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La elección del juez conservador Brett Kavanaugh, por parte del presidente Donald Trump, para integrar la Corte Suprema de Estados Unidos desató protestas frente a la sede de la Corte. Nada extraño. Lo que llamó la atención fue la participación de los senadores demócratas Lizabeth Warren, Cory Booker, Richard Blumenthal, Kirsten Gillibrand y Jeff Merkley, además del izquierdista Bernie Sanders.
Todos anunciaron su voto en contra de Kavanaugh, en el proceso de confirmación que se dará en el Senado y que, salvo sorpresa, saldrá adelante en las próximas semanas, gracias a la mayoría republicana en la Cámara.
¿Qué temen los demócratas? Que la nueva mayoría del Supremo, que ya es muy conservadora, invalide fallos como el que en 1973 legalizó el aborto a nivel nacional. Sin embargo, Kavanaugh no tiene la simpatía del ala más dura de los progresistas.
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¿Por qué? Entre otras cosas por su amistad con el expresidente George W. Bush, cuya familia ha criticado duramente al gobierno de Trump. “De alguna manera, es sorprendente que Trump haya elegido a Kavanaugh. Pasó varios años como asistente principal del presidente George W. Bush, y la familia Bush representa un ala del partido que ha estado en desacuerdo con Trump. Representaban el mismo establecimiento que Trump condenó en su camino a ganar la nominación del Partido Republicano. El presidente, consciente de eso, se preguntó si su elegido podría minar el respaldo de sus seguidores”, dice The Washington Post.
El periódico agrega que “el elegido de Trump va a dividir a los legisladores y votantes en líneas mayoritariamente partidistas”.
Pero es que Trump toma decisiones pensando en su propio beneficio. Según explican analistas en The New York Times, el gran ganador con Kavanaugh será el mandatario estadounidense, quien “aprovechó la jubilación del juez Anthony M. Kennedy para recordarle al Partido Republicano por qué lo necesita: tiene el poder de hacer que el Tribunal Supremo sea más conservador y confiable durante una generación”.
Brett Kavanaugh se convertirá, a los 53 años, en uno de los miembros más jóvenes de la institución que vela por la constitucionalidad de las leyes en los Estados Unidos.
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“Tenemos que elegir a uno que vaya a estar 40, 45 años”, aseguró el mandatario poco después de que se conociera el retiro de Kennedy, sabedor de que el perfil que escogiera podría determinar el devenir de la política estadounidense durante décadas.
Kavanaugh será clave en caso de que la investigación por la interferencia de Rusia en las elecciones de 2016 llegue a la Corte Suprema. El juez formaba parte del equipo de Keneth Star, el fiscal que investigó la relación entre el expresidente Bill Clinton y Monica Lewinsky. Durante el proceso contra Clinton, Kavanaugh aseguró: “Necesita terapia, no que lo saquen del cargo”.
Años después, Kavanaugh argumentó que las investigaciones criminales y las demandas contra el presidente son “lentas y distraen” y, en última instancia, no sirven al bien público. “El presidente que está preocupado por una investigación criminal en curso, casi inevitablemente va a hacer un trabajo peor como presidente”, señaló.
Los grandes perdedores
En su experiencia, curiosamente, también se encuentra haber formado parte del grupo de asesores de Kennedy, el magistrado al que ahora reemplazará, en el Supremo.Y aunque había elecciones más conservadoras en la lista de candidatos de Trump, especialmente en el tema de aborto, Kavanaugh, un católico practicante y activo en diferentes asociaciones religiosas, es una pésima noticia para los movimientos sociales que promueven el tema.
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Kavanaugh se posicionó recientemente ¬junto con el Ejecutivo de Trump¬ en contra de que una joven inmigrante indocumentada detenida ejerciera su derecho al aborto en el país.
Activistas LGBT, activistas del control de armas, algunos activistas de finanzas de campaña y grupos a favor de los derechos de las mujeres también alertaron sobre Kavanaugh.
El juez también formó parte en 2012 de un panel que anuló una medida de la EPA, la agencia federal de protección ambiental, dirigida a reducir la contaminación del aire entre los estados.
Pero esto parece no ser suficiente para personajes como el senador republicano Ted Cruz, que aseguró el juez Kavanaugh decepcionaría a las bases derechistas. Le critican opiniones supuestamente ambiguas sobre el uso de métodos anticonceptivos y la argumentación de su dictamen, en 2011, sobre la reforma sanitaria del expresidente Barack Obama, que supuestamente allanó el camino para que el Supremo decretara la constitucionalidad de esa norma.