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Desde hace más de una década México vive una violencia brutal, que deja año tras año dramáticas cifras de muertos que ningún presidente ha sido capaz de bajar. La cifra de 8.493 asesinados del primer trimestre de 2019, registrados por el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, le advirtió al presidente recién electo, Andrés Manuel López Obrador (AMLO), el reto que tiene por delante.
Esta misma semana Aideé Mendoza, una estudiante de 18 años de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), fue asesinada tras recibir un disparo dentro de un salón de clase. De acuerdo con sus compañeros, la bala habría salido del arma de un grupo de presuntos narcos que operan en las inmediaciones del plantel educativo. El asesinato abrió ayer un fuerte debate en el país, luego de que la Fiscalía dijera que “será otro crimen difícil de resolver, pues no se sabe nada” y se suma a la masacre que se vivió en Veracruz la noche del Viernes Santo, cuando un grupo de hombres armados ingresó a una fiesta y mató a 13 personas.
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El presidente Andrés Manuel López Obrador dice que la desbordada violencia viene del gobierno anterior y prometió que con su estrategia los números se reducirán en los próximos seis meses. Pero las preguntas siguen, la violencia no cesa, el 77 % de los crímenes se quedan en la impunidad y los mexicanos exigen respuestas.
El Espectador habló con tres expertos en el tema para tratar de explicar las causas, consecuencias y soluciones a la situación del país.
“Hay una notable improvisación”: Javier Oliva Posada*
Esta es una pendiente que viene viviendo México del deterioro de la paz pública por lo menos desde la década de los 80. Nadie lo ha podido cambiar, ni los gobiernos sucesivos, no importa de qué partido, ni tampoco ha habido por parte de los gobiernos estatales sobre otras instituciones la capacidad de coordinar acciones y evitar esta pendiente. En México el período presidencial dura seis años, entonces sexenio a sexenio, por lo menos desde 1988, cada gobierno ha creado o modificado de fondo las estructuras institucionales y jurídicas del país y ahora con la creación de la Guardia Nacional pues no es la excepción.
De forma continua y sistemática la práctica de delitos graves como es el robo de combustible de los ductos de la paraestatal más importante del país, que es Petróleos Mexicanos, o bien los asaltos a los trenes de carga, entre otras modalidades de crimen organizado, cuentan con respaldo social o con aceptación, incluso con participación. La constante reforma institucional y jurídica, sumada al deterioro de los sistemas sociales, ha traído a México a una situación crítica.
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Acabamos de cerrar el trimestre, en medidas anualizadas, más violento desde que se toman los conteos de los delitos de alto impacto; es decir, desde hace veinte años. Entonces es una muy mala noticia porque todas las medidas, programas, recursos humanos y presupuestales que se destinan a contener el deterioro de la inseguridad han fracasado.
Lo que pasa es que hay una notable improvisación tanto de funcionarios como de programas y diagnósticos errados. Entonces no hay una continuidad.
Son dos las medidas que se tienen que implementar para cambiar la situación. Una, la represión de la actividad criminal y los programas de prevención. En los últimos dos años del sexenio anterior no se invirtió ni un peso en materia de prevención y conste que en México se creó una subsecretaría el sexenio pasado con Enrique Peña, que se llama Subsecretaría de Prevención del Delito y Participación Ciudadana.
La otra es la ausencia de prácticas cívicas en amplias zonas del país. Los medios de comunicación, en ese sentido, cuando hacen apología del delito, de la riqueza, mala vida, juegan un papel muy importante en el deterioro del país.
AMLO puede intentar hacer cosas que reviertan o al menos que contengan las tendencias, pero el argumento de echarle la culpa al gobierno anterior ya no le va a alcanzar. En un mes eso va a sonar francamente absurdo, porque entonces para qué quieres ser presidente de República si no te sentías con la capacidad de resolver uno de los dos principales problemas del país, es decir, la inseguridad y el tema del empleo.
