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El hombre en el centro de la polémica que sacude Francia estos días, Alexandre Benalla, rompió hoy su silencio en una entrevista para presentarse como el "eslabón débil" del que se sirven los enemigos del presidente de Francia, Emmanuel Macron, para atacarle.
Benalla fue imputado por agredir a manifestantes el pasado 1 de mayo, haciéndose pasar por policía. Sin embargo, en su primera entrevista dada después de los acontecimientos, el guardaespaldas le aseguró al diario francés Le Monde que entiende que Macron se sienta "traicionado", aunque matizó que sus actos fueron una "gran estupidez y un error político, pero no un delito".
"Ha habido en primer lugar una voluntad de atacar al presidente, eso seguro. Y yo soy el eslabón débil, lo reconozco (...) La gente que ha sacado esta información son de un nivel importante", afirmó.
(Ver más: El guardaespaldas de Macron que agredió a manifestantes y enciende las alarmas del gobierno francés)
"La verdad es que mi nombramiento le tocó las narices a mucha gente. Porque un jóven de 25 años, que no había estudiado en la ENA (vivero de los altos funcionarios del Estado), que no era subprefecto (...) ¡soy el extraterrestre de la banda!", señaló.
De igual forma, explicó que su misión en el Elíseo era "ocuparse de los asuntos privados del presidente, porque tiene una vida a un lado de sus funciones, con Brigitte Macron, la de un francés normal. Va al teatro, al restaurante, de vacaciones".
Otro de los aspectos polémicos que han rodeado el caso, ha sido el permiso que obtuvo para portar armas. Frente a esto afirmó que la policía, tras examinar su petición, le autorizó a adquirir una pistola Glock y a llevarla en el ejercicio de su función.
(Puede leer: Macron rompe el silencio sobre caso Benalla)
Aunque reconoció que "nunca" debió haber ido a la manifestación como observador, y descargó la responsabilidad en el oficial de la policía Laurent Simonin -también imputado en el caso-, de quien partió la iniciativa, según él, de invitarle a tomar parte.
También relató que al día siguiente de la manifestación, el director de gabinete de Macron, Patrick Strzoda, le llamó para pedirle explicaciones, y que ahí se dio cuenta de que había cometido un error, aunque se mostró disconforme con la sanción de 15 días sin empleo y sin sueldo que se le impuso.
Por su parte, el presidente francés desestimó públicamente el escándalo y lo calificó como "una tormenta en un vaso de agua".
"He visto en los últimos días a muchas personas perdiendo la razón con reacciones disproporcionadas y mucha violencia", afirmó el jefe de Estado, quien estimó ser blanco de un "juicio político sobre la base de un caso que es triste pero que es el de un hombre".
La oposición, sin embargo, ha calificado a este caso como un "escándalo de Estado", y aseguró que Macron intentó encubrir a Benalla, quien fue su guardaespaldas durante la campaña presidencial de 2017 y que después pasó a ser uno de los pilares del aparato de seguridad del jefe de Estado.