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“Al terminar mi periodo habiendo cumplido siempre con mis deberes, considero que es mejor dejar una Corte sin quorum que dejarla mal conformada”. Con estas palabras, enviadas a la Sala Plena de la Corte Suprema por medio de una carta, el magistrado Ariel Salazar resolvió de una buena vez una de las preguntas más importantes que rodean hoy a ese alto tribunal: ¿alcanzará la Corte a elegir al menos a un magistrado antes que Salazar culmine su periodo para evitar quedarse sin quórum? La respuesta quedó en la carta del propio Salazar: no habrá elegidos. (Le puede interesar: "No vamos a ponernos a una carrera desesperada": presidente (e) de la Corte Suprema)
La Corte Suprema se encuentra en un grave aprieto. A cuentagotas fue perdiendo titulares: se retiraron José Luis Barceló, Rigoberto Echeverry o Luis Guillermo Salazar; Margarita Cabello se fue antes de tiempo porque el Gobierno la convocó para ser ministra de Justicia y ella aceptó. Así fue como llegó a quedarse con siete plazas por llenar en las tres salas especializadas (civil, laboral y penal) y con solo 16 magistrados para tomar decisiones desde la Sala Plena. Por esa razón, parecía casi imposible que hubiera humo blanco para la elección del fiscal general.
El pasado jueves 31 de enero, sin embargo, la Corte sorprendió al escoger a Francisco Barbosa como el sucesor de Néstor Humberto Martínez en el ente investigativo. “Es el mensaje que la Corte le envía a toda la sociedad y los estamentos que organizan al Estado colombiano: estamos cumpliendo y seguiremos en esa tónica”, expresó entonces el presidente encargado, el magistrado Francisco Acuña. Y es vocero temporal, precisamente, porque los 16 magistrados que quedan no han podido ponerse de acuerdo para elegir a su presidente titular.
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Este asunto, de por sí ya enredado, promete no desenredarse en un futuro cercano. En su carta, que él señala se da en respuesta a un comunicado de la Sala Penal, dice que recibe y entiende “los discursos, las cartas, los comunicados alarmistas como presión que no logrará alterar (su) propósito y deseo de una mejor Corte, lo cual no será posible si se insiste en los mismos candidatos que, después de haber sido sometidos a votación en más de 37 oportunidades en un año, no han logrado ser elegidos”.
La comunicación de la Sala Penal de la Corte Suprema, divulgada por la revista Semana ayer en la noche, señala que los seis magistrados que quedan allí rechazan la posibilidad de quedarse sin quórum, asunto que les “preocupa” y “avergüenza”. “Queremos contribuir con determinación a la superación de la presente crisis y para ello hemos acordado, unánimemente, los candidatos de la Sala (Penal) por cada una de las tres listas remitidas por el Consejo Superior de la Judicatura” para llenar las vacantes de los exmagistrados Barceló, Fernando Castro y Luis Guillermo Salazar Otero.
De esa manera, la Sala Penal dio a conocer que sus candidatos a magistrados son Hugo Quintero, Fabio Ospitia y Gerson Chaverra, “profesionales expertos en derecho penal de importante trayectoria y reconocida honorabilidad”. Así era como funcionaban las cosas en la Corte hasta hace un tiempo: cada sala elegía a los reemplazos de los magistrados que salían y las demás salas, en un acuerdo tácito, respetaban a sus candidatos y votaban por ellos sin generar mayor discusión al respecto. Eso es, exactamente, lo que se niega a hacer el magistrado Salazar.
En esta segunda carta, como en la que envió el pasado 21 de enero al entonces presidente de la corporación, el magistrado Álvaro García, Ariel Salazar insistió en que él no era el del problema. “No es conveniente para el sistema democrático que el quórum de la Corte se desintegre, pero ante dicha eventualidad que parece inminente, no acepto tener la culpa ni responsabilidad alguna”, manifestó en enero. “A ustedes les consta directamente que soy ajeno a esa responsabilidad”, reiteró en su misiva más reciente.
Así las cosas, el próximo 27 de febrero, día en que se acaba el periodo de Salazar, la Corte estará en un laberinto sin salida. Salazar ha dejado claro que no apoya a ninguno de los candidatos que otros magistrados respaldan para llenar las vacantes que hay hoy, y como su voto es esencial para elegir a cualquiera de ellos -con 16 magistrados solo cabe la unanimidad, como ocurrió con el fiscal Barbosa-, nadie entonces resultará elegido. Con su salida, el quórum de la Corte se disolverá y la Corte quedará de manos atadas, hasta que alguna solución externa solucione este galimatías.