Entonces sí tiene la posibilidad, lamentablemente el entorno del equipo de los civiles, no solamente carece de experiencia sino que no están claros cuales son los objetivos, lo cual es inexplicable, pues tuvieron cinco meses de período de transición administrativa entre el día de la elección y la toma de posesión. En nueve meses resulta inexplicable e injustificable que no tengan un programa bien definido.
El programa de seguridad nacional todavía se está discutiendo. Lo que ya se conoce es la estrategia de seguridad pública. Es un listado de buenos deseos e intenciones. Me parece un tanto voluntarista pero con una plataforma poco consistente. Los argumentos son muy atendibles, pero el punto de partida es en ese sentido ambiguo y los objetivos tampoco están bien trazados, no están claros cuáles son. Hace falta precisarlos, y me parece que cuando entre en funcionamiento la Guardia Nacional estaremos en condiciones de conocer de manera más detallada este programa.
Yo estimo que sí servirá la Guardia Nacional, dado el perfil de quien va a ser el comandante, el general Luis Rodríguez Bucio, y los perfiles de los militares que lo van a integrar, me parece que sí hay razonables expectativas de que vaya a funcionar. Claro, no puede sola la Guardia Nacional, hay que reestructurar el sistema penitenciario estatal y federal. En los estados de la república tenemos casi el 80 % de los reclusorios controlados por los internos. Necesitamos robustecer el sistema penal acusatorio, se requiere el fortalecimiento de las policías municipales y estatales y por último la participación social. Es decir, la respuesta a la problemática de la inseguridad pública en México es multifactorial e interinstitucional.
Lamentablemente nosotros estamos en una tendencia de darle carta de naturalización a la violencia, acostumbrarnos a vivir con ella y es muy curioso: hace poco hice un trabajo comparando los climas de violencia que han vivido Colombia y México y es una franca contradicción. Son los únicos dos países, desde los años 20 del siglo pasado hasta la fecha, que no han tenido golpes de Estado. Es decir, han sido Estados estables en términos de una democracia funcional. Pero de manera contradictoria son los más violentos, entonces ahí hay una disfunción estructural de nuestras democracias.
En México nunca habíamos tenido tanta pluralidad y alternancia del poder ejecutivo, pero nunca habíamos sido tan desiguales en la distribución de la riqueza ni habíamos sido tan violentos desde la revolución, que terminó en 1929, que fueron 19 años de violencia.
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El peor año de la violencia en México: 2018: Santiago Roel**
El año pasado fue el peor año de violencia en México. Tenemos un incremento en nueve delitos que medimos nosotros y una reducción solamente en dos. Lo que más nos preocupa dentro de todo esto es el tema del homicidio. El año pasado cerramos con una tasa de alrededor de 23 homicidios por cada 100.000 habitantes, que si le agregamos víctimas probablemente se vaya un 25 o 26, porque estamos midiendo tasas nosotros.
Es una tasa altísima para México y todo esto se disparó y se descompuso desde el 2008, es cuando entra el choque frontal, la guerra contra este mercado de drogas y la absurda idea de que atrapando a algunas cabecillas y a algunos capos se iba a resolver el problema y fue caer en el juego de los Estados Unidos y lo único que logró fue atomizar a las mafias dedicadas a la venta de drogas y exacerbar el pleito, que es normal entre ellos.
El 80 % de los homicidios en México son ejecuciones de mercado de drogas. Es muy puntual la causa, es muy específica y por lo mismo es muy puntual la solución que hemos estado planteando nosotros desde hace muchos años y que es solamente la regulación del mercado de drogas, lo que puede bajar estos índices. Ya son tantas mafias en tantas ciudades, peleándose con violencia los territorios. La única manera de resolver esto es regulando las drogas, que es quitándoles el negocio, el dinero y quitándoles el incentivo para las muertes, que terminan siendo el Whatsapp del narco, pues mandan mensajes con esto.
