar unos versos, deshacerse del cuerpo del poeta después de haberlo recorrido con caricias, con sus labios lujuriosos, después de susurrarle ese orgasmo silente.

Se sintió condenada al saber que en su piel quedaron huellas indelebles que la perseguirían por cada palabra declamada, por cada frase citada y por cada caricia entregada. 

Antonio Ortiz

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Autobiografía

Respondo a Paula Barros. Cuando alguien me llama (lo que pasa cada vez menos), digo: -¿Sí? Y el otro hace como si sí aunque sepa, claro, que es una manera de hablar, que ni Paula, ni Barros dicen algo de alguien. Paula viene del latín Paulus, pequeña, débil, humilde según el señor Google, pero no, confieso que dos de tres no dan en el blanco, ni humilde, ni pequeña. Débil sí. Debilidad Barros se acerca bastante más. Barros tiene un origen incierto, tal y como me gustan los orígenes a mí. Y por otra parte, este apellido-sustantivo tanto en su acepción de lodo, fango, cieno, como en la de terracota o en la de tierra para alfarería o en la de grano en la piel o en la de bajeza moral, villanía o en la del costeñismo aguafiestas, ya se pone más caliente, caliente. Con los anagramas borra, obrar y robar es que arde. Y con la derivada embarrarla, dos por uno: se quema y encuentra lo que busca. Arcilla, parte cruda y parte cocida, desde mi color hasta lo recóndito del interior. Amaso o me moldean (los dejo de vez en cuando): caracol, ánfora, o de vuelta a amasijo. Tan intensa como andar con zapatos empantanados. Tan asustada de romperme como si me alzara sobre dos pies de barro. 

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Para ser publicado envié su microrrelato a laesquinadelirante@gmail.com, máximo 200 palabras.

 

 

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