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La vida del médico Julián Antonio Bedoya dio un giro político hace cuatro años, cuando se convirtió en el primer alcalde abiertamente gay de Colombia. Ganó la elección de Toro (Valle) con 3.764 votos (el 52 % de la votación) y sentó un precedente en la participación política de las personas LGBT.
Junto a él fueron elegidos un concejal bisexual, una concejala trans en Chaparral (Tolima), una concejala lesbiana en Pereira (Risaralda) y una concejala en Miranda (Cauca). Aunque Bedoya nunca quiso ocultar su orientación sexual, tampoco quiere ser reconocido solo por eso, pues considera que es una etiqueta que deja por fuera varios de sus logros.
En las últimas dos décadas, más de setenta personas lesbianas, gais, bisexuales y trans habían intentado llegar a cargos de elección popular en municipios y departamentos y abonaron el terreno para que en las pasadas elecciones se diera un resultado electoral nunca visto sobre candidatos LGBT en las regiones. Además, hoy en el Congreso de la República ocupan una curul Angélica Lozano, senadora bisexual; y Mauricio Toro, representante homosexual. A própisto del IV Encuentro de Liderazgos Políticos LGBT, consulte: En Venezuela es "imposible" hacer activismo LGBT
En entrevista con este diario, Julián Bedoya da su visión sobre la política, los derechos y la medicina. Es uno de los invitados especiales al IV Encuentro de Liderazgos Políticos LGBT en América Latina y el Caribe, que por primera vez se realiza en Colombia. El evento es organizado por Caribe Afirmativo y Victory Institute.
¿Por qué cambió la medicina por la política?
No es un cambio, es un complemento de mi vocación de servicio. La política ha sido manipulada para beneficio propio y sigo creyendo en el arte de servir como un principio filosófico y no financiero. Sigo ejerciendo medicina porque es mi vocación y muchas de las agendas en el despacho son para atender pacientes que confían en mi criterio médico.
¿Cómo ve la homosexualidad desde su visión de médico?
Afortunadamente ha sido retirada de la Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE) como un estado patológico y se ha integrado a un escenario de la cotidianidad como algo natural, que ha existido desde siempre y que por radicalismos religiosos ha sido condenada como una peste. Ser homosexual no hace a la persona más ni menos, la convierte en un ser excepcionalmente íntegro, con capacidades y sentimientos.
Usted nunca se enfocó en el tema LGBT en campaña electoral. ¿Por qué?
Nuestra sociedad necesita garantías cuando va a decidir si vota por una persona para administrar el bien público. Esa garantía tenía que estar enfocada integralmente en todos los sectores. No iba a ser el alcalde de la comunidad LGBTI sino el de todos: niños, madres cabeza de hogar, pobres, ancianos, etc. Es importante visibilizar a la población LGBTI en Colombia, pero, sobre todo, para los que aún creen que nuestra condición es anormal y pecaminosa. Sigo luchando para que el estilo de vida personal no sea óbice de discriminación.
¿Cuáles han sido sus principales batallas en estos años como alcalde?
Buscar los espacios que garanticen nuestra participación en la toma de decisiones del país, visibilizar mi condición y hacer que me escuchen en los escenarios de representación a favor de la igualdad y la inclusión. También ha sido difícil trabajar con la presión mal intencionada de un sector político que quiere hacer ver nuestra gestión como inservible e innecesaria y tener que aguantar insultos agresivos y discriminatorios.
Además: En Venezuela es "imposible" hacer activismo LGBT
Usted cree en la política del expresidente Álvaro Uribe y recibió en aval del Centro Democrático. ¿Qué opina de que el hoy senador se exprese de los homosexuales como “no heterosexuales”?
He creído en los procesos que como político ha tenido el expresidente Uribe y ahora lo entiendo mejor, pues cada decisión se toma desde el Estado y no desde una posición personal. Eso hace que incomode a algunos y haga feliz a otros. Creo en el trabajo objetivo en medio de la diferencia. Los partidos son heterogéneos y hoy estoy en éste, del se ha querido vender la imagen de un partido homofóbico y radicalista. Puede que haya algunos que sí cumplan estas características, pero hay muchos que le apuestan a la diversidad y yo vine a dar un mensaje de inclusión.