Llevamos muchos años de fracaso, de estrategia equivocada y ya es momento de cambiarla. Desafortunadamente el nuevo presidente insiste en hacer más de lo mismo, le está apostando a la Guardia Nacional, que no es otra cosa que un ejército vestido de policía y a sus programas sociales. Pero Guardia Nacional o Ejército es lo mismo y es lo que hicieron sus antecesores sin ningún éxito; al contrario, complicaron aun más las cosas.
Además, los programas sociales son muy bienvenidos y allá los tenemos en México, más bien lo que él está haciendo es centralizar los programas sociales en el gobierno federal. Pero no hay ningún vínculo, no hay ninguna correlación entre pobreza y violencia. Entonces podrá pelear la pobreza extrema, con los programas sociales, pero no va a abatir la violencia, mucho menos la violencia extrema del crimen organizado.
López Obrador tiene un plazo de seis meses para bajarle a la violencia con sus programas sociales y la Guardia Nacional. Yo le puedo dar seis años, todo su mandato, y no va a lograrlo si no empieza por la regulación de drogas. Creo que es un tema que en México ya hemos entendido, creo que ya llevamos 12 años de un gran fracaso en esta política de seguridad y en esta política de drogas y es momento de cambiar. Pero si el presidente no lo entiende se va a topar con la realidad.
Colombia y México son los grandes chivos expiatorios de la DEA en Estados Unidos. ¿Para qué nos utilizan? Para justificar su gran fracaso en política de drogas, ese es el papel que jugamos. Si México y Colombia regularan algunas drogas le estaríamos quitando esta excusa a la DEA, estaríamos desenmascarando el gran fracaso de la política prohibicionista de Estados Unidos y se caería el teatro.
Por eso hay tanta insistencia de algunos sectores del gobierno de Estados Unidos en mantener la política prohibicionista e insisten en meter a países como los nuestros en esta absurda y perversa guerra que ellos no realizan en el interior de su territorio. Ellos no atrapan capos, ellos no desmantelan rutas ni redes de distribución. Ellos atrapan pequeños narcomenudistas, marginales, en algunos barrios pobres.
Yo creo que ya basta y que ya es hora de que nuestros países se pongan los pantalones y decidan lo que tienen que decidir, porque cuando yo hablo en privado con los políticos entienden el tema, pero cuando quiero tocarlo en público con ellos reculan. Necesitamos forzar a los políticos a tomar estas decisiones.
El tema de seguridad es el tema número uno que más preocupa a los mexicanos, según la mayoría de las encuestas y después hablan de corrupción o mal gobierno.
La verdad es que ningún país está preparado para la guerra y cualquier país, en cualquier momento, puede avanzar hacia la paz si se toman buenas decisiones. Ni en Colombia ni en México somos Siria. No es un problema complejo con tantos poderes ni facciones metidas. Por lo menos en México es un solo punto, y eso es una buena noticia. Si hoy regulamos algunas drogas mañana estaremos en paz.
Corregir corrupción, mal gobierno, temas sociales, lleva años. Pero este lo podemos resolver mañana. Lo que pasa es que las decisiones no las van a tomar los políticos si no hay presión ciudadana, eso es clarísimo. Nos han vendido una propaganda de guerra totalmente falsa y perversa. Nadie entra a la guerra si no ha sido convencido con una serie de propaganda.
La gran confusión en los países latinoamericanos es que confunden regulación de drogas con promoción de drogas. Además, creen que se va a crear un mercado, pero este ya existe y es pertenencia de los narcos. La mayor cantidad de muertes en ambos países no es por el mercado de exportación de drogas, es por el mercado local, son los pequeños narcomenudistas los que mueven.
Antes y después de 2007: Carlos Juárez***
Es muy claro, todos los registros históricos sobre homicidios marcan un antes y un después de 2007; sin embargo, la mirada que nosotros proponemos es mucho más amplia. Creemos que esta violencia criminal es apenas el síntoma de una enfermedad más grave. Este solo fue el momento que puso presión en nuestras instituciones. Ha colapsado el sistema de justicia y el sistema de seguridad pública.
