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Se sabe que las represas hidroeléctricas tienen un efecto en la magnitud, frecuencia, duración y momento del año en que los bosques se inundan, los peces migran, la biota cambia o los sedimentos pasan por cierto lugar.
Lo que no sabemos es cómo y a qué escala una presa hidroeléctrica puede impactar ese flujo. Y mientras los efectos de las hidroeléctricas son apenas entendidos, se presentan como fuentes sustentables de electricidad. Precisamente, ese fue el reto que asumieron los ingenieros hídricos Kelsie Timpe y David Kaplan, de la Escuela de Ingeniería de Infraestructura y Medio Ambiente Sostenible, al intentar explicar la siguiente pregunta: ¿Las represas hidroeléctricas están causando grandes cambios en los ríos amazónicos? Si es así, ¿Cómo y porqué?
A principios de esta semana, la revista Science Advances publicó uno de los estudios más ambiciosos que se hayan adelantado sobre los efectos de las represas hidroeléctricas en el agua de los ríos. El estudio cuantificó la alteración hidrológica (HA, por sus siglas en inglés) de 12 presas y 27 estaciones de flujo, que es donde se procesa el agua que pasa por la hidroeléctrica para generar energía. Los estudios se llevaron a cabo en Hidroeléctricas Balbina, Manso, Serra d Mesa, Guaporé, LKajeado Tucurí, Coaracy Nunes, Sao Domingos, Cachoeira do Lavrinha, Río Branco, Santa Lucía 2 e Itiquira.
Presa chiquita, infierno grande
Las presas grandes tienen una capacidad de producción de más de 30 megavatios, y todo lo que esté bajo esa capacidad se considera una presa pequeña. Por lo general las represas asociadas con grandes cambios son supuestamente las más grandes. El gran aporte de este estudio es debatir esa creencia. Por ejemplo, la hidroeléctrica Serra da Mesa produce 6 veces más energía que Balbina o Manso, pero tiene un efecto la mitad de grave que las dos últimas. Los científicos se dieron cuenta en la bibliografía que revisaron que, mientras los datos sobre beneficios energéticos y económicos de las represas hidroeléctricas eran muy exactos, la medición de sus impactos ambientales eran apenas aproximados.
El alto impacto de estas pequeñas represas es preocupante, sobre todo por los planes de construir cientos de sistemas similares en las próximas décadas en la Amazonia. A eso se le suman requisitos laxos para hacer concesiones, sobre todo para la mayoría de represas con producción energética menor a 10MW, según los ingenieros. De hecho, las 428 hidroeléctricas que quieren construir en Brasil son “pequeñas”, por eso son presentadas como “fuente sustentable de energía verde”.
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De acuerdo con el estudio, el impacto ambiental de estas construcciones ha sido largamente subestimado. Un reto adicional a esta conclusión es la falta de consenso internacional en la definición de “pequeña represa”, lo que tiene un efecto en términos de políticas, permisividad, etc.
El efecto es acumulativo
Entender cómo funcionan los múltiples impactos de las represas sigue siendo un reto tanto para científicos como para las comunidades de manejo. Solo un par de estudios se han ocupado de saber cómo el hecho de tener varias represas a lo largo de un río afecta funciones ecológicas específicas. Varios autores han encontrado que esta situación lleva a un exceso de hábitats fragmentados, pérdida de vegetación, y el incremento de la sedimentación relativa a una sola represa.
En resumen, hay poco estudios que comparen los efectos de cada represa versus múltiples represas en los ciclos del agua. Sería importante saberlo para responder preguntas como ¿Son los efectos de las represas son acumulativos, se multiplican o son insignificantes? ¿Es mejor construir varias represas en un solo río o distribuirlas en una zona para mitigar sus impactos? ¿Qué tanta distancia debe dejarse entre represa y represa?
Consulte el mapa completo de las hidroeléctricas en Amazonía aquí
El estudio no exploró esas preguntas. Sí logro determinar que lo más afectado cuando hay una represa son los pulsos de inundación, es decir, los ritmos en que ciertos bosques o llanuras se inundan. Si esos ciclos cambian, la fauna que depende de esos ciclos para migrar y reproducirse, como los peces, quedan terriblemente desorientados y por extensión, la diversidad se reduce. En esa medida, las llanuras inundables de los ríos amazónicos (que se llenan o secan con las crecidas de los ríos) son las más afectadas por las represas, pues si ese sistema depende de los pulsos de inundación, el impacto es mayor que en ríos de tierras altas, como los andinos.
Estas conclusiones llegan en un momento crucial para la región. De acuerdo con un estudio de la revista Nature, solo en la cuenca del río Amazonas hay 140 represas en operación. Hoy, 450 nuevas represas están planeadas en el panorama mundial, todas en las cuencas del Amazonas, Congo y Mekong. En la amazonia brasilera, casi 30 mega construcciones y 170 pequeñas presas están planeadas para construcción en los próximos 30 años como parte de la Iniciativa para la Integración de la Infraestructura Regional Suramericana (IIRSA), que busca el mejoramiento de la infraestructura regional de transporte, energía y telecomunicaciones.
Esta iniciativa ha sido duramente criticada, sobre todo por la ONG Conservation International, porque los planes de infraestructura podrían llevar a la destrucción del bosque amazónico. Según el estudio conducido por la ONG, el IIRSA eliminaría algunos de los depósitos más ricos de vida terrestre y de agua dulce de la Tierra y afectaría negativamente el cambio climático al liberar en la atmósfera las enormes cantidades de dióxido de carbono almacenadas en la biomasa del bosque tropical, estimadas aproximadamente veinte veces las emisiones de gases de efecto invernadero anuales totales del mundo.
Este escenario se suma a las 414 represas hidroeléctricas que ya están funcionado en todo Latinoamérica.
*InfoAmazonia es una alianza periodística entre Amazon Conservation Team, Dejusticia y El Espectador