La expresión “no heterosexuales” podría ser una expresión general para dirigirse a todas y todos, que no cambia el contenido de lo real. El castellano es tan rico que se pueden utilizar mil formas para expresar lo mismo, pero su contenido seguirá siendo el mismo. Aunque confieso que me parece mejor utilizar el lenguaje que usamos todos y que ha sido aceptado universalmente. En este caso, “homosexual”, “gay” y “lesbiana” es mi lenguaje favorito.
¿Qué piensa de la supuesta “ideología de género” de la que tanto habla el Centro Democrático?
Ha sido el enfoque que se ha querido dar desde la colectividad LGBTI, ha faltado más información clara y menos roles religiosos. Ha habido mucha pelea innecesaria donde se ha pretendido, de parte y parte, imponer sus tesis. Aquí es necesario el diálogo alejado del radicalismo y con mente abierta.
¿La orientación sexual de un político es un asunto privado o público?
Estar en un clóset hace que perdure un sufrimiento menor o mayor de acuerdo con su autoestima. Aunque siempre he pensado que la sexualidad es una condición humana privada, la decisión es de cada quien. Lo importante es cómo se siente más cómoda la persona. El temor de muchos políticos es ser rechazados y perder votos. No se nos hace extraño ver políticos casados y con hijos, pero viviendo una doble moral con aventuras homosexuales y, seguramente, después los vemos atacando los derechos de las personas LGBTI.
¿Sí se pueden transformar las realidades de las personas LGBT mediante la participación en política?
Claro que sí. A veces pareciera que los homosexuales solo sirven en la política para decorar, organizar fiestas, inflar bombas o hacer ramos. Esa mala práctica abusadora y denigrante es la que pretendemos dignificar, pues aquí está la muestra de la transformación de la realidad de las personas. Tener en Colombia personas abiertamente de la comunidad LGBTI es dar un mensaje a todos de que debemos ser actores principales en los procesos de cambio de nuestra sociedad.
¿Le gusta ser conocido como el primer alcalde abiertamente gay de Colombia?
Esa fue la noticia del 2015, pero creo que no era el primero, tal vez el primero que tuvo la gallardía de asumirse como era ante los ojos del país. No me incomoda ser reconocido como tal, lo único que me incomoda es que la noticia se transforme en amarillismo mediático sin analizar lo que hay en el trasfondo de ella. Aquí hay una persona que se formó como médico para servir y que ha logrado una gestión territorial para todos sin discriminar, aunque eso incomode incluso a algunas personas en mi propio partido.
“Marica” es una palabra usada para ofender a los gais y a usted intentaron descalificarlo con ella en su campaña. ¿Qué significa la palabra “marica”?
(Risas). Todavía es usada por quienes les duele que este “marica” haya logrado ganarse el corazón de los ciudadanos y haya logrado ser elegido alcalde. La palabra se ha popularizado tanto que aparece en el lenguaje coloquial. “Uno recibe la patada de acuerdo al burro”; por lo tanto, depende del “tonito” con el que se diga se asume su contenido. Cuando me siento agredido con la palabra, que lleva como contexto la discriminación y el agravio, se me sale el Bedoya y defiendo mi condición duélale al que le duela.
¿Qué piensa hacer ahora que acabe su período como alcalde?
Estoy estudiando una maestría de Gobierno del Territorio y Gestión Pública en la Pontificia Universidad Javeriana de Bogotá y aspiro a tener la oportunidad de trabajar con el Gobierno o con una entidad, donde sirva para aportar algo. Creo que en unos pocos años quisiera llegar al Congreso para seguir trabajando por nuestra Colombia integral e igualitaria.
IV Encuentro de Liderazgos LGBT: A enfrentar el conservadurismo religiosoÉlber Gutiérrez, de El Espectador, dialoga sobre el tema con José Manuel Morán, de la Universidad Nacional de Córdoba, Argentina; Dereccia Catillo-Salazar, representante de Our Circle Belize; Gabriela Adrianzen, de PROMSEX, Perú; y Nicolas Panotto, del Grupo de Estudios Multidisciplinarios sobre Religión e Incidencia Pública, Chile.
Posted by El Espectador on Saturday, May 18, 2019