Durante décadas y durante todo un siglo la Policía no se ha fortalecido, los cuerpos de seguridad nacional no han sido capacitados lo suficientemente, las condiciones en que viven los policías no son dignas. La pobreza, la desigualdad, el abandono del Estado hacia algunas regiones que intentan sobrevivir, la corrupción sistémica de este país... todo ese sistema y gran aparato que tiene que ver con la paz ya venía deteriorándose desde hace muchas décadas y cuando aparece un actor armado con capacidad de corromper, de infiltrarse en las instituciones, pues todo colapsó.
Es complicado decir si AMLO va bien o mal. Viendo las acciones y las estrategias que se están planteando al inicio de este sexenio, algunas cosas parecen ir en el sentido correcto, otras no estamos seguros. Por ejemplo, el hecho de incluir en la agenda de seguridad y de paz elementos con programas de desarrollo, específicamente becas a jóvenes, podría ir en el sentido correcto.
Creemos que la desigualdad tiene que ver con ello, que en algunas regiones del país no tienen opciones más que desarrollar cultivos ilegales. Lo que sí es claro es que si no se fortalecen las instituciones ninguna estrategia va a funcionar. Además, si no se aprende de los sexenios anteriores, que le apostaron todo a los cuerpos militares y a la compra de armas, tampoco va a funcionar. Fue claramente una estrategia que no dio resultados.
Un hallazgo de nuestra investigación, en los últimos dos años, dice que la violencia se ha extendido a otros ámbitos. La narrativa más común en la opinión pública del país es que todo tiene que ver con el crimen organizado. Llegamos a versiones tan extremas como que no podemos regular el tránsito vehicular porque el crimen organizado lo está amenazando.
La narrativa es que no se puede hacer nada por poner orden en algunas regiones del país, cuando en realidad no tenemos esa información, es una intuición de muchos. No solo el crimen organizado incide en estos índices de violencia, sino que es extendida, que tiene que ver con la delincuencia común, pero también tiene que ver con las relaciones interpersonales entre mexicanos y mexicanas. Ha aumentado la violencia de género, violencia doméstica, los feminicidios y la violencia en las calles. Creemos que tiene que ver con una especie de victimización colectiva por la exposición a la violencia.
El índice de paz de México nos dice que más del 75 % de la población en México vive en un territorio que vio deteriorar sus niveles de paz. Estamos hablando de la mayoría del país. Hay una percepción fuerte de inseguridad, pero lo que leemos también es que hace falta muchísima información: después de 12 años de violencia brutal, es mucho más lo que no sabemos que lo que sí sabemos.
Algo que proponemos en nuestro informe es que necesitamos mejores protocolos de registro y mejores datos sobre las víctimas, victimarios y los entornos y ambientes que permiten esta altísima cantidad de homicidios y violencia.
Nuestro marco conceptual nos dice que las sociedades que son más resilientes suelen tener elementos más fuertes, como el buen funcionamiento del gobierno, bajos índices de corrupción, un empresariado sólido, comprometido con la situación económica, más equidad, libertad de expresión garantizada para medios de comunicación, el respeto a los derechos humanos, altas cifras de capital humano y las buenas relaciones entre las personas.
En el caso de México, los más débiles son los índices de corrupción, los cuales deben bajar, y esto viene de la mano con la impunidad. El segundo sería mejorar la eficiencia gubernamental, y aquí lo que sugerimos es que el gasto de inversión pública se incremente. Y finalmente lo que creemos es que necesitamos generar mejores condiciones para los medios de comunicación y su libertad de expresión. Si la voz de la opinión pública tiene una pistola en la cabeza apuntándole es toda la opinión pública del país la que está en peligro.
*Especialista en temas de seguridad y coordinador del Diplomado en Defensa y Seguridad Nacionales de la UNAM.
**Director y fundador de Semáforo Delictivo.
***Director en México del Instituto para la Economía y la Paz.