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El centro de reclusión de niños migrantes en Tomillo, Texas, sirve de ejemplo a un centenar de escritores e intelectuales para sentar su protesta por el tratamiento inhumano que están recibiendo los menores que fueron arrebatados a la fuerza a sus padres indocumentados como parte de las nuevas normas migratorias que ha impuesto el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump.
En su carta abierta, que publican en simultánea los principales diarios del mundo, los escritores califican estos centros como "campos de concentración para niños".
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"Esta generación se recordará por haber permitido que se construyeran campos de concentración para niños 'sobre la tierra del libre y el hogar del valiente' ", haciendo referencia a una estrofa del himno de los Estados Unidos.
Entre los firmantes se cuentan Margaret Atwood, Paul Auster, Emmanuel Carrère, Javier Cercas, Alberto Manguel, Nelida Piñón, Salman Rushdie, Jhumpa Lahiri, Valeria Luiselli, Juan Villoro, entre otros. El novelista colombiano Juan Gabriel Vásquez también es signatario de la protesta.
Este es el texto completo, en traducción libre, de la carta abierta:
"En Tomillo, Texas, en filas de carpas amarillo pálido, unos 1.600 niños que fueron arrebatados a la fuerza de sus familias duermen en camarotes alineados, hombres separados de mujeres. Los chicos, entre 13 y 17 años, tienen acceso limitado servicios legales. No han pasado por la escuela. Les entregan cuadernos con ejercicios pero no están obligados a terminarlos. La ciudad de las carpas en Tornillo no tiene regulación alguna, excepto por las directrices del Departamento de Salud y Servicios Humanos. Las condiciones físicas lucen inhumanas. Los niños en Tomillo pasan la mayor parte del día dentro de carpas con aire acondicionado, donde reciben su alimentación y tienen actividades recreativas. Tres trabajadores cuidan grupos de 20 niños cada uno. Los niños tienen permitido hacer dos llamadas telefónicas por semana a miembros de sus familias o acudientes, y deben portar cinturones con los números de teléfono de sus contactos de emergencia escritos.
Sin embargo, las condiciones sicológicas de los niños son todo menos humanas. Por lo menos dos docenas de los niños que llegaron a Tomillo recibieron aviso en su centro de detención previo apenas unas pocas horas antes de ser sacados –un tiempo mayor, de acuerdo con uno de los trabajadores en Tomillo, hubiera provocado que los niños entraran en pánico y trataran de escapar–. Debido a estas circunstancias, los niños de Tomillo están inevitablemente expuestos a un trauma emocional. Una vez liberados (la fecha para ello no se ha fijado), quedarán sin duda con cicatrices emocionales y nadie puede esperar que estos niños sientan algo diferente a odio visceral hacia el país que los condenó a este injusto encarcelamiento.
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Los trabajadores en el campo de Tomillo, que fue ampliado en septiembre a una capacidad de 3.800, dicen que mientras más duren los niños bajo custodia mayor es la probabilidad de que se traumaticen o entre en estado de depresión. Hay reglas estrictas en estas instalaciones: “No se porte mal. No se siente en el piso. No comparta su comida. No use apodos. No toque a otros niños, inlcuso si es su hermanito o hermanita. Además, es mejor que no llore. Hacerlo puede afectar su caso”. ¿Podemos imaginarnos a nuestros propios hijos siendo obligados a no abrazar ni ser abrazados, o ni siquiera a tocar o compartir con sus pequeños hermanos o hermanas?
Los funcionarios federales no permiten que los reporteros entrevistan a los niños y tienen celosamente controlado el acceso al campo, pero casi a diario se filtran reportes a la prensa. Tomillo, aunque único en el tratamiento de los menores –incluso entre los más de cien centros de detención de niños migrantes en los Estados Unidos—, es parte de una atmósfera general de represión y persecución que amenaza con volverse peor. El gobierno de los Estados Unidos está deteniendo más de 13.000 niños migrantes, el mayor número hasta ahora; hasta el mes pasado, unos 250 niños “de tierna edad”, menores de 12 años, no habían sido todavía entregados a sus padres. Recientemente, el presidente ha propuesto "poner tiendas de campaña por todas partes" para los migrantes.
Esta generación se recordará por haber permitido que se construyeran campos de concentración para niños “sobre la tierra del libre y el hogar del valiente”. Esto sucede hoy y ahora, pero no a nuestro nombre".
Rabih Alameddine
Jon Lee Anderson
Margaret Atwood
Paul Auster
Andrea Bajani
Alessandro Baricco
Elif Batuman
Neil Bissoondath
José Burucúa
Giovanna Calvino
Emmanuel Carrère
Javier Cercas
Christopher Cerf
Roger Chartier
Michael Cunningham
William Dalrymple
Robert Darnton
Deborah Eisenberg
Mona Eltahawy
Álvaro Enrigue
Richard Ford
Edwin Frank
Garth Greenwell
Andrew Sean Greer
Linda Gregerson
Ethel Groffier
Helon Habila
Rawi Hage
Aleksandar Hemon
Edward Hirsch
Siri Hustvedt
Tahar Ben Jalloun
Arthur Japin
Daniel Kehlmann
Etgar Keret
Peter Kimani
Binnie Kirshenbaum
Khaled Al Khamissi
Dany Laferrière
Jhumpa Lahiri
Laila Lalami
Herb Leibowitz
Barry Lopez
Valeria Luiselli
Norman Manea
Alberto Manguel
Yann Martel
Guillermo Martínez
Diana Matar
Hisham Matar
Maaza Mengiste
Rohinton Mistry
Benjamin Moser
José Luis Moure
Azar Nafisi
Guadalupe Nettel
Mukoma Wa Ngugi
Ruth Padel
Rajesh Parameswaran
Dawit L. Petros
Caryl Phillips
Nelida Piñon
Francine Prose
Sergio Ramírez
David Rieff
Salman Rushdie
Alberto Ruy Sánchez
Aurora Juana Schreiber
Wallace Shawn
Sjón
Patti Smith
Susan Swan
Santiago Sylvester
Madeleine Thien
Colm Tóibín
Kirmen Uribe
Juan Gabriel Vásquez
Juan Villoro
Susan Yankowitz
November 6, 2018, 6:00 am