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“Gobierno y oposición llevaron a Venezuela a un callejón sin salida”, Arturo López-Levy

Desde hace varios meses, Noruega intenta llevar a la mesa de negociación al gobierno de Nicolás Maduro y a la oposición. Además de los encuentros en Oslo, se conoció que en Cuba también hubo un acercamiento. ¿Qué tan clave es Cuba en este proceso?

Daniela Quintero Díaz
20 de mayo de 2019 - 02:00 a. m.
“Gobierno y oposición llevaron a Venezuela a un callejón sin salida”, Arturo López-Levy

Los próximos días serán claves para Venezuela. Representantes de Noruega (los mismos que participaron en el proceso de paz colombiano), un enviado especial de España y funcionarios de países como Canadá y los miembros del Grupo de Contacto Internacional (GCI) se reunirán en Caracas para buscar una solución negociada a la crisis venezolana.

(Le recomendamos: Así va la mediación noruega en crisis de Venezuela)

La iniciativa, que surgió hace tres meses, va tomando forma y, de acuerdo con la radio pública noruega, podría lograr lo que hoy parece imposible: que la oposición y el gobierno de Nicolás Maduro se sienten a dialogar. Con un elemento adicional: el papel de Cuba, país en el que ya se habría hecho un primer encuentro entre las partes. Esos avances habrían provocado un cambio en el Grupo de Lima, que en su declaración del 4 de mayo invitó a Cuba a participar en la búsqueda de una salida. “Los países del Grupo de Lima deciden hacer las gestiones necesarias para que Cuba participe en la búsqueda de la solución a la crisis en Venezuela”, dijo el canciller peruano, Néstor Popolizio.

Arturo López-Levy, catedrático de política internacional en el Gustavus Adolphus College de Minnesota, doctor en estudios internacionales y experto en política latinoamericana y estadounidense, explica los alcances de la participación cubana en una salida negociada a la crisis venezolana.

(Ver más: Las reuniones secretas entre Gobierno venezolano y oposición)

¿Por qué cambió el panorama y la idea de una salida negociada empieza a tomar fuerza?

Con el tiempo se han ido dilucidando varias cuestiones, y quienes decíamos que hacía falta una solución negociada, desde enero de este año, parece que teníamos razón. Desde Washington y desde el propio Grupo de Lima se adoptó una postura basada en la idea de la usurpación y el autogolpe de Estado por parte de Maduro, por lo que solo había una solución: el fin de ese régimen. Entonces, la cuestión giraba en torno a cómo se iba a ir Maduro, por mar, por tierra, por aire. Pero con lo que ha pasado se ha demostrado que la oposición jugó sus cartas y no obtuvo resultados.

Ya se confirmaron acercamientos promovidos por Noruega. ¿Cree que por ahí es la salida? Incluso se dice que ya hubo una reunión en Cuba.

Los reportes indican que la mediación noruega está en una fase preliminar, explorando las posiciones del gobierno y el Parlamento y sus líneas rojas. Con seguridad, una negociación mediada por Noruega, cuya cancillería tiene una vasta experiencia en este campo, es mejor que las dinámicas de polarización que están predominando como resultado de los intereses de las partes. Noruega es uno de los países con más repertorio mediador y conexiones a ambos lados del espectro político (pues, además de la comunicación que tiene con Cuba, que fue comediadora para el conflicto colombiano, Noruega es miembro de la OTAN y un aliado importante de EE. UU.). Además, tiene la capacidad de atraer fondos para ofrecer incentivos y financiar el monitoreo de la implementación de soluciones acordadas.

(Puede leer: Al fin qué, ¿oposición y gobierno de Venezuela negocian o no en Noruega?)

¿Por qué no funcionaron los acercamientos previos?

Una solución negociada tiene que partir de algún tipo de reconocimiento al gobierno del presidente Nicolás Maduro. Hoy uno se pregunta cómo la OEA puede hablar de solución negociada si dice que Maduro no tiene ninguna legitimidad, e incluso sacó a su gobierno de la OEA y sentó al gobierno de Juan Guaidó. La propia Carta Democrática Interamericana tiene argumentos para no reconocer el gobierno de Nicolás Maduro. Pero de ahí a reconocer el gobierno de Guaidó como legítimo hubo un salto que dificultó cualquier tipo de conversación, porque si Maduro no es nada, ¿cómo se puede negociar con él? Entonces, desde esa perspectiva la salida tiene que partir de incorporar un canal de comunicación con el gobierno de Maduro.

Se habla del papel de Cuba y al parecer ya hubo un encuentro allá. ¿Cómo puede evolucionar la participación de la isla?

Cuba, dada la alianza que tiene con Maduro, puede transmitir desde una posición de moderación o mediación la postura que el gobierno venezolano no quiera decir directamente, y puede ventilar ideas que ayuden a encontrar una salida negociada. Además, algo muy importante es que Cuba reforzaría la búsqueda de una solución latinoamericana a un problema latinoamericano. Se habla del elemento ruso o estadounidense, pero este es un problema venezolano, y los países de la región pueden jugar un papel positivo al encontrar estabilizadores para manejar la crisis.

