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Los próximos días serán claves para el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, y las megaobras que planea adelantar durante su gobierno, pero que son blanco de duras críticas.
El 16 de enero la Cámara de Diputados celebrará un período extraordinario para debatir la reforma constitucional necesaria para uno de su proyectos bandera: crear la Guardia Nacional.
Para comenzar una de sus principales obras de infraestructura, el Tren Maya, que recorrerá cinco estados del rezagado sureste de México, AMLO anunció una consulta. Sin embargo, dos semanas antes de que se realizara, el mandatario anunció que las obras arrancarían el 16 de diciembre. Aunque el resultado de la consulta avaló el tren con el 88,3 % de respaldo, nunca presentó un estudio ambiental.
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Pero hay una oposición con la que López Obrador no contaba: el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), que siempre le brindó su respaldo, le dio la espalda y anunció que se opondría a esos dos megaproyectos. ¿Cuál es la polémica que rodea los planes de AMLO?
El Tren Maya
El 16 de diciembre, López Obrador visitó el estado de Chiapas (cuna de los zapatistas) para la inauguración de su megaobra, el Tren Maya, un proyecto turístico y cultural que busca comunicar los principales centros arqueológicos de la civilización mesoamericana y sus principales destinos turísticos: Cancún, Tulum, Calakmul, Palenque y Chichén Itzá, tirado por una locomotora biodiésel híbrida (con el fin de impactar en menor escala el medio ambiente).
En un acto simbólico, el mandatario le “pidió permiso a la madre Tierra” (con una ceremonia indígena, acompañada por los representantes de las 12 etnias de origen maya que habitan la región de la península de Yucatán) para llevar a cabo la construcción del tren. Ese que, según él, es “sobre todo un acto de justicia, porque esa ha sido la región del país más abandonada”.
Los zapatistas respondieron. “Aquel que está en el poder está engañando a los pueblos originarios, hincándose en la tierra como pidiéndole permiso. Aquí le decimos que no le creemos”, afirmó el comandante Moisés, uno de los líderes del EZLN. A su argumento se le sumaron otros indígenas mayas de Campeche, Yucatán y Quintana Roo, quienes consideran que esta obra se realiza a costa de la propiedad de sus territorios, en detrimento de la salud de sus poblaciones locales y en perjuicio de la conservación de los recursos naturales por contaminación de cuerpos de agua, de alimentos y la deforestación de la selva.
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AMLO no da marcha atrás y aseguró en un video, el 30 de diciembre, que el “Tren Maya es uno de los sueños que se convertirá en realidad”.
Aunque AMLO ha recalcado su interés por cuidar el medio ambiente y señaló que “ningún árbol sería cortado” para la construcción del tren, ejidatarios, académicos y ambientalistas coinciden en que en algunas fracciones de los 1.525 kilómetros de vía férrea tendrían que pasar por zonas de reserva ecológica con alto valor de biodiversidad, deforestando tramos de selva en lugares tan importantes como Calakmul, considerada patrimonio cultural y natural por la Unesco.
“Los sitios de alta biodiversidad deben preservarse bajo los más estrictos estándares internacionales y reconociendo los saberes de los pueblos originarios, quienes han sido garantes de los territorios y depositarios de la riqueza natural y cultural de nuestro país”, afirmaron los académicos en una carta enviada a López Obrador.
Los impactos también podrían ser sociales, culturales y sobre el patrimonio arqueológico de la región. “No es verdad que no se vaya a alterar la vida de la gente, se altera su vida económica y cultural. Sin darles un respaldo de lo que son, los vamos a ‘modernizar’. Eso preocupa”, afirma Carlos Navarrete, arqueólogo, historiador y antropólogo de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) en una entrevista con Proceso.
Sin embargo, para AMLO, el desarrollo de la obra es indispensable: “Es una obra muy importante, porque se va a comunicar una de las regiones de más importancia cultural en el mundo. No hay en otras partes del mundo una región con tanta riqueza cultural como esta región de florecimiento de la gran cultura maya”.
Para llevarla a cabo se contará con la participación de ocho consorcios, según Rogelio Jiménez Pons, titular del Fondo Nacional del Fomento al Turismo de México (Fonatur), que están obligados a subcontratar a empresas locales de cada tramo de obra. El Estado pondrá la concesión, y las empresas, el dinero, con lo que el esquema de inversión será un 80 % privado y 20 % público (que se obtendrá de los recaudos del impuesto de turismo).
Se espera que la construcción del proyecto tenga una duración de cuatro años y un costo de US$6.000 a US$8.000 millones.
La Guardia Nacional
“Vamos a pelear, no vamos a permitir su proyecto de destrucción. No le tenemos miedo a su Guardia Nacional, que le cambió de nombre, para no decir ejército, y son lo mismo”, declaró el líder zapatista Moisés, frente a los más de 10.000 indígenas que se reunieron para celebrar los 25 años de la irrupción del movimiento en el panorama nacional.
No fue la única crítica, López Obrador fue acusado de “simulación democrática” y de autoritario por anunciar la semana pasada el reclutamiento de 50.000 jóvenes para la Guardia Nacional, antes de que los mexicanos voten un referendo y se reforme la Constitución para su creación. La ciudadanía se debe pronunciar el 21 de marzo si desea la formación de ese organismo.
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Aunque había propuesto fortalecer fuerzas civiles del orden y retirar gradualmente a los militares de “las calles”, el proyecto, encabezado por las Fuerzas Armadas y formado por militares navales y policías federales, revela lo contrario.
El instrumento, que busca sumarse a los esfuerzos para hacer frente a la violencia que ha abatido a México en los últimos años, se encargará de “la prevención del delito, la preservación de la seguridad pública y el combate a la delincuencia en el país”, según el Plan Nacional de Paz y Seguridad del presidente.
El director ejecutivo de Human Rights Watch (HRW) para América, José Miguel Vivanco, afirmó en una entrevista con Newsweek México que “aun cuando se le quiere dar un empaque y un rótulo distinto, la propuesta de López Obrador es seguir adelante y redoblar la opción militar para combatir a los carteles del narcotráfico”.
“Los militares, en cualquier parte del mundo, están entrenados, educados y formados, y tienen toda la preparación para una guerra. Pero hablamos de un enemigo, no de un civil. En cambio, los policías, están entrenados para capturar al delincuente, arrestarlo y someterlo al sistema judicial” remarca Vivanco sobre los peligros de la dirección militar de la Guardia.
AMLO se defiende y dice que el plan va más allá de las armas, pues quienes formen parte de la Guardia Nacional recibirán formación no solo en procedimientos policiales, sino también en derecho penal, derechos humanos y perspectiva de género, entre otros. “Necesitamos tener elementos para garantizar la seguridad. Yo creo que los legisladores van a apoyar esta iniciativa”, afirmó AMLO, quien además ha repetido que nunca usará al ejército contra el pueblo. Sin embargo, su nueva estrategia, muy similar a la de sus predecesores, ha demostrado en décadas que no da resultados y que, por el contrario, genera riesgos de mayor violencia.