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El ultraderechista Jair Bolsonaro lidera con un 48% de los votos las elecciones presidenciales celebradas este domingo 7 de octubre en Brasil, según los primeros resultados oficiales, divulgados cuando ya ha sido escrutado un 53 % del censo.
Los primeros datos del Tribunal Superior Electoral (TSE) sitúan en segundo lugar, con 26,09 %, a Fernando Haddad, del Partido de los Trabajadores (PT) y escogido candidato en sustitución de Luiz Inácio Lula da Silva, quien no pudo postular por su condición de preso y condenado por corrupción.
De acuerdo con la legislación electoral brasileña, los dos candidatos con más votos válidos en la primera vuelta, es decir ya descontados los blancos y los nulos, tienen que medirse en un balotaje en caso de que ningún aspirante consiga más de la mitad de los sufragios.
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Las encuestas vuelven a ser las grandes derrotadas, ya que ninguna le daba ese nivel de aprobacion a Bolsonaro. Las últimas indicaban que apenas tenía un 29% de apoyo y por eso sería necesaria la segunda vuelta presidencial.
Sondeos a boca de urna incluso decían que Bolsonario tenía un 45 % de votos, y se enfrentará en la segunda al progresista Fernando Haddad (28 %). Pero ninguna encuesta se atrevió a pronosticar el resultado que vemos este domingo.
Ya lo advertían analistas en Brasil: la ira, el miedo, la ansiedad y, sobre todo, el rechazo, son los factores que están moviendo a los votantes en el duelo electoral de Brasil.
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Analistas coincidían en que en estas elecciones se impondrá el voto “anti”, bien sea contra la línea de “dictadura y mano militar” que ofrece Bolsonaro, o contra la corrupción que ha marcado a Luiz Inácio Lula da Silva y al Partido de los Trabajadores (PT), que representa Haddad.
Pero el PT perdió liderazgo con Haddad, exalcalde de Sao Paulo y un desconocido para muchos en Brasil, quien no pudo frente a la mancha que persigue a su partido: la corrupción. “Hay una cosa clara: hay un resentimiento grande de la clase media brasileña, la gente blanca está en contra de Lula, rechazan los pocos pasos que Lula logró dar para disminuir la enorme desigualdad de Brasil (...). Eso trajo mucha molestia. Y bueno, la corrupción, que aunque siempre ha existido en el país, pasó de ser una marca de la derecha a ser un pecado de la izquierda, que también resultó ser corrupta”, le dijo a este periódico Luiz Ruffato, uno de los escritores más reconocidos de ese país.
¿Quién es Jair Bolsonaro?
Bolsonaro, un defensor de la dictadura militar que gobernó Brasil entre 1964 y 1985 y polémico por sus insistentes declaraciones machistas, racistas, homófobas y misóginas, ha aglutinado a su favor a millones de brasileños que se dicen insatisfechos con la inseguridad en el país y con la corrupción de los políticos.Su candidatura igualmente ha crecido por el apoyo de la creciente legión de electores que rechazan cualquier posibilidad de un regreso al poder del Partido de los Trabajadores (PT), la formación liderada por Luiz Inácio Lula da Silva.
Y el apoyo creció aún más, y puede convertirlo en el vencedor en la primera vuelta electoral, desde que el diputado ultraderechista fue acuchillado el 6 de septiembre pasado durante un mitin y sufrió heridas que lo obligaron a pasar hospitalizado casi toda la campaña.
Con 63 años este excapitán del Ejército brasileño ha conseguido pescar en río revuelto en un país en que 7 de cada 10 electores dice desconfiar de los políticos en general y considera corrupta a toda la clase política.
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El ultraderechista se ha empeñado en omitir su carrera como legislador, poco exitosa teniendo en cuenta que, en casi 30 años como miembro de la Cámara de Diputados, sólo consiguió que 2 de los 170 proyectos de su autoría se convirtieran en ley.
Su actuación como parlamentario se ha caracterizado por un discurso radical, con ataques a homosexuales, negros y mujeres, en defensa de la dictadura militar y hasta de un nuevo golpe de Estado, y de apoyo a la violencia policial, la muerte de delincuentes, la pena de muerte y el libre porte de armas.
Como militar, se formó como oficial en 1977 en la Academia de las Agujas Negras, integró la Brigada de Paracaidistas y llegó al rango de capitán, todo en cuarteles de Río de Janeiro.
Pero en 1986, un año después del fin de la dictadura, lideró una protesta contra los bajos salarios de los militares, lo que le valió una sanción de 15 días de detención por actos de indisciplina.
Entre otros proyectos polémicos ha defendido la pena de muerte, la prisión perpetua, el régimen de trabajos forzados para condenados, la reducción de la edad penal de 18 a 16 años y el control de la natalidad como herramienta para combatir la pobreza y la violencia
¿Y Haddad?
Haddad, un exalcalde de Sao Paulo poco conocido en otras regiones, heredó una buena parte del electorado de Lula, sobre todo entre la población pobre que mejoró sus condiciones de vida bajo su gobierno.Pero también heredó el odio que Lula inspira entre quienes le reprochan los escándalos de corrupción revelados por la Operación Lava Jato y la crisis económica en la que se sumió el país bajo el mandato de su heredera política Dilma Rousseff, destituida por el Congreso en 2016.
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En la última semana, Bolsonaro recibió apoyos de poderosos sectores, como el agronegocio y las iglesias evangélicas.
En su último video en Facebook, Bolsonaro prometió gobernar "inclusive" para los ateos y para los gays.
"Gobernaremos para todos, independientemente de su fe religiosa, inclusive para quien es ateo. Gobernaremos para todo el mundo, para los gays incluso, que hay gays que son padres, que son madres", afirmó.