(Puede ver: La tenaza del poder en Venezuela)

¿La cercanía entre Venezuela y Cuba le permitiría a la isla tomar una posición imparcial en una negociación?

No, Cuba no puede hacer eso sola. Cuba tiene una posición de alianza ideológica y política con el pueblo bolivariano y particularmente con la figura del presidente, Nicolás Maduro. Cuba puede contribuir y otorgarle garantías al sector chavista de que sus puntos de vista van a ser tenidos en cuenta en la mediación, pero tiene que haber un balance con otras partes.

¿Y el Grupo de Lima?

Un incentivo importante que el Grupo de Lima podría aportar es tomar una postura distanciada de las declaraciones que ha hecho el secretario general de la OEA, Luis Almagro, quien prácticamente se ha alineado con la idea de la troika tiránica del asesor de seguridad de EE. UU., John Bolton. Para ellos, la solución al problema venezolano pasa por derribar de un solo golpe al gobierno de Maduro, o al sandinista de Daniel Ortega, o al cubano actual, a los que une en un solo paquete de izquierda latinoamericana. Pero esa no es una postura realista ni parte de un conocimiento apropiado de la región, sino de una visión ideológica neoconservadora que cada vez que ha sido aplicada, no solo en la región sino también en Oriente Medio, ha tenido resultados fatales.

(Puede leer: El giro (¿obligado?) del Grupo de Lima sobre Venezuela)

¿Por qué es necesaria una salida negociada a la crisis?

El propio sistema político venezolano, por no hablar de los que están en el gobierno o de los que se han proclamado gobierno desde la oposición, ha puesto la situación en un callejón sin salida. Es evidente que ante la visión de un golpe de Estado, ya sea por Maduro o por la oposición, es difícil encontrar una solución, ya que niega toda legitimidad a la otra parte. A la vez, el sistema venezolano es una fórmula para un conflicto permanente, porque tiene un calendario electoral cargado, permite la reelección indefinida, no tiene una cámara alta de la Rama Legislativa que le dé estabilidad al sistema y la Asamblea Nacional está determinada por cambios pendulares de gobierno. Pero todo eso podría negociarse de una mejor manera si los componentes latinoamericanos empiezan a dar legitimidad a un proceso que, más allá de descalificar a las partes, se focalice en diseñar un mejor sistema para el país.

Una de las principales dificultades partía de que, en principio, ni oposición ni gobierno querían sentarse a dialogar…

Si realmente lo que se busca es una solución negociada, hay que buscar canales de comunicación, y Cuba provee uno importante con Maduro. Si una ronda de diálogo ocurre en La Habana, yo diría que el gobierno cubano, que ha rechazado un diálogo con la oposición venezolana, tendrá que conversar con ellos. Y a su vez, la oposición venezolana —no estoy hablando de Henrique Capriles, pero sí de Leopoldo López, María Corina Machado y en cierta medida Juan Guaidó como parte de Voluntad Popular—, que ha partido de un rechazo total al papel de Cuba en Venezuela, también tendrá que sentarse a dialogar sobre nuevas bases.

(Ver más: "Ellos odian la palabra diálogo": Diosdado Cabello sobre la oposición)

¿El papel de Cuba como mediadora podría mejorar sus relaciones con EE. UU., que se han visto deterioradas desde la llegada de Donald Trump, y hostigadas por más sanciones?

Trump es un presidente muy peculiar que puede decir una cosa hoy y decir lo contrario mañana, y las personas se sorprenden poco. Su postura hacia Cuba ha variado desde su campaña electoral hasta ahora. Pasó de decir que era favorable a un diálogo y que “él hubiera negociado mejor” que sus antecesores, como suele hacerlo con varios temas, a una posición de hostilidad total hacia el gobierno cubano. Por lo tanto, creo que si hubiese una voluntad de tener un diálogo real con Cuba, en el cual el tema venezolano se ventile, la comunicación directa y la diplomacia entre el Departamento de Estado y la Cancillería cubana serían efectivas. Pero no creo que la administración Trump se esté moviendo en esa dirección.

Ante un hipotético cambio de gobierno en Venezuela, ¿Cómo sería el futuro de las relaciones Venezuela-Cuba?

Eso depende de la naturaleza de la negociación y de la salida al asunto. Sin embargo, creo que, aunque el chavismo reducido es una realidad del sistema político venezolano actual, 20 años de historia del país no van a desaparecer. La alianza internacional fundamental del chavismo no fue con Rusia ni China, fue con Cuba, y eso trajo resultados tangibles al interior de Venezuela. Misiones que atendieron a sectores olvidados, venezolanos que fueron a la isla y se prepararon allá, cubanos que pasaron por Venezuela… Eso no se puede borrar. Entonces, Sería bueno que todos los factores venezolanos de la negociación tengan esto en cuenta. Por otra parte, el gobierno cubano no puede seguir viviendo en la ficción de que Venezuela es un país chavista. Por lo cual, a ambas partes les conviene entender que tienen que dialogar con sectores políticos venezolanos más allá de las alianzas que tengan construidas. Si no hay diálogo ni entendimiento de esa historia, el resultado no va a ser óptimo.

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