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“No es tiempo para cobardes ni para temerosos ni para los flojos de piernas” aclaró Carles Puigdemont el 10 de enero de 2016, cuando llegó a la presidencia de Cataluña y necesitaba decirle a todo el mundo que continuaría con el trabajo que empezó Artur Mas, su predecesor. Mas, el predecesor del actual líder catalán, pagó un precio alto por llevar a cabo en 2014 un referendo independentista como el que tuvo lugar el domingo pasado. Además de ser suspendido para ocupar cualquier cargo público durante dos años, en septiembre de este este año, el Tribunal de Cuentas español fijó en 5.2 millones de euros el monto de la multa que Mas debe pagar por impulsar el referendo del 9 de noviembre de 2014.
Las sanciones llegaron después de que Mas perdiera las mayorías en el parlamento catalán y le tuviera que ceder el poder a una colación de independentistas liderada por Puigdemont, para quien el nombramiento lo tomó por sorpresa.
“Hace algunas horas, era el alcalde de Girona y no pensé que estaría aquí en la situación en la que me encuentro.” Se le escuchó decir hace un año al líder catalán a quien el cargo le fue asignado después de 11 horas de deliberaciones entre las distintas facciones separatistas en el Parlamento catalán.
Puigdemont, que antes de entrar a la política se dedicó al periodismo desde los 16 años, se convirtió en la cabeza del gobierno catalán con la clara intención de materializar la resolución que ese organismo había emitido en noviembre de 2015 y en la que se declaraba la independencia de Cataluña. El documento iba un poco más allá al decir que los catalanes no necesitaban el permiso del gobierno español para convertirse en un estado soberano y se proponía un plazo de 18 meses para hacer la independencia una realidad.
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Puigdemont, que empezó a estudiar filología catalana para después dedicarse de lleno al periodismo, entró a la política en 2006 cuando el partido Convergencia y Unión (Ciu, por sus siglas en catalán) le ofreció una candidatura al parlamento. La oferta llegó después de que Carles Mascort, se retirara de la contienda electoral tras recibir amenazas de muerte, con lo quedó una vacante que el CiU llenó con el actual líder de gobierno.
En 2011 se convirtió en el primer alcalde de Girona sin una afiliación abiertamente socialista desde 1979. Durante todo ese proceso, siempre estuvo del lado de los independentistas, incluso en la época en la que era una minoría, en la que “había tan pocos que si faltaba uno (a las manifestaciones), se notaba” escribe Miquel Casals, su amigo personal que escribió en el libro Puigdemont, el presidente @Krls
Según el diario La Vanguardia, cuando era niño Puigdemont quería ser astronauta, de allí viene, según la periodista Sílvia Oller, su obsesión con las nuevas tecnologías, algo que se vio, no solo en sus políticas al frente de la alcaldía de Girona, sino en su actividad en redes sociales a para impulsar el referéndum y difundir métodos para evadir las órdenes judiciales que lo prohibían.
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En la mañana del lunes, tras las escenas de violencia policial que protagonizó la jornada del referéndum, Pigdemontt, que un principio había dicho que las acciones represivas de las autoridades españolas habían legitimado una declaración unilateral de independencia, hizo un llamado al diálogo. También pidió mediación internacional “nos hemos ganado el derecho a ser escuchados por las instituciones de la unión Europea”, afirmó, en lo que parecería una clara promesa de que la consulta del 1 de octubre es apenas otro capítulo en una pugna que está lejos de ver un